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sábado, 16 de noviembre de 2024

De qué hablamos cuando hablamos de poesía

 

De qué hablamos cuando hablamos de poesía

 

A SAÚL IBARGOYEN

POR SERGIO VICARIO

 

Vicario, me comentaba Saúl mientras salíamos de la Biblioteca México, ¿de qué hablamos cuando hablamos de poesía; de poesía medieval, de poesía italiana, española; hablamos de poesía sánscrita, de poesía uruguaya, o de la India? ¿Hablamos de la poesía actual, contemporánea, de los modernistas, hablamos de la poesía de Netzahualcóyotl o de la de Sor Juana, durante la colonia? ¿De la poesía erótica, del cuerpo, existencial, abstracta, de la poética de la ensoñación? ¿De qué hablamos? Es tan vasto el universo poético, que sólo mirarás una parte (y se sigue expandiendo), nada más. Ni toda tu vida te permitirá conocer toda la poesía escrita, pero está bien, va con el ser humano, y si este desaparece, no habría más poesía.

Recuerdo – me dijo- un día tuve la oportunidad de ir a Egipto y navegué por las aguas milenarias del Nilo, por curiosidad metí mi mano en el río y sentí la corriente. Pensé: ¡cuánto tiempo ha transcurrido!, todo cambia y es igual.

Años más tarde, en mayo de 2012, a propósito de un libro “Crepúsculo inmediato” que le entregué para su gentil prólogo, y escribió:

El volumen que ofrece ahora Sergio Vicario hace referencia de modo central y explícitamente, a un asunto que, desde la antigüedad, los poetas han incluido en sus repertorios históricos; casi diríamos desde la primera invención de la escritura que tuvo lugar en la cultura Sumeria, asentada en lo que hoy es el destrozado Irak. O sea, son varios miles de años a lo largo de los cuales se produjo ese invento revolucionario, con el sostén de piezas de diversa hechura y luego tablillas de barro. El poema de Gilgamesh (héroe primero local, luego regional y finalmente arquetípico), se describe la batalla entre Gilgamesh y su amigo Enkidú contra Khumbaba, el monstruo que vigila el bosque de los cedros en el actual Líbano.

Gran acto bélico pleno de simbolismo; siglos más tarde se escribe el poema babilónico de la creación, en que Marduk, el de los 50 nombres, derrota a sus enemigos en una trágica pelea cósmica. Recordemos ahora al Ramayana y la lucha de los incontables monos, aliados de Rama. Por supuesto como obviar la Ilíada y la Odisea, la Araucana de Ercilla, el Martìn Fierro de Josè Hernàndez y tantos pasajes de la literatura sagrada-judeo-cristiana-islámica.

Por lo tanto, en estos tiempos de abundantes conflictos entre Estados y naciones, muchas veces en sitios alejados de las sedes de los gobiernos capitalistas que los promueven, es natural que haya surgido una respuesta metafórica (continental y extra continental), es decir poética, frente a tanta destrucción que se percibe en el mundo globalizado.

Al poeta que jugara futbol, un hombre esbelto de gran cultura y lucidez, generoso; un hombre lastimado por el o los gobiernos autoritarios; crítico del capitalismo, a él, sólo puedo decirle, Gracias Saúl. Nada más.

 

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