LA DESAPARICIÓN DEL POETA MALDITO COMO CONDICIÓN
VITAL
POR MARCOS GARCÍA CABALLERO
Desmedida sin par la vocación de
flexibilidades,
ahorcado en su propia silla mientras
escribía su poema,
al poeta le tiembla la carrocería entre
palabra y palabra
para no condenarse, entre sus fauces
hay dos grillos en medio de sus colmillos
y astillas de whisky y su pobre
conciencia del poeta,
lo que más le atormenta, lo que puede
decirse sin mencionar sus
más que desventuras de la vida, es su
parte medular,
la simbiosis parada en el eco del
doliente regreso pasajero entre ciudades,
sin ser retruécano de tintes verdes o
vértebras inútiles,
blandiendo sus caballos negros de la
locura y el premiado y heroico sexo
de flor o fruto para deletrear la
próxima pesadilla.
Es ahí, en ese pequeño logro, en ese
atisbo de sagacidad cautiva,
donde el que decide ser poeta vuelve a
nacer y resurge el habla:
por medio de ese ente vivo llamado
lenguaje, él nos dice,
parte médium, parte casualidad, su
primitiva voz es plenamente moderna.
Asqueado del caos busca a tientas entre
su historia y
el hallazgo se vuelve mutua comprensión
de soledades, de pares,
de silencios pares
entre dos océanos de aguas
perpendiculares, y es que cuando
uno lee buena poesía…
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