ES MI PLUMA LA QUE TE DIBUJA ENTRE DOS
FLAMAS,
es mi mano la que dice
detente
y te acaricia vientre,
rodillas y huesos,
una garganta que alguna
vez pronunció
las palabras: me gustas,
me asustas, me conmueves.
Bajo
un canto de ilusiones que peregrinan como gaviotas
la
tinta se desvanece, como se desvanece la sangre no fecundada,
como la ola que nunca
acariciará la arena,
como un grito de auxilio
que se pierde en la distancia,
una hamaca que tiembla
de la ausencia,
una puerta entreabierta
que nadie cruzará,
un
viento de sopor que recorre la costa
donde tú viajas bajo las
aguas de los sueños,
león marino condenado a
vagar bajo las estrellas.
Abajo, en el patio, el
colibrí vuela hasta su nido,
y toda la ciudad duerme
de impotencia como un perro idiota que
se espanta las moscas
con la cola.
Mientras yo me apesto buscando
quintaescencias poéticas,
en una improbable página perfecta.
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