NIETZSCHE Y LA VERDAD MENTIROSA
POR CALEB OLVERA ROMERO
Todo esto significa de raíz, desde siempre, que
estamos habituados a mentir, o para decirlo de manera más virtuosa e hipócrita,
en suma más agradable, somos mucho más artistas de lo que sabemos. Es en el
arte en donde precisamente la mentira se santifica, y la voluntad de engaño
tiene a su favor la buena conciencia.
Lou Andreas Salomé
La verdad es
como el alcohol
el hígado pone
el límite.
Nietzsche
Resumen
Partiendo de las
aportaciones de Klossowski y Colli, así como de los propios textos de
Nietzsche, en especial Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, se
hace un análisis del concepto de verdad en el pensamiento de este autor desde
la perspectiva de la hermenéutica contemporánea, mostrando que la
desmitificación llevada a cabo por este filósofo es ella misma una
mistificación.
Lo adecuado es decir que no se ha hecho justicia a
Nietzsche, ya que sus lectores han sido demasiado atentos. Para igualar
circunstancias sería necesario aplicar a su lectura el mismo método que él
aplica. No nos referimos con esto a realizar una lectura genealógica del origen
de sus conceptos,[1] sino a realizar la misma
lectura superficial e irónica que él realiza de los que son los blancos de sus
críticas. Una lectura, trivial que basa sus críticas en comentarios de otros u
opiniones infundadas, presentándolas como conclusiones estruendosas que
aciertan en las llagas[2].
Hacer aseveraciones y escandalizar en torno a Nietzsche sería hacerle justicia.[3]
Muy probablemente haya sido un asiduo lector, pero no de los filósofos que
ataca.[4]
Sabemos por Giuliana Lanata que nuestro autor lee a Platón y a Schopenhauer, a
Rohde, Chamfort, Vauvenargues, Hume, Voltaire, los Upani schads y naturalmente
a Burckhardt. Seguramente leerá a muchos otros, pero de eso no queda rastro ni
siquiera por sus críticas. Sobre todo a Hegel y Kant, contra quienes despotrica
algunas veces de manera directa y muchas otras indirecta, gustando en ocasiones
de llamar a este último, juguetonamente, can, sinónimo de perro.[5]
El escritor del Anticristo,
entiende la verdad en varios sentidos, sin embargo hay un sentido de la verdad
que no puede negar, este es el sentido de la verdad primigenia y ontológica, de
la verdad expresada por Buda y después por Schopenhauer.[6] La
verdad del dolor como realidad intrínseca a la vida. Ante esta verdad calla,[7]
prefiere jugar con una verdad compuesta de metáforas, que él gusta en llamar puros cuentos de filósofos, donde filósofo es utilizado como sinónimo de
Hada. Peor para las hadas. Esta verdad juguetona tiene por corazón el más
recalcitrante de los principios metafísicos, la voluntad de potencia[8] o
de poder, según sea la traducción. No obstante, en este corazón late la verdad
inocultable que extiende sus raíces hasta lo más profundo del ser y esta verdad
es - el dolor -. [9]
En su texto Sobre
verdad y mentira en sentido extramoral nos dice: El hombre nada más desea la verdad en un sentido analógicamente
limitado, ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que
mantienen la vida; es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e
incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o
destructivos.[10]
De dónde habrá sacado esta afirmación si no es de
lo recóndito de su actuar, él teme la verdad de Schopenhauer,[11] y
ante esta verdad que se traduce por dolor, prefiere declarar que la verdad es
mentirosa. Esta verdad ante la que se evade, es la verdad del deseo, como
consistencia última del ser, pues desear es desear lo que no se posee, y esta
condición es la condición del que necesita el objeto deseado para satisfacer el
deseo. Ergo somos ontológicamente deseantes o sufrientes, seres incompletos
condenados a peregrinar por los objetos que deseamos sin fin alguno, ya que el
secreto del deseo consiste en nunca estar satisfecho.
La pregunta que nos salta en este momento del
análisis, es referente a la verdad y concretamente a su definición ¿qué
entiende Nietzsche por verdad?.
La respuesta la encontramos en Sobre verdad y mentira pues ahí nos responde: La “cosa en sí” esto seria la verdad pura, sin consecuencias.[12]
Lo primero a decir respecto a su definición, es que
tiene cuando menos en este texto y hasta este momento, una concepción muy pobre y reducida de lo que es la verdad, más
tarde agregará otra, pero esta verdad por adecuación esgrimida por Aristóteles
tuvo vigencia hasta Santo Tomás, sin embargo nadie sostiene ya una verdad tan
ramplona. La verdad es un fenómeno mucho más complejo, compuesto por diferentes
criterios como lo son el acuerdo, la imposición, la factibilidad, la
probabilidad, el acierto, la certeza, la verosimilitud, entre muchas otras, que
claro está, incluyen al criterio de correspondencia.
De hecho la verdad por adecuación, que tanto niega
nuestro autor que se pueda dar, se cumple con las sensaciones y las entidades
abstractas, como lo son los números o las funciones, donde el concepto de cero
y el cero son lo mismo.[13]
Podríamos multiplicar los ejemplos.[14]
Nietzsche nos dice: Y además ¿qué sucede con esas convenciones del lenguaje?... solamente mediante el olvido de esas
convenciones puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en
posesión de la verdad.[15]
Aquí la pregunta a nuestro autor sería que si ¿“de verdad” piensa que el
lenguaje es una convención? y si es así, cómo llego a la idea de esta verdad,
que nos arroja como conclusión que existen verdades. Si finalmente cree que eso
que afirma es una mentira, entonces podemos abortar la discusión, pues nos está
diciendo mentiras, que él sabe son mentiras y quiere que las aceptemos como
verdades.
No logra ver que hacer concordar, como si se
tratasen de sinónimos convenio y mentira; esto se ve a lo largo de todo su
texto. Para él todo lo que es artificio es mentira. Es más, todo lo que no es
adecuación con la cosa en sí, es mentira.[16]
Aunque se ufane en decir que no hay adecuación con la cosa en sí.
Diremos en contra que el convenio antes que ser una
forma de las mentiras, es un criterio de verdad. Podemos acordar sin mucho
problema que estamos en México, independientemente del lenguaje, esto se toma
por cierto. Además este acuerdo en llamar a las cosas como se nos antoje, no es
precisamente una mentira.
Citemos a Nietzsche: dividimos las cosas en géneros, caracterizamos el árbol como masculino,
y la planta como femenino: ¡que extrapolación tan arbitraria! ¡A qué altura
volamos por encima del canon de la certeza! Hablamos de una “serpiente” la
designación cubre solamente el hecho de retorcerse; podríamos por tanto
atribuírsela también al gusano. ¡Que arbitrariedad en las delimitaciones! ¡Qué
parcialidad en las preferencias![17]
Podríamos concordar que el lenguaje no es exacto,
que de hecho guarda un grado de confusión, pero de ahí no se sigue por ningún
medio que lo confuso sea falso, además olvida el criterio pragmático[18].
El usuario del lenguaje finalmente comprende, quizá no un cien por ciento, pero
si la mayor parte del mensaje. No tiene caso discutir esto pues nadie
congruente sería tan tonto para tratar de sostener que el lenguaje no nos
comunica, ya que para ser congruente debería, sino quiere perder el tiempo,
guardar silencio, de lo contrario intentaría comunicarnos la idea, a través del
lenguaje, de que el lenguaje no nos comunica.[19]
Otra vez Nietzsche: los diferentes lenguajes, comparados unos con otros, ponen en evidencia
que con las palabras jamás se llega a la verdad ni a una expresión adecuada,
pues en caso contrario no habría tantos lenguajes.[20] Este ejemplo es
bueno, pues del hecho de que existen varios lenguajes, nuestro autor deduce que
todos son falsos. Parece ser que ha olvidado, que la verdad se encuentra en el sema no en el fronos, en el significado no en el sonido. Del hecho de que no
existe una sola manera de nombrar las cosas, deduce que todo es mentira. El
sonido puede significar algo, este algo puede ser distinto pero mantiene algo
de similar. Apple, Pomme y Manzana, pueden decirse y escribirse de maneras distintas, pero
significan algo particular. Algo que puede o no estar frente a nosotros. Del
hecho de que sean diferentes no se sigue que sean falsas ni mucho menos que
sean mentiras.
La mentira es en nuestro autor, totalmente
contradictoria, pues la usa para negar la existencia de una verdad, y esto no
es posible pues el término mentira trae implícito su contrario, como el término
bueno sólo se comprende con relación a lo malo. El término mentira implica el
saber la verdad ante la cual se puede declarar la no adecuación con ésta, es decir, su falsación y de ahí la mentira. Solamente
si aceptamos la verdad podemos hablar de mentiras como falseamiento de esta verdad. Decir que solamente poseemos mentiras,
es decir que de alguna manera se tiene el criterio para saber la verdad, ante
la cual lo que poseemos son simples mentiras. Si realmente no pudiéremos
acceder a la verdad, no podríamos saber que lo que poseemos son mentiras.[21]
Aún cuando hablo de mentiras, declaro cuando menos
implícitamente que poseo la verdad, la verdad ante la cual las otras
narraciones son mentiras.
Citemos a G. Colli: Nietzsche no se cansa de repetir que el único mundo es el que vemos en
torno a nosotros, y que los cimientos ocultos, las sustancias absolutas son
cuentos de filósofo. Si no hay sustrato, entonces el mundo coincide con el
conocimiento que tenemos de él, o en cualquier caso es reflejado por él.[22] Si no hay más mundo que el que vemos, si no
hay sustancias ocultas u otro mundo, entonces nuestra imagen del mundo
corresponde con él. Aquí parece ser que Nietzsche se equivoca pues quiere esbozar
el argumento kantiano, bebido de segunda mano a través de Schopenhauer, donde
se expresa que el mundo es una apariencia. Hay una diferencia abismal entre un
mundo que se resuelve como mentira y uno que se presenta desde el principio
como apariencia. Quizá debió de haber dedicado un poco más de tiempo a leer a
sus contemporáneos que a criticarlos.
Más adelante, el precursor del superhombre añade
una definición positiva al problema espitemológico de la verdad. Nos dice que
la verdad es: una hueste en movimiento de
metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de
relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y
retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes,
canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado
que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas
que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino
como metal.[23]
Ahora la posición es notablemente distinta, si
antes no podíamos acceder al mundo de las cosas en sí, esto es, no podíamos
poseer una verdad, ahora el planteamiento es el contrario, sí tenemos una
verdad, solamente que es una verdad mentirosa, una sarta de metáforas que por
el uso han olvidado que lo son y han sido tomadas como verdades. Ciertamente
hay muchas metáforas que por su uso, se ha terminado por creer que son verdad,
entre ellas las religiosas. Sin embargo, hay otras metáforas que son verdad no
por el olvido de su infundio, sino precisamente porque están fundadas en la
convención. Que se pueda ascender a los cielos por propia voluntad con todo y
cuerpo, es quizá una metáfora que fue tomada por verdad para una grupo de
personas y que quizá se ha construido sobre una mentira[24]. Pero
el hecho de que aquí en México la luz roja del semáforo indica que debes
frenar, eso se puede tener por verdadero, aunque provenga de un acuerdo por
demás arbitrario. Todo acuerdo es arbitrario.
Si nunca podemos acceder a lo que se encuentra más
allá del lenguaje, entonces la verdad queda de este lado, la verdad es una
cuestión lingüística que se cumple pues estamos del lado del lenguaje, si de
alguna manera podemos referirnos a lo que está más allá del lenguaje, entonces
es cuestión de ver cómo se logra esto y en qué medida funciona, para establecer
la relación entre la palabra y lo que se nombra.
Finalmente y con ánimo alegre, esgrimamos un
argumento que se considera un golpe bajo
en contra de la idea de que el lenguaje no expresa el mundo. Es muy sencillo y
ya clásico, dice de la siguiente manera: subirse a la azotea de un edificio de
más de 50 metros, y lanzarse sin ninguna clase de amortiguación y comprobar la
verdad de la sentencia heideggeriana, has
de morir. Por cierto alguien podría contra argumentar que quizá no muera.
Pero en ese caso, pediríamos que compruebe su afirmación en el mundo. Que esto
es un argumento vil. Si ya lo sé.
CONCLUSIONES
Klossowski en su libro Nietzsche y el círculo vicioso, nos dice que la mejor manera de
desmistificar es mistificando. Tanto Freud como nuestro autor son quizá los dos
más grandes mistificadores de nuestro tiempo. Sin embargo, la mistificación que
caracteriza al autor del Zaratustra radica en gritar, feroz y fervientemente en
contra de las mistificaciones. Para hacer de este ataque una nueva
mistificación.
No obstante las críticas de reclamo a sus
contemporáneos por no ser lo bastante deductivos y anti religiosos, lo engloban
a él mismo, pues es él muy poco deductivo y sobretodo es religioso[25],
recordemos que la religión no solamente se entiende como cristianismo sino como
re-ligar, volver a establecer las ligas con el absoluto, y esto se refleja en
su eterno retorno metafísico y su predicar el valor de la Tierra. Además no se
encuentra a la altura del modelo aristocrático que propone, inspirándose en los
griegos. No es nada deductivo, ya que su estilo salta continuamente de
intuiciones a sentencias, presentando estas intuiciones como conclusiones, como
si les precediese un largo proceso de reflexión. En este mismo rubro, se pueden
insertar sus críticas a la condición moderna, y su afán desmedido por
impresionar, al grado de mantener en su estilo esta consigna de la primera
imagen, a través del impacto. Sin embargo, esto no es sino lo más
característico del estilo moderno, así se convierte en el escritor más moderno
de su generación, ya que su criterio para impresionar consiste en exagerar las
ideas. A todo esto se le suma su interés por ser completamente original, que no
es más que otro valor totalmente moderno. Las criticas siguen en diversas
direcciones como son su constante exaltación de la vida y de la fiesta, siendo
radical su desprecio hacia las mujeres.
Para terminar citemos a G. Colli, quien nos dice que nuestro autor era
un gran escritor, que de hecho gran parte de su vida la pasó sentado frente a
un escritorio y añade: si se extiende el
discurso del pensamiento a la vida, si se asume globalmente todo lo que nos ha
llegado de Nietzsche, y si ahora, después de Nietzsche, juzgamos a Nietzsche,
bajo el perfil de la expresión escrita, acude a nosotros una pregunta crucial,
frente a su enseñanza sobre la vida, su alabanza de la vida: ¿qué sentido tiene
predicar la afirmación dionisiaca, la locura, el juego, contra cualquier
abstracción y momificación, cualquier finalismo languideciente, agotado y
mientras tanto consumir la propia vida en escribir, es decir, en el disfraz, en
la máscara, en la no vida?[26]
BIBLIOGRAFIA
Andrés
Sánchez Pascual, Ensayo introductorio a
El nacimiento de la tragedia,. Ed. Alianza, 2000
Crescenciano
Grave, El pensar trágico, un ensayo sobre
Nietzsche, Ed. UNAM, México 1998
Edith
Stein. Ver su libro Ser finito y ser
eterno, FCE, México 1994
G.
Colli Después de Nietzsche, Ed. Anagrama
Barcelona 2000
G.
Colli Introducción a Nietzsche:
G.
Colli, La sabiduría griega, Ed Trota, España 1998
Nietzsche
La Gaya ciencia, Ed. Alianza, Madrid 2000
Nietzsche, El
anticristo, Ed. Alianza, Madrid 2000
Nietzsche, El
nacimiento de la tragedia, Ed. Alianza, Madrid 2000
Nietzsche,
Sobre verdad y mentira en sentido
extramoral, Ed. Tecnos, Madrid 1996
Schopenhauer
El mundo como voluntad y representación,
Ed Porrúa, México 1983
Ulrich
von Wilamowitz-Mollendorff, Filología
del futuro, Ed. Karlfried Gründer, Berlín
1969
[1] Beuchot menciona que lo mejor para interpretar a un autor es aplicarle
el método que él utiliza, como el arqueológico para el caso de Foucault o el
genealógico en caso de Nietzsche.
[2] G, Colli, en su libro Después de Nietzsche, nos dice:
Nietzsche no se da cuenta de que sus objetivos polémicos son simples fantoches mutables; pág. 149
Podríamos agregar parafraseando a Colli,
que son simples simulacros creados por
su ridículo pathos
revolucionario.
[3] Aunque es bien cierto que Nietzsche tiene, por lo general, muy atentos
lectores y en esa medida no se ha empleado su
método, también es cierto que ha habido desde el comienzo de su obra
quien levanta la voz para hacer críticas estruendosas y escandalosas, quizá
podrían llamarse intempestivas. A su libro El
nacimiento de la tragedia, Ulrich von Wilamowitz-Mollendorff, contesta con
un violento panfleto que invita al autor del mismo, a abandonar la cátedra por
carecer de seriedad. A la letra dice: Creo que queda dada la demostración -dice- de los grabes reproches de ignorancia
y falta de amor a la verdad. Y sin embargo temo haber sido injusto con el señor
Nietzsche. Si me replica que él nada quiere saber de historia y crítica, y de
la denominada historia universal, que lo que él desea es crear una obra de
arte... un medio de consuelo metafísico que sus aseveraciones no tienen la realidad vulgar del día, sino la
realidad superior del mundo onírico, entonces revoco y retiro lo anteriormente
dicho.... Una cosa exijo sin embargo, que Nietzsche se atenga a lo que dice,
que empuñe el tirso, que vaya de la India a Grecia, pero que baje de la
cátedra, desde la que se debe enseñar la ciencia.
Además G.
Colli estará en desacuerdo con la interpretación que hace nuestro autor en El nacimiento de la tragedia, sobre todo
con la polarización que presenta de Dionisios, siendo éste un personaje de otro
carácter. Ver la introducción a La
sabiduría Griega.
La larga
cadena de reproches en contra de El
nacimiento de la tragedia comienza así:
Defiende a
Wagner. Convierte a Apolo en una figura política. Saca de contexto a Dionisio.
Inventa un sin número de cosas sobre la música griega. Dice que Sócrates es
anterior a Eurípides. Critica sin razón a Eurípides, y continúa así en las 32
páginas del folleto.
[4] G. Colli entre 1958-1965 intentó realizar para Italia, la publicación
de todos los libros leídos por Nietzsche.
[5] G. Colli nos dice en su texto Después
de Nietzsche: De entre los filósofos
sólo Platón y Schopenhauer fueron leídos obstinadamente por Nietzsche. Pág. 59
[6] La influencia de Schopenhauer sobre Nietzsche es notable en el
nacimiento de la tragedia, sin embargo no debemos confundir la influencia con
la aceptación total. Desde su primera época Nietzsche se separa del autor de El mundo como voluntad y representación,
cuando menos en dos puntos importantes; la afirmación radical de la vida y la
consideración de la relación entre mundo individualizado y divinidad. Ver
Crescenciano Grave, El pensar trágico, un
ensayo sobre Nietzsche, Ed. UNAM, México 1998 pág. 25 y 26
[7] G. Colli en su libro Después de
Nietzsche nos dice: Curiosamente, la
verdad referida al contenido es algo indiscutible para Nietzsche, aunque no le
guste mucho hablar de ella, y puede afirmarse que concibe dicha verdad desde el
principio, sin ulteriores desarrollos ni oscilaciones. Se trata de la verdad en
cuanto conocimiento del dolor. Pág. 132
[8] Esta idea de que la potencia es el problema de la metafísica es
compartida por Edith Stein. Ver su libro Ser
finito y ser eterno, FCE, México 1994. Además es el título que propone para
su última gran obra, sin embargo nunca llega a concretarse. Aunque su hermana,
hará un compendio de algunos textos y los publicará bajo este título.
[9] Nuestro autor en su primera obra
El nacimiento de la tragedia, que entre otras cosas le causó el ser
destituido de la cátedra de filología clásica, nos dice: Todo es uno, la vida
es como una fuente eterna que constantemente produce individuaciones y que,
produciéndolas, se desgarra a sí misma. Por ello es la vida dolor y
sufrimiento, de quedar despedazado lo uno primordial. El nacimiento de la tragedia, Ed. Alianza, España 2000 pág. 19
[10] Nietzsche, Sobre verdad y
mentira en sentido extramoral, Ed. Tecnos, Madrid pág. 21
[11] Nos dirá Andrés Sánchez Pascual, en su Ensayo introductorio a El nacimiento de la tragedia, que Nietzsche
culpa directamente a Schopenhauer y a Wagner, de haberle echado a perder esta
obra. Ed. Alianza, pág. 19. Y teme
esta verdad de dolor por considerarla verdaderamente trágica, ante la cual su
tragedia tiene que arreglárselas para reivindicar la vida a toda costa. La
tragedia es este aceptar la muerte y con ello la vida es aceptar este círculo
eterno de dolor y sufrimiento, ante el cual se está indefenso. De ahí la
angustia pues Nietzsche quiere imponer su subjetividad rebelde. Pretende
exaltar la vida a pesar de su nulidad intrínseca.
[12] Nietzsche, Sobre verdad y
mentira en sentido extramoral, pág. 22
[13] Los números son entidades abstractas que solamente existen como
conceptos, de ahí que concuerde su existencia con su concepción.
[14] Los ejemplos de la verdad por correspondencia, tanto como los
desatinos del escritor de El nacimiento
de la tragedia, se pueden reunir como antaño lo hizo Wilamowitz, en su
folleto titulado Filología del futuro. Este tiene una extensión de 32 páginas
frente al escrito de Nietzsche, que posee 143. En él Wilamowitz va enumerando,
uno por uno todos los errores del joven autor, en el aspecto histórico y
termina con el rechazo total de la interpretación que se da de Grecia.
[15] Nietzsche Sobre verdad y mentira
en sentido extramoral, Ed. Tecnos, Madrid pág 21
[16] Los análisis de este texto hechos por Alejandro Monzerrad entre otros,
indican que la intención de Nietzsche es solamente volcar el lenguaje contra sí
mismo, para ensanchar los límites gramaticales y hacer de estas verdades
epocales simples verdades por acuerdo. El mérito radica en desmentir muchas
cosas que en su momento se tienen por verdad, como el auge y la fe ciega en la
ciencia, esta es una verdad que es importante hacer ver que descansa sobre
acuerdos; aunado a ello, están las verdades religiosas y filosóficas, que
también es un logro denunciar, y que el autor de Sobre verdad y mentira, une en un solo corpus que da fundamento a
sus obras. En esto está muy atinado. Sin embargo también es cierto, que en este
texto en particular rechaza la verdad por convención y solamente acepta la verdad
por correspondencia como ya lo ha dicho. Todos los demás tipos de verdades son
rechazadas. En la Gaya ciencia, se
muestra mucho más moderado e intenta hacer una crítica precisamente a esta
concepción de verdad científica y al auge que está generando la modernidad.
También es ahí, en el párrafo 125 que enuncia por primera vez la idea de la
muerte de dios. Descrita mucho antes por su amigo P. Rée y mucho antes por S.
Kierkeggard.
[17] Nietzsche Op Cit pág. 22
[18] Nuestro autor afirma que llamamos verdad a lo que nos es útil, sin
embargo, matiza que no es a todo lo que nos es útil sino aquello, que aparte de
sernos útil nos resulta agradable, lo útil desagradable según nuestro autor, no
lo aceptamos como verdad. Finalmente ni siquiera es una verdad lo que nos es
útil, sino un tipo peculiar de mentira.
[19] Nuestra afirmación primera, de que quizá no se haya hecho justicia a
Nietzsche, descansa en la idea de que o se le juzga demasiado duramente como lo
hizo en su momento su exprofesor y amigo Ritschl quien de su obra dice que es
simplemente: una ingeniosa borrachera,
o bien caso contrario se lee haciéndole
tal favor al autor que se pasa por alto sus desatinos, y se exclama que todo es
bueno. Él mismo afirmaba que quien lo siguiera e idolatrara no habría
comprendido su obra. Para una buena comprensión se necesita entenderlo y
traspasarlo, dejarlo atrás y juzgarlo como en su momento sugiere G. Colli en su texto Después de Nietzsche. No estamos haciéndole ningún favor al autor
ni mucho menos exponiendo alguna nueva interpretación, nos limitamos a aplicar
ese método que él aplica con los que lee y a quienes critica, resaltando la
cantidad de fallas que encontramos, pues ya muchos se han encargado de resaltar
sus virtudes. En esa medida nuestro trabajo en ese sentido, no hará falta.
[20] Nietzsche Sobre verdad y mentira
en sentido extramoral, Ed. Tecnos, Madrid pág 22
[21] Para nuestro autor la verdad es una, adecuación con la cosa, y como no
se logra entonces no hay verdad, maneja sin embargo un tipo de verdad
pragmática, o verdad útil, sin embargo no la llama verdad sino mentira. Un tipo
de mentira útil y funcional, que lo hombres usan y creen que es verdad por que
han olvidado que en principio solo eran metáforas.
[22] G. Colli, Op. Cit. Pág. 133
[23] Nietzsche, Op. Cit. Pág. 25
[24] Hemos querido tomar el ejemplo de la religión que está altamente
ligada a la vida y al pensamiento de nuestro autor, ya que proviene de una
familia que en cinco generaciones produce 20 clérigos, entre ellos su padre, su
abuelo y el padre de éste. Además su inclinación era totalmente religiosa; en
octubre de 1858 gana una beca para asistir a la escuela de Schulpforta, a
estudiar teología y prepararse para el sacerdocio. En 1864 se inscribió en la
Universidad de Bonn, para cursar estudios de teología y de filología.
Finalmente abandona Bonn y se traslada a Leipzig, abandonando su nexo con la
teología. De hecho su transformación es tal, que hacia el final de su vida se declara escéptico y en El anticristo escribe: No nos dejemos
inducir al error, los grandes espíritus son escépticos. Zaratustra es un
escéptico. Ed alianza, Madrid 2000 pág. 103
Para él,
metáfora se entiende como la abstracción de los términos para construir la
palabra árbol o serpiente, etc., que deja fuera las distinciones y que por ello
no es muy clara, aunque asimila esta falta de claridad con mentiras.
[25] Nietzsche nos dice de su Zaratustra, que es el quinto evangelio. Ver
P. Sloterdijk, El hombre más
independiente de Europa, pág. 3
[26] G. Colli, Después de Nietzsche,
pág. 106
No hay comentarios:
Publicar un comentario