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Todos los textos son propiedad de sus autores, quienes tienen todos los derechos sobre ellos (¿o será al revés?) y han decidido libremente publicarlos aquí para la difusión pública sin fines de lucro. *Este proyecto está basado, en sus orígenes, en la idea de Dulce Chiang y Alicia Quiñones



miércoles, 28 de diciembre de 2011

sin saberlo


Torpe que me creo eterno
Más que el sol ,
más que el tiempo.
la cara doblada por el viento
Está ya surcado mi  cuerpo.
Sordos del día
 Muertos de noche,
Caminamos inmutados
el dejavu de nuestras vidas.
Temiendo a la muerte
Aunque ya estamos muertos…

jueves, 8 de diciembre de 2011

DEL SOUNDS OF THE UNIVERSE DE THE DEPECHE MODE...

Fragile Tension


Hay una tensión frágil

Que nos mantiene unidos

Tal vez no durará por siempre

Pero qué bueno cuando fluye



Hay algo mágico en el aire

Algo muy trágico que tenemos que cuidar



Hay una obsesión extraña

Que nos está acercando más

No la entendemos

Nunca se esclarece



Hay algo místico en nuestros genes

Tan simple que patea y grita



Oh cuando estamos meciéndonos

En el borde del colapso

Nada puede reprimirnos



Hay un sentimiento vertiginoso

Que nos mantiene volando

En ámbitos resplandecientes

Incluso sin proponérnoslo

Hay algo radical en nuestras manos

Y nada lógico en nuestros planes



Little soul

Mi pequeña luz

Empieza a brillar

A brillar tan alto

E iluminar tu mente

Mi pequeña voz dejará una huella



Esta pequeña voz

Va a empezar a cantar

No tengo otra opción

Definitivamente sonará

Mi pequeña voz dejará una huella



Estoy desviando el universo

Que está centrándose

Adentro de mí

En una singularidad



Mis escasas palabras

Van a punzar

¿No has escuchado

la pena y la alegría que ellas traen?

Mi pequeña voz dejará una huella



Estoy desviando el universo

Que está centrándose

Adentro de mí

En una singularidad



Tus pequeños ojos

Van a observarlo

No puedo disimular

La belleza en mi interior

Mi pequeña voz dejará una huella



In sympathy


Casi están cayendo encima de ti

Porqué no te dan una tregua?

Lo que sea que están tratando de hacer

No les da resultado



Están intentando enredarte en cumplidos

Tratando de presentar pruebas

Y aunque hablan con gran elocuencia

Hay poca verdad en sus palabras



Eres brillante, eres fuerte

Sabes qué es lo correcto y lo erróneo

Al menos hasta cierto punto

Eres listo, eres fuerte,

Has escuchado suficientemente sus falsedades

Y sonríes en simpatía



Observo tu serenidad

La manera como tu espíritu trasciende

sus tediosas obscenidades

Tu paciencia no tiene límites



Y a medida que la noche empieza a desvanecerse

Te diriges hacia la puerta

Seguido de una triste procesión

Pero tú estás nuevamente en ti



Eres brillante, eres fuerte

Sabes qué es lo correcto y lo erróneo

Al menos hasta cierto punto

Eres listo, eres fuerte,

Has escuchado suficientemente sus falsedades

Y sonríes en simpatía

lunes, 28 de noviembre de 2011

FESTIVAL INTERNACIONAL DE POESÍA ZACATECAS 2011 A CORAL BRACHO

miércoles, 16 de noviembre de 2011

MI PRIMERA NOVELA (fragmento)

¡Villahermosa! Eso significa aún más calor todavía, significa polvo, tránsito de vehículos, choferes enfermos de mal humor, bebés que berrean a sus madres, tiendas de abarrotes y mercerías, un reguero de porquería por todos lados, más tiendas de pollos; cientos de camiones entrando a Villahermosa y gente preparada en las calles para abordarlos a los mismos, “así que esto es Villahermosa” me digo a mí mismo en voz baja por mi falta de compañía. Me bajo del camión en la central de camiones que está saturadísima de gente, gente por todos lados muriéndose de calor, no soy el único que lo padece, aunque sí el único que lo consigna ahora con esa misma furia. Me bajo del camión y voy primeramente a buscar un hotel barato para pasar la noche, con mi enorme mochila a mis espaldas, me siento como un Cristo cargando con su cruz- “nosotros somos más famosos que Jesucristo” es una frase que ya dijo alguien, alguien que ahora está muerto y que recientemente se ha subastado en 103 mil 500 dólares un pedazo de papel en el cual ese alguien escribió en 1967 la canción “For the benefit of Mister Kite” El recuerdo de Lennon se subasta ahora de esta manera, ¿pero qué es en realidad lo que se paga con esa cantidad? ¿El recuerdo? ¿El gran mito? ¿o simplemente el espectáculo de todo ello?


Cerca de la central camionera hay dos calles paralelas donde venden pollos y hay hoteles baratos, yo busco en particular un hotel de a diez pesos la noche que me recomendó en su momento el chavo que vendía uvas en la gasolinería de Palenque, pero tal parece que ya no existe o que me choreó simplemente, porque todos cuestan entre 30 y 35 pesos la noche, lo que para mí significaría quedarme sin dinero el día de mañana, pero de todas maneras entro a todos a preguntar cuanto es el precio; en la mayoría de los lugares están las putas adormiladas sobre los viejos sillones y echando la güeva: no, no hay un hotel que cueste diez pesos la noche: todas las putas me dicen lo mismo, creen que les estoy tomando el pelo, “y a cuanto cuesta?” (el acostón) les pregunto a un par que veo muy instaladas sobre un sofá color verde mirando el canal de las estrellas, ¿con todo y cuarto? me regresa la pregunta la puta, “no, mejor olvídalo” le digo y me salgo de nuevo a la calle, ya son cerca de las cinco de la tarde y las miradas de los niños pequeños que son arrastrados por sus madres me hace preguntarme ¿y ahora qué? porque con la sed que tengo sería capaz de beberme diecisiete caguamas, haaaa! la maldita sed. Voy a una plaza cercana que queda a la derecha del Grijalva y me aplico de nuevo el remedio de la Gestapo con el agua de una fuente, ahí me quedo un rato, mirando el paso de la gente, y es cuando conozco a Aidé. ¡Cámara! Aidé es una puta que me ofrece algo sensacional: dos mamadas al pito en un cuarto con regadera y servicio de cervezas incluido, “yo te invito las cervezas, tu nada más paga el cuarto corazón” bueno, digo entre risitas, no está tan mal, sobretodo porque tengo unas ganas endemoniadas de bañarme de nuevo, así que Aidé y yo nos vamos caminando abrazados por la calle mientras yo le voy mirando las tetas y ella va saludando a medio mundo que se encuentra y que le tiran de chiflidos y piropos y menciones de que ya se encontró a su novio ideal, ya la hizo, etcétera.

“¿Bueno y de donde eres corazón? Le pregunto, usando su misma palabrita de ‘corazón’

“Soy de Torreón corazón, pero ando viajando por todos lados guapito, acabo de estar en Los Ángeles, allí me eché un tirito con una puta y le di sus cocotazos porque yo soy una vieja very crazy, a mí no me paran.”

Aidé no es precisamente fea, pero está medio loca, tiene tumbado uno de los dientes de enfrente y me parece que está bajo los efectos de alguna droga, está tatuada también, precisamente en el hombro, lo que me hace morder el miedo y pensar: “¡No hay que confiar en una mujer que está tatuada del hombro!”

“Yo soy una vieja very crazy.” -dice, alzando el puño, que se le ve curtido, como si de veras se peleara a puñetazos.

Vamos abrazados por la calle y yo prácticamente la voy siguiendo, pero pensando con cierto nerviosismo en que a lo mejor es una puta que se dedica a transar a los que se dejen y como traigo mi mochila con la Minolta y mi ropa y todas mis cosas, trato de ser prudente y de ponerme a pensar en cómo va a estar de verdad el asunto, pero Aidé me distrae porque tiene la urgencia de causarme una impresión; “Zacatecas, Morelia, Nuevo León, El Paso, Los Ángeles, México D.F., Toluca, Cuernavaca, yo he estado en todos lados corazón.”

Después nos enfrascamos en una polémica de cómo está la situación actual del país y ella dice: “Pinche Zedillo, por su culpa está todo de la chingada, le hacen falta güevos al cabrón, yo por eso no creo en nada, nada de lo que dice el pinche gobierno, yo ya crecí, no tengo pelos en la lengua para decir las cosas, yo soy una vieja very crazy.”

“Bueno, sí, sí, pero tranquila mujer.”

“No me digas mujer corazón.”

“¿Mujer? ¿Porqué no quieres que te diga mujer si estás preciosa?”

“Porque yo soy una vieja very crazy, ya le he entrado a todo: pastas, coca, mariguana, de todo.”

“Bueno, bueno, -le digo- pero no me has probado a mí.”

“Hay si cierto corazón, tú se ve que eres bien lindo.”

Y otra vez:

“Yo soy very crazy.”

Después de bajar por la misma calle llegamos por fin al hotel, pero Aidé quiere hacerle transa al mozo que cobra los cuartos y me dice que la espere allá afuera: “pérate, pérate, es que ya traigo un boleto y haber si pasamos con el mismo.” La espero pues allá afuera como ella dice y me quedo pensando: “pinche Aidé también es cabrona, le gusta entrar de gorra a los hoteles.” Pero finalmente la transa no funciona porque el empleado del hotel no abandona su puesto, así que tengo que pagar en efectivo la cantidad del cuarto despidiéndome de la mitad del dinero que me queda. Subimos por unas anchas escaleras por las que se oyen ruidos y gritos misteriosos y entramos a un cuarto que se ve de quinta categoría pero que tiene una amplia regadera y una banca de mosaico, Aidé hace pedir las cervezas y nos las trae al cuarto un tipo cuadrado que me parece que es su conocido, y al que seguramente le estará cerrando el ojo a mis espaldas y después cuando yo esté desnudo y bien feliz como idiota, el entrará junto con otro tipo y los dos me robarán mis cosas, entonces me quedaré como un pobre pendejo que ha caído en la trampa, un cualquiera más, otro más, humillado y sufriendo la impotencia de no poder hacer nada para impedirlo pero ¡ho! ¡al diablo! eso solo me lo estoy imaginando...

Aidé me da mi cerveza y brindamos, “por este encuentro magnífico, salido de la nada” Mientras me voy quitando la ropa Aidé hace lo mismo sin parar de hablar y de auto aplaudirse su ser de very crazy; empieza a contarme trozos de su vida y yo la escucho sin mucho interés pero le hago preguntas como si de veras estuviera interesadísimo, pero sin hipocresía, claro, más bien con las ganas de hablar sencillamente, de cotorrear el punto.

Luego, después sí que me conmuevo cuando escucho una de sus historias: resulta que a un hijo suyo, que acababa de salir de la cárcel, lo han matado unos mafiosos por un asunto de drogas, y ahí sí se le sale toda su tristeza y se pone a llorar, “mi hijo, mataron a mi hijo, al Pablito me lo mataron.” Yo ya estoy desnudo y no sé que debo pensar, porque me deja de a seis encontrar tanta tristeza en la mujer, el escuchar su verdadero sufrimiento humano, su pena interna, es algo para lo que no estoy preparado pero después ella misma saca fuerzas y dice: “pero a mí no, chinguen a su madre, a mi me la pelan, yo me rajo la madre, tú eres muy lindo y solo por eso te lo cuento, pero yo no, yo soy very crazy, a mi me la pelan, me acabo de madrear una ruca así, por pendeja.” “bueno, bueno, mujer, pero no te parece que eres muy peleonera, no hay que ser así, hay que ser tranquilos, nada más no dejar que se metan con uno y ya stuvo no?” “¡pero al Pablito me lo mataron, chingue su madre, un hijo menos.” “ha, tienes más hijos?” “sí, otros dos, pero están chavitos todavía, al Pablito, a mi Pablito me lo mataron.” Tomo mi cerveza y me acabo la mitad de un solo trago, comienzo entonces a decir un largo y profundo rollo para tranquilizarla y parece que sí funciona porque repentinamente cambia su estado de ánimo y se pone contenta, me agarra del pito, que todavía no lo tengo erecto y me dice: “todavía le hace falta.” Al escuchar eso me echo a reír y le digo: “pues ayúdale un poquitín a Willy no?” Abro la llave de la regadera por la que empieza a salir una deliciosa agua fresca y me siento en la banca de mosaico, Aidé se pone de rodillas en el suelo y pone su cabeza en medio de mis piernas, comienza a trabajar y yo a disfrutar de la existencia, de la dicha, de la calidez humana. Ja, ja, ja.

Un par de minutos después me vengo encima de la boca de Aidé, que se retuerce buscándolos con la lengua y se para de nuevo; “ahí está papito, ahora vamos a pedir más cerveza no? Entonces nos echamos la segunda ronda y la tercera, bajo esa agua deliciosa que sale de la regadera y que me hace sentir como en un baño de Zeus en el Olimpo, Aidé sigue diciendo que ella es una very crazy y de repente en medio de la platica se saca de su bolsa una pasta y dice que se la va a echar, yo le advierto que no lo haga, que no tiene sentido drogarse, pero ella insiste y nos ponemos a discutir; “Aidé no seas pinche, no te tienes porqué seguir echando pastas.” Le digo, pero es inútil, porque la vieja tiene los oídos tapados para cualquier explicación razonable y se traga la maldita pastilla; “pinche Aidé,” le digo, “tú misma te arrojas a los problemas.” “bueno y después de todo a ti que chingaos? ¿tú quien eres para decirme ‘no te eches una pasta?’ ya papito, mejor tranquilo.” “ay, ay, sí no? Muy acá, a ver.” Y la reto a que nos demos de golpes, así que nos ponemos a boxear desnudos bajo la regadera, mitad en serio mitad en broma, pero yo nada mas la finto y marco los golpes, ella si me da de madrazos, “ay, ay, ya spérate ya.” le digo, porque de verdad da unos golpes recios que hacen que me duela el hombro y así seguimos gozándola de la vida, hasta que pedimos la cuarta ronda y nos ponemos cada vez más borrachos, yo procuro ya no tomar demasiado porque sino voy a perder el estilo y el control de la situación, lo que realmente me preocupa es donde me voy a dormir en Villahermosa, porque en verdad no pienso quedarme en este mugroso hotel que me produce terribles sospechas, Aidé está ya tan borracha y drogada que no me gusta lo que se viene en puerta así que comienzo a vestirme y le digo que ya me voy, como un canalla que una vez obtenido su goce sexual se esfuma a la chingada, sí, ¿pero es que qué más podría hacer? me pregunto a mí mismo, pero Aidé reniega porque no le parece mi decisión y me dice: “no Carlos —como le dije que era mi nombre— que te crees si bien chingón, ¡tú vas a pagar las cervezas como quedamos y aparte me vas a pagar a mí, o que te creías que de gratis te iba a mamar el pito? ¡paga tú cabrón!” Problemas, problemas, siempre se vienen los problemas encima...

“No Aidé, quedamos que yo pagaba el cuarto y tú pagabas lo demás, si por eso venimos, porque de otra forma no hubiera sucedido nada, ni nos habríamos conocido.” “¡Cabrón, tú dijiste que ibas a pagar las cervezas, ahora pagas o no te sales vivo de aquí!” (Ya sabía yo que esto iba a traer problemas pero soy un necio, parece que nunca escarmiento). “No Aidé —le digo serenamente, desapendejándome la borrachera— tú dijiste que ibas a pagar las cervezas, yo nada más voy a pagar la última ronda, acuérdate que te lo dije cuando nos trajeron las cervezas que yo nada más iba a pagar la última.” “¡No, no cabrón, paga tú miserable ojete.” Ya vestida, Aidé agarra mi mochila y dice: “o pagas tú todo o no te doy tus cosas.” (Ya parece increíblemente otra mujer en vez de la dulce Aidé que siempre decía “yo soy very crazy”) Pero no puede haber ningún cambio en el plan simplemente porque yo ya no traigo dinero, mas que una miseria, que no alcanzaría para pagar las ocho cervezas. Hago llamar al chavo que nos las había estado trayendo y le digo: “¿cuanto va a ser amigo?” (Aidé sigue gritando y está como loca aferrada a mi mochila), el chavo dice: “cada cerveza cuesta seis varos, serían cuarenta y ocho.” “ahí está pues.” Le pago doce pesos al chavo y le digo que ella le va a pagar los otros treinta y seis, pero Aidé sigue aferrada y tengo que pelearme con ella para que me dé mi mochila, ya después se la arranco, después de haber recibido dos tres de sus trancazos que da con esas manazas suyas. Se desploma en el suelo hundida en la miseria de la droga y dice: “maldito Carlos ojete, eres un ojete, dijiste que tú ibas a pagar todo.” El chavo nada más se queda expectante viendo la situación y le digo: “mírala ya como está, yo te estoy diciendo la verdad, ella iba a pagar el resto.” Saco los treinta y seis pesos de la bolsa de Aidé y se los doy al chavo, entonces me bajo casi corriendo las escaleras mientras oigo los desgarradores gritos de Aidé y ya en la calle me echo a correr, esperando que no me estén siguiendo treinta padrotes con sus macanas, me esfumo por una de las calles laterales y pienso de nuevo toda la situación, casi siento lástima por la pobre de Aidé y me acuerdo de sus ‘yo soy very crazy.’ Confirmo de nuevo mi teoría: No hay que confiar en una mujer que está tatuada en el hombro.


“¡Villahermosa, que hermoso recibimiento me das!” Grito al aire mientras voy por la calle taloneando monedas para conseguir pagar un cuarto, el cielo ya está obscureciendo, (se ve que viene una noche espléndida), y después de tanto mendigar consigo la suficiente lana para quedarme en un cuarto de treinta pesos..., “vaya, vaya”, me digo ya en la cama del cuarto, debajo de un ventilador que se mueve lentamente mientras pelo una naranja con mi navaja Victorinox Switzerland que me compré en el Sanborns de División del Norte. Ja, —me digo— estupendo recibimiento... vientos por ti... Villahermosa la hermosa, la muy primorosa, la muy candorosa —empiezo a jugar con las palabras— y después saco mi grabadora de la mochila y sintonizo el 96.5 de FM de radio de Villahermosa, la estación se llama “Music Light” y el locutor que está al aire se esfuerza mucho en hablar como un escuincle fresa de la colonia del Valle, luego sigue hablando y menciona según su lista, cuales son los discos más vendidos en la historia del Rock and Roll: el “Thriller” de Michael Jackson está en el primer lugar (aunque esa porquería no es Rock and Roll evidentemente), seguido inmediatamente después por “Exitos 75-85” luego, aproximándose en tercer lugar está el “Rumors” de Fleetwood Mac y después en la cuarta posición el “Born in the USA” de Bruce Springsteen.


Decido apagar el radio y poner un cassette de Dire Straits, me doy una vuelta por el cuarto y luego me asomo al balcón que tiene vista hacia el río Grijalva, las luces de los postes alumbran pequeñas rebanadas del agua que se mueve en la misma dirección que el viento y en la avenida que está en la paralela pasan varios camiones ya vacíos haciendo un escándalo que se confunde con la música de los Dire Straits, “Once upon a time in the west” es la canción que estoy escuchando, mientras mastico los gajos de la naranja, es un momento perfecto para pensar cómo está ahora la situación de mi vida y lamentar la soledad tan magnífica que me está envolviendo junto con la música, pienso en como solías ser conmigo, Guerda, y en cómo nos amábamos con tanta frescura, tanta cadencia, tantos fulgores de alegría que ahora están perdidos, o ranciándose en nuestra memoria de unos tiempos ya tan remotos y olvidados, y que me causa tanto pesar recordarlos aquí y ahora.

Me siento tan solo y triste que podría llorar, pero en vez de eso dejo que siga la siguiente canción de Dire Straits, “Romeo y Julieta” se llama la canción, grabada en vivo del disco Alchemy, y dejo que la guitarra de Mark Knopfler llore por mí en estos momentos. Así me quedo dormido, con las botas puestas. Al día siguiente me levanto con los pies hinchados; “puta madre, se me olvidó quitarme la ropa”, es lo único que alcanzo a mencionar, y después me voy a dar una ducha en la regadera compartida del hotel, un par de putillas me ven salir del cuarto y se sonríen, yo me sonrío también y entro a la regadera, de la que sale una agua bastante fría que me hace soltar exclamaciones: “¡BRRR; PUTA MADRE CON EL AGUA; HAY CABRÓN, ESTÁ HELADA; HAY GÜEY, NO MAMES, ESTÁ RE PINCHE FRÍA.”

Después me visto con la misma ropa sucia, (porque no he lavado mi ropa desde que dejé a los McDonald), y salgo, dirigiéndome nuevamente hacia la calle, hacia esas calles abstractas de Villahermosa (llenas de putas y perros callejeros) esperando poder talonear de nuevo unas monedas. Doy una larga vuelta y cruzo al otro lado del Grijalva buscando gente bondadosa y cálida a la cual poder arrancarle unos pesos con mi buena educación, (señoras ya grandes, de preferencia) después de dar vueltas y vueltas se me va todo el día pero ya tengo dinero suficiente para comer por lo menos un taco y para tomar un camión que me lleve hacia lo más cerca que se pueda de la ciudad de México, que es La Venta, Tabasco. Así que hacia allá parto después de pasar a recoger mis cosas de mi cuarto de hotel y me subo en el camión, durante el trayecto voy pensando en Aidé...

“...yo soy very crazy...”

Y no le gustaba que le dijeran mujer.

miércoles, 9 de noviembre de 2011

MÁS SOBRE LOS ESCRITORES Y EL ALCOCHOL

ROSA MONTERO
He releído con enorme placer (no exento de dolor, porque algunos de los textos son muy duros) los cuentos de la gran Dorothy Parker, recién reeditados por Lumen en un bonito volumen de narrativa completa. La estadounidense Dorothy Parker nació en 1893 y formó parte de la generación de las flappers, esas chicas atrevidas y tremendas que se comieron el mundo de dos bocados durante los intensos años veinte. Perteneció al grupo de escritores de entreguerras, una época sumida en la vorágine. Uno de los principales excesos que Dorothy compartía con sus coetáneos era el del alcohol. En aquellos años se vivía, se bebía y se practicaba el sexo intensamente. Dorothy solía decir que lo suyo era tomarse un martini o como mucho dos, porque después del tercero ya estaba debajo de la mesa, y después del cuarto, debajo de su anfitrión.



Aunque, a decir verdad, a medida que los protagonistas de aquellos locos años iban viviendo y bebiendo, la práctica amatoria iba disminuyendo rápidamente, por lo menos en los hombres, a quienes el alcoholismo nunca ha sentado nada bien. O eso es lo que parecen indicar las biografías de los escritores contemporáneos de Parker: Scott Fitzgerald, Dashiell Hammet, William Faulkner, del algo más joven Malcolm Lowry o incluso de Hemingway, por mucho que este último quisiera hacerse pasar por un siete machos. Sea como fuere, lo cierto es que generaciones y generaciones de escritores se han hundido y acabado en mares de alcohol. Sobrecoge repasar la lista de damnificados. Los mejores cerebros literarios del siglo XX han estado entumecidos por las borracheras.


También en España hubo, tras la Guerra Civil, una potente generación de empina codos. Juan Benet o Carlos Barral, por ejemplo, bebieron bastante, y tal vez eso influyera en sus muertes más bien prematuras. Aún hoy siguen existiendo en nuestro país unos cuantos escritores tan macerados en alcohol como las guindas. Una cosa que siempre me ha sacado de quicio es la supuesta gracia que eso hace en aquellas personas que no padecen semejante adicción. Es un lugar común referir chistosas historias de borracheras célebres, de cómo Fulanito, famoso por sus crudas, aporreó la puerta del vecino, o de cómo tardó no sé cuántos días en llegar al congreso de escritores en donde se le estaba esperando desesperadamente. De algún modo se sigue cultivando el tópico de la bohemia etílica, como si eso adornara al artista y le convirtiera en un tipo rompedor y divertido. Pero resulta que el borracho sólo es divertido en pequeñas dosis, cuando se le puede abandonar a su vertiginoso sino a las dos de la madrugada; y, en cuanto a rompedor, lo único que suelen romperse son las narices al caer de bruces, o bien al pegarse con algún desconocido en una noche febril de la que no consiguen guardar ningún recuerdo. En su interesante libro Hemingway contra Fitzgerald (Editorial Siglo XXI), Scott Donaldson se pregunta por qué tantos escritores de todas las épocas han terminado alcoholizados. Son historias terribles que no encierran ningún romanticismo, biografías patéticas cargadas de dolor y destrucción, como los delirium tremens de Edgard Allan Poe, que sentía que le devoraban los insectos, o como la infernal existencia de Rimbaud y Verlaine, enloquecidos por sus demonios interiores pero también por la ingestión masiva de absenta. En primer lugar, Donaldson decide que beber es una moda entre los escritores, o que al menos lo ha sido en determinados momentos: se suponía que un artista debía destruirse, y el alcohol era una manera perfecta para hacerlo. Pero, además, apunta otros factores: el escritor es un ser generalmente más tímido y más inadaptado al entorno que los demás y la bebida puede ayudarle a romper las barreras; el escritor necesita ponerse en contacto con su subconsciente y la borrachera le facilita ese proceso... Sea como fuere, decenas de individuos sensibles y brillantes se han convertido a sí mismos en mamarrachos y han conseguido destrozarse copa a copa con denodado empeño. Ya lo decía el pobre Fitzgerald en su diario: 'Estaba borracho y me despreciaron', o bien esta anotación en la que habla de sí mismo en tercera persona: 'Cuando alguien empieza a interesarse por él y a hacerle caso, vierte la sopa sobre la espalda de su anfitriona, besa a la criada y se desmaya en la caseta del perro. Lo hace con demasiada frecuencia. Se ha pasado tanto que ya no le queda nadie'. Qué deterioro tan triste.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Real bear hugs are often fatal

1

Nos distraemos en el trajín de las hormigas,

en esa belleza triste,

implícita en las resbaladillas y las albercas.
El aire huele a carbón y el día

es como esas escenas soleadas y brillantes en las películas,

el aviso de que nada tan limpio puede durar.
Ella se levanta y sacude el pasto de su ropa.
La miro recortada contra el sol:

es bonita como las maestras de las que uno se enamora de niño.


2

Los gallos cantan a las tres de la mañana

y los camiones avanzan bramando por la carretera.
Afuera las sillas rotas,

las latas vacías de cerveza.
Adentro nosotros,

el ardor en la espalda,

la poesía convertida en slogan.


3

La carretera tiene hilos blancos en forma de nubes

y un cielo que arde en los ojos.
Abrimos botellas de agua y paquetes de galletas.
Nos metemos a la boca cosas dulces

y nos apretamos las manos para anclarnos a cada segundo,

para imaginar que no nos hacemos polvo.
El viento nos enreda serpientes en la cabeza cuando nos besamos.

De lejos vemos ciudades que son maquetas de la misma ciudad.

[para Bren]

martes, 1 de noviembre de 2011

El Joven deja de serlo

Ahora ven a la basura del día,
examina estos pedazos de realidad: luz entre los cabellos,
el sudor y su brillo sobre qué, agua en la boca,
el ojo todo-teatro, la agrupación sumaria de tu cuerpo
inmóvil, entre el polvo, las hierbas, las calles
frecuentadas,
la amargura del alumbrado artifricial,
la húmeda prueba de que aún estás aquí, sobre esta cosa
deshecha y vuelta a construir con una "ciega
obstinación",
sobre este humo de ideas y estas f5ragmentaciones
de duda terrestre, de calor inexplicable, de terrores
nocturnos,

como si caminaras por el jardín con un ramo de flores
que se convierte en muñón pegajoso,
como si vieras en un segundo toda la mordedura que el
tiempo te tiene preparada,
como si en la basura vieras tus ojos disueltos en una
ardiente mezcla,
como si en un instante salieran de tu cuerpo todos los
nervios
y quedaras a la orilla del lago, indiferente al dolor y a la
alegría,
desvanecido por dentro y abandonado a la soledad neutra:
esta basura ha brillado largamente, toda la tarde ha
brillado
junto a tus manos, apagadas en el filo de esta opacidad,
mientras esperabas la desición para tocarla,
el día pasó como una mano más grande que tu frente obscurecida
y te estableciste en la noche sobre un terreno seguro, muriendo en cada gesto,
y ahora debes acercarte a ver el corazón de estas materias,
debes rodear con un brazo estas equívocas pertenencias,
meter la cara en estas desatadas colocaciones
y debes hacerlo con una articulada prudencia, con una
sonrisa de animal joven, con un desdén meticuloso.

POEMA CANÓNICO DE "VERSIÓN", POEMARIO DE DAVID HUERTA (1978).

jueves, 27 de octubre de 2011

AVISO A LOS POETAS DEL PORVENIR::

LA ÚNICA POÉTICA QUE OS DEBE INSPIRAR ES ÉSTA: "LA POESÍA DEBE SER UN ARMA PARA ROMPERLE LOS HUESOS A LOS SUPERHOMBRES O LOS CANALLAS, PARA NOSOTROS SIEMPRE FUERON LO MISMO."

martes, 18 de octubre de 2011

Aviso para robots

los sintientes están llenos de agua y malas intenciones.

si usted experimenta una descarga súbita de batería,
por favor:

/mantenga la calma.

/permanezca dentro de su contenedor.
/póngase en contacto con su fabricante.

siga estás instrucciones:
0100101101011010
0110101101001001
[todo en orden]

no

se desconecte,

después querrá volver a estar en línea


/users/os/Ω/central/file

recuerde:

los sintientes aparentan estar heridos derramando agua por los ojos.

no

se deje engañar.

fin del mensaje

sábado, 15 de octubre de 2011

LA GRAN NOVELA LATINOAMERICANA... CARLOS FUENTES...

ESTIRPE DE NOVELISTAS


27/08/2011


Carlos Fuentes, uno de los autores clave de la literatura en español, publica La gran novela latinoamericana, un gran ensayo. En exclusiva para Babelia escribe sobre la historia y la evolución de dicha narrativa y presenta su canon de escritores y obras esenciales del siglo XX y XXI.






Cristóbal Colón vio las sirenas del Caribe en 1495 aunque dice que "no eran tan hermosas como las pintan". En cambio, Diego de Rosales las ve "bien agestadas, con cabezas y crines largas" y al zambullir, noté "cola y espaldas de pescado". Fernández de Oviedo abunda en la descripción de maravillas. Tiburones "que tienen el miembro viril o generativo... cada uno tan largo como desde el codo... a la punta mayor del dedo de la mano". Las sorpresas abundan en estas primeras Crónicas del Nuevo Mundo. Cocuyos que iluminan las noches. Tortugas con nidadas de mil huevos. Perlas negras. Salamandras ardientes y frías a la vez. Es la noche de la iguana, exclamó Cieza de León.
Europa necesitaba un mundo nuevo que colmara sus ansias de fantasía. Pero si la narrativa de las Américas se inicia con la imaginación mítica, Bernal Díaz del Castillo pronto la ubica en la conquista épica. Su Conquista de la Nueva España se inicia con acento mítico: México-Tenochtitlán se parece a "los encantamientos... en el libro de Amadís". Pronto, el asombro del descubrimiento es vencido por el clamor de la conquista. Una victoria llena de dudas, pues Bernal nos describe la destrucción de un mundo al que ama por otro mundo al que obedece. Su libro es la memoria de la juventud de un hombre maduro, olvidado y ciego. El mito ya es épica.
Ambos -mito y épica- serán silenciados por las prohibiciones de la Corona. La "historia oficial" sustituye a la imaginación épica mítica y la obligación de los súbditos del rey es callar y obedecer, dice el virrey de México, marqués de Croix. Sólo que junto con los "libros de los valientes", descubridores y conquistadores, llegaron las ideas de la época, secretas a veces, creciendo a pasos largos y lentos. La idea de América coincide con la Utopía de Tomás Moro, que Vasco de Quiroga quería recrear en Michoacán. Coincide con El príncipe de Maquiavelo, que parecería el abecedario de los conquistadores: no digas, haz. La descendencia literaria de Maquiavelo se encuentra en el Tirano Banderas de Valle-Inclán, los Archivos de Gallegos, el Pedro Páramo de Rulfo, el patriarca de García Márquez y, en su versión moribunda y final, en el Trujillo de Vargas Llosa. Genio y figura hasta la sepultura.


Menos obvia, más profunda, es la herencia erasmista en América. Visible en la arquitectura colonial de Aleijadinho en Ouro Preto o de Kondori en el Alto Perú, es en la poesía de sor Juana Inés de la Cruz donde la influencia erasmista es más cierta:


En dos partes dividida


tengo el alma en confusión:


una, esclava a la pasión,


y otra, a la razón medida.


¿Pasión? ¿Razón? ¿En dónde estaba entonces la fe? Si en estas condiciones el cuestionamiento propio de la novela no era posible, sí lo fue la historia que empiezan a contar, con definiciones nacionales, Clavijero en México y Molina en Chile, jesuitas expulsados de los reinos que para ellos ya eran naciones distintas de España. Es natural que a partir de las guerras de independencia (1810-1821) los historiadores se encargaran de decir lo no dicho: Lastarria y Bilbao en Chile, Mora en México y, sobre todo, Andrés Bello, el venezolano aclimatado en Chile y fundador de su Universidad, y Domingo Faustino Sarmiento, cuyo Facundo es, acaso, el libro definitivo del siglo XIX latinoamericano. Sarmiento consagra la confusión de géneros (como El Quijote): es biografía, geografía, historia, política.

 
La novela de la independencia la inaugura el mexicano Fernández de Lizardi con El periquillo sarniento (1816) y prolongan el género varios escritores sumamente influidos por el romanticismo, el realismo y, al cabo, el naturalismo europeos. La gran excepción se da en Brasil y se llama Joaquim Maria Machado de Assis, cuyo Blas Cubas (1881) recupera la tradición cervantina de la mezcla de géneros, el humor, el héroe menor, las ilusiones y el engaño, así como la crítica del libro dentro del libro y el cuestionamiento de la autoría.


La novela realista y documental aún tendrá momentos importantes en la obra de Rómulo Gallegos y en los novelistas de la revolución mexicana. Pero dos de estos, Agustín Yáñez y Juan Rulfo, habrían de cerrar el ciclo con obras que a un tiempo tratan de un tiempo histórico (la revolución mexicana) y la trascienden con, más que, aunque también, la novedad del estilo, la estructura y la intención. Al filo del agua y Pedro Páramo cierran un capítulo temático (la revolución), pero abren un capítulo de la escritura como arriesgada búsqueda de lo no dicho antes. Así, la historia que nos contaron en el siglo XIX se convierte en la historia que nadie había contado antes: la pasión de Pedro Páramo por Susana San Juan, la soledad inmensa de los pueblos de Yáñez, la duda acerca del tema fundador: ¿quién es mi padre, quiénes son mis madres?


El heredero mayor de Machado de Assis es Jorge Luis Borges, quien da el paso de más. El universo aspira a la totalidad pero sólo lo explica la excepción. El Aleph es todos los espacios. Funes es todas las memorias, y la Historia universal de la infamia es todas las historias. Sólo que cada "absoluto" borgiano es vencido desde adentro por un amo personal (Beatriz Viterbo en El Aleph), por una disminución del absoluto (Funes) o por la particularidad excéntrica (La infamia). Al cabo, en Pierre Menard, Borges reescribe El Quijote, línea por línea, palabra por palabra. Sólo que la intención es distinta.


Más corrosivos, más libres, en cierto modo, del juego borgiano son Juan Carlos Onetti y Julio Cortázar. Onetti, en La vida breve, triplica al protagonista sin perder la diferencia entre los tres. Y Cortázar, en Rayuela y en sus cuentos, sólo emplea la diferencia entre las dos orillas (Europa-Argentina) para indicar, al revés de Borges, la universalidad de la diferencia. Los tiempos simultáneos de una operación quirúrgica hoy y de un sacrificio ayer nos hablan de este acierto cortazariano: lo diferente puede ser simultáneo o al revés.


Hablo aquí de los contemporáneos de Borges. Bioy Casares y José Bianco, pero sobre todo de sus descendientes, Tomás Eloy Martínez, Sylvia Iparraguirre, Ricardo Piglia, Luisa Valenzuela y Matilde Sánchez. La literatura más variada y fervorosa de la América española es la argentina. La más sui géneris (como el país mismo) es la chilena. País de poetas (Neruda, Huidobro, Mistral, Parra), la narrativa moderna arranca con José Donoso y Jorge Edwards y prosigue hoy con Isabel Allende, Arturo Fontaine, Antonio Skármeta, Sergio Missana, en tanto que en Perú, después de la gran obra de Mario Vargas Llosa, que va de La ciudad y los perros a El sueño del celta, se refundan los derechos no sólo de la imaginación, sino de la expansión, simultaneidad y precipicios de la lengua. Santiago Roncagliolo es un ejemplo.
Más arduo ha sido el problema de los jóvenes novelistas de Colombia. García Márquez es, a un tiempo, referencia, calidad y estorbo. Lo significativo de Gabo es que con Cien años de soledad recogió las grandes tradiciones de la selva y el campo para transformarlas en una narrativa doble, que por el hecho de serlo, disminuye a las anteriores. Porque el secreto de Cien años de soledad es su doble narración. Los Buendía son objeto de una primera narración que resulta, al cabo, ser la falsa narración del verdadero narrador, el taumaturgo gitano Melquíades, anuncio, en sí, de una serie de narraciones continuas anteriores, imaginables, imposibles, olvidadas y deseadas.


Heredar semejante excelencia es el problema de Santiago Gamboa y de Juan Gabriel Vásquez. Ambos superan la tradición, claro está, con nueva creación. El síndrome de Ulises de Gamboa o Historia secreta de Costaguana de Vásquez no niegan lo que heredan, pero saben que el parricidio puede ser un renacimiento.


La literatura mexicana, superada la fatalidad agraria por el arte de Yáñez y Rulfo, se ha centrado en la vida urbana (Villoro, Enrigue) aunque también en el pasado como memoria de la actualidad (Solares, Celorio, Lara Zavala). El punto de renovación, sin embargo, fue el Farabeuf o la crónica de un instante (1965) de Salvador Elizondo, antecedente extremo de una imaginación tan liberada que ella misma es su única frontera. Las "prohibiciones" nacionalistas del pasado fueron superadas, pos-Elizondo, por el grupo autodenominado El Crack y su compañero Xavier Velasco. La literatura escrita por mujeres (que no literatura femenina) ha acompasado este cambio.
Regreso adonde empecé: el Caribe, cuna de nuestra cultura. Son dos de sus novelistas mayores en castellano, ya que el Caribe es región de muchas lenguas y muchos perfiles. Del Caribe son William Faulkner y Jean Rhys, Édouard Glissant, Saint-John Perse, Derek Walcott y Aimé Césaire. También, y cubanos, Alejo Carpentier y José Lezama Lima.



Lezama, poeta (Enemigo rumor, 1941) y ensayista (La expresión americana, 1957), escribió una de las más difíciles y complejas novelas latinoamericanas, Paradiso (1966). Hablo de ella por muchos motivos. La riqueza del lenguaje, las formas proteicas del libro, su atrevimiento mayúsculo en todo lo necesario para crear la obra mayor del barroco literario latinoamericano. Se recomienda leer primero a Luis de Góngora y Argote ("no puede durar el mundo... que suena a vidrio quebrado y que ha de romperse presto") y un poco a Francisco de Quevedo ("abuelo de los dinamiteros", según César Vallejo). Dura el mundo sin embargo, a pesar de los dinamiteros y el vidrio quebrado. ¿Hermético, metafórico, neoplatónico? Lezama descubre sus propias claves, y las nuestras, en un ensayo fundador de nuestra cultura, La expresión americana, donde todo lo que parecía lugar común reaparece como luminoso renacimiento: la cultura como destino porque tiene orígenes, la literatura como alusión de la realidad, la imagen como relación. Todo lo que creíamos saber de la América española, nos pide Lezama, debemos repensarlo y aun así no lo conoceremos del todo, jamás.


El otro gran cubano es Alejo Carpentier. Como Lezama, Carpentier redescubre un mundo nuestro. Lo coloca en la historia (Guerra del tiempo, El siglo de las luces), en el drama político (El acoso), en la imaginación de las culturas (El reino de este mundo), en la parodia voluntaria (Concierto barroco) y en un audaz remontarse al origen de la vida en Los pasos perdidos. Quizás ésta sea la novela clave para entender la obra de Carpentier. Una novela contiene a todas las novelas porque toda literatura, aunque no lo sepa, es idéntica a su origen más remoto. Y éste, en Los pasos perdidos, es el primer fuego en la montaña, la primera palabra en la selva, el primer baile ceremonial para celebrar el origen (siendo el origen sin saberlo). Majestuosas creaciones literarias las de Carpentier. La negra magia religiosa de Ti Noel. La magia negra política de Víctor Hugues. El derecho a la resurrección en Guerra del tiempo. El derecho al amor de Sofía y Esteban del narrador y la narrada en Los pasos perdidos. La soledad del perseguido acompañado sólo por la música de Beethoven en su acoso. Y un poder solitario, resuelto por un dictador latinoamericano que en su apartamento parisiense necesita unas palmeras y un perico para sentirse "en casa" (El recurso del método).



Incluyo en este libro a dos autores que parecerían (y son) atípicos. La brasileña Nélida Piñon, porque es gallega de origen y más cercana a este volumen que sus grandes antecedentes Jorge Amado, Clarice Lispector y João Guimãraes Rosa. No nos entenderíamos sin Brasil y Brasil no se entendería sin nosotros. Por eso, además, de Nélida, hablo en este libro de Aleijadinho y de Machado de Assis, y en cuanto a Juan Goytisolo, si escribe en castellano, habla también en hebreo y árabe. Ateo de cultura cristiana y heredero, nolens volens, de Grecia y Roma. Es nuestro porque señala como nadie nuestra heredad, en este volumen evocada.


* Carlos Fuentes (Panamá, 1928) ganador del Premio Cervantes en 1987, es autor de novelas como La región más transparente, La muerte de Artemio Cruz, Terra nostra, Los años con Laura Díez y La Silla del Águila. Y de los ensayos El espejo enterrado y Los cinco soles de México. También acaba de publicar su libro de cuentos Carolina Grau (Alfaguara).


Estamos de acuerdo con el canon del maestro, aunque creemos que su gusto por Maquiavelo es exagerado, para nuestro gusto Thomás Hobbes y el Leviatán son la verdadera obra de filosofía politica, además creemos en dos  ausencias notables (deben ser algunas más): GUILLERMO CABRERA INFANTE y CLARICE LINSPECTOR. Pero claro, sigamos leyendo al maestro Carlos Fuentes.

miércoles, 12 de octubre de 2011

CARAVANA AL SUR

Caravana al Sur


Luis Hernández Navarro

Entre los resultados inmediatos de la Caravana al Sur se encuentra haber construido un puente visible entre los viejos agravios del poder y la nueva inseguridad pública. Familiares de las víctimas de la guerra sucia que exigen justicia, comunidades indígenas que padecieron la represión de paramilitares y Ejército se encontraron y reconocieron con los parientes de los desaparecidos de la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón.

Durante el recorrido, el clamor por detener la guerra que comenzó a escucharse en Ciudad Juárez se fundió con las denuncias de añejos y nuevos abusos de soldados en Guerrero, Oaxaca y Chiapas. Antes de que el Ejército saliera a las calles de Chihuahua, Nuevo León o Sinaloa, patrullaba ya muchas regiones indígenas y había convertido a Chiapas en un inmenso cuartel. La novedad de la caravana fue que le dio la historia y contexto del sur a la actuación de las fuerzas armadas en el norte.

El encuentro entre ambos agravios no fue siempre fácil. Si una de las primeras bajas de la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón han sido los derechos humanos, en el sur profundo su violación es un hecho histórico y frecuente. Antes, a lo que ahora que ha adquirido carta de naturalización se le llama violación a los derechos humanos, se le nombraba represión gubernamental. Y muchas organizaciones populares que en el sur luchan por demandas inmediatas la sufrieron y la siguen viviendo. Ellas tienen un lenguaje, una cultura organizativa y una identidad construidas a lo largo de muchos años que son diferentes a los del Movimiento por la Paz y al de Javier Sicilia. De manera que, en ocasiones, algunos actos parecieron convertirse en una moderna versión de la Torre de Babel, en la que esclarecidas vanguardias se empeñaron en mostrar a los caravaneros la verdadera ruta al Palacio de Invierno.

A pesar de ello, en diversos puntos del extenuante recorrido, caravaneros y organizaciones populares debatieron sobre un cuestionario esclarecedor del que saldrá un diagnóstico más o menos compartido. Las preguntas a las que buscaron dar respuesta son: ¿Cómo nos está afectando la Guerra contra el narcotráfico? ¿Cómo estamos enfrentando la guerra? ¿Cómo nos estamos organizando para detenerla? ¿En qué coincidimos y en qué no coincidimos en nuestras estrategias para frenarla? ¿Qué actos de acción y resistencia podemos hacer juntos para detener la guerra y construir la paz?

La caravana mostró públicamente la grave inseguridad que viven los pueblos indígenas, los migrantes indocumentados centroamericanos y los pobres de México. El secuestro y la extorsión no son privativos de los sectores acomodados. Maestros, trabajadores asalariados y campesinos deben pagar cuotas a delincuentes para conservar sus vidas y sus pequeños patrimonios, en un siniestro pacto de impunidad, en el que los criminales actúan protegidos por autoridades y policías.

La caravana también evidenció que algunas de las más exitosas experiencias de autodefensa son obra de pueblos y comunidades indígenas que luchan por su autonomía. En ellas está la semilla de otro futuro. A pesar del acoso de paramilitares y de la presencia hostigante del Ejército, en las regiones zapatistas se vive un clima de seguridad público inusitado en el resto del país. En la Montaña de Guerrero, la policía comunitaria ha logrado reducir los índices delictivos a niveles mínimos.

La caravana recordó la enorme deuda que la nación tiene con los pueblos indígenas. A pesar de que el Ejecutivo firmó los Acuerdos de San Andrés sobre derechos y cultura indígenas, el 16 de febrero de 1996, en representación de los Tres Poderes, siguen sin cumplirse. La reforma constitucional sobre derechos indígenas aprobada en 2001, con el apoyo en el Senado de todos los partidos políticos, fue una burla. La reforma abrió una brecha profunda entre la clase política y el país real, y creó las condiciones para la crisis de representación que se vive actualmente.

La caravana pidió perdón a los emigrantes indocumentados centroamericanos, que diariamente viven en territorio nacional abusos policiacos, humillaciones, extorsiones, y todo tipo de muestras de racismo y xenofobia. Los caravaneros hicieron así lo que gobierno federal debió haber hecho hace mucho tiempo. Como señaló Javier Sicilia, entre los logros de la movilización se encuentran el visibilizar ese dolor que es una vergüenza para la nación, el visibilizar la gran labor que está haciendo gente que es la reserva moral de este país, el padre Solalinde.

La caravana rechazó la pretensión de varios gobernadores de tomarse la foto con ella. Al hacerlo perdió fuerza en los medios de comunicación, pero ganó en autoridad moral y confianza entre las organizaciones populares y comunidades. Los encuentros con los mandatarios locales habrían sido generosamente divulgados por sus aparatos de comunicación social, pero habrían provocado desconfianzas y recelos entre actores importantes.

El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad ha logrado modificar el discurso gubernamental sobre la guerra contra el narcotráfico. Aunque sea en el terreno declarativo, las víctimas son hoy una preocupación oficial, cuando antes eran sólo sospechosos de simpatizar con el narcotráfico. No ha logrado, sin embargo, modificar ni un ápice la decisión presidencial de seguir adelante con su estrategia de militarizar el país. El hecho no podrá ser soslayado cuando a fines de este mes se celebre el segundo diálogo entre el movimiento y Felipe Calderón.

X

EN HONOR AL MOVIMIENTO DEL POETA SICILIA, LOS MIEMBROS DE HÁPAX POÉTICO LE MOSTRAMOS NUESTRO RESPETO, CON AGRADECIMIENTO POR SU PALABRA Y SU DEMOSTRACIÓN DEL MÉXICO HEROICO QUE EL REPRESENTA.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

POEMA SIN NOMBRE

He aquí al sabio de la esquina,


he aquí la oligofrenia desnuda,

he aquí a la imaginación rota,

al púlpito hecho baratija,

la carne que se vence y entonces alguien exclama:

“¿Yo?” Púdranse los yoes inermes que decantan

la sabiduría del rebaño: programados con A, B o Z,

púdranse todos ellos, desgraciados inermes en vida,

aquellos que tienen que cumplir órdenes en nombre

de la paz duradera o ahora contra el terrorismo o los marcianos,

que sepan lo que les toca:

vigilar como borricos al resto de borricos, fumar para dejar pasar a la conciencia como bendita cruz arrojada

al sepulcro de una idea por la que valía la pena vivir.

La poesía es la resistencia.

Nunca más, nunca más asesinar

por imprudencia, no desearlo simplemente,

crecer, destruir el atajo, volver a la poesía,

arrancarle frases a ésta noche,

arrancarle como un árbol de saliva las verdades eternas,

arrancarle cual si fuera oso la carne que lo mantiene,

arrancar a los lobos la piel de oveja,

lobos, aúllen arrancándole el silencio a las demás noches,

arrancar, arrancar, para tener mucho por lo cual permanecer.

Sobre todo mentir con cheque en blanco en nombre del enemigo,

volver a largarse de inmediato a la escritura,

disolver la tablita de salvación, pues ésta no existe más, sólo el verso inmisericorde que busca, que arremete,

en resistencia y en nombre de la libertad, a favor de la diferencia y contra la gran indiferencia, eso, seducir la magia,

acariciarla, tratarla con suavidad, con esoterismo, con paciencia,

darle tres veredictos a la belleza, sufrirla

y violarla con saliva en medio de sus piernas, para obtener el perdón de la simple y pura noción, que se llama la desmemoria de los vivos.

El poeta debe recordar, en nombre del género humano,

Para que cuando esté pisoteado, sepa por donde ha sido capaz de ir volando.

AVISO: AL QUE PUSO EL ANUNCIO DE GOOGLE ABAJO DE LA PRIMERA ENTRADA POR FAVOR QUE LO QUITE INMEDIATAMENTE. ESTO ES UNA PÁGINA DE POESÍA NO ANUNCIAMOS NADA COMERCIAL

miércoles, 14 de septiembre de 2011

El MATACURAS

NOTA: EL VERDADERO AUTOR ME HA PEDIDO SE RESPETE SU SEUDÓNIMO: "CARRIZOS"

A tres caídas, sin límite de tiempo: 1er round


Lo sabes, tu colonia, tu espacio de encuentros y desencuentros ha cambiado, igual que tú. Tu memoria ya no es la misma; te sabes distinto aún cuando sigues caminando por esas calles con nombres de los estados. ¿Te acuerdas por qué? Sí te acuerdas, sueles platicarle a tus nietos de esto: que fue un homenaje que hizo Walter Orrín, aquel dueño de circo que a principios del siglo XX se convirtió en fraccionador de terrenos en lo que sería la colonia Roma, tu colonia con nombre alusivo al coliseo romano, en ese tu siglo que se ha marchado, lejos; donde las luces y sombras de tu memoria son más firmes, más intensas. Como una fotografía en blanco y negro que sobrevive al olvido, a tú olvido. Pero aún cuando cruzas por enfrente de la iglesia de nuestra señora de Fátima te estremece aquel recuerdo de sangre. ¿Cómo fue que pasó? El padre Juan Francisco, que era tu amigo, curita amanerado, decían despectivamente algunos, a él lo mataron, por allá en los años cincuenta. Entonces un homicidio así resonaba en toda la ciudad, ¿te acuerdas?, todos tus vecinos estaban espantados. ¿Cuándo se había visto algo así en la colonia? Si acaso, se contaban leyendas de ahorcados en la Romita, puros pobres diablos e indígenas remisos, bandidos, les decían, pero de eso tu no supiste. Mejor así, porque hay muertes que pesan mucho y a ti te pesa lo que le pasó al padre Juan. Por eso prefieres evadir pasar por ahí. Mejor tomas avenida Yucatán y doblas en San Luis Potosí para ir hacia Cuauhtémoc. Tanto evitabas pasar por ahí que se convirtió en una rutina, pese a que te desvía de tu destino a la estación del metro. Esa muerta te afectó demasiado, y la sigues lamentando, porque fue él quien te ayudó cuando más lo necesitabas; no sólo a ti, pues hacía obras de caridad y atendía a los necesitados. Así que mejor sigues tu camino y miras las fachadas de las casas que tanto te han gustado y que te hacen sentir orgullo de tu colonia. Te entretiene ver los remates y acabados en estilo decó o los frisos neoclásicos y hasta post góticos. Aunque sí. Tu colonia ya no es la misma.

Segundo raund

Fácilmente levantaba a sus contrincantes una y otra vez para azotarlos en el pancracio. Era fuerte y rudo adentro y afuera del ring. Demasiado. Ya se lo habían dicho y no pocos problemas se ganó por eso. Tal vez porque siempre lo humillaron; incluso su mujer lo engaño con un vecino de aquella vecindad maloliente de la Obrera, pero él, herido y enfurecido, alevosamente se desquitó golpeándola a más no poder mientras el salteador escapaba por la ventana. Pobre Pancho, nunca fue el luchador que quiso ser aún cuando cosechó algunos triunfos en la Coliseo; luego de la golpiza que le propinó a la mujer le quitaron su licencia de luchador profesional. Así que mejor se largó a probar suerte al otro lado del Atlántico, pero fue peor, nunca se sintió a gusto y allá las luchas no eran tan populares como aquí, así que regresó y tratar de ganar lo perdido, pero ya no pudo.

“¡Pancho, ya estás viejo! ¡Mejor regrésate a cuidar las vacas!” “¡Quítate el traje de toreo, que no luces ya!”: le gritaban algunos aficionados maloras allá en la Coliseo. Entonces se encendía y maldecía su suerte. A veces le daba por ir al salón México, a bailar danzón para olvidarse de sus fracasos, en otras ocasiones iba a las cantinas, aunque no le gustara el tragó, trataba de no sentirse solo. Fue ahí, que otros tan miserables como él se acercaron para proponerle una “movida”, eran el méxico, el chino y el novillero, tress rufianes de medio pelo, que luego acabarían sus días en Lecumberri, al menos, el méxico, que se hizo “mayor” de su crujía, porque al otro lo habrían matado y al novillero nunca lo encontraron. Entonces Pancho Valentino, sin dinero, se animó a entrarle al atraco de la iglesia, porque le dijeron que había mucha “pasta” para los cuatro. Entonces acudieron en la noche a la iglesia de Fátima, en la calle de Chiapas; le dieron carne envenenada al perro guardián y esperaron a que agonizara para entrar.

No había tal dinero. Acaso 25 míseros pesos que tenía el párroco en la sacristía. Pancho se enfureció, era el colmo que ni siquiera resultara un buen ladrón. Este era su primer robo, y tal vez por ello fue torpe en sus movimientos e hizo ruido y se prendió la luz. No supo cuando sus cómplices escaparon, dejándolo sólo. Aunque los diarios decían que entre todos se abalanzaron contra el anciano y lo golpearon y luego lo amarraron, pero no fue así; el sacerdote trató de escapar y buscar ayuda. Corrió, dándole la espalda al luchador que hábilmente aplicó lo aprendido en los encordados y se abalanzó hacia sus piernas para derribarlo; luego se encimó sobre él, forcejeando, pero era obvio que el viejo cura no podía ofrecer resistencia. Tal vez pancho se cegó como en otras ocasiones por la ira, tal vez el miedo de ser denunciado lo obligo a aplicarle una llave china y ahorcar al hombre. Luego lo amarró y escapó hacia el norte, con dos cálices, algunas pocas monedas y otros objetos de la iglesia. Sin embargo, más tarde sería aprendido, la policía había rastreado y encontró unas gafas en la escena del crimen que pertenecían a uno de sus cómplices, cuando dieron con este ladrón, delató a los otros. Además, algunos vecinos, al día siguiente cuando el homicidio se había descubierto, dijeron a la policía que un hombrón como de uno noventa andaba por ahí merodeando, junto con otros individuos. Fue una ironía que otro luchador lo aprendiera, el mismo que lo había acercado a las artes del pancracio: Mike Duran. Que le había dicho cuando miró sus enormes bíceps y su gran corpulencia: “Oiga amigo, ¿no le gustaría ser un luchador profesional? Tiene un cuerpo muy desarrollado para ese deporte, y yo me encargaría de entrenarlo; soy el entrenador de defensa personal de la policía capitalina, ¿cómo la ve?”

Así que Mike supo de inmediato que podría tratarse de Pancho valentino y lo buscaron. Cuando cayó, confesó su crimen y lo enviaron a Lecumberri.

Entonces se dedicó a entrenar y a enseñar lucha libre en la prisión, pero Pancho Valentino arrastraba su mala suerte aún ahí. Quiso escapar y para lograrlo se comenzó a robar algunas sábanas de la enfermería. Una tarde sin avisar hicieron “esculque” en su crujía y en su celda encontraron las sábanas.

“Tú no entiendes, verdad pinche animal”, le espetó uno de los guardias. Al poco tiempo sería trasladado a las islas marías, en la siguiente “cuerda”, y por allá, en las tristes islas del pacífico se encontraría con el celebérrimo “sapo”, un ex militar que enloqueció hasta convertirse en un multiasesino.

A Pancho le apodaron el matacuras, y de haber sido un hombre regularmente atractivo, su faz comenzó a oscurecerse por la exposición al sol, pero además comenzó a revelar la fiereza de su espíritu. El sol le quemaba el cuerpo, y el ambiente húmedo y cargado de sal le hacían sentir ardor. Entonces maldecía su suerte cada que lo mandaban al corte de penca o al corte de leña o a los hornos de cal. Más odio había en su alma que por ello mismo cuando llegó a las islas y conoció allí al “padre trampitas”, ese misionero que se hizo encarcelar para estar al lado de los pecadores, no tuvo empacho en decirle que él era el matacuras, a lo que el sacerdote misionero le dijo que “él era el matón de los matacuras”, y así se conocieron y por largos años nunca se hablaron; pero Pancho ya le tenía tirria, odiaba todo aquello que le representara la religión. No sabía por qué, pero el cura le molestaba, y peor porque tenía fama de convencer a los reos más peligrosos. Le molestaba verlo contento y jugar baraja, y que para colmo, estuviera por su voluntad en estas islas maldecidas.

En el corazón de Pancho se fui inoculando el desprecio por el sacerdote que tuvo la idea de matarlo.



3er raund

Cuando conocí a David García Salinas, el periodista aquel de los populibros la prensa, fue en un cafecito que estaba cerca de la plaza Río de Janeiro, muy cerca de mi casa, en la Roma. Yo no sabía quién era él, pero mi compadre sí, porque eran amigos de la escuela, y él fue quién nos presentó. Según me enteré, El señor David le comentó a mi compadre sobre un libro que estaba escribiendo, que se llamaría Crímenes espeluznantes, y Andaba investigando cosas relacionadas con el presidio y los reos famosos. Luego supe que había escrito más libros, como el de “Los huéspedes de la gayola”, además librito de “El palacio negro de Lecumberri. Pues bien, que mi compadre le comentó que yo era de Colima y que de chico – cosa que ya le había comentado a mi compadre-, me había tocado presenciar la llegada de las famosas “cuerdas” de presos que serían trasladaos a las islas marías. Así que el periodista estaba interesado en que le contara sobre aquella experiencia.

Pues ahí como la ve (le decía mientras el iba grabando y registrando en su pequeño cuaderno algunas notas), a mi de chico me tocó ver como llegaban los presos en el tren de carga; iba repleto. Y todavía me acuerdo que vestían con ese llamativo uniforme a rayas. Estaría yo en terceo o cuarto año de primaría, era la escuela “Benito Juárez”, que se encontraba en el jardín principal del puerto Obregón. Entonces oía como los demás chiquillos gritaban, que ahí venía una cuerda de reos, y entonces corríamos para la estación a ver a tantos fulanos mal encarados y malolientes. Quién sabe, había pocas distracciones en mi pueblo.

Le platiqué a don David que la primera vez que me acerqué a ver a los presos supe de uno que era muy famoso, y eso le interesó. Pues se trataba de Pancho valentino, un luchador de los años cincuenta, que luchó en aquella época del santo y el Blue Demon. Por cierto, cuando llegué al acapital, también me hice aficionado a las luchas. Todavía me tocó conocer al Cavernario Galindo, a Gori Guerrero, por supuesto, al santo, El huracán Ramirez y al gordo aquel, enorme, que era la tonina Jackson. Otros tiempos entonces.

Pues bien, Don David insistía en que le hablara de Pancho Valentino, así que le conté una anécdota. Por supuesto, yo en ese entonces no sabía que estaba preso por haber matado a un sacerdote, por cierto, ahí mismo, en la Roma. Luego supe de su caso. El hecho es que cuando lo vi en el vagón, ahí en la estación de Manzanillo, sacaba las manos entre los maderos del vagón pidiendo una moneda al igual que los otros presos, de veras que dolía verlos así. Esa ocasión yo traía una moneda de veinte centavos, pero que extiendo la mano y se la di a aquel hombre que sólo me dijo: “Gracias chico, yo soy Pancho valentino, el famoso luchador”. Sólo esa vez lo vi, pero se me quedó muy plasmado el recuero de su enorme cuerpo que se movía con dificultad entre los demás, y su cara y sus ojos tristes.

Luego Don David me contó que fue un hombre muy violento, pero que a pesar de todo y de haber matado a un sacerdote, otro cura le salvó la vida. Terminó diciéndome que él quería matarlo allá en las islas, y que lo citó una noche para hablar con él, aún cuando el padre temía por su vida por que ya le habían advertido que lo quería matar, fue a su encuentro.

martes, 9 de agosto de 2011

En caso de haber sido elegido para el proceso de despoblación

  • Desnúdese por completo.
  • Entregue su ropa a los miembros del personal que portan el gafete distintivo.
  • Avance por la línea amarilla hasta la boca del vacío.
  • Tome tres segundos para respirar profundo y pensar en lo que debió haber hecho.
  • Absténgase de llorar (recuerde que esta es una zona libre de remordimientos y humo de tabaco).
  • Dé un paso al frente.
  • Repita la operación hasta que el suelo bajo sus pies desaparezca.
  • No se preocupe, el público cuenta con un letrero rojo de aplausos que le impide hacer el ridículo.

lunes, 1 de agosto de 2011

En paz eterna.


Tanto he descarnado mis  huesos
Esqueleto que danza en tu sala,
Y mi piel en tu sillón,
La sangre se mezcla en el polvo
Aquí estoy  huesos hechos aserrín
Mi corazón en tu puño izquierdo
Apresándose cada vez más,
Hasta exprimir toda su sangre…
Ayer te mire tras un reflejo
Tus labios rosaron aquellos
Tus manos fueron a su cuerpo.
En el espejo no hay farsa
Y aun respiré…
Tú no pierdas tus fuerzas mientras danzas
Tú no perderás el pellejo en su cama
¿Catamos?...
O prefieres que te lo diga al oído
En un soplo callado
¿O con una tenue mirada?..
Puedes sonreír
Una pequeña sonrisa
Espero que en tus reglas
Y tu sabiduría te estrangules
Ahora somos uno
En paz eterna.