Escribir un libro sobre “los
mejores libros de a,b,ó z…” O: “Los mejores libros de la literatura mundial…”
(¿?) Contiene de antemano un elemento privativo, personalísimo y excluyente: Se
habla elogiosamente de un libro mientras se desechan mil o dos mil libros. Está
bien. Concedido. Entonces ¿por qué proponer una lista personal de los mejores
treinta libros? Cualquier respuesta, por tentativa que sea, parece condenada al
fracaso. Sin embargo, también es cierto lo contrario, la tendencia en nuestro
País, demuestra que existe un ancho segmento de población joven y lleno de
frescura, que busca orientación sobre cuáles libros sí leer en medio de la
vorágine de libros que se publican mensualmente y buscando los argumentos sobre
por qué sí leerlos llevando un vuelo que desea ir más allá de las engañosas
cuartas de forros, según las cuales, TODO lo que se publica es una obra
maestra. Es cierto que el paso de los tiempos obligan a replantear los grandes
temas literarios: el amor, la muerte, la belleza, la reflexión sobre el tiempo
y un par de temas o poco más. Esa es la razón que nos dice por qué Cervantes
nunca supo de novelas que hablaran sobre la vida de los científicos atómicos,
pero todavía más, es esa misma razón la que nos dice por qué se venden tantas
obras sobre narcotráfico, escándalos sexuales de toda índole o las críticas a
los dislates y las pequeñas (por lo neurálgico) pero costosísimas (por lo
monetario) ambiciones de los políticos. Ese es el motivo que ha alentado la
escritura de éste libro; pretende ser una guía sobre treinta fundamentales
textos escritos dentro y fuera de México que busca ser una suerte de manual
sobre todo pensando en la población joven que buscan volverse lectores avezados
en el apasionante mundo de la literatura y el pensamiento.
Es importante hacer notar que
éste libro no busca formar escritores por principio de cuentas: por principio
de cuentas, éste libro quiere demostrar por qué otros treinta libros deben
estar introducidos en el lector principiante; el comentario sobre el por qué
misteriosa forma éstos libros deben acompañar de por vida a las nuevas
generaciones de lectores y por qué éste hecho es deseable buscar en el presente
momento histórico.
Viene a mi memoria el año 1991 y
1992; los años en que decidí, nebulosamente, más con soberbia que con humildad
(aunque es necesario ambas), en los pasillos del INEGI en Aguascalientes
mientras trabajaba como auxiliar administrativo, convertirme en escritor y
creador literario: muchísima gente me
recomendaba una gran cantidad de libros y, sobretodo, costosísimos y algunas
semanas después, a contra-ejemplo ó a favor de lo que me decían, en
conversaciones de sobremesa con mis amigos, o al calor de unas frías, (como
decía Augusto Monterroso), mis amigos y yo nos íbamos adentrando en ese mundo
fascinante de la lectura y la creación y, finalmente, sigue siendo el mundo al
cual más le debo; el mundo que me hace habitar todos los demás, claro que con
sus muchos aciertos, sus desventajas, y sus demasiados batacazos… En la
actualidad esto me parece a veces una penosa obviedad, algo que me saca de
muchos procesos sociales pero que decididamente me introduce, (para bien y para
mal) en esa franja rara llamada la república de las letras nacionales. Pero no
pretendo hablar de mis inicios en el mundo de la literatura, muchos de esos
eventos ya los he convertido en relatos con menor o mayor puntería (hacia lo
mejor de mi talento, esperaría yo). La razón también para un libro de esta
categoría, es que al igual que yo en ese entonces de mis 19 años, los jóvenes
de hoy, como en otros tantos rubros, están desamparados… Entonces, con la
pretensión de echarles una mano a éstos futuros lectores y basados en la idea
de que el internet fundamentalmente con todas sus segundas y terceras
creaciones como you tube, spotify, blogger incluso, Facebook o twitter definitivamente
NO alientan ni fomentan el recogimiento necesario para la vida de la diosa
lectura, deben ser leídas como guiños hacia ellos las páginas siguientes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario