Ante el escritor Ambrose Bierce se
abre el desierto, únicamente desierto atrás o adelante, se acerca una tormenta
de polvo enorme en el desierto de Chihuahua, hombre entrado en años, viejo y él
solo tiene qué enfrentar a la tormenta sin mayor arma que su caballo y una
cantimplora casi vacía del vital líquido, entonces, agacha la cabeza, de pronto,
la levanta de nuevo, toma el pomo del caballo y se dice: “Mi destino es mío”.
Estamos en la mitad de la novela Gringo viejo de Carlos Fuentes, (Seix
barral, biblioteca breve 1985 y 2000). El genio Bierce había profetizado con
todo lo posible de profetizar (vgr: “ÉXITO, s. Especie particular de
decepción”.), en su célebre Diccionario del Diablo, inclusive
sobre el hecho de su misma muerte, que le parecía algo que debía ocurrir en México, según las cartas que dejó a sus amigos en
1913 antes de perderse definitivamente en el México revolucionario, por poner
un ejemplo, para él caerse de una
escalera y romperse la nuca, era algo “indigno” como forma de morir. “Ah
—escribió en su última carta—, ser un gringo en México; eso es eutanasia.” La
novela de Fuentes funciona y se defiende sola porque, como nadie sabe en
realidad que fue de Bierce, se abre una parcela de ficción gigante y la
especulación sobre su destino hace la suerte de homenaje póstumo y con el
debido respeto a la genial figura, cual debe de ser. A pesar de que Carlos
Fuentes es novelista del México urbano y moderno, su evocación revolucionaria
triunfa por los dos personajes pivotes, Tomás Arroyo (el guerrero revolucionario,
macho, misógino e iletrado pero lleno de odio y alcohol, una suerte de Pancho
Villa camuflado, ya que en la actualidad se sabe que Villa leía desde muy
joven, incluso que el primer libro que leyó fue Los tres mosqueteros) y
la amante supuesta de Ambrose Bierce, Harriet, (la norteamericana que desea
redimir a los niños mexicanos enseñándoles inglés en una escuela). A mi parecer
es una novela excelente. Finalmente el drama al que se ven enfrentados los
personajes lo puede ver desde hace ya mucho tiempo, desde 1986, creo,
cualquiera que compre o rente la película del mismo nombre.
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Todos los textos son propiedad de sus autores, quienes tienen todos los derechos sobre ellos (¿o será al revés?) y han decidido libremente publicarlos aquí para la difusión pública sin fines de lucro. *Este proyecto está basado, en sus orígenes, en la idea de Dulce Chiang y Alicia Quiñones
sábado, 16 de noviembre de 2013
jueves, 7 de noviembre de 2013
"Devenires fantasmales en la evanescencia" Por Yunuen Martínez Puente...
La enfermedad atisbaba el aire, la poca luz que nos
entraba nos lastimaba los ojos. Comenzó la danza.
C.
Olvera
Quiero ser como un
recién nacido, no saber nada, absolutamente nada de Europa... ser casi un
primitivo.
Paul Klee
¿Qué fantasma recorre hoy el mundo?, ¿y qué si
el fantasma se vuelca en enfermedad íntima, en enfermedad de las sensaciones?: “¿Qué pesadillas hemos
soportado durante la noche para levantarnos enemigos del sol?” (Cioran, 2004. P. 103).
Siento y trato de
sentir un mundo enfermo. Un mundo cuya velocidad me sugiere insomnio. Un grito
en la noche. Terror.
Quisiera amar el
laberinto de la vida, amar incluso el horror. Pero hay siempre detrás un gesto,
un susurro que me recuerda que el laberinto que recorro hoy, está dominado por
el absurdo. Estúpida rabia humana.
Siento y vivo en la cuerda,
preguntándome siempre: ¿cómo saltar al vacío?, ¿cómo no saltar?... Y después el
eco: ¿es posible acaso, saltar acompañada?
Yo canto, quisiera
cantar, antes que verme enteramente destrozada. ¿Por qué se canta y se baila en
la forma, en la línea, en la vibración? Se canta porque al final, también la
empatía juega con la violencia entre la mente y el corazón. Porque es necesario
comunicar, establecer contacto, posibilitar el encuentro de miradas.
Trato de entender el
mundo nuestro y la actualidad se evapora ante mi mirada. Lo actual se evapora.
La evanescencia continua no sólo de la noción de realidad, sino de la noción de
todo concepto, percepto y afecto, es acompañada de una evanescencia del contacto
entre el arte, la ética y la historia. Enfermedad de las sensaciones, en cuanto
éstas sufren, desde la acumulación originaria del capitalismo, como efecto de
la conquista de América, hasta el vertiginoso simulacro de mundo inaugurado con
una explosión: Hiroshima. Silencio brutal de una violencia estúpida
forzosamente generalizada en la desesperación de la guerra. El horror de la
muerte industrializada, de las pilas de cadáveres en espectáculos callejeros.
Esta violencia devastadora de que somos capaces, una vez desatada, es la enfermedad
más lamentable y contagiosa. Como lamentable es el hecho de que la intensidad
con que la vida se precipita hoy sobre nosotros y multiplica la sensación de
vértigo de la modernidad, distorsiona nuestra existencia en una suerte de
condición esquizofrénica que nos impide parar a mirar, voltear la mirada y
cuestionar la ilusión del pasado; de lo que somos. La vida y el cuerpo, nuestra
vida y nuestro cuerpo, han de constituirse en la fugacidad del instante, que
crea y destruye paralelamente. En consecuencia, también el arte como reflejo de
nuestro cuerpo; de nuestro mundo.
El terror de lo
absurdo pudiera inducir al suicidio de la razón. Pero entre tinieblas y “castillos
de cristal” hay un mundo subterráneo que puede, incluso, tomar a la bomba y
hacer con ella un canto. Evidenciar y ocultar fantasmas. La literatura, el
arte, son importantes hoy pues generan en nosotros las sensaciones de un fuego
que se mantiene sobre la nieve; de un hierro que amenaza, pero no alcanza a
silenciar del todo, el latido del corazón.
Entiendo en Berman una
nostalgia. La urgencia de la sensibilidad, del canto, del modernismo. El
carácter sensible y romántico de un Marx que confronta los logros, el vacío y
la contradicción de toda revolución, funciona aquí como una línea de fuga y
como una salud. Nos plantea problemas y nos permite sobrevivir en un mundo
posible fuera del hombre: en la figura de un fantasma que lucha por aparecer en
la evanescencia. Un fantasma que aparece, paradójicamente, con un Manifiesto que destruye fantasmas. Un
mundo donde los fantasmas más que lastimarnos, nos dan fuerza; donde el
fantasma mismo es un arte.
Si hoy Marx se olvida
o es silenciado, es porque se entiende que capitalismo y comunismo son
evanescentes. Y tal vez porque el “socialismo real” se ha volcado contra
nosotros. Pero no hay que olvidar que el fantasma que Marshall Berman revela en
Marx es una posibilidad, una visión hecha figura, que desde la palabra, invita
a reflexionar sobre el mundo como Marx cree que pudiera ser. Sus textos, su
modernismo, nos ayudan a indagar en las grandes contradicciones de nuestra
condición histórica. Si manejo por la ciudad y veo la pobreza que se asoma, si
veo los contrastes que caminan por las calles y chocan y se odian, y el asco de
imaginar o pensar en política, ¿cómo puedo intentar entender esto sin Marx? No
puedo parar y quedarme a llorar. En la banqueta. Bajo el sol. Porque de nada
serviría. No quiero saltar al vacío de la autopista y dejarme morir. También en
la vida hay rostros y formas, palabras que hacen figura, que nos sonríen o
angustian, pero nos sirven de apoyo.
Y tal vez seguiremos
viviendo y luchando a la sombra de un sueño, aprendiendo a gozar su cobijo.
Entiendo en Berman una nostalgia salubre, un sentimiento moderno, o mejor aún,
modernista. Un modernista que reconoce y busca revelar lo inaprehensible y
contradictorio de la modernidad. Y digo nostalgia porque dicho reconocimiento y
dicha búsqueda se configuran en pos de un sueño, que gracias a Carlos Marx, es
un tatuaje obligatorio en nuestra piel, en la medida en que reste en nosotros
el deseo por comprender una gran parte de la cuestión histórica de la humanidad:
la que corresponde al trabajo, a la producción, a la sobrevivencia.
Veo en Todo lo sólido la búsqueda de una resistencia,
más que la búsqueda de una meta. Berman abre la posibilidad, construye un
puente para aproximarnos al sentimiento contemporáneo de la aporía. Un
sentimiento como bloque de sensaciones enfermas que, inmersas en la
culpabilidad de su propia podredumbre, en las ganas inmensas de arrancarse los
ojos y pagar así los crímenes de la razón, no cesan de buscar, aunque lo que
busquen sea la fuga misma, o al menos, una máscara de cinismo con que mirar al vacío.
Todo lo sólido me invita a buscar el
acompañamiento en la evanescencia,
incluso a buscar ahí, en su fugacidad, una suerte de ética de las sensaciones que
pueda volar, transportarse en el aire, en la ráfaga de nuestros días sobre
días. Una ética en la figura, en el color, en esa ausencia de mundo que,
paradójicamente, es uno de los últimos resquicios habitables. Una ética que
posiblemente busque el olvido de Europa, de su vacío y su evanescencia, con el
recuerdo de “la flor y el canto”.
Bibliografía
Berman, M. (2011). Todo lo
sólido se desvanece en el aire. México: Siglo xxi editores.
Cioran, E. M. (2004). Breviario
de podredumbre. España: Punto de lectura.
Deleuze, G. (2009). ¿Qué es
la filosofía? España: Anagrama.
Dorra, R. (2005). La casa y
el caracol. México: Plaza y Valdés.
¾¾ (2002). La retórica como
arte de la mirada. México: Plaza y Valdés.
León-Portilla, M. (2006). Quince
poetas del mundo náhuatl. México: Editorial Diana.
Lipovetsky, G. (2009). La
felicidad paradójica. España: Anagrama.
Marx, C. y Engels, F. (2008). Manifiesto
comunista. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales.
Olvera, C. (2009). Génesis
de la indignación. México: Instituto Cultural de Aguascalientes.
lunes, 7 de octubre de 2013
RETRATOS DE URUK- Autobiografía Poética. Pablo Vargas Ángeles
LA GRAN URUK QUEMA LOS
CUERPOS
Quisiera desaparecer
silenciosamente desaparecer
Dejar la vida dejar la tierra
Todo es abrumador
La gran Uruk quema los cuerpos
Las gargantas de los seres son
fuego
Me arden estas piernas y me
pesan
me arde la garganta
Mal se come se duerme se vive
aquí en Uruk
¿Qué trabajo y qué amor?
La paz y la contemplación no
son de Uruk
Tal vez está cerca un Incendio
devastador
O tal vez Uruk estará aquí
Dos mil cuatro mil Seis mil
años como un Infierno glorioso
Y nadie que me lea verá el
derrumbe de Uruk
Quisiera desaparecer
silenciosamente desaparecer
Dejar la vida dejar la tierra
Es abrumador todo
La gran Uruk quema los cuerpos
Las gargantas de los seres son
fuego
¿Quién vive en la Uruk
milenaria y sin gobierno?
Prostitutas ricos
esquizofrénicos sicarios enamorados narcisistas pobres enajenados
revolucionarios abandonados psicoanalistas y poetas
¿Y de qué pueden escribir los
poetas de Uruk?
En algún tiempo fueron guía
para el espíritu
La Ilíada durante siglos en el
canto de los aedos formó a los hombres
Augusto desde el norte de
Hispania suplicó y amenazó en cartas a Virgilio para que le diera noticias de
la Eneida
Ahora los poetas viven en su
isla
en una larguísima ausencia*
Y ahí están
bien porque no tienen mucho qué decir
Uruk fue un error y los poetas
se la pasan vomitando
Quisiera desaparecer
Apaciblemente desaparecer
Es abrumador todo
La gran Uruk quema los cuerpos
Dejar la tierra dejar la vida.
- - -
* En homenaje a Francisco
Hernández (poeta mexicano)
febrero
2013.
URUK ES EL MITO DEL HOMBRE
Uruk es el mito del hombre
El mito de una ya perdida
humanidad
Es un mito-tragedia
Nacen juntos el mito y la
tragedia
La tragedia sucede primero y el
mito es quién la canta
El mito la crea pero la
tragedia lo antecede
Sólo es posible decir Uruk
hasta el cansancio
La escritura no podría no
hablar de otra cosa
Desde hace incontables años
venimos cantando
Uruk amurallada por Tiranos
La Ilíada es ejemplo antiguo
del canto a la ciudad amurallada
La Eneida es memoria de la
decadencia esplendor Romano
Uruk sucumbió a la tragedia
humana luego se hizo mito
Desde hace incontables años venimos
cantando
Uruk amurallada por Tiranos.
febrero
2013.
PABLO VARGAS ÁNGELES
Nacido en
Naucalpan, Estado de México en 1974, Pablo Vargas Ángeles es poeta y
psicoanalista, formación de la que se ha servido para robustecer la creación de
oscuros personajes poéticos que describe con una exactitud reveladora. Su
ejercicio intelectual lo ha llevado hacia los insondables territorios que
vinculan al psicoanálisis con la creación poética. Fue productor y locutor del
programa de radio universitario de poesía “Esfera y malabares”, de la
universidad intercontinental, y su obra ha sido difundida en revistas
literarias y en antologías de poesía joven de México. Ha publicado
individualmente: "El humor del día" (Editorial Antinomia, México
1996), y en colaboración: "Espacios Materiales" (Angelito Editor,
México 2000). Y en 2002 fue antologado en el libro conmemorativo del “Cuarto
Maratón de Poesía” (Editado por el Ayuntamiento de Toluca y la casa de cultura
TunAstral, del Estado de México).
El espíritu narrativo y
antipoético de su obra, largamente trabajado bajo las generosas influencias de
poetas como: Nicanor Parra, Cesare Pavese, Jacques Prévert, Carlos Drummond de
Andrade, Leopoldo M. Panero, Fernando Pessoa y Vicente Aleixandre, entre otros,
hace de quien se asoma a sus páginas un lector-espectador de imágenes que
parecieran haberse redactado a 24 cuadros por segundo. Como en el cine, Pablo
Vargas oscurece nuestro entorno y proyecta su visión de otra vida que también
es propia; como en el cine, nos hace poner un ojo en la pantalla y otro en la
breve luz que indica la salida, sin que podamos distinguir cuál de ambas
realidades está más cerca de nosotros.
viernes, 27 de septiembre de 2013
Sobre Iván Ríos Gascón y su último libro Broadway Express
Buenas tardes a todos los aquí presentes. Es para mí un gusto y un honor
presentar el último libro de mi amigo Iván Ríos aquí en Aguascalientes, pues
debo decir que cuando yo volví a vivir aquí en el año 2006, Iván se encontraba
en Nueva York redactando, gracias a una beca, éste libro que ahora él viene a
ofrecerles a la feria del libro más grande del estado.
Antes de referirme propiamente a la obra, tenemos que establecer que Iván
Ríos es uno de los nuevos protagonistas de la cultura juvenil y de los medios
de comunicación en general: Ya desde
1994 él era locutor de radio en la
estación legendaria Rock 101, publicaba en el suplemento cultural de Excélsior y había
sacado su primera novela Tu imagen en el viento en la que
decodificaba a esos personajes que se dejaban ver en la plaza de Coyoacán como
en el Hijo del Cuervo y que tenían pretensiones artísticas he intelectuales.
Fue al año siguiente en 1995 cuando yo lo conocí: fui a buscarlo a las oficinas
de Excélsior con 300 cuartillas del
borrador de mi primera novela, él me recibió con gusto y nos quedamos de ver en
una semana, para mi buena sorpresa, me invitó un par de cervezas con sus amigos
y al escucharlo hablar inmediatamente me identifiqué con él, se veía
inteligente, profesional y bajo los aires de la locura favorable que han hecho
de él un conocedor de cine y música alternativa, literatura de culto, pintura,
etcétera. Iván conoce detalles curiosos sobre un variopinto grupo de autores y
artistas, por ejemplo del pintor Francis Bacon, de John Kennedy Toole, el celebrado
autor de La conjura de los necios, y
lo que sucedió después de la publicación del libro; de Henry Miller y el juicio que enfrentó acusado de pornografía por sus célebres y ya
clásicos Trópicos, asimismo, Iván es
colaborador actualmente de la revista The
Rolling Stone en su espacio para reseñas literarias, por ejemplo, ahí
apareció una buena nota para recordar a Carlos Fuentes, también Iván mantiene
una bitácora en Internet (no les diré la dirección porque está en el libro). En
fin, Iván ha logrado ya desde hace tiempo, un estilo propio para sus
comentarios sobre la cultura posmoderna y la no tan moderna.
En el año 2004 entrevisté a Iván a propósito de otra novela que él había
sacado en el 2003, LUZ ESTÉRIL
(editorial Praxis) en la que también volvió a retratar a los jóvenes
pretenciosos de excesos de sexo, drogas, alcohol, intelectualismo y anhelos
artísticos. Pero ésta novela, cuyo ancestro aparente se encontraría en Gustavo
Sáinz, José Agustín y toda la llamada “literatura de la onda”, tal como la
definió desde entonces la maestra Margo Glantz, resultaba de inmediato otro
tipo de registro, otra visión totalmente diferente; es decir, Iván hurgó en la
vida underground de la Ciudad de
México en las vidas de los treintañeros de los bajos fondos y de las clases más
altas y no había ahí nada que ver con “la onda”, se podría decir que éramos
nosotros los retratados, en una historia en la que, curiosamente, la
construcción misma de los personajes y sus propios conflictos internos
brillaban más que la historia por sí misma: se trataba en esa acertada visión
narrativa, de que los jóvenes entendieran a los personajes como sus posibles
pares; con toda esa gran exploración interior, Iván no toma recursos prestados
a José Agustín, ni siquiera hace mención al caló propio de la Ciudad de México como otros
escritores gustan de hacerlo; más bien reinventa a la juventud porque la onda
pasó hace casi 50 años, en cambio nosotros fuimos jóvenes apenas ayer. Y si
Iván ya lo había hecho de algún modo en Tu
imagen en el viento, en Luz Estéril
me parece que logró llegar a una cima con la suficiente tenacidad he
inteligencia narrativa que ahora es una obra que definitivamente no puede ser
pasada por alto. (Recuerdo que por entonces los comentarios a Iván eran: “¡Qué
caray Iván, ya consíguete una novia!” Se lo decían porque el libro es largo,
pero además Iván también tiene sus admiradoras).
Y ahora, para que nadie se vaya de aquí sin su ejemplar de Broadway Express, voy a hablar bien del
libro: ¿Recuerdan algunos de ustedes La
Poética de Aristóteles? Más o menos una de las tantas reglas que el
estagirita impone en ese texto clásico a las obras literarias es buscar contar
algo creíble pero imposible, en vez de algo posible pero increíble. En lo
personal no le hago mucho caso al alumno de Platón, pero Iván lo logra con
soltura y amenidad, desde la postura de un narrador omnisciente, crea
atmósferas híper modernas salpicadas de glamour, cenas y coktails en el Museo
de Arte Moderno de Nueva York, por decir algo. Sus personajes se enamoran, se
embriagan y tienen fiestas en restaurantes donde Robert de Niro es el dueño… Se
trata de una obra compuesta al modo de la Trilogía
de Nueva York de Paul Auster, o el Quinteto
de Buenos Aires de Manuel Vázquez Montalbán en una serie afortunada de
relatos entremezclados donde abunda el buen gusto de lugares, y registros cercanos a Broadway pero ésta vez los
personajes son más vacíos, o algunos buscan la autodestrucción inconscientemente
como en el relato Sometihn’ stupid,
título prestado de una canción de Frank Sinatra donde se cuenta la mejor parte
de una mala noche para mejor olvidar. Los
personajes, treintañeros ricachos de Nueva York, se ven
envueltos en parábolas que dejan entrever el vacío existencial y un poco el
sentimiento de orfandad que se vive en las grandes metrópolis sin dejar de
mostrar su lado tragicómico y en especial el último relato, para mi gusto el
mejor del libro, donde estamos en presencia de una desesperada relación erótica
arrolladora que culmina en algo creíble
pero imposible. Iván deja ver claro, que
sus personajes nunca dejarán de buscar el amor o el sexo y el alcohol, pero que
el amor a estas alturas es ya casi una utopía irrealizable. Pero ésta mención
no debe de entenderse como una falta de exploración en la condición humana:
todo lo contrario, quizá esa sea la dimensión trágica que viene anunciando
Iván: que la gloria del amor y de la vida buena puede o está cerca de acabarse,
como buen creador consciente de su tiempo histórico, Iván Ríos Gascón sabe que
el mundo siempre está peor que nunca… y respecto a esos placeres de los que
habla, cabría recordar al filósofo
griego Demócrito: “¡Hay que agarrar con las uñas esos placeres que la vida nos
va quitando!” Y ¿por qué no? Uno de esos placeres es la literatura de Iván Ríos
Gascón.
Muchas gracias
Marcos García Caballero 22 de septiembre de 2013. Texto leído en las jornadas de la última Feria del Libro en Aguascalientes, México.
viernes, 6 de septiembre de 2013
Punto de Fuga (relato) Por Anilú Hernández
1.
Diego sueña. No importa que el
trabajo no pare todo el día, que la gente no hable, que haya un tráfico
perpetuo y que el reloj camine incansable. El sueña.
En la oficina, ya hizo toda clase
de diseños que no son de él; son del cheque de cada 15 días y de la empresa que
tiene un nombre raro, difícil de pronunciar. Tan solo movimientos de su mano en
la computadora, caprichos de una necesidad comercial.
Pero al salir del edificio de
cristales vuelve a sí mismo, recuerda quién es y en su mente estalla una
imagen. Entonces, acelera en el periférico. Quiere llegar ya, contárselo a
ella:
- Anoche soñé un sitio extraño, un
mundo nuevo. Cuando me sentí solo, había siempre una presencia junto a mí. Eras
tú-.
- Yo nunca sueño o… no me acuerdo- musita ella. Luego permanecen en silencio. Es
el pequeño ritual.
Diego jamás la ha considerado vacía o carente
de espíritu. Su más grande placer consiste en contarle sus sueños, alimentarle
la fantasía como a gotas. El de ella, en beber los relatos.
-
Todos esos extraños sitios los recorres tú
conmigo- dice él.
-
Yo no tengo sueños que contarte- se lamenta
ella.
-
Es porque estás conmigo. Te llevo en los míos-
Diego le dibuja los escenarios con palabras, la hace esa pluma blanca y silente
que vuela junto a él. Luego, permanecen cándidos y extasiados. Se sumergen en
el espacio creado por ellos. Burlan a la ciudad.
Rojo y gris en los amaneceres, no se dicen gran
cosa. Solo un beso y se miran, se suspenden en una sonrisa. Cada uno va hacia
su día; desayuno frugal y llaves a la mano. Por la mañana no hay tiempo de más.
Pero el amor está ahí, es una célula incorpórea que los envuelve y, de norte a
sur, se extiende por la ciudad. Dura de diez a once horas en un efecto
continuo, sucedáneo, hasta que vuelven a encontrarse. Entonces, la noche les
regalará un nuevo viaje, un relato más para seguir reconociéndose. Enlazarán sus manos a través de las historias
en un plano más allá de lo superfluo. Así, el amor jamás se quedará sin
sustento.
Una mañana Diego se paraliza con la mirada
lívida. No puede creer el último “sueño”; el extraño y profundo tono de aquella
voz y la sensación sublime que lo suspende, la expresión de aquél ser que se
manifiesta en esencia tan pura:
-¡Ese ser no es de aquí!-, se dice
absorto, y siente un hormigueo en la punta de sus dedos, empuña las manos. -¿De
donde entonces? ¿Cómo puedo volver a tenerla?-.
Ese día en la oficina, solo cabe
permanecer expectante con aquella imagen que lo atraviesa, adoptar un
movimiento mecánico y, la mente, hay que
tomarla prestada para crear las figuras frágiles en la computadora.
Al salir, el periférico se hace
largo con el tráfico. Diego desvía el retrovisor y se refleja, casi no se
reconoce. En un arrebato, desvía también el automóvil, sale de aquella arteria
infinita y estaciona por inercia. Se lanza a pie por una calle. No importa el
nombre, qué tan larga es, hacia donde va. Mira alrededor como si buscara algo;
una señal, un código. Se detiene tras desesperados pasos:
-Que absurdo soy. Si la única forma
de volver a sentir a ese ser es a través de un sueño.-
2.
Esa tarde son las 7:30. Ella saldrá
del gran edificio y esperará a Diego en la escalinata de la entrada. Desde ahí,
mirará a los transeúntes, todos con prisa.
Por un instante, le invade la
sensación de que todo aquello se convierte en un gran hoyo que la devora.
Permanece estática y se da cuenta de que el hoyo no viene de afuera, está en el
pecho. Y crece.
-No lo entiendo, algo ha cambiado-,
se dice. Y se rehúsa ante aquella ineludible intuición que es lo único que no
miente; por primera vez en tanto tiempo se siente sola. La célula incorpórea entre
Diego y ella se ha partido.
Al otro día, el silencio no sabe
igual. Se siente un vacío que cuelga de la barbilla de él, obligándole a un
gesto distinto. Al tomar la rutina, las horas comienzan a ser el conducto para
sumergirse en una inexorable decadencia. Ella se siente extraña, asfixiada por
la ingente ciudad. Diego sigue soñando y no le cuenta más a ella. Llega del
trabajo, se encierra en su mundo, duerme.
Despierta radiante, como si su espíritu hubiese sido vivificado durante
el sueño.
-Diego, ¿Qué pasa?-
-Nada, ¿porqué?-
-No eres el mismo-.
-¿El mismo en qué?-
-Ya no me cuentas tus sueños-.
-Es para que recuerdes como soñar y
ahora tú me cuentes los tuyos- dice él, amable simplemente- Paso por ti a las
siete.
No hay más que hablar.
3.
Bajo el habitual rumor de la
madrugada, dos espaldas se tocan en una cama, los ojos
abiertos y los músculos tensos. Él,
desea conciliar el sueño y encontrarse de nuevo con aquél ser ultra terreno.
Ella, desea entrar en el sueño de él, conocer aquello que se lo roba.
Esa noche, alguna inexplicable
influencia parece dejarse sentir en el exterior; los perros ladran inquietos y
es como si algo se moviera en ese extraño mundo que no vemos. La luna dilatada
simula un ojo omnipresente y, la intensidad de un deseo es capaz de abrir los
límites del universo…
Tratando de conservar el calor que
se acumula mínimo a lo largo de su espina dorsal, ella comienza a quedarse
dormida. Pero justo ahí, en ese instante previo en que los pensamientos se
quedan suspendidos y uno se abandona simplemente a esa ignota voluntad onírica,
siente como se sumerge en una dimensión que hasta entonces le había sido ajena.
Ahí está Diego, acompañado de aquél
ser masculino y femenino a la vez. Este,
irradia su inmensa luz y lo envuelve completamente. El sucumbe. Ella no lo
entiende, sin embargo tampoco puede resistirse a la incontenible atracción. Así
que se aproxima, se funde. Tiene, en aquél aparente sueño, la experiencia más
extasiante de su vida.
4.
Amanece. Cada uno se levanta por su
lado de la cama. Ambos sonríen fascinados, se miran perplejos. Ahí está esa
complicidad. Van hacia su día.
En el camino de regreso, ella
suspira mientras evoca la imagen de la noche anterior. Quisiera llegar a
contárselo a él pero, ¿Cómo va a contarle que él es solo un medio? Mejor es
aguardar paciente y en silencio para repetir la experiencia.
Y así, habrá que acostumbrarse, dejarse llevar
y entregar el amor en los sueños, mientras los cuerpos permanecen lánguidos.
Anilú Hernández Bastida,
nació en la Ciudad de México en 1979, estudió en la Escuela de la Sociedad
General de Escritores de México (SOGEM) formando parte de la antología “ Paso
al frente”, generación XXXVI. Posteriormente fue precursora de la
creación del primer taller literario para jóvenes en Acámbaro, Gto. Participó
en el suplemento literario del programa de radio “El expresso” con la
conductora Emma Aguado y poetizó la exposición pictórica “Andar de fruto y
tierra” del Mtro. Héctor Hernández Jurado. Actualmente, imparte cátedra en la
Universidad Tecnológica de León y trabaja en la publicación de su primer libro
de cuentos.
La muerte se puso una cara de monstruo
una cara de monstruo horrible
esperó y esperó detrás de la esquina
salió al fin de la sombra como un trozo de sombra
y el niño huyó más rápido que su propio alarido.
Entonces la muerte se puso otra cara
una vieja cara de mendigo
esperó y esperó enfrente de la iglesia
extendiendo la mano y gimiendo su pena
y el niño no supo qué hacer con su piedad.
Entonces la muerte se puso otra cara
una cara de mujer hermosa
esperó y esperó con los brazos abiertos
tan maternal tan fiel tan persuasiva
que el niño quedó inmóvil de susto o de ternura.
Entonces la muerte sacó su última cara
una cara de juguete inocente
esperó y esperó tranquila en la bohardilla
tan quieta tan trivial tan seductora
que el niño le dio cuerda con una sola mano.
Entonces la muerte se animó despacito
más traidora que nunca y le cortó las venas
y le pinchó los ojos y le quitó el aliento
y era lo único que podía esperarse
porque con la muerte no se juega.
Juego de villanos |Mario Benedetti|
martes, 3 de septiembre de 2013
GAJES DEL OFICIO: ERNEST HEMINGWAY
En Ernest Hemingway, sobre
el oficio de escribir
(Publigrafics, 1989), el periodista Larry W. Phillips
reunió fragmentos de artículos, libros y cartas del
escritor norteamericano en los que expuso sus ideas
sobre el ejercicio de la escritura.
Los buenos libros se parecen en que son más ciertos
que si hubiesen sucedido de verdad y en que, cuando
terminas de leerlos, sientes que todo te sucedió y
después, que todo te pertenece: lo bueno y lo malo, el
éxtasis, el remordimiento y el dolor, la gente y los
lugares y cómo estaba el tiempo.
*
Cuando empiezas a escribir en primera persona, si lo
haces de manera tan real que la gente lo crea,
entonces los lectores piensan casi siempre que tus
historias te sucedieron de verdad. Eso es natural
porque, mientras elaborabas, tuviste que hacer que le
sucedieran a la persona que las contaba. Si lo haces
bien, logras que la persona que las lee, crea que las
cosas le sucedieron a ella también. Si puedes hacerlo,
empiezas a conseguir lo que pretendías, que es hacer
la historia tan real, más allá de cualquier realidad,
que llegue a ser parte de la experiencia del lector y
parte de su memoria. Habrá cosas que no registró al
leer la historia o la novela; que, sin que se diera
cuenta, entraron en su memoria y experiencia; de modo
que forman parte de su vida. Lograrlo no es sencillo.
*
[…] seriedad absoluta en lo que se escribe, es una de
las dos necesidades categóricas. La otra, por
desgracia, es el talento.
*
Creo que uno escribe básicamente para dos personas:
para uno mismo, tratando de hacerlo absolutamente
perfecto, o si no, maravilloso. Después uno escribe
para la persona a la que ama, lo mismo si ella puede o
no puede leer o escribir, si está viva o muerta.
*
[…] Tengo que escribir para ser feliz, me paguen o no
por ello. Pero es una enfermedad infernal haber nacido
así. Me gusta hacerlo. Lo cual es aún peor. Eso
convierte la enfermedad en un vicio. Además, quiero
hacerlo mejor que nadie lo haya hecho, lo cual lo
convierte en una obsesión. Una obsesión es terrible.
*
No hay reglas sobre en qué consiste escribir. A veces
llega fácil y perfectamente. En otras ocasiones es
como perforar roca y después hacerla volar con
dinamita.
*
La cosa más difícil de hacer en el mundo es escribir
prosa del todo honesta sobre seres humanos. Primero,
hay que conocer el tema; después, hay que saber
escribir. Ambas cosas toman una vida aprenderlas…
*
Cuando la gente hable, escucha absolutamente todo. No
estés pensando en qué es lo que vas a decir. La
mayoría de la gente nunca escucha. Ni observa. Tienes
que entrar en una habitación y, al salir, saber todo
lo que viste allí y no sólo eso. Si esa habitación te
produjo cualquier sentimiento debes saber exactamente
qué fue lo que te lo produjo. Inténtalo como práctica.
Cuando estés en la ciudad, sitúate afuera del teatro y
contempla cómo difieren las personas por la manera en
que salen de los taxis o automóviles. Hay miles de
maneras de practicar. Y piensa siempre en la gente.
*
Desde que empecé a romper todos mis escritos, y a
salir de todo facilismo e intentar crear en lugar de
describir, escribir fue maravilloso. Pero también fue
muy difícil, y no sabía como escribir algo tan largo
como una novela. Con frecuencia me tomaba toda una
mañana de trabajo escribir un párrafo.
*
Mi actitud hacia la puntuación es que debe ser tan
convencional como sea posible. El juego de golf
perdería mucho si se permitiesen los mazos de críquet
y los tacos de billar en el césped. Debes demostrar
que puedes hacerlo mucho mejor que nadie con las
herramientas normales, antes de conseguir la licencia
para incorporar tus propias mejoras.
*
Después de un libro, me siento emocionalmente
exhausto. Si no lo estás es porque no has transferido
del todo la emoción al lector. En fin, eso es lo que
me sucede a mí.
*
Detente siempre mientras vayas bien y no pienses más
ni te preocupes por lo que estás haciendo, hasta que
empieces a escribir al día siguiente. De esa manera,
tu subconsciente trabajará todo el tiempo. Pero, si
conscientemente piensas en ello o te preocupas, lo
aniquilarás y tu cerebro estará cansado antes de
empezar. Una vez que estás dentro de la novela, es tan
cobarde preocuparse por poder continuar al otro día
como preocuparse de tener que entrar en una acción
inevitable. Debes continuar. Por lo tanto, no tiene
sentido preocuparse. Hay que aprender eso para
escribir una novela. Lo difícil de una novela es
terminarla.
*
Lo ideal es leer todo, desde el principio, corrigiendo
a medida que avanzas; después, continúas donde te
detuviste el día anterior. Cuando [el texto] se ha
vuelto tan largo que no puedes hacer eso, regresas
cada día a los dos o tres últimos capítulos; luego,
cada semana lo lees todo desde el principio. Así
consigues que el conjunto salga de una pieza.
*
En general, nunca leo nada antes de escribir por la
mañana, para intentarlo solo y morderme la vieja uña
sin ninguna ayuda, sin ninguna influencia y sin nadie
dándote un ejemplo maravilloso o mirándote por encima
del hombro.
*
Como ves, es muy duro hablar o escribir de lo propio,
porque si es bueno tú mismo sabes qué tan bueno es,
pero si te lo dices a ti mismo, te sientes como una
mierda.
*
Si escribes a mano, tendrás oportunidad de darle [al
manuscrito] tres miradas distintas, para comprobar si
el lector está captando lo que pretendes. Primero,
cuando lo lees; luego, al mecanografiarlo hay otra
oportunidad de mejorarlo; y, otra vez, en la prueba.
Escribir primero a mano te da un tercio más de
posibilidad de mejorarlo. Es decir, 0.333, que es un
muy buen promedio para marcar aciertos. También lo
mantiene fluyendo durante más tiempo, de modo que se
puede mejorar más fácilmente.
*
Despierto alrededor de las siete y media, desayuno, y
a las nueve estoy trabajando; y en general, trabajo
sin parar hasta las dos de la tarde. Después, hasta la
hora de trabajar al día siguiente, es como vivir en el
vacío.
*
Cuando escribo, tengo que moderarme haciendo el amor,
pues las dos cosas marchan con el mismo motor.
*
No te preocupes por las palabras. Lo hago desde 1921.
Siempre las cuento cuando termino y bebo el primer
whisky con soda. Supongo que adquirí el hábito
escribiendo despachos. Solía enviarlos desde lugares
donde la palabra costaba un dólar y cuarto, y tenía
que hacerlos muy interesantes por ese precio o era
despedido.
*
Mi entrenamiento consistía en no beber jamás después
de la cena, ni antes de escribir, ni mientras
escribía.
*
He bebido desde que tenía quince años y pocas cosas me
han dado más placer. Cuando trabajas duro todo el día
con la cabeza y sabes que debes volver a hacerlo al
día siguiente, ¿qué otra cosa mejor que el whisky
puede cambiar tus ideas y hacer que continúen en otro
nivel?
*
Escribir, en el mejor caso, es una vida solitaria. Las
organizaciones para escritores son un paliativo para
la soledad del escritor, pero dudo que mejoren sus
escritos. El escritor crece en estatura pública a
medida que derrama su soledad, y con frecuencia, su
trabajo se deteriora. Para hacer su trabajo a solas y
si es un escritor lo bastante bueno, debe enfrentar la
eternidad, o la carencia de ella, cada día.
*
La prosa es literatura, no decoración de interiores, y
el barroco ya es anticuado. Un escritor que pone en la
boca de personajes construidos artificialmente sus
propias reflexiones intelectuales, mismas que podría
vender a bajo precio como ensayos, aunque son más
remuneradoras cuando aparecen como gente en una
novela, quizás hace un buen negocio, pero no hace
literatura. Las personas de una novela, no los
personajes construidos con habilidad, deben ser
proyectadas desde la experiencia del escritor, desde
su conocimiento, desde su cabeza, desde su corazón y
desde todo lo suyo. Si tiene tanta suerte como
seriedad y las resuelve por completo, las personas
tendrán más de una dimensión y perdurarán por mucho
tiempo.
*
[…] Revisé toda la Biblia [para conseguir un título]
en una edición bastante buena y al encontrar ese gran
libro que es el Eclesiastés, lo leí en voz alta a todo
el que quisiera escuchar. Pronto me quedé solo y
empecé a maldecir la dichosa Biblia porque no tenía
títulos —aunque hallé la fuente de casi todos los
buenos títulos que se escuchan. Pero los muchachos,
principalmente Kipling, habían estado allí antes que
yo y se llevaron todos los buenos, así que llamé al
libro Hombres sin mujeres esperando que tenga buena
venta entre los maricones y las muchachas del Vassar.
*
La mayoría de los escritores vivos no existen. Su fama
la crean los críticos que siempre necesitan un genio
de temporada, alguien a quien comprenden del todo y a
quien alaban sintiéndose seguros; pero cuando estos
genios fabricados mueran, ya no existirán.
*
Siempre, toda mi vida he esperado una crítica sensata,
inteligente, ya que escribir es la más solitaria de
todas las ocupaciones.
[Subrayados: Delia Juárez G.]
Tomado del suplemento Crónica Cultural.
(Publigrafics, 1989), el periodista Larry W. Phillips
reunió fragmentos de artículos, libros y cartas del
escritor norteamericano en los que expuso sus ideas
sobre el ejercicio de la escritura.
Los buenos libros se parecen en que son más ciertos
que si hubiesen sucedido de verdad y en que, cuando
terminas de leerlos, sientes que todo te sucedió y
después, que todo te pertenece: lo bueno y lo malo, el
éxtasis, el remordimiento y el dolor, la gente y los
lugares y cómo estaba el tiempo.
*
Cuando empiezas a escribir en primera persona, si lo
haces de manera tan real que la gente lo crea,
entonces los lectores piensan casi siempre que tus
historias te sucedieron de verdad. Eso es natural
porque, mientras elaborabas, tuviste que hacer que le
sucedieran a la persona que las contaba. Si lo haces
bien, logras que la persona que las lee, crea que las
cosas le sucedieron a ella también. Si puedes hacerlo,
empiezas a conseguir lo que pretendías, que es hacer
la historia tan real, más allá de cualquier realidad,
que llegue a ser parte de la experiencia del lector y
parte de su memoria. Habrá cosas que no registró al
leer la historia o la novela; que, sin que se diera
cuenta, entraron en su memoria y experiencia; de modo
que forman parte de su vida. Lograrlo no es sencillo.
*
[…] seriedad absoluta en lo que se escribe, es una de
las dos necesidades categóricas. La otra, por
desgracia, es el talento.
*
Creo que uno escribe básicamente para dos personas:
para uno mismo, tratando de hacerlo absolutamente
perfecto, o si no, maravilloso. Después uno escribe
para la persona a la que ama, lo mismo si ella puede o
no puede leer o escribir, si está viva o muerta.
*
[…] Tengo que escribir para ser feliz, me paguen o no
por ello. Pero es una enfermedad infernal haber nacido
así. Me gusta hacerlo. Lo cual es aún peor. Eso
convierte la enfermedad en un vicio. Además, quiero
hacerlo mejor que nadie lo haya hecho, lo cual lo
convierte en una obsesión. Una obsesión es terrible.
*
No hay reglas sobre en qué consiste escribir. A veces
llega fácil y perfectamente. En otras ocasiones es
como perforar roca y después hacerla volar con
dinamita.
*
La cosa más difícil de hacer en el mundo es escribir
prosa del todo honesta sobre seres humanos. Primero,
hay que conocer el tema; después, hay que saber
escribir. Ambas cosas toman una vida aprenderlas…
*
Cuando la gente hable, escucha absolutamente todo. No
estés pensando en qué es lo que vas a decir. La
mayoría de la gente nunca escucha. Ni observa. Tienes
que entrar en una habitación y, al salir, saber todo
lo que viste allí y no sólo eso. Si esa habitación te
produjo cualquier sentimiento debes saber exactamente
qué fue lo que te lo produjo. Inténtalo como práctica.
Cuando estés en la ciudad, sitúate afuera del teatro y
contempla cómo difieren las personas por la manera en
que salen de los taxis o automóviles. Hay miles de
maneras de practicar. Y piensa siempre en la gente.
*
Desde que empecé a romper todos mis escritos, y a
salir de todo facilismo e intentar crear en lugar de
describir, escribir fue maravilloso. Pero también fue
muy difícil, y no sabía como escribir algo tan largo
como una novela. Con frecuencia me tomaba toda una
mañana de trabajo escribir un párrafo.
*
Mi actitud hacia la puntuación es que debe ser tan
convencional como sea posible. El juego de golf
perdería mucho si se permitiesen los mazos de críquet
y los tacos de billar en el césped. Debes demostrar
que puedes hacerlo mucho mejor que nadie con las
herramientas normales, antes de conseguir la licencia
para incorporar tus propias mejoras.
*
Después de un libro, me siento emocionalmente
exhausto. Si no lo estás es porque no has transferido
del todo la emoción al lector. En fin, eso es lo que
me sucede a mí.
*
Detente siempre mientras vayas bien y no pienses más
ni te preocupes por lo que estás haciendo, hasta que
empieces a escribir al día siguiente. De esa manera,
tu subconsciente trabajará todo el tiempo. Pero, si
conscientemente piensas en ello o te preocupas, lo
aniquilarás y tu cerebro estará cansado antes de
empezar. Una vez que estás dentro de la novela, es tan
cobarde preocuparse por poder continuar al otro día
como preocuparse de tener que entrar en una acción
inevitable. Debes continuar. Por lo tanto, no tiene
sentido preocuparse. Hay que aprender eso para
escribir una novela. Lo difícil de una novela es
terminarla.
*
Lo ideal es leer todo, desde el principio, corrigiendo
a medida que avanzas; después, continúas donde te
detuviste el día anterior. Cuando [el texto] se ha
vuelto tan largo que no puedes hacer eso, regresas
cada día a los dos o tres últimos capítulos; luego,
cada semana lo lees todo desde el principio. Así
consigues que el conjunto salga de una pieza.
*
En general, nunca leo nada antes de escribir por la
mañana, para intentarlo solo y morderme la vieja uña
sin ninguna ayuda, sin ninguna influencia y sin nadie
dándote un ejemplo maravilloso o mirándote por encima
del hombro.
*
Como ves, es muy duro hablar o escribir de lo propio,
porque si es bueno tú mismo sabes qué tan bueno es,
pero si te lo dices a ti mismo, te sientes como una
mierda.
*
Si escribes a mano, tendrás oportunidad de darle [al
manuscrito] tres miradas distintas, para comprobar si
el lector está captando lo que pretendes. Primero,
cuando lo lees; luego, al mecanografiarlo hay otra
oportunidad de mejorarlo; y, otra vez, en la prueba.
Escribir primero a mano te da un tercio más de
posibilidad de mejorarlo. Es decir, 0.333, que es un
muy buen promedio para marcar aciertos. También lo
mantiene fluyendo durante más tiempo, de modo que se
puede mejorar más fácilmente.
*
Despierto alrededor de las siete y media, desayuno, y
a las nueve estoy trabajando; y en general, trabajo
sin parar hasta las dos de la tarde. Después, hasta la
hora de trabajar al día siguiente, es como vivir en el
vacío.
*
Cuando escribo, tengo que moderarme haciendo el amor,
pues las dos cosas marchan con el mismo motor.
*
No te preocupes por las palabras. Lo hago desde 1921.
Siempre las cuento cuando termino y bebo el primer
whisky con soda. Supongo que adquirí el hábito
escribiendo despachos. Solía enviarlos desde lugares
donde la palabra costaba un dólar y cuarto, y tenía
que hacerlos muy interesantes por ese precio o era
despedido.
*
Mi entrenamiento consistía en no beber jamás después
de la cena, ni antes de escribir, ni mientras
escribía.
*
He bebido desde que tenía quince años y pocas cosas me
han dado más placer. Cuando trabajas duro todo el día
con la cabeza y sabes que debes volver a hacerlo al
día siguiente, ¿qué otra cosa mejor que el whisky
puede cambiar tus ideas y hacer que continúen en otro
nivel?
*
Escribir, en el mejor caso, es una vida solitaria. Las
organizaciones para escritores son un paliativo para
la soledad del escritor, pero dudo que mejoren sus
escritos. El escritor crece en estatura pública a
medida que derrama su soledad, y con frecuencia, su
trabajo se deteriora. Para hacer su trabajo a solas y
si es un escritor lo bastante bueno, debe enfrentar la
eternidad, o la carencia de ella, cada día.
*
La prosa es literatura, no decoración de interiores, y
el barroco ya es anticuado. Un escritor que pone en la
boca de personajes construidos artificialmente sus
propias reflexiones intelectuales, mismas que podría
vender a bajo precio como ensayos, aunque son más
remuneradoras cuando aparecen como gente en una
novela, quizás hace un buen negocio, pero no hace
literatura. Las personas de una novela, no los
personajes construidos con habilidad, deben ser
proyectadas desde la experiencia del escritor, desde
su conocimiento, desde su cabeza, desde su corazón y
desde todo lo suyo. Si tiene tanta suerte como
seriedad y las resuelve por completo, las personas
tendrán más de una dimensión y perdurarán por mucho
tiempo.
*
[…] Revisé toda la Biblia [para conseguir un título]
en una edición bastante buena y al encontrar ese gran
libro que es el Eclesiastés, lo leí en voz alta a todo
el que quisiera escuchar. Pronto me quedé solo y
empecé a maldecir la dichosa Biblia porque no tenía
títulos —aunque hallé la fuente de casi todos los
buenos títulos que se escuchan. Pero los muchachos,
principalmente Kipling, habían estado allí antes que
yo y se llevaron todos los buenos, así que llamé al
libro Hombres sin mujeres esperando que tenga buena
venta entre los maricones y las muchachas del Vassar.
*
La mayoría de los escritores vivos no existen. Su fama
la crean los críticos que siempre necesitan un genio
de temporada, alguien a quien comprenden del todo y a
quien alaban sintiéndose seguros; pero cuando estos
genios fabricados mueran, ya no existirán.
*
Siempre, toda mi vida he esperado una crítica sensata,
inteligente, ya que escribir es la más solitaria de
todas las ocupaciones.
[Subrayados: Delia Juárez G.]
Tomado del suplemento Crónica Cultural.
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