MARCOS GARCÍA CABALLERO
En junio de 1989, seis años antes de su muerte, el viejo
Karl R. Popper dictó una conferencia en la London School of Economics titulada:
Hacia una teoría evolutiva del conocimiento. Como en un trabajo muy
posterior del año 2001 (Teoría del conocimiento y epistemología Wiggenstteniania)
lo demuestra el estudioso académico de la UNAM Alejandro Tomasini Bassols, el
problema del conocimiento no puede referirse a una definición de lo que el conocimiento
es,
es decir, el concepto de “conocimiento” de diccionario es inútil para nosotros.
Lo que nos interesa a nosotros desde el punto de vista filosófico, es determinar
lo que el conocimiento es, su forma manifiesta, su fenomenología.
En el presente ensayo abordaré a éstos dos autores con la finalidad de mostrar que el conocimiento humano tiene qué partir necesariamente de un punto de vista evolutivo, tal vez para darle la razón a León Olivé y al poeta venezolano Rafael Cadenas, que, ambos, a su manera, defienden y proclaman para sus propias perspectivas (uno por la filosofía académica, el poeta por razones políticas en una entrevista), la preeminencia y el triunfo del cerebro evolucionado del hombre, en oposición al cerebro mandrilesco, arcaico, tosco y bruto. En el caso de Karl Popper se trata de un pequeño libro casi casi un folleto que incluye esa conferencia ya citada y otra del mismo periodo que se publicaron bajo el título de Un mundo de propensiones (editorial Tecnos, 1992) y el de Tomasini Bassols del 2001. (Plaza y Valdéz). Lo que creo a éste sentido, es que el conocimiento no es un estado de la mente, como dice Tomasini Bassols ya que tarde o temprano ese estado mental tiene qué objetivarse o justificarse no sólo a un científico o pensador, sino a todo el resto de los que forman la sociedad: es decir, el conocimiento no puede ser un secreto que sólo yo poseo de la forma que poseo un objeto como una mesa o una botella, la forma del conocer humano es pública: todos podemos aprender marxismo o religión y es obvio que para esto tenemos condicionantes de clase, de familia, de sexo y/o sociales, pero indudablemente cualquier persona, en un contexto favorable, puede convertirse en religioso, en estudioso del marxismo o en boxeador y lo que también deseo subrayar es que nuestro primer conocimiento como humanos es el lenguaje. Ya con la capacidad del lenguaje estamos a la expectativa y en búsqueda de las vivencias que nos proporcionarán cualquier otro conocimiento. Tomasini Bassols también afirma que el conocimiento no puede ser un estado cerebral; (es decir, no podemos afirmar seriamente que cerebralmente llegamos a conocer algo, Bassols lo demuestra en su libro) más bien sostengo, que así como el primer paso al introducirnos en la filosofía es una especie de perplejidad acompañada por el genio y el intelecto particular de cada uno, sobre el conocimiento humano es algo así como una vivencia, y, como sostiene Karl Popper, el conocimiento siempre tiene un carácter de expectativa. Describir el conocimiento humano, ayudado por la metáfora, sería pues, como un padre o una madre enseñan a su hijo a hablar, ese es el proceso fenomenológico. Pero como no hay un dios que venga y nos ponga el conocimiento en la inmanencia de cada sujeto de cara a la teoría que venerablemente inició en Grecia hace 2500 años, tengo qué conformarme con decir que el proceso de lo cognitivo (su entraña, su fenomenología) es un desenvolverse en el mundo a saber de dos formas: con expectativa –por lo que deseo conocer, lo que deseo comprobar- y también por forma evolutiva –el cerebro ha venido evolucionando pero no en todos los seres humanos ni todos los seres humanos han aceptado esa evolución eh incluso diría que algunos la han atacado- y entonces, diríamos pues, que nuestra inteligencia siempre puede mejorar, por medio de vivencias y expectativas, que no es otra cosa que capacidad de asombro ante la fenomenología en la que estamos pasando, por ejemplo, el que aprende a manejar se asombra de ir lográndolo, el que esculpe una estatua de madera se asombra de hacerlo, etcétera, no digamos ya un poeta o un novelista o un filósofo al ver crecer el corpus de su trabajo. Éste es mi punto y lo defiendo, puedo decir más pero para un ensayo de tarea me parece que basta. Gracias por la atención.
