NOCTURNO
De
noche,
cuando
la ciudad es un oasis de mariposas muertas,
de
noche, cuando las moscas revolotean
sobre
las cabezas de los suicidas y los banqueros,
cuando
se duerme y se ha acabado la prisa
del
golpeteo inexorable de la rutina.
Cuando
las notas musicales
son
un elixir para los amorosos sedientos de las cafeterías,
cuando
el solitario se bebe su memoria,
cuando
las estrellas titilan como la saliva de dios,
cuando
las abuelas duermen rodeadas de cráneos de palomas y
los
ladrones buscan moronga en sus bolsillos.
Es
entonces que llueve,
las
gotas de las nubes se descuelgan como miles de arañas,
las
maderas de las casas destilan su fragancia
como
un puño que se abre para mostrar canicas.
Los
cuernos de la lluvia golpean sobre los toldos y los zaguanes,
la
lluvia es un animal ansioso,
un
dragón en brama que arroja espuma en los labios de la luna,
árbol
que seduce a las ramas del insomnio,
caudillo
que se precipita
por
una ladera de acero anaranjado y rutilante,
sonrisa
de foca que se lame los bigotes,
madera
que se dilata y que vuelve a descansar,
collar
de perlas que se desmadeja,
cueros
de tambores y todo cesa:
la
luz eléctrica vigila las aceras,
los
paraguas se cierran, los comentarios se suavizan,
el
colibrí vuelve a batir sus alas que desafían al ojo
y
a la mano y amanece.
El
día es un cometa que aterriza en la basura donde los
perros
mordisquean sus restos.
La
noche es una jaula de canarios carnívoros y la lluvia es el lomo
de un gato que se crispa.
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