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Todos los textos son propiedad de sus autores, quienes tienen todos los derechos sobre ellos (¿o será al revés?) y han decidido libremente publicarlos aquí para la difusión pública sin fines de lucro. *Este proyecto está basado, en sus orígenes, en la idea de Dulce Chiang y Alicia Quiñones



miércoles, 25 de febrero de 2015

COMENTARIO FILOSÓFICO SOBRE RELIGIÓN Y ATEÍSMO



POR MARCOS GARCÍA CABALLERO

Ante la pregunta ¿Se encuentra en crisis la religión?, cabe una respuesta doble, es decir, tanto afirmativa como negativa. Efectivamente, desde que Nietzsche hizo la famosa afirmación “Dios ha muerto”, la Religión ha pasado por diversas crisis y son los propios jerarcas de la iglesia y sus teóricos los que no dejan de estar preocupados por lo que se detecta como vientos agitados que han afectado los cimientos de la Iglesia y la Religión. Como lo afirma Torres Queiruga en su libro “Creo en Dios Padre”el ateísmo moderno es la consecuencia de1 choque entre dos mundos culturales: el antiguo y el moderno”, siendo el moderno el resultado de la “Ilustración”, que arrancó con el Renacimiento y sigue hasta nuestros días, operándose un cambio de paradigma que no pudo ser asimilado por la vieja cristiandad, constituyéndose en una de las principales fuentes del ateísmo. En síntesis, es un proceso que ya lleva siglos operando, con el concurso de la ciencia, la tecnología y los modernos descubrimientos, alejando a las personas de la religión y llevándolas al ateísmo, dice Torres Queiruga.

Por otra parte puede también afirmarse que la religión no se encuentra en crisis, y que a pesar de la enorme sacudida que ha significado ese cambio de paradigma que señala Torres Queiruga, se constata que una amplia parte de la población no ha abandonado las filas de la religión y sigue siendo creyente. Ante el asombro de pensadores como Fernando Savater, que en su libro “La vida eterna”, confiesa que le parece un tanto inaudito que en pleno siglo XXI tantos hombres continúen creyendo “en lo imposibe e improbable”, sin embargo así es y el atractivo que representa la religión para numerosas personas, no ha decaído y continúa.

Reconocemos que la religión contiene preguntas esenciales de la vida, mismas que la filosofía ha retomado, como dice Savater (“La vida eterna”), al afirmar, junto con el filósofo Luc Ferry, que “A la pregunta ritual qué es la filosofía, desearía resumir que es un intento de plantear y asumir las  cuestiones religiosas de un modo no religioso o incluso antirreligioso”. Desde luego que toda persona con un mínimo de inquietud ante la vida se ha preguntado y cuestionado seriamente sobre la existencia o no de Dios, su relación con el Universo, etc. Todas las personas independientemente de si son creyentes o no mantienen un cierto nivel de espiritualidad debido a que estas preguntas se las lleva cada quien en su reflexión de por vida. Debido a lo anterior, podemos afirmar que la religión, nos guste o no, es un tema de permanente actualidad y que hay que resolver en forma personal y respetar a las conclusiones a que cada persona llegue, ya que es la elección libre que cada persona toma ante preguntas profundamente existenciales.
Efectivamente en el centro de la vigencia de la religión se encuentran estas preguntas existenciales que acertadamente Juan Alfaro (jesuita) señala en su libro “De la cuestión del hombre a la de Dios”, y que son entre otras: de dónde vengo?, a dónde voy? y cuál es el sentido de la vida? La religión ofrece respuestas que calman y proporcionan la tranquilidad de tener una trascendencia o permanencia después de la muerte, y dar un sentido a la existencia.
En forma personal, considero que entre los dos posibles respuestas de considerar a la religión en crisis o no, me inclino por pensar en que sí se encuentra en crisis o al menos en un gran cambio, ya que es evidente que la religiosidad de las personas, de acuerdo a estándares, referidos para el cristianismo, hasta antes del siglo XIX en Europa, se ha diluido y se discute libremente temas antes prohibidos, aunque es verdad que para los fundamentalismos religiosos como el islam, eso todavía desafortunadamente no sucede.
Para esto se necesita de un ambiente de libertad, de abandono al viejo autoritarismo que imperó en el campo de la religión. A pesar de lo anterior, y de toda la renovación que la religión pueda admitir que ha traído la Ilustración (Torres Queiruga), es necesario hacer notar que sigue conservándose a la Fe como un elemento fundamental y necesario en el sistema de creencias que constituye la religión. Para quienes defendemos la necesidad de no abdicar al uso de la razón y pensamos, junto a Savater, que la Fe es un “suicidio intelectual” queda claro que la llamada “Ilustración”, nos ha dejado valiosas herramientas intelectuales que nos permiten alejarnos del campo de la creencia y sin embargo estar dispuestos a abordar los mismos problemas filosóficos centrales que toca la religión, pero sin la religión misma.

El debate entre religión y ateísmo es uno singularmente desigual. La primera viene investida de respetabilidad, pompa y circunstancia, y, al igual que Dios, suele ser escrita con mayúscula y en tono reverencial. En cambio la palabra ateo o ateísmo, según una encuesta citada en el documental “The Unbelievers”, es considerada por la mayor parte de la población, tan oprobiosa o más que pedófilo o violador. Desde luego para muchos políticos, declararse “ateo” sería el fin de su carrera y haría que la gente desconfiara profundamente de él. Sin embargo, afirma el documental, en realidad muchas personas en la actualidad en sus actitudes cotidianas, distan mucho de lo que se consideraba un devoto creyente anteriormente, aunque sigan considerándose dentro de las filas de la religión.

domingo, 22 de febrero de 2015

LA MUERTE SE QUEDA…



                                                                           A Caleb Olvera Romero

                   Esta noche se me antoja
                        para cerrar mi ventana marchita
y tomar mi grueso tratado de ontología, no para nacer en el libro,
como profetizaba Mallarmé, sino para decir y poder rematar la rima,
para repensar por qué uno lee y en ciertas ocasiones,
la lectura es una fiesta que nadie determina a través del tiempo,
pero en la que Schopenhauer puede terminar diciendo:
“todo va bien muchacho, todo va bien”.
Lo que sí determina es sostener la palabra escrita
en el alma propia en un día cualquiera,
como sucede con el deseo, que es un holocausto,
                        la tráquea y el esqueleto que se rinden
ante quien ya no esperaba eso.
                        Es como un pájaro ciego que escapa de su jaula
                        y vuela de aquí, de cualquier parte.
                        Con itinerario fantasma y geometría que nunca,
                        como toda la anarquía, reconoce ni el poder que genera
                        ni en el cual alguien más actúa,
jamás retornará a nuestras manos
                        aunque su ausencia nos llena
                        las manos de pura palabra muerta.
                        Esas palabras muertas que son la vida,
                        la exploración y la desidia.
                        Es la hora de mancillar esos ritos,
                        el hueco enorme que deja la pregunta
                        cuando excava en la pérdida,
                        con esos dientes de moralidad pagana
                        para encontrar un mundo enmascarado.
                        Yo lo sé, sin embargo, la imaginación poética
                        es rebelde a dejar como testimonio mi desdicha emparedada.
                        La poesía es un beso que rebana las costillas,
                        una voz rotunda que grita que no sirve para nada,
para casi nada, con excepción de lo impostergable.
                        Es un júbilo insaciable que no le rinde cuentas al
                        mejor disfraz de la muerte: la perra necesidad.
                        Donde hay necesidad no puede escucharse la poesía,
                        Pero cuando la poesía resuena en voz clara y ronca
la muerte se queda, aunque sea momentáneamente,
                        claramente vencida y disecada, la pobre putilla.

jueves, 19 de febrero de 2015

EL INEXISTENTE



Su voz retumbaba, hable y hable, no paraba, seguía y seguía, ya llevaba horas hablando, parecía estar dirigiéndose a otra persona, a un público; pero nada, hablaba con voz en cuello, para que le escucharan; pero sus palabras solo rebotaban en la obscuridad del vagón porque el ruido del tren, el chaca, chaca y el jaloneo de vagones, trituraban esas palabras dichas en voz alta, perdidas en esa sinfonía de la ruta del diablo. ¿Cuántos viajes a la frontera? ¿Cuántas veces he retornado por esta ruta del infierno? ¿Tres, cuatro, cinco? Su memoria se estiraba, buscando entre tantos escombros del tiempo olvidado, una larga travesía para los migrantes centroamericanos al llegar a la frontera es caminar por la vía del tren, que desde 2005 debido a un huracán, no permite circular a los trenes de carga. Esta vía del tren garantiza que no encontrarán en su camino los tormentosos puestos de migración y que por lo menos hasta llegar a Arriaga no serán deportados a su país; pero para ello deben caminar bajo el sol aproximadamente 300 Kilómetros, tardando hasta una semana en hacer este camino, y ya en México la larga marcha de la muerte se inicia generalmente en Tapachula, en Chiapas, a menos de 10 kilómetros de Guatemala; entrar por Tapachula, Chiapas, y tomar el tren en el municipio de Arriaga,  y al llegar a Arriaga, luego de caminar casi una semana, los migrantes encuentran un albergue que les dará hospedaje y alimentación hasta tres días, además de orientación migratoria y la posibilidad de denunciar los constantes atropellos que han tenido que vivir en solo una décima parte del largo camino que les espera hasta la frontera de Estados Unidos; por ello con mucha razón que tiene el padre Rigoni al afirmar que la verdadera frontera de Estados Unidos está en Chiapas y los viajeros tardarán entre 20 y 25 días en llegar a la frontera norte, en los que habrán desembolsado “como mínimo” US$1 mil 130, y llevar ese dinero que les exigen los coyotes o “polleros” para cruzar a Estados Unidos; un viaje que solo parece gratis, pero a medida que avanza la bestia, su precio va subiendo, de tramo en tramo, sobornos, asaltos, secuestros, todo lo que se trae de valor va quedando hasta el punto de que a veces el pago de este viaje es dejar la vida en el camino. Así es este viaje que parte del sur de México frontera con Guatemala hacia Estados Unidos. El hombre que hablaba parecía estar siendo arrullado por el chaca, chaca del tren, es la Bestia, la temida máquina que miles de centroamericanos abordan para intentar cruzar México, también apodada la Devoradora de migrantes; y  la ruta del Pacífico parece menos peligrosa que la del Golfo eso, no significa que sea un camino de rosas ya que el 70% de los inmigrantes que la cruzan sufren algún tipo de abuso que en la mayoría de los casos es violento y todo empieza cuando hay que subirse a un tren que pasa a 20 kilómetros por hora es difícil para un adulto, ahora imagínate para una mujer o para un niño y ya arriba empieza lo mejor: se viaja a la intemperie, con riesgos de caerte, sol, hambre, por lugares remotos, te puede tumbar una rama de árbol, te puedes caer por sueño, te pueden bajar del tren y secuestrarte o extorsionar, y claro la sed y el hambre te acompañarán por todo el camino; entre sueños que eran vivas pesadillas, buscó sus cicatrices en las costillas, el navajazo en la pierna, solo parecían tatuajes, pero era la huella de esas batallas, esa resistencia para proseguir por la ruta maldita, que era igual, al maldito lugar que me había expulsado, al malidito lugar donde llegué a trabajar con horarios de esclavo, escondido para que la migra no me atrapara y me devolviera, era igual cuando en Tijuana, en Ciudad Juárez, me secuestraron y me bajaron todo lo que había ganado al otro lado. Igual que ahora, su voz parecía rechinar, como si estuviera aullando, como un lobo solitario gritándole a la luna y en ese desierto, el alma caritativa del férreo defensor, el sacerdote Alejandro Solalinde, director del albergue Hermanos en el Camino de Ixtepec, hace todo lo que puede para atenuar ese sin fin violación de derechos humanos, ese costal de carencias que carga cada inmigrante, atenuar tanta impunidad, tanta prepotencia contra estos inexistentes expulsados allá como aquí, de todo posibilidad de mejorar sus vidas.

El hombre, ahí, con la mirada perdida. No sabía a ciencia cierta si su mirada estaba en la bruma de sus sueños o en la bola de recuerdos que venían como un montón de imágenes sin fecha. Una mirada escondida, chiquita como impidiendo la salida de un chisguete de tristeza, una gota de llanto, como el último esfuerzo para no doblarse. Todo eso, ya lo sabía, esa había sido su terapia, sacudirse el dolor y el sufrimiento de dejar a la familia, su mujer y sus hijos, esa era su autocuración, como las viejas de la patrona la habían gritado, aquel día cuando estirando la mano para agarrar la botella de agua, le dijeron en voz alta, es para la sanación. “Las Patronas”, un grupo de más de 20 mujeres que desde hace 17 años lanza comida a los migrantes que pasan en el veloz tren de La Bestia; mujeres, sin esperar nada a cambio, han podido construir una red de solidaridad a nivel nacional que les permite preparar 20 kilos diarios de arroz y frijol, además de algunas conservas, tortillas, frutas y pasteles para alimentar a las personas migrantes hambrientas y sedientas que no han podido comer y beber durante días.

El hombre estaba curtido, por ese ir y venir de aquí para allá, cruzar la frontera, volver de regreso, y una vez más cruzar la frontera. Retornar aquí, donde todo sigue igual, como allá. ¿Vengo o voy? ¿Cuál es la diferencia, Reynosa, Texas, California, Tijuana, Nicaragua, El Salvador, Guatemala? Esto parecía confundirlo, todo igual como por toda esa ruta, tantas veces recorrida. Una larga ruta miserable, atravesando la miseria de estos pueblos, cubriendo todo el presente de miseria, avanzando hacia este futuro miserable. Una travesía, que ya se la sabía de memoria y como si estuviera viendo el mapa de México visualizando las principales rutas que los inmigrantes siguen para llegar a Estados Unidos. Son cuatro. Los principales destinos son dos ciudades fronterizas al este Reynosa y Nuevo Laredo, la sempiterna Ciudad Juárez y Tijuana, al otro extremo del país; y ahora, ir por la ruta del Pacífico, Guadalajara, Jalisco, al oeste de México, la cuna de los mariachis, los charros y el tequila. La sede de la feria del libro más grande en habla hispana. Hasta hace poco no era una escala en el mapa de los 500.000 centroamericanos que cada año cruzan México para intentar llegar a EE UU., pero en los últimos años el número de inmigrantes que pasan por la segunda ciudad más grande del país se ha triplicado. Desde la matanza de 72 personas en San Fernando, Tamaulipas en el 2010, cada vez son más los que eligen la ruta del Pacífico: el camino más largo, pero el menos peligroso; y que atraviesa este sitio. Se les ve por los cruceros cercanos a la vía del tren, sentados en la calle, dormidos en la acera. Se han convertido en un quebradero de cabeza para las autoridades locales y han agitado prejuicios en una sociedad en la que los inmigrantes eran invisibles hasta antes de ayer.

¿Había enloquecido ó solo deseaba sacarse tantas palabras no dichas, tanto silencio? Si tu lo vieras, no lo podías creer; toda una vida, jalando aquí como allá, siempre pensando que dejó a su familia, a sus crías que cuando retornaba, siempre las encontraba creciendo. Un hombre que ya mordía los sesenta años, áspero, de pocas palabras. Un típico centroamericano, que en la bola, parecía otro nicaragüense más, otro guatemalteco, otro salvadoreño más y al cruzar las fronteras, seguro tu dirías, es un típico mexicano prieto, duro y curtido y entre esa ola de los que van en busca del sueño norteamericano dirías solo es otro inmigrante más que va para el norte, todos son iguales, sean de El Salvador, Guatemala, Honduras, Colombia, Ecuador, República Dominicana ó de México. ¿Quién va a saber de donde eres en esta bola de 500,000 inmigrantes que cruzan por año? ¿A quien le importa tu vida o tu origen? ¿A quien le importa si eres Juan o Pedro? Y si das tu nombre te expones al soborno por eso te ocultas en el anonimato y por eso eres otro INEXISTENTE entre tantos inexistentes.

La bestia seguía avanzando por esa ruta innombrable a pleno sol. Mientras el hombre arrinconado en el vagón, seguía musitando palabras, parecía estarle hablando a otro, pero no, el le hablaba al otro de si mismo: un soliloquio cruzando los tiempos. Cuando su padre lo llevó, ese fue el primer cruce de fronteras, fueron años de ir a recoger cosechas en la California. Desde los seis años anda en ese trajinar de fronteras, a quien le importaba si tú eras de ese pueblo desconocido llamado Metapa anclado en el territorio de Nicaragua, pueblo al que después se llamaría la Ciudad Darío, en honor a la grande poeta, Rubén Darío y de esas tierras del gran Augusto César Sandino el liberador, patriota y revolucionario de Nicaragua. A nadie le importó nunca, porque tampoco tú sabías de donde venían tantos hombres, mujeres y niños llenos de sus historias, con sus familias, con sus penas y solo cargando es costal de carencias.

Había despuntado el sol, un viento fuerte y frío. El hombre que toda la noche se la había pasado gritando palabras inconexas, ahora estaba sumido en si mismo, absorto, ensimismado. Mascullando para si esa noticia que había corrido por todos los que venían montados en la bestia, aquellos otros iguales a ellos, inmigrantes de África buscando llegar a Europa, o aquellos otros que salieron del Medio Oriente y a punto de llegar a las tierras de Europa se ahogaron, porque la barcaza en que iban trescientos, niños, mujeres y hombres, todos se hundieron; a todos estremeció la noticia, todos se sintieron iguales a ellos, la pequeña diferencia, era tan frágil, tan débil, que no valía la pena mencionarla. Ahora estaban a salvo, pero el destino, aún no decía la última palabra, la Frontera era la prueba de fuego y eso, tampoco era garantía para llegar a donde cada uno deseaba llegar para trabajar, porque todos eran iguales sin papeles y tendrían que aceptar todas las condiciones impuestas para trabajar como esclavos escondidos. Es una inmensa ola de miles y miles de inmigrantes ilegales que cruzan el mundo, de aquí para allá, provienen de África, Medio Oriente, de Asia; y de Asia, China, Filipinas e India, y de Europa, Polonia y los estados que formaban parte de la Unión Soviética, igual que aquí, todos buscando enchufarse a la poderosa maquinaria de la producción globalizada en este mundo miserable tan igual a si mismo.


Cesare Pavese

El mundo está lleno de quimeras y de sorpresas, pero sólo las auténticas interesan al poeta, y sólo cuando a éste le es posible obligarlas a revelar su nombre, ellas nos interesan a nosotros. Aunque no todos se den cuenta de lo que eso significa.

De POETAS EN LA NOCHE DEL MUNDO
José Vicente Anaya

Cesare Pavese

En poesía, el inventor de un género, de un estilo, de un tono, el descubridor de una tierra desconocida, resulta -ya se sabe- más exhaustivo y eficaz que sus epígonos, que los muchos o pocos que sobre ese estilo o tono, sobre esa tierra desconocida, deberían saber más aún que el precursor y que, en realidad, continúan su obra con fácil confianza y más refinados instrumentos... Uno puede llegar a convertirse en epígono de sí mismo; ceder a la tentación de detenerse más de lo lícito para usufructuar del territorio ya conocido y conquistado.

De POETAS EN LA NOCHE DEL MUNDO
José Vicente Anaya