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Todos los textos son propiedad de sus autores, quienes tienen todos los derechos sobre ellos (¿o será al revés?) y han decidido libremente publicarlos aquí para la difusión pública sin fines de lucro. *Este proyecto está basado, en sus orígenes, en la idea de Dulce Chiang y Alicia Quiñones



domingo, 30 de diciembre de 2007

Señorita del puerto***

¿cómo será posible que nada te conmueva
que no haya lluvia que te estruje ni sol que rinda tu fatiga?
[...] Si desde entonces busco tu imagen que era solamente mía
[...]Lloro porque eres tú para mi duelo
y ya te pertenezco en el pasado.
SALVADOR NOVO, Poesía.

Lo escribí para ti, señorita A,
antes de conocerte y después
de que me olvidaras.
Despierto para no ser visto.
Nauseabundo.
Viajero trashumante de la vida
que se aferra al puerto lejano, rutilante.
Desolado.
Marino sin deriva y sin alisios.
Derrotero derrotado.
Despierto para no ser visto
una mañana gris con día soleado.
Un cielo huero, un corazón sin nubes.
De todos modos hay garúa en el rostro.
Dejad que pase el aire de las sienes
como anduvo Don Quijote.
Y respirad el aire aun en las postrimerías
del lecho.
¡Y cuando la vida se interrogue
sobre su existencia,
contestad con sorna e ironías!
--o--
La flor no hiede; perfuma.
El día no abrasa, la noche cobija.
Tus manos hospitalarias hacen gala de provincia
y tu mirada húmeda, tu sonrisa diáfana,
azimut son del horizonte
(faro de puerto).
Guía polar de madrugadas
con vigilias, ojos serenos,
bombillas eléctricas y silencio categórico.
El diafragma
magnetiza al
segundero.
El cucú se fue de viaje en el crucero
último que se hizo al mar.
Las olas ya no llegan, el viento se fue.
(Una última ráfaga traía de lastre
olores rancios de cocina.)
Son las cuatro a. m. en dos puntitos
y tres cifras.
Ese rostro femenino se transforma en uno nuevo
y yo me asomo a la ventana
y veo ladrillos,
y un gato que cruza me ve a mí.
Tú observas que te busco y no
te hallo.
(Nunca se me ocurrió mirar al cielo.)
El puño obstinado
te sigue reteniendo,
arena húmeda.
Mas el tiempo —también obstinado—
marcha inexorable
sobre el corazón endeble:
columnas colmadas de pasado;
frontón colado de presente.
Infranqueable ahora es el Atlántico;
la madera ya no flota,
la fisión es permanente.
Todas las calles del puerto
tienen sólo el nombre tuyo.
Evocas dulce la mirada acuosa
del ayer que sonreímos,
del antier en que lloramos.
Ruptura cataclísmica del cosmos
y
razón sola de la dicha.
Pero también las calles son desierto:
ruinas donde otrora el niño
jugaba con su madre y en las noches
espantado le gritaba.
Casas viejas por el tiempo estranguladas.
Polvo en los caminos, camas,
en las ventanas y pórticos.
Esa planta amarilla y quebradiza,
adornando aquel rincón,
signo es de tus antiguas devociones,
ya marchitas todas,
como el nombre de las calles
que ya ninguna voz pronuncia.
Quietud se ha vuelto norma
en la ciudad piedra del silencio.
Mis pasos son tan leves
que el eco se mudó a otro pueblo.
Y sólo queda silencio y pasado
y polvo y un faro roto.
Soy cautivo tuyo en este puerto.
Prisionero de la espera de ese barco inexistente
en el que nunca habré de ir.
De quimeras a la orilla me conformo;
de ilusiones te repito, te recalco, te elaboro;
y parece entonces que en la rada surge vida.
En el respiro de un segundo
se van las flores, las risas y los niños,
los barcos, las gaviotas, los olores.
Te vas tú.
Ya te fuiste, a otros mares,
otros cielos.
Te llevaste la vida del puerto
a otro puerto,
tu azul incandescente,
mi mirada de lascivia,
y la alegría —que era mutua. Y la vida.
--o--
Te siento desde lejos
y tu voz sureña no me alcanza
ni me deja:
se queda prisionera entre dos tiempos
y el anhelo de un abrazo.
En decúbito supino
trazo tu silueta encima,
rellena de aires marinos,
el recuerdo de tus ojos
y un poco de mí.
La noche se puebla de fantasmas
con cadenas que me atan al pasado.
Con sudario me descubro en tu lecho
y adivino del sueño la sonrisa
donde no estoy.
Rompo la mortaja
y con el dorso de la mano
retiro la guedeja de tu frente.
Por la ventana el sol se cuela
y nos sorprende en el abrazo
de algunos años antes.
La tibieza de tus muslos
recorre mi mano hasta tus nalgas.
Con un beso como llave abro tus ojos.
Tu sonrisa me ilumina;
y te ciño a mi cuerpo.
Te desvistes con mis manos
y te besas con mi boca.
Desde tu sexo te poseo
y a la vez vindícame tu esclavo.
Nos perdemos prófugos en las miradas;
nos hermanamos en el pacto de la sístole;
nos insuflamos, frenéticos,
el aliento de vida y agonía
concupiscente.
Un terremoto cimbra
las catedrales de tus senos,y el epicentro en el plexo solar
nos recorre eléctricamente
en estallido de tromba,
zozobra de navío en la mar picada,
timón libre ¡al fin!, al destino del azar.
Al final tus piernas como rada:
puerto tranquilo y sereno,
aguas mansas, amores pacientes
reencontrados sobre tierra firme.
Te vistes: siempre coqueta,
siempre para mí;
y te vas a la cocina a preparar el desayuno.
Se escucha el quiebre del tiempo
al doblar de alguna hora.
El sol que me cubre me hiela:
me protejo con una sábana-sudario
que comienza a asfixiarme.
La bruma se torna en fantasmas
de humo que adormecen la mañana.
Tu lecho se vuelve arena húmeda
de playas sin olas, de puerto sin barcos,
de océanos sin viento, de casas sin sexo de mujer.
La arena comienza a devorarme
los talones: ataúd de talla milimétrica.
De los pies a la nuca, como un recuerdo tuyo,
un escalofrío.
La tumba me devora en el olvido de tu olvido:
la inexistencia se presenta en mi destino:
trato de alejarme con todas mis fuerzas:
es inútil escapar al vacío:
el suelo se traga mi pecho,
única esencia del puerto que aún palpita
nutrida del recuerdo tuyo.
Hago de tu imagen estandarte: salvavidas:
mantienes mi cabeza a flote,
libre de la hambrienta arena.
La Cruz del Sur, estática, me indica el camino.
La distancia no disminuye un ápice.
Esperanza ya es sinónimo de espera eterna,
aguardar aferrado de tu imagen
con los dientes; te llenas de presente
y cobras peso y yo me hundo
en el beso de arena que es pantano.
¡Un despertar entonces! En el barrio
del sur de aquella ciudad de México
que florecía sus parques los domingos
que paseabas tomada de mi mano
amante y dueña del rincón hedónico
escondido víspera tras víspera
en nuestra buhardilla de Coyoacán.
Mujer de lunar plata solar,
efigie de belleza transmutada,
alquimia de los hombres hecha verso,
gozo de estrellas y cuerpo celeste,
fácil de labios, abrazo de santa,
paso con garbo, frente tornasol,
cintura de un oasis adornada,
elíxir de ámbar que se mana a dúo,
canción compuesta en el día de tu espalda.
Candente y austral. Ojos constelados.
Ojos que al abrir se cambian de rostro,
voz y cuerpo; mas de esencia de estrella.
Tus besos que se escapan los retengo
en este gatuperio oropelado.
La promesa del tiempo iza las velas.
Por la noche la nave sigue anclada
y los vapores del pasado nacen:
Con sus cadenas me llevan a rastras
por las calles en que otrora te amé
y tú me amabas.
Es por la tarde
de un día cualquiera frente a la ventana.
El mantel azul te cubría las piernas
y leías algo que ya no me importa.
También en mis manos había unas páginas:
sólo un pretexto para contemplarte.
En sociales una foto tuya,
eras tú con otro rostro, otro cuerpo.
El fulgor de tu mirada te revela.
Me doy cuenta que tu nombre es siempre el mismo.
Me deshago como el viento y nos rehacemos
juntos torbellino, amor ciclónico,
ansiedad de labios que se buscan
ciegos, como imanes de Melquíades,
como entuertos al hidalgo manchego,
luz a los ojos, sonido al silencio,
agua a la fuente, a tus ojos mis ojos,
espejo a la imagen, mar a la playa.
Contenido al continente
que se llena de miradas
y de voces que son ecos,
fantasmas de la noche y del océano,
silencio de cadenas que se arrastran.
En el brillo de tus ojos
las estrellas deletrean
las facciones de las calles
y los nombres de tus rostros.
A veces 1519
me recuerda que también son tus nombres
península y provincia, y bahía
de luces fluorescentes mar adentro,
aun neones de ciudad de noche,
pero siempre tu espalda constelada
de olas y besos con sabor a sal.
Tú te tornas y me miras,
yo te abrazo con un beso
y en mis manos te transformas
en estrellas, todas mías,
y por mí siempre seguidas
como guías irrefutables
en los amores y mares,
en las batallas y heridas
y también en defunciones
que no llegan y en la espera
son más muerte que la muerte,
más noche que una mirada
tuya de cuencas vacías:
vida en un puerto de nombre olvidado
donde el silencio es el dolor más grande;
entonces yo lo ahogo a gritos
desgarrados y encarnados,
suplicantes gritos que tienen
la maldita virtud
de erigirse en el nuevo silencio;
y es entonces que el silencio
me ahoga a mí:
asfixia lenta, serena;
sinónima muerte del naufragio
en qué morí la vez pasada
e igualmente en el futuro.
Morirse de una muerte muerta,
moribunda,
ausente, asesinada, desangrada y seca.
Morirse de no verte y de saberte lejos.
Morirse e irse reptando a la chingada falacia
de chaquetas mentales donde sí apareces.
¿Por qué no estás aquí, ¡carajo!,
conmigo, a mi lado, ceñida a mí?
¿Por qué no estás tú o la otra,
ésta o aquélla?
Me faltas tú: la primera;
la última y la de en medio;
la de antes y la que le sigue.
Todas con rostro de estrella:
constelación que traza tu rostro:
origen develado en tu sonrisa.
En la mar sigo tus ojos
y tu rostro como norte.
Una nube se interpone;
yerro el rumbo varias horas
y la nave que hace agua
en la convicción más dura del madero.
Se acaba la tormenta y miro al cielo
y veo a la luna
y un ave que cruza me ve a mí.
(No se me ocurrió mirar al viento.)
--o--
Varado en altamar doy de beber
al agua mi sangre,
ésa que antes provocó latidos en tu pecho,
ésa que dilató tus pupilas,
mojó tus labios,
incendió tus imaginaciones.
Sangre carnada de escualos,
grito al vacío, al pasado,
lágrimas que no salen
de los ojos secos;
recuerdos transparentes de los vidrios que se rompen:
astillas que me abren la garganta y no me matan:
asfixia dilatada días, semanas, meses;
descanso en una silla de madera
antes de que enciendan la corriente.
Eres un morir de sed en altamar,
vuelo de gaviotas funerarias,
aletas grises rodeando mi navío.
Eres toda indiferencia
a las tempestades que veo en el horizonte.
Eres un espejo del vacío,
desdén de marinero al náufrago
errabundo,
soledad que se sabe,
desengaño incontenible.
Visión de tierra firme provocada por el hambre.
Eres un fantasma y tierra de fantasmas.
Etérea, irreal, imaginada.
Fantasía cubierta por el tiempo.
Eres viaje al extranjero,
a la playa, a tu cuerpo.
Eres viaje que no llega
y la promesa que se rompe al plazo.
También eres limón inalcanzable
y temor al escorbuto.
Eres todo esto y todo lo otro.
¡Y qué chingados importa
si eres alguien, si no me conoces!
¿O qué chingados importa
si me has conocido?
Tampoco importan mis palabras sin eco
en este pueblo olvidado de ti.
Tampoco importa la tormenta a lo lejos,
mercenaria de tu olvido.
En realidad lo que no importa es esta voz
que se pierde en el silencio.
Una voz que se pierde como niña de 3 años
en el centro comercial.
Una voz que te busca, tímida,
entre rodillas de extraños.
Una voz que se espanta y enmudece
con las bocinas de descuentos.
Y una voz que se esconde a llorar,
entre un mueble de ropa,
hasta las once de la noche.
Cuando llega la tromba
ni siquiera se escucha:
sus agujas en mi rostro
y la arena que me come:
ESTERTORES SE APROXIMAN
(y tú que no apareces).
(¿Alguna vez ya has aparecido?,
¿o son sólo quimeras?)
--o--
Estrella, constelación mía,
tú eres como las olas que siempre llegan
y al llegar se despiden.
Eres rutilante, querida estrella,
y en las noches de tus pausas
no sólo detienes tu brillo.
Desde la playa,
hundido hasta el cuello,
te escucho con mis poros.
Tus brazos soleados me cubren
como manto del trópico,
manto efímero que se rasga
cada vez que me besas,
que me miras y me dices:
“Ésta soy yo”.
Y cada vez que me dejas.
En pleamar nunca dejas de abrazarme,
de quererme, de besarme.
El problema son las noches,
eternas e incontables.
También lo es mi tumba en esta playa,
en este puerto,
en esta ciudad olvidada del sol.
Las soledades se contienen en la prórroga
de tu llegada que es siempre la próxima,
la que viene, la que le sigue:
cada vez que llegas eres
embajada de ti misma,
mujer fantasma que no cesa
de estar no siendo,
eres en cinco minutos,
la semana que entra y el año que viene,el recuerdo de una sonrisa antes de reír.
Apareces siempre con la marca celeste
tatuada en tu cuerpo.
Tu vientre es siempre el mismo
y mis sienes, recostadas en tus faldas,
nunca sueñan otras cosas.
Embonamos perfecta, deliciosamente.
Somos engranajes invisibles, cósmicos:
la luna y el océano;
la Lira y la Vega;
somos Ápex mutuo:
hápax constelado.
Pero también paráfrasis poética
del gran ciclón y el triste faro.
Del faro yo te llamo por tu nombre:
Libra, Aries, Sagitario, Casiopea;
entonces vienes a la parte más alta:
allí nos machihembramos en el pacto
de la sístole
hasta el fulminante infarto
en que yo cierro los ojos, completo;
y tú te abrasas y resurges,
fénix nuevo,
en el mismo tatuaje de otro cuerpo.
Al despertar reconozco tu marca,
tu sonrisa, tu mirada,
tu sexo y tu espalda,
tus manos hospitalarias;
y a pesar de todo ya eres la siguiente.
Yo me aferro a ti en el lecho,
te encadeno con mis brazos
y te amarro con mis piernas.
De nuevo soy un náufrago
con su madera perdido en alta mar.
La vida que se escapa por mis manos
se queda entre mis dedos, en las uñas
que se clavan al madero
rechazando la eufonía
de las sirenas del fondo.
Desde el viejo faro roto
fijo la mirada al puerto:
la fragata sigue anclada
y su mesana desnuda.
La memoria que la cubre
envejece a cada instante,
sólo se mantiene a flote
esperando tu retorno.
El arrecife suave la seduce:
la tienta con sus dedos y caricias,
le ofrece un sitio en su lecho salado:
el merecido descanso
para la espera perenne.
Pero la nave no acepta,
tímido remedo de su peor época
prefiere la espera estoica.
Y yo también la miro desde el puerto
y veo sus anhelos,
miro el día de su primer viaje:
los listones nuevos colgando de la borda,
el paquebote cargando el equipaje,
los pañuelos listos en la faltriquera
a punto de decir adiós,
los pasajes en papel amate.
De ese día no queda ni el recuerdo,
con tu parpadeo asolaste el puerto,
llegó la diáspora de la alegría,
de las risas infantiles, los bailes
y las fiestas, el amor
que paciente esperó en tierra,
lo abrazos, los besos,
tus delicias.
Después tus ojos se posaron en otro puerto.
Los míos en el inmenso desierto se perdieron.
Soy un hombre sentado en unas tablas
donde otrora anclaron navíos.
El horizonte se clava en mis ojos
pretendiendo de tu cara un atisbo:
las estrellas te recrean
en el reflejo del agua.
Cuando las ondas dispersan tu imagen
dejo de ver, me recuesto.
Entonces apareces holgándome.
Las lágrimas no salen,
tu recuerdo me impide abrir los ojos.
A ti me aferro en abrazo
y con los dedos digito,
una por una, las notas
del pentagrama en tu espalda.
En un beso descubro lo etéreo
de tu cuerpo y me niego a despertar.
El dique de mi rostro se revienta
y mi pecho se vuelve un estertor.
Ahora tú me miras desde el cielo y te condueles.
Disipas la distancia entre nosotros:
tu vestido de vapores
y tus brazos extendidos
buscan ansiosos los míos.
Abro los ojos y el mismo desierto.
El último espejo se quebró en alguna casa,
la planta quebradiza se hizo polvo,
se agrietan las banquetas y los muros
y en puntillas el mar
pasea en el malecón.
Siento frío en mis pies desnudos.
Sólo soy un remedo de hombre
recostado sobre el puerto,
trazando líneas de una estrella a la otra,
recreando vidas de un amor al otro,
pero siempre al mismo.
Al fondo, como telón de la gran ópera,
una trágica nube.
Una última súplica
y ahí estoy yo,
hincado ante tu imagen verdadera
con la última palabra entre mis labios.
También allí estás tú, señorita A,
con tu faldita azul,
tu mirada siempre diáfana
y tu pose de sociales;
con tus dos valijas grandes
rellenas de tangas,
con mis libros y recuerdos
y los versos que te dije.
Siempre te vas tú y me quedo yo.
Cierras la puerta.
Yo siempre me quedo.
Te vas tú.
Ya te fuiste, a otros mares,
otros cielos.
Te llevaste la vida del puerto
a otro puerto,
tu azul incandescente,
mi mirada de lascivia,
y el amor —nuestro amor. Y mi vida.

Francisco Puente.
Balcones del Valle a 08 del 2007
***Esta versión aún no es la definitva, pero se aproxima. Cuando tenga lista la definitiva la podré también aquí.
PD: Esta publicación, aunque en el texto esté dedicada a la srita. A, por ahora y en especial se la dedico a la srita. L (sólo en lo que las musas llegan a dictarme su poema).

Después de tantos años (hoy es 9/03/16) regreso y al buscar este texto para que lo lea Annie Moon, amiga de FB, encontré otra página con algunos poemas que eran parte del poemario que Señorita del puerto cerraba, según yo, con voz atronadora. Aquí el enlace: http://www.poetasdelmundo.com/detalle-poetas.php?id=4387 

lunes, 17 de diciembre de 2007

Mi alma

Mi alma

Caprichosas formas siguen los ríos de sangre
Que salen de mi cuerpo muerto
¿Me acompañaras en el final?
¿En el último respiro guiaras mi alma?
Donde estará, no regresa
Yo te grito y no respondes
Despréndete de mi cuerpo vuelve a tu lugar,
Mis gritos en la noche
No atraerán más que moscas,
Mi sangre en el espejo
Por los golpes que logran la quietud,
Te necesito fuera del cuerpo que te guarda
La bañera derrama agua
Apestosa agua roja,
Siempre te estuve buscando
Siempre el mundo me rechazaba
Hasta que encontro lugar mi alma;
Solo sigue el aroma de la sangre
Una navaja y agua caliente
Ningún motivo aparente
Y a nadie le interesara uno,
Pero no siento ningún cambio
Aun esta lucida mi cara
Aunque por demás blanquizca,
Nunca quise fallar
Pero siempre lo conseguía,
Litros y litros de sangre
Se mezclaran con las lágrimas
Pero sigo lucido y sigo hueco
Ella mi consuelo y ella se niega
Ella me llamaba pero ella no me escucha
Ella es la única que me la puede regresar
Y más litros caen en el piso
Odio el respirar el sentir vacìo
Caminar como un muerto
Sin ser notado por nadie
Sin alegrías sin tristezas
Una vida dedicada a la felicidad
De aquella presencia
Un cuello sin aire y mi conciencia fresca
Mi alma no deja mi cuerpo
¿Porque no se despegan
Mi alma de este cuerpo?
Me siento vacìo y frìo
Talvez era cierto lo que me decías
Tú nunca fuiste mía
Y yo nunca te entregue mi alma
Adiós mi amor descasa tranquila

martes, 27 de noviembre de 2007

Esta suerte pasajera

Esta suerte pasajera
Y su parábola muda que cruza como ave,
Como aeroplano
O palabra extranjera.

Cuando no quiero hablar de los meollos
Soy cínico.

Escupo cascarones huecos.

Este andar de voces onomatopéyicas,
De frases cacofónicas
Y sustantivos que se golpean los unos contra los otros.

Mirar hacia el sur
Es como asomarse por debajo de una falda
Y encontrar los calzones equivocados
En una tierra que no le pertenece a nadie.

Mirar hacia el norte
Es encontrarse en el pecho de un toro que pasta
Come flores y caracoles
Y lo devuelve todo a la tierra.

Esta suerte pasajera
Descarada vagabunda que le enseña las tetas a cualquiera,
Pretende ser gloriosa
Y no es nada más que un dechado de mentiras que alguien inventó
Para sentirse poderoso,
Para empujar a algunos a llamarse desafortunados.

¿A dónde van las buenas noticias?

Parvadas de noticias,
Manifestaciones de noticias,
Rumores de noticias.

Un bálsamo
O una red para atrapar buenas fortunas
Y flores de azahar,
Un encantamiento
O un papalote al que vaya atado un mono blanco
que encuentre un telegrama,
Una carta
O una nota de florería
Allá en el aire gris
Por donde viajan todas la palabras
Que ni siquiera me voltean a mirar.

Ese andar de voces que anidan en el pelo de las jacarandas,
En el rellano de las torres de la catedral,
Y sus patitas
Como de mariposas
Se resbalan en la superficie de los vidrios de mi casa
Y caen
Resignadas
Porque ya de nada les sirve volar.

Esta suerte melindrosa,
Infantil e interesada,
Me debe muchos nombres
Pues a ninguno de mis hijos lo he podido bautizar.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Tiempo

Mis pasos
copos de nieve.
El sol
se lleva mi rastro.

Cuando desaparezca
¿llegará la primavera eterna?

martes, 13 de noviembre de 2007

con amor para mis asaltantes

Deseo que disfruten miel
Disfruten miel de mi sangre
De un cierre de ojos,
Tatúen su felicidad en marco de oro
Cuando se olvida se buscas recuerdos
Recuerdos olvidados por las penas
Por recordar que de cristal eres hecho
Cuando te crees de meta,l
Vamos niños jueguen con pistolas
Créanse grandes basuras humanas
Ladren y aúllen a la luna
Dígale sus mil travesuras,
Un gran lobo unos grandes bandidos
Algún dia no tendrá la sombra
Se les perderá el bosque
Se caerán sus garras y sus colmillos
Les quemara el sol hasta morir,
Cuando estén solos llegare por la espalda
Les morderé el cuello,
Descuida nada material me interesa
Solo les mostrare la mortalidad,
Escuchando los sonidos de un gemido
Que sientas la noche de un cordero solo,
Que sientas que tienes corazón
Y que por las venas puede fluir adrenalina
Y que maldigas al mundo
Y a los seres como tu,
Gritando piedad a la luna
Ya que sordo ya soy
Romperé sus patas y sus caderas
Para que no escape el animal,
Nuevo pelaje morado
Con tintes rojos de tus entrañas,
¿Ahora quien se siente feliz?
Ahora quien alardea con la luna
No hay sombra te quemara el sol
Niño que juega al malo de películas
Niño que se cree un cazador,
Por ahora disfruten de sus garras
Sigan usando esos largos colmillos
pronto la vida por sus almas llegara
Un lobo menos en el mundo
Un niño menos sin jugar
Alguien lo notaria?
¿Alguien le importaría tu ausencia?
Disfruten jueguen pronto nos veremos
con amor para mis asaltantes

Acá en el pedestal del barrio...

Acá en el pedestal del barrio,
la camisa de acero
y los sentimientos tatuados,
nada más abstracto que beber, ha…
podré ser mentiroso, o tajante pero no cobarde, ¡Ha beber!
A sacar el lustroso resentimiento como una patada y un gol,
otros poemas más, haciendo metafísica
aunque la inutilidad inmortal de la poesía
no es culpable de este mundo; ni yo (ni ninguno de mis cuates) quieren salvarlo,
quisiera aplastarlo durmiendo,
como en una ensoñación de Gastón Bachelard.
Dibujar una portería o las piernas de la última y más vendida de las playmates,
para acaparar a mi propia gente,
para echarles un flamazo en la conciencia a los del gobierno,
a todo el que no encuentra gracia en sí mismo,
y salvar con el penúltimo poema del día
a ese prodigio llamado la Maldita vecindad.


Marcos García Caballero

viernes, 9 de noviembre de 2007

un fin más..

Sacrifícate cuando la luna ceda al sol
Mátame si las vidas se me acaban
Pero no dejes que suelte tu mano
Porque nos caeremos juntos,
La oscuridad y la brevedad
En un frasco se guardan
Junto la felicidad y la inspiración
Solo el espejo nos separa
Despojo de humano,
Y yo, el gran artista
Solo un pedazo de vidrio
Que su cuerpo tiñe de carmín,
Miras con horror tu boca
El vino tinto de ella te espanta
Mira tus ojos y mira tu cara
La arrugada piel te frustra,
El ruido de las monedas de tu bolsa
Tan estridente como tu respiración,
Relájate aun más y dime…
¿Quien es el hombre que miras?
Es aquel que no vendió su mente
Es aquel que siempre libre fue
Aquel que no despertara más
Aquel el amante ferviente de letras
Aquel de metáforas y ritmos
Aquel que las personas llaman
El Poeta…

miércoles, 7 de noviembre de 2007

kiss me or i`ll bite you

Un silencio en el mundo
Un mundo sin querer hablar
Dos corazones amando
y mis manos no pueden parar,
mucho tiempo esperamos
Ahora solo te cubre tu alma
No detengas mis manos
Provoquemos un temblor,
Que mi saliva se agote
Y mis manos te recorran
Tu cuerpo de nieve arderá
Y tus caderas bailaran,
cuando matemos el silencio
Con tu respiración agitada
Con los dos mil te amo
Y los tres mil te quiero
mientras despreciamos el cielo
Y mi alma a ti se unirá,
Esos afilados labios rosas que
dejaron sabor en mi boca
sabor que llega a tus piernas
sabor tendrán tus lunares
Ahora muerdo tu pecho
tu muerdes mi cuello
Rasguño tu espalda
Y te miro y me callo,
Cuando me muero en ti
y por ti vuelvo a revivir
un abrazo me atara a ti
y todo volveremos a repetir
mi amor témeme
porque no te dejare ir
por favor témeme
que la vida se me va ir
Pensando en ti…

lunes, 5 de noviembre de 2007

Preguntario

De qué estás hecha mi niña?
¿de cera,
de pan o de jengibre?
¿Por qué hay en tus labios un ocaso
y en tus ojos un hallazgo?
Si supieras mi niña de leche
la fortuna que tiene el mundo al besar tus pies.
El olor de las cebollas y los ajos
conjugan tu verbo.
Envuélvete en lechugas
y espolvorea comino en tus manos,
que la vida se desprende de las nubes,
nacen huracanes y el polvo se hace rocas que contienen
el mineral de tu espíritu.

Niña corintia,
niña abigarrada,
suave seda y catedral de cristales aromáticos,
te regalo mis versos para robarte una sonrisa,
niña de ojos eternos
que vagan por el mundo buscando las respuestas.

Dime mi niña por qué tan sola
por qué la luna
y por qué tu pelo.
Busca por la tierra y entre los átomos del aire,
en el sabor de las begonias
y en el sonido de los caracoles.

¿Será que rodeada de niebla te ves más hermosa
o a plena luz de luna?

Responde mi niña atareada,
guarda los juguetes en el baúl y sueña conmigo,
contémonos los dedos de los pies y atrapemos libélulas en burbujas,

Suenas a octava maravilla
a brillo en la penumbra.

¿Quién te robó el suspiro,
quién te entregó tu nombre
y quién ha sido capaz de pronunciarte en vano?

Leche con miel y un bizcocho azucarado para la niña
que acostada en la hamaca se mece entre palabras.
A dormir
a soñar como siempre
y que en el abrazo del mundo
el frío se desvanezca,
como las olas en la arena.


A mi querida Ximena de Tavira, por todas las razones.

sábado, 3 de noviembre de 2007

Querido Punto

Hoy, desde la más profunda estima que te tengo, decidí extrañarte

¿Es que no te oyes?

Anoche soñé con mobiliarios, cuadros de papel y frases extravagantes, que como olas se hacían hacia dentro del sueño y empujaban todo, como un desastre que inundaba la simetría perfecta de las lámparas de noche y las fotografías de mi abuela en blanco y negro que tengo sobre el sillón, ese para dos pares de zapatos, un abrazo y un sexo compartido
Luego apareciste, te soñé gemelo, encantado en tu embeleco de narciso, cabalgando una pestaña postiza y dividiéndome en la cantidad que te venía en gana

Me dejas abierto, como en espera

Hablé de ti en el diván donde voy a contar mis secretos, estabas desnudo y olías a papel sin historia, traté de recordar la imperfecta circunferencia de tu cuerpo
Todo fue en vano, la lluvia de la tarde deslavó tu rostro, se me enfriaron los pies y vi lunares en mis manos
Entonces pensé en lunares y no en puntos, gran diferencia, ¿no lo crees?

Un comentario, un ensayo sobre la vía láctea, varias ideas geniales y un capítulo nuevo para mi historia inventada, se han quedado de pie, con los brazos cruzados y el cuello tiezo de esperar tu llegada

Como verás, la extrañeza es un vacío, un punto de arranque con el motor averiado, dame la pauta, la pausa
Dile al ingenio que no cabe en estos renglones, que eres indispensable, rotundo, vil

Hasta cuándo dejarán las cebollas de hacer llorar a la cocinera, hasta cuándo los aviones aterrizarán seguros, hasta cuándo la mosca dará a luz y se secará en el marco de la ventana, hasta cuándo terminaré de escribir, hasta cuándo te harás presente, presentable, y me darás un motivo para concluir, cerrar el círculo que inició en alguna parte de tu infinita forma

Aunque escriba tu nombre y describa tu valor, jamás tendrá el mismo significado

Me dejas condenado, como el idiota que mira un cúmulo de estrellas sin decidirse por una
Te extraño y te pido que me reconsideres, que dejes alguna huella de tu cuerpo en una hoja de papel, quizás te calque, te fotocopie o te tome fotografías, quizás me olvide de tu utilidad y te deje descansar entre los libros que están serenos, gracias a ti, a tu inolvidable sentido de lo acabado
Punto final

viernes, 2 de noviembre de 2007

ositos camuflajes verdosos


No me preguntes quien era
Porque a un no se quien soy,
Solo sé que
Contigo quiero estar
A tu lado quiero ver
La vida pasar;
Una cadena en mí
enganchada a ti
Que no se ve,
Que no se siente
Pero se sabe que
Ahí esta,
No la queremos quitar;
Me gusta sentirte cerca de mí
A un cuando lejos de aquí estas,
Mil sensaciones provocas en mí
Tan solo con tu nombre decir,
Como un loco puedo actuar
Si un me llegaras a faltar;
Por las tardes suelo oírte
Me llamas, me buscas
Diciéndo que me amas
Y repites que me extrañas;
Por las noches creo sentir
Que conmigo sueles estar
Y tu cuerpo suelo recorrer
Con mis besos hasta amanecer
Memorizo cada lunar
Para un mapa de tu cuerpo hacer,
Despertando del dulce sueño
Observo mi cruel realidad;
Más no maldigo
Porque es dulce y cruel la verdad;
Un mundo oscuro y frio
En el que solíamos caminar
Hasta que nos encontramos
Alguien con quien andar
Y solos no estar,
Perdón por tardar
Y por no dejarte de extrañar,
Perdona las locuras
Te perdono la cachetada
Tú perdóname la mordida y la cicatriz
Perdona mis desplantes,
Perdón por todos los celos
Y….

Perdóneme
Porque no te dejo de amar,
Y cada día
Te amo más
Elizabeth….

lunes, 29 de octubre de 2007

Milnombres

Milnombres pecó.
Dejó un rehilete de historias muertas.
Se compadeció y en siete cajas regaló
luces muertas con licencias de sueños cuentagotas
relojes de arena creyéndose arrugas femeninas
agua salada para el hombre ultrajado
y soberbia con antifaz de poder.

viernes, 26 de octubre de 2007

2 jaikus*

Un día en el estanque.

La rana cuando
salta hunde más el agua
en el estanque.

Esa hoja vibra
a causa del espanto:
es un resorte.

La libélula,
fija con un alfiler,
se va trémula.

Un tiro de agua,
más viscoso que el agua,
la prende en su instante.

Dos pares de alas
viste en la boca Rana,
ya no tiene hambre.

Una noche con insomnio.

La luna eterna
hoy es sólo un instante
porque la veo.

Muy lejos vuelan
estrellas sempiternas
¿No vienen por mí?

Aquel algodón
blanco se vistió de noche.
Va a bailar.

Viento pérfido,
danzas, con muchas, waltz:
¡Qué buenos pasos!

Te vas, Noche mía.
Te veré hoy en la noche
cuando al sol venza.

*Piezas rescatadas del olvido de 5 años y cajas de polvo.

A ti, amor.

Mirar tu ser cual hojas de preciada
rosa, que incita al tacto a una caricia
y quema al alma ver tanta delicia
cuando en descuido te da una mirada.

Mas no por eso al ama se amedrenta,
volverá, aunque esto costara su vida;
cuidar sabe esta maga tu bebida
y tomar con respeto, sin afrenta.

Menuda muerte espera a quien te toque
y aún así, valientes y soñadores
desean de tu huracán ser petifoque.

Plañideros náufragos en su humor
ruegan los veas altiva con honores
nulos, desde tu inasible rubor.

jueves, 25 de octubre de 2007

15: Homenaje a Pablo Neftalí Reyes Basualto (Pablo Neruda).

Tú luces como reina cuando estás tan sonriente,
y observas ese cetro, y te miras la boca.
Amanece con tus ojos de sol encantado
y amanece con tus labios de amor y de sombras.

Como todas las noches estás en la ventana
alumbras en las noches, noches de algarabía.
Mi princesa de ensueño, con reveses en tu alma,
y con reveses en la ventana del mediodía.

Tú luces como reina cuando estoy rozagante.
Y estoy ebrio perdiéndote, mi princesa en capullo.
Y te siento de lejos y tu ser en alcázar:
mírame con tus ojos desde los cielos tuyos.

Tómame con tu boca y también con tu silencio,
raro como una nuez, y más raro que un membrillo.
Sientes cuando te sueño, resplandeciente amada.
Tu vergüenza y tus rubores tantos y tan sencillos.

Tú luces como reina cuando estás tan sonriente.
Altiva como diosa cual si no fueses cierto.
Una ventana entonces, una silueta calma.
Y estoy ufano, ufano de que no sea cierto.

Fco. Puente
nov/05

martes, 9 de octubre de 2007

Recuerdo de Chiapas

Por Marcos García Caballero

Te aprieto la mano oteando tu horizonte,
pronuncio desde lo alto con mi copa
tu nombre escrito en pliegues de selva tropical.
Mientras te aguardaba, aquí en la ciudad,
sabía de rumorosas costas y de enfebrecidos pensamientos
que cruzaban por tu mente años atrás,
cuando los dos dormíamos en campamentos rebeldes.
He visto ahora con vacío y saliva salada aquellas fotos,
me parecen perfectas para la juventud de entonces,
sin embargo, ahora que dejo esta casa, ya no tienen nada qué decirme.
Es y era también tu blusa: ¿Lo recuerdas? Mira: acá estoy yo,
ese fui, quizá no sé qué percibiré ahora, pero tu cabellera untándose
con ese filo de ron sobre mi pecho y esta erótica mía eres tú y afortunadamente,
no puedo decir que he perdido nada junto a ti; eres ese poema buscado y nunca escrito desde hace años: tu voz me lo confirma ahora,
ese recuerdo salvaje somos dos y somos de ahora en adelante:
siempre cambiantes, siempre contentos, siempre luminosos.

lunes, 8 de octubre de 2007

Catarsis

Por Marcos García Caballero

Catarsis y flama roja:
¿El poeta es ángel negro de dios o bestia cosmopolita?
Veo subir como sombras a las fauces enormes
que se tragan mis vidas pasadas,
veo mi espíritu sometido a la tormenta, al desierto,
a los riscos duros de todo cuanto nos condena al silencio.
Puedo ver a la poesía y decirle:
He vuelto, soy el mismo,
pero traigo significativos y más largos silencios.
Traigo un rinoceronte tatuado en la pared de la memoria,
esa memoria tuya que fantasea,
que dice te odia y es teodicea,
es el bar y es la calle y es muy mía joder,
acuéstate para ver cómo derrumbo a un solo aullido a las palabras
de los miles de podridos mundos que conspiran contra mí,
siéntate en esta parte del jardín para que te arrulle con poemas
y con el conocimiento que enredan
y han dicho por siglos los charlatanes,
pero yo lo volveré música para tu oído,
yo haré ver esa diferencia, esa diferencia es esto:
la cruel diferencia que hace que no soy un bastardo
hijo de pleitos y rencillas callejeras: mi linaje proviene de lejos,
es tangible al verbo y al oído, al tacto, al ojo y al gusto,
es el arbol? Es la ardilla? Será acaso la pantera? Será la pesadilla?
No, no no no no, joder,
es la máscara que siempre trae noticias,
es el sagrado sultán que alguna vez tocó el swing,
es el llanto que deja lo que no existe,
es el sempiterno llamado,
esa otra voz que recibe y ordena al condenado a consignar,
en unas cuantas palabras, la aventura de toda la especie,
cuando es la levedad de su hora.

viernes, 28 de septiembre de 2007

Instantánea

Para los Poetas de SOGEM
Por Marcos García Caballero

Me recuesto sobre la tierra. Un cielo gris flamea sobre la ciudad de México. Una muchacha absorta en su soledad me escucha a través de este texto que nunca he escrito y desde que subí a la cima me a dado vueltas por la cabeza, al igual que un campesino de tierra caliente le da vueltas su turbante de mosquitos. Me he detenido a pensar que será y que no será, como la sangre con su trotar de caballos negros me escurre por dentro, en el mausoleo de todas esas viejas ideas que he tenido y que ahora están enterradas y muertas. Pero junto a mi está mi sombra, muy tierna ella, con su sombrero y un gato crispado jugando en su regazo. Mi sombra es el sultán de mi deseo y de mi destino; sujeto su dentadura como si fuera sujetar un bosque y la siento fuertemente encadenada a mí cuando expele el humo azuloso de su cigarro; yo soy el mar de su ballena entristecida por la memoria de lo que no le tocó vivir y de lo que huyó dejándome a solas con mi carne. Cierro los ojos, una enciclopedia se abre y deja escapar gaviotas y murciélagos; lenguaje de fayuca y almacenes de prestigio en estampida cuando mis ojos se cierran. No sé lo que será de mi sombra cuando mis ojos se cierran; tal vez se trepe a un árbol a buscar al gato que la ocupaba, tal vez me apuñale con cuchillos que yo no oigo, tal vez me abandone y sólo puedo pensar —digo que pienso porque sólo lo que pienso puedo tratar de despejarlo como una ecuación y dejarlo solo en el papel, mientras que cuando tengo cerrados los ojos no puedo estar seguro si estoy pensando o estoy cayendo, como en un sueño— como decía, sólo pienso que tal vez la muchacha me sigue leyendo, y su lectura da fe de que alguien que cierra los ojos no es inútil porque imagino la frondosidad de sus ojos desplegándose sobre mis palabras y quiero tocar su fondo, su sentir, quiero asomarme en la ciudad donde ella vive que, aunque es la misma en la que yo habito y en la que yo viajo por los túneles del metro, es también otra; otras son sus ausencias, sus malestares, mi sombra en su presencia sólo la consignan estas palabras, pero por medio de estas palabras la escucho y le digo: tienes razón, la has tenido siempre, (y ahora no sólo cierro los ojos sino los aprieto con la fuerza de un huracán que de golpe, instantáneamente, arrasa con la ciudad que había contemplado), y la muchacha, como es listilla, se ríe, dice gracias por darme la razón y me olvida, se dedica a sus actividades y ahora yo la empiezo a escuchar, escucho sus tacones bajando la escalera... ¿a dónde irá? Me dan ganas de gritarle: "¡cuidado, la vida es una trampa, si no las sabes esquivar acabarás en la tienda de artesanías de la muerte!" Y algo hace clic —aunque no exactamente clic, pero clic es la mejor manera de decirlo con el alfabeto que nos ha tocado— y ese clic me distrae y hace que abra los ojos y veo una familia parada delante de mí y lo primero que pienso es en pararme del suelo, aunque a decir verdad me la paso muy bien en el suelo en este momento, he intento hacer un ademán a la familia, un saludo o algo, porque a decir verdad, en esta parte de la ciudad no hay muchas familias y menos en esta postura, todos sonrientes como si se les fuera a entregar una medalla, sin verme siquiera, y en este mismo momento les cae un látigo de luz fugitivo que los embellece y los vuelve planos, y yo me digo que ese látigo no puede ser mas que el del flash de la cámara que hizo clic y después todos se van y me dan las gracias, aunque yo no sé por qué, ya que yo en lo que estaba pensando es que la literatura moderna cada vez pierde más descripción e imagen y que la palabra misma enlazada con otra palabra —por ejemplo una cola de caballo en la nuca de una mujer, aunque no sea la mejor imagen literaria, pero en esa estaba pensando— es lo que queda, pues el cine y la televisión, por no decir la computadora, se han robado todas las imágenes y cuando uno lee un libro es odioso imaginarlo como una película, ya que el fin de la literatura no es propiamente ver como se ve una roca, una toronja o una cola de caballo en la nuca de una mujer, por ejemplo, sino meditar viendo o mejor dicho una meditación paravisual, aunque esto suene horrible. Y yo me digo: ¿por esto me dieron las gracias? Bueno, qué amables, pero tal vez es demasiado; yo sólo le doy las gracias al de la vinatería cuando quiero oír un buen blues y asarme el pecho con el calorcillo de un generoso whisky y saco la lengua y olfateo como serpiente la guitarra de la siguiente canción que deseo escuchar en honor a Ezra Pound y de repente algo se me acomoda y siento un ronroneo que me da tanto miedo que sólo puedo mirar el cielo rasgado y sentir como mi sombra se me acomoda de nuevo con su gato y me coloca la cámara que había traído yo acá para sacar fotos.

miércoles, 19 de septiembre de 2007

No me duelas.

A la Libertad.

No me duelas, mujer,
que hay cien abismos
perforados en el alma;
cien aullidos, mujer,
gritados al alba
en la noche más ciega;
y cien espinas clavadas
en el grito contenido.
Eres tortura que no para,
desdén de marinero
al náufrago errabundo,
hora última del condenado,
héroe muerto en la victoria,
y brisa que se cuela
entre las rejas de la cárcel.
No me duelas, mujer,
que dueles en la carne y en el alma,
en la cama y la sangre
y en la vida que sale y que se escapa.
En ti se trasluce, límpida y diáfana,
el agua que otrora fluyó en el páramo,
derramándose fértil por planicies
que eran el vientre de la primavera.
No descartes, mujer,
ese beso encendido como brasa,
esa llama absorbida por tu cuerpo,
ni esa rosa ofrendada a la mañana.
Olvídate de todo
menos de los vientos,
menos de las aves,
mucho menos del mar.
Olvídate de todos tus recuerdos,
de tus muertos, de tus vivos,
de mis manos y mis sueños.
Olvida que me dueles y te duelo;
tan sólo no te olvides
que yo no olvido. Y que te quiero.

Francisco Puente feb/06

domingo, 9 de septiembre de 2007

gatitos en mi kasa

Por siempre
Miro esos ojos
Ya no me veo en ellos
me recuerdan el pasado
El tiempo que se fue
Recordemos juntos…
¿Acaso ya no recuerdas?
Los momentos de ayer
Dije te quiero
Y tú me jurabas que me querías
¿Ya lo has olvidado?
Te abrazare aunque tú no lo hagas
te besare aunque tu no lo quieras
¿Porque no contestas?
Solo sigues sentada
y quieta...
Tu cara blanca inmóvil
¿Dime mi amor aun te da miedo la noche?
¿Aun te doy miedo yo?
Como hace unos momentos
Como en toda nuestra relación
Vamos no es tan lamentable tu situación
Ahora te vez mejor
Ya no causaras problemas
Así por siempre estaremos juntos
Nunca me volverás a decir adiós
Aunque ya no puedas besarme
Yo te besare
Aunque ya no puedas tocarme
Yo te tocare
Por siempre..

Arcano

A César Antonio López

Madera y trazos tan nuevos como sempiternos.

Madera errante,
ahíta de siglos;
tan dura como elástico
es el tiempo:
inexorable.
Te desbordas más allá del mar
y luego te constriñes
en un día.
Tu continente te da
forma de un segundo:
rígido y flexible:
cambiante.
Una línea se descubre
en tu rostro,
te recorre la cintura
hasta tus faldas:
te devela:
eres toda líneas,
toda curvas,
toda llena
de fracciones todas:
un segundo, y por tal,
natural segundo
naturalmente cambiante.
En pocas horas te
transformas en
un día, semanas, meses;
y al cabo del fluir
ya tienes un siglo
más de líneas.
Más que líneas,
venas con fluir eterno
de la vida,
flujo entreverado
de madejas enredadas:
plexo constante,
constancia efímera:
suspiro de un segundo
que recorre vuelto flecha
los nudos y las curvas
de tu rostro, Madera vieja:
Madera errante de mundos
y de fondos:
sapiencia...

...en tus trazos
ahítos de siglos...

sábado, 8 de septiembre de 2007

Ho, belleza, ho terriblemente selvática belleza la de tu rostro perfecto, enmarcado en una de esas (según la palabra antigüa) cabellera tipo fuego rebelde y espasmódico. Esa belleza, te digo y te lo hablo así, vale tanto que es ese tipo de carne que uno mismo pierde al salir de una cantina, es lo que (y aquí hablo de mi propio pasado) me hizo recorrer el país por las carreteras buscándote como espejismo. A ti esa belleza te viene desde tan lejos como la sabiduría a los proverbios, ese plancton macerado en esos ojos grises tan llenos de alas, divinos, ho materia! Tú que todo lo tragas, que incluso algún día hasta al más corrupto de los políticos redimirás bajo los suelos, no sabes nada de lo que hablo. La gracia de esta ninfa, de ésta criatura alegre y cruel que me concede dos miserables segundos por teléfono, ya ha caído bajo mis garras, ya sabe algo de mi sensual lujuria. Ella diría, lo apuesto: “te ves todo tierno ahí escribiendo, todo chic y todo pretencioso, todo artista”. Ella conoce mis poemas, pero por los que le dediqué, estoy seguro que alguien me dejaría dar cátedra, me invitarían al púlpito, incluso, ¿quién carajos lo sabe? Se equivocaría de nuevo el gran jurado y me darían otro premio.

babilaer

babilaer


Despierta niño
Las fantasías acabaron
Te busca, ella esta aquí
La única que puede destrozar
Un duce sueño será pesadilla,
La que te golpea y mata,
La que ya no se puede cambiar,
La que no le puedes ver la cara
Por la temible imagen que vez,
¿Porque no la quieres recibir?
¿Te recuerda en la miseria en la que estas?
Ahora tus manos tiemblan
Y quieres escapar
La cita programada esta
No la puedes cambiar,
Atemorizado estas
No puedes escapar…
Podrás volver a soñar,
Puedes seguir teniendo ilusiones
Caerán fulminadas,
Las escusas no importan
Que caigas y que te veas,
El reflejo en el espejo
La claridad te asuntara
Alguien lo limpio
Todos tus sueños acabaron niño
Ahora eres viejo
Y la vida te espera
Ella tiene hambre,
Le gusta desgajar
Carne fresca su favorita;
Tratas de escapar
Gritas por piedad
¿Que harás?
Ella te destrozara
Y a la vida te presentara,
Ella a quien todos temen
Ella a quien la llaman
Realidad….

viernes, 7 de septiembre de 2007

Cadenas...

Arrastro con mi mano
la otra mano de un cadáver
y sabemos ambos
(él desde la muerte profunda como el sueño
y yo desde la ilusión),
que no es vida o muerte lo que compartimos.
Con la igualdad cósmica
que él grita desde su pesadilla
y yo desde el agujero de mi sombra con sombrero
que pulula sola en la avenida,
hemos venido a dar aquí juntos
para certificar que la fantasía
es el abrevadero de la conciencia humana
atorada en el deseo:
la muerte y su reverso: voz, respuesta o alegría.
Quizá...
Mas lo arrastro y no me canso, me conduelo.
Su mano que rodea a la mía lo delata,
quizá él en vida perteneció a mi tierra,
lloró, bebió y amó al parecer igual que yo, pero yo no lo conozco.
Estoy obligado a no mirarlo.
Quizá es mi hermano, mi padre o el viejo
que soldaba fierros a la vuelta de la esquina,
cuando el sol resplandecía en las aceras y el olor a comida y carbón atraía a las familias a sentarse en los comederos
dispuestos por toda la calle, inconmensurable.
La mano de éste cadáver pesa poco,
soy yo el que con mis pasos me voy perdiendo,
no sé si por locura, orfandad o miedo,
pero aquél recuerdo lejano de mi calle y aquél viejo,
un beso de mi ex novia,
la galaxia que dibujaba en el pizarrón mi maestro,
o el cuento desmadrado que todavía no acabo,
me hacen dudar si arrastro o soy yo el arrastrado.

Marcos García Caballero

Bienvenida

A modo de editorial.
Hápax poético pretende establecer un vínculo entre poetas y el público lector de poesía. Pero también pretende establecer un vínculo entre los poetas mismos. Aquí se podrán leer poetas viejos y jóvenes, ortodoxos y revolucionarios, rigurosos y no tan disciplinados, publicados y publicables. Sin embargo no sólo se podrán leer sus textos poéticos, sino que, en la sección de comentarios, se podrán leer sus odios y afinidades, sus gustos y pareceres poéticos; no les sorprenda si acaso encontrasen un poeta despedazando al otro que se defiende a ultranza, y tampoco les sorprenda encontrar poetas que no publiquen más de un texto al año. Otros más, quizá, se contenten únicamente con publicar sus poéticas o algún ingenioso divertimento literario. En fin, Hápax poético pretende ser una ventana más para la lectura poética contemporánea en nuestro idioma (y por qué no, tal vez en alguna otra lengua).