POEMA SIN TÍTULO
Cuando
emerjan las dos gargantas
de
océanos diferentes,
chocando
archipiélagos y tormentas
contra
dos que tres palabras que sostienen
a
un corazón antes de la estocada,
mientras
a los pies desciende este importante
pensar
que ya no soy el mismo,
este
saber que probablemente seré mejor o quizá peor,
sencillamente…
la
explicación es ésta: yo te amo, así de simple,
así
mi cresta y mi gancho y
mis
novelas inconclusas y mis viajes y mi deseo todo
de
verte aunque sea un segundo en tu transparencia,
en
tu ser, en tu virtud, mujer, y ahí por siempre, desfallecer.
SIEMPRE
Siempre es el mismo poema el que se escribe, siempre es la misma pregunta, cambian los significados en los cuatro puntos cardinales, pero bajo el enigma de la existencia, surgirá por otros y por otras, la radicalidad dispersa que desde hace siglos es el árbol que escribimos entre todos. Mártires y conquistados, leprosos y gallos, orfebres y rutas paradisíacas, el enigma indestructible está ahí al alcance de la mano, sólo es menester resignificarlo. Palabra, emoción, rima, recuerdos de hace muchos años, siglos llenos de presente o ceniza en el escritorio, son, junto al amor y todos los grandes temas y subtemas, las rutas que trazan los poetas, al pie del nombre propio, al pie de la amada, al pie de los centavos del día, etcétera. Poeta, trágate tus palabras, como dijo Don Octavio, pero en distinta boca…
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