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Todos los textos son propiedad de sus autores, quienes tienen todos los derechos sobre ellos (¿o será al revés?) y han decidido libremente publicarlos aquí para la difusión pública sin fines de lucro. *Este proyecto está basado, en sus orígenes, en la idea de Dulce Chiang y Alicia Quiñones



martes, 20 de diciembre de 2022

LO QUE MÁS EXTRAÑO DE MI VIDA DE ESCRITOR


 PUES SÍ LA EXTRAÑO PERO NO LA USO YA, DEJÉ TODOS ESOS VICIOS EN AGOSTO DE 2022.


SABIAS PALABRAS DE BERNIE SANDERS


 

A POCOS DÍAS DE TERMINAR ÉSTE AÑO


 

ASÍ ES MIS ESTIMADOS, HOMBRES Y MUJERES, YA VERÁN EL 2023 BOLA DE CANIJOS!!

EN ÉSTE FIN DE AÑO ME ENCUENTRO A LA MITAD DE LA LLAMA DOBLE, OCTAVIO PAZ.

VOY EN LAS ÚLTIMAS PÁGINAS DE EL DIOS DE DARWIN DE SABINA BERMAN.

ÉTICA PARA DESCONFIADOS, DE DAVID PASTOR VICO.

LA OBRA MONUMENTAL LA MONTAÑA MÁGICA DE THOMAS MANN. VOY EN LA 530 Y FALTAN 100 Caray!!

A LA MITAD DE GENERACIÓN X DE DOUGLAS COUPLAND.

TODO ÉSTO LO RECOMIENDO, SIGAMOS LEYENDO MUNDANOS LECTORES, YA QUE COMO LO ESCRIBÍ EN UNA NOVELA YO MISMO, DICE ASÍ: "ME IMAGINO EL MOMENTO QUE LAS VACAS SAGRADAS DE LA LITERATURA ENFRENTARON LA CUESTIÓN DE POR QUÉ ESCRIBIR? ¿POR QUÉ METERLE PALABRAS A LA SITUACIÓN QUE NOS RODEA? SÍ, ESCRIBIR ES UN ASCO, PERO ¿NO ES MÁS ASQUEROSO RENUNCIAR A LEER?"

ANTES DE TODOS LOS PARTIDOS, DE MARCOS GARCÍA CABALLERO EDICIÓN DE AUTOR AÑO 2009.


viernes, 2 de diciembre de 2022

EL POEMA DE LOS VIERNES

 


BUENOS DÍAS MIS QUERIDOS LECTORES, DESPUÉS DE TODO NO ESTÁ NADA MAL

CON EL POEMA DE LOS VIERNES, SALUDOS CDMX!! HOY ME DARÉ UNA VUELTA POR ALLÁ Y REGRESO EN UNA SEMANA

domingo, 13 de noviembre de 2022

OBSERVACIÓN

La cuestión es que Cristina Peri Rossi

Es una Poeta Maravillosa entre el cruze

De los milenios y XX y XXI, he leído

Y disfrutado mucho su poesía

La Barca del tiempo, es una antología

Que aporta mucho sentido poético

Al fenómeno del exilio

Ella juega diciendo: “tengo un dolor

En el cuerpo, creo que es la patria”,

Me da la impresión de que es genial

Lo lúdico de su poesía, ¿Será que nuestro

sentido del humor se ha refugiado en la poesía?

ÉSA ES PUES, LA OBSERVACIÓN.

 

  

POEMA DEL DOMINGO A MEDIODÍA 13 de NOV-2022

 

Ayer por la noche fui al teatro, la función fue interesante

Hoy domingo lo he hablado con Whatts app con varias personas

Me pareció el paso correcto que debía de darse

En el auto, escuché un audio de Emiliano Monge, el escritor de CDMX.

No sé por qué pero tuve la noción de que el me decía que según

Quién sabe qué, me están haciendo brujería,

Me dio mucha risa, pero creo que eso es puro cuento,

Demasiada soledad y más ¿brujería que no tener dinero?

Me cae que Emiliano Monge es exagerado rete harto.

Vuelvo a la función de teatro, que trataba sobre el fenómeno

De la migración, de cómo piensan, cómo se experimentan,

Cómo quedan los hogares de los migrantes mexicanos

Que deciden irse a buscarle a los Estados Unidos.

 

Todo eso es botón de muestra de una ciudad mediana

Como Hot Waters City Aguasardientes Ags.

Los pájaros volaron en la mañana los vi cuando

Me dirigía a tomar el periódico y un electolitro.

Brujo, jm.

 

sábado, 12 de noviembre de 2022

EL PRÓLOGO QUE NO TUVO LA EDICIÓN DEL ROSETÓN DE PLATA Y OTRAS NARRACIONES

 

EL autor del libro no debe de ser reprochado por andarse por las ramas en su prólogo. En las ramas vivía el ramapitecus y era muy agresivo, recio y reacio, era reaccionario. El autor del libro no lo es, cree en un Charles Darwin que trabaja todos los días también por la evolución cotidiana del hombre. ¿Qué es pues éste libro, qué significa? Igual que todos los libros, éste es un símbolo, una señal en el mundo de la civilización humana. ¿Ficción autobiográfica? Sí y no. O en más de un sentido, precisemos: un codearse con uno mismo en el mundo de la mitomanía autobiográfica… ¿Por qué y en qué sentido? Porque la intención ha sido elaborar un libro de relatos para ubicar en mi reciente pasado juvenil (el último relato ocurre en 2010) a ciertos pasajes de mi propia vida tanto en la Ciudad de México como Aguascalientes. Dos mundos disímiles y muy diferentes, dos territorios narrativos y geográficos pero firmes en el tiempo y el mapa. Que en mi juventud y casi todavía en el presente me obligan a un estar yendo y viniendo, como dirían los cantantes del silencio: “Y no dejas aire que respirar”. Pero en realidad aquí hay mucho aire: borracheras míticas, sexo (Con erotismo y ceniza enamorada por la que se fue, porque fue más de una), conciertos multitudinarios de música vernácula, viajes de Aguascalientes a Zacatecas, en fin, muchos Jack Daniel’s y Londons Coktails… Lo cierto es que los  relatos son ágiles, el libro puede leerse en menos de una semana, aunque yo esperaría que la o las generaciones que vienen detrás de mí (que son, obviamente por la temática juvenil del libro, los lectores que busco) me conservaran en sus corazones más tiempo: mucho más tiempo es decir ¿Qué te gusta? Por lo menos las otras 51 semanas que corren en el año: un tiraje ganador de la beca de publicaciones de las becas estatales de Aguascalientes lo amerita.

Italo Calvino el escritor italiano, muerto en 1985 que escribió: Seis propuestas para el próximo milenio ese mismo año en que murió, decía que los atributos de la literatura para el siglo XXI deberían ser: La levedad, la rapidez, la exactitud, la visibilidad, el arte de empezar y el arte de acabar. Creo que éste En busca del Rosetón de Plata y otras narraciones, -¡Respetando las distancias que nos separan por el talento a Calvino y a mí por favor!- cumple con la encomienda y, en el caso de nuestro País, como lo afirmó Fabrizio Mejía Madrid de las obras escritas por autores jóvenes -o no tan jóvenes ya pero pensando en ellos-, sabemos ya que se echó a andar todo un torrente de literatura que abreva principalmente de Jorge Ibargüengoitia y absorbe muy poco –algo mínimo- de los enormes novelistas y cuentistas del pasado siglo dos XX en México: José Revueltas, Rulfo, Carlos Fuentes, Fernando del Paso, Elena Poniatowska o Rosario Castellanos, ni siquiera José Emilio Pacheco o Sergio Pitol. Pero sin demeritar los esfuerzos de los que hoy habitan en las grandes ligas, creo que la distancia ha sido sana y prudente por dos razones: se les sigue mencionando en todas partes a aquellos grandes y entonces surge la pregunta en efecto: ¿Cómo hacer un remake de la vida en la megalópolis a la sombra de La Región más transparente y peor: a la sombra de 15 millones de habitantes de la Ciudad de México? ¿Cómo hablar de prostitutas después de Crimen y castigo del ruso y peor: ¡De El Luto Humano de José Revueltas!?

Pues en efecto, abrevando de Jorge Ibargúengoitia, evolucionando sus pasos pueden leerse y entenderse éstos relatos, donde cabe todo menos la solemnidad y la derrotada cultura del fracaso del joven naufragante es vista con fiesta y mucha tónica humorística. Mientras que las referencias a personas que han sido mis amigos o parejas, pueden entenderse como un giño por el hecho de que no los he olvidado… Por ejemplo cada vez que voy a una tienda de helados de la michoacana.

domingo, 4 de septiembre de 2022

EL CAMALEÓN Y LA TARÁNTULA, POR MARCOS GARCÍA CABALLERO


POR MARCOS GARCÍA CABALLERO

Para Armando Bayona Celis

 

Es un relato que he contado ya varias veces con algunas variantes a lo largo de muchas sobremesas o cruzando tragos con amigos. Ya mucho tiempo después y en mi edad  adulta; los sucesos que voy a mostrar ahora: La escena inicial debe  verse en 1984, en mi salón de quinto o sexto de primaria, con niños y niñas sin uniforme ni enseñanza religiosa, se trataba de tener apertura mental, excelencia y gusto por la vida combinada con los estudios.

 

Una primaria privada en el sur de la ciudad de México que contaba con buen prestigio para entonces y, en particular, detrás de los salones normales de clase y el patio con cancha de basquetbol y una pequeña tienda para las horas recreativas, un jardín alambrado -para que los estudiantes no jugáramos a destruir las macetas-,  y un refulgente salón especial que era el laboratorio de biología de todos los grupos. Ese fue mi primer y único laboratorio de biología en mi vida y lo recuerdo como si al entrar en él junto con mi grupo de generación, nos convirtiéramos de ipso facto en naturalistas franceses del siglo XIX de esos que viajaban por todo el mundo y llegaban hasta tierras ignotas del África o Suramérica debido a su ansia exploradora y la verdad es que no exagero tanto: en ése laboratorio había desde avispas atrapadas en ámbar, hasta toda clase de insectos disecados y en planos, un cráneo de un puma y la colección más sorprendente de escarabajos que haya visto nunca, avispas, arañas, lagartijas disecadas también y planos del cuerpo humano; es decir, todo un mundo por descubrir para nosotros solos y cada viernes.

 

Además Mario, el maestro, era amigo de mi familia y eso ante mis compañeros me daba un plus, un plus algo loco porque había un par de encimosos que de “wookie”, no me bajaban. (Sí, el wookie de la película híper famosa, el tal chewbacca, que le llaman) Pero así las cosas, sucedió ese gran día, habíamos terminado con la lección de inglés y el maestro de biología nos llamó para ir al laboratorio. Debo detenerme en el momento en que ese día, un amigo llamado Diego, había llevado muy presumidamente a la escuela una tarántula viva, casi tan grande como del tamaño de una mano. La llevaba en un frasco y ese día él fue la sensación de toda la escuela, ese muchacho ese día no se movió ni se ajetreó mucho  como los demás a la hora del descanso, jugando al básket o lo que fuera, estaba simplemente sentado afuera de la dirección de la escuela y todo mundo venía a preguntarle de dónde había sacado eso.

 

Que supuestamente de un pueblo cercano a Cuernavaca donde sus padres estaban fincando un terreno, y que los albañiles la habían encontrado. Que su padre le había dicho que tal vez sería bueno llevarla a la clase de biología. La cosa esa causaba miedo, pero seguramente la pobre estaba más espantada, por esa nuestra pequeña potencia infantil o casi adolescente: digamos, ¿Qué hubiera pasado si  algún loco se lo hubiera arrebatado y hubiera destapado el frasco encima de una muchacha? O peor: ¿de un maestro? Qué bueno que hasta eso, Diego aguantaba todos los jaloneos y se pasó el recreo con una paleta helada chupándosela y el frasco con esa cosa a un lado. Pero como dije, había acabado la clase de inglés y llegaba hora del laboratorio de biología… Entonces sí, Diego, muy presumido, bajó inmediatamente las escaleras de los salones, muy orgulloso de ser la sensación de la escuela, todos bajábamos igual que él como si fuéramos sus escoltas, ya que el frasco era el precioso tesoro para el laboratorio. Llegamos al laboratorio y vimos a Mario platicando con los dos muchachos de la limpieza de la escuela y cargando un serpentario. ¿Un serpentario? Sí, una especie de caja rectangular con poca arena en su interior y para sorpresa, lo que veía Mario adentro ya que le pidió a todo el grupo que tomara sus bancos: un camaleón pequeño un poco más chico que la tarántula.

 

No fui yo el primero en comunicarle a Mario lo que traía el frasco de Diego, todo el grupo se lo dijo. Por eso hablaba Mario con los de la limpieza: ellos habían encontrado al camaleón en el jardín alambrado.

 

Mario pidió al grupo que le bajaran al escándalo, miró la tarántula en el frasco y luego al serpentario, luego, sonriendo con malicia dijo que podíamos hacer un experimento esta vez.

 

Le preguntó a Diego: –¿No te importaría regalarnos tu tarántula?

 

Diego respondió que se podía usar para la clase de biología.

 

Perfecto, respondió Mario, tomó el frasco, inspeccionó la tarántula y luego al camaleón.

 

Como que el salón no entendía pero todos estaban en ascuas.

 

Mario nos pidió que nos acercáramos para ver el experimento. Así lo hicimos.

 

Mario abrió el frasco y aventó a la tarántula al serpentario donde estaba el camaleón tan tranquilo como si nada, con los ojos entrecerrados. La tarántula sintió de inmediato que pisaba arena…

 

–¿Qué va a pasar? –gritó todo el grupo.

 

–Ahorita lo van a ver –dijo Mario sonriendo.

 

La tarántula empezó a mover sus patas y a caminar, tal vez, con ganas de causarnos miedo, ya que de eso viven cuando no comen, según decía Mario, pero en cuanto la tarántula vió al camaleón acurrucado en una esquina, entró en pánico, corría de un lado para otro del serpentario como queriendo salirse, lo cual, debido a la altura de las paredes de cristal era imposible; corría y corría de un lado para otro, mientras, el camaleón tan campante echaba la flojera; de repente la tarántula pasó un poco más cerca del camaleón y nada más abrió la boca y sacó la lengua y ¡órale! Una pata menos para la tarántula, que seguía queriendo escaparse y no podía hacerlo. De repente pasó cerca otra vez y ¡órale! Otra pata menos para la tarántula. Nos quedamos impresionados. Así pasó todo el rato hasta que la tarántula sólo tenía tres patas. Y el camaleón tan campante ni siquiera se había movido de su sitio… Cuando la tarántula ya no se podía mover, ahora sí se movió el camaleón, volvió a abrir la boca y se la tragó entera.

 

¡Hoóooorales!–dijimos todos a coro.

 

El inolvidable Mario se echó a reír y dijo: “¿Quién trae un jaguar y un venado para la próxima clase?”

  

martes, 30 de agosto de 2022

LO MÁS OPUESTO AL CONOCIMIENTO ES LA CREENCIA EN EL MILAGRO, POR MARCOS GARCÍA CABALLERO.

 

La teoría del conocimiento es, junto con la ética, la metafísica y la estética, una de las ramas originarias de eso que llamamos filosofía. Los primeros escritos que contienen una teoría acabada del conocimiento los encontramos en la obra de Platón. Naturalmente, que Platón haya sido el primer gran filósofo en enfrentar de manera sistemática problemas de teoría del conocimiento le imprimió a las discusiones de ésta área de la filosofía un sello muy peculiar del que, como veremos, todavía no acaba de desprenderse. Esta fundamental rama de la filosofía se caracteriza por una serie de temas, problemas, tesis y concepciones que no permiten duda alguna respecto a su autonomía. Muy a grandes rasgos, su principal objetivo es dar cuenta de eso que llamamos conocimiento humano. Éste, podría pensarse, es algo real, objetivo, tangible, pero (como siempre en filosofía) nos topamos en relación con uno y el mismo tema con toda una gama de suposiciones y puntos de vista divergentes. Según algunos, el conocimiento humano es imposible; otros piensan que no podemos dar cuenta de él; otros dicen que es inexpresable o no transmitible; hay quienes aseguran que es real pero sólo bajo ciertos supuestos de los cuales no podemos ofrecer justificación alguna y así sucesivamente. Así pues, la experiencia muestra que esta legítima ambición intelectual, aparentemente problemática, consistente en dar cuenta del conocimiento ha desembocado en una situación un tanto paradójica: pocas cosas son tan difíciles de explicar que eso que tenemos enfrente y que nosotros mismos hemos generado.


Es importante comprender la prioridad lógica y conceptual que tiene la teoría del conocimiento frente a la ciencia, la historia de la ciencia e inclusive frente a la filosofía de la ciencia. El conocimiento, como es obvio, no se gesta de manera arbitraria o caótica. No crece “milagrosamente”. De hecho, la noción opuesta a la de conocimiento, (y a la de ciencia) es precisamente el concepto vulgar del milagro, esto es, el concepto de suceso o fenómeno para el cual no hay explicación causal posible. Ahora bien, el desarrollo sistemático del conocimiento comporta o exige instrumentos de diversa clase, instrumentos que pueden ser usados de manera recurrente. Para avanzar en la senda de la ciencia empleamos, por ejemplo, telescopios o microscopios, pero es evidente que para usar esos instrumentos necesitamos primero ver. O sea, el conocimiento presupone el empleo de órganos sensoriales y de facultades cognitivas, así como de objetos de percepción. El análisis de estas facultades es pues, lógicamente previo o anterior al examen de las teorías científicas. Ahora bien, ¿de qué clase de facultades estamos hablando? De facultades como la memoria, que tienen que ver con nuestro conocimiento del pasado, como la percepción, gracias a la cual entramos en contacto con el mundo externo, como la introspección, en la que supuestamente cada quien conoce en forma privilegiada algo muy especial de sí mismo. Cabe desde luego preguntar: ¡conocemos en todos estos casos la misma clase de cosas? Si ello no es así ¿hay diferencias intrínsecas entre los objetos de esas distintas facultades? Y entonces ¿cómo se conectan entre sí? ¿Qué unifica la totalidad de los datos de todas las facultades cognitivas del ser humano? Estas y otras preguntas parecidas plantea la teoría del conocimiento y es relativamente claro que deben ser atendidas en primerísimo lugar.

lunes, 15 de agosto de 2022

SOBRE “EL TORTURADOR” DE SAÚL IBARGOYEN. POR MARCOS GARCÍA CABALLERO..


En el número 227 de la revista Quién (29 de Octubre de 2010) aparece una sugestiva lista de los “50 personajes que mueven a México”. Lo mejor de ésta lista o, por lo menos para los registros que se pretenden en éste ensayo es que: El número dos en cuanto a importancia de los personajes que aparecen es  Carlos Fuentes. En el cuatro  está José Emilio Pacheco. En el diez el historiador, escritor y director de Letras Libres, Enrique Krauze; en el número veintidós está  Guillermo Arriaga. El lugar veintinueve lo ocupa  Elena Poniatowska. Hay que aclarar que no es una revista que tenga acento en la literatura y que es más parecida a una revista para ser hojeada en un consultorio médico o que, dicha sea la verdad, todos éstos escritores son cubiertos por los fenómenos mediáticos y que, tal vez la verdad es que México sea el que los mueve a ellos y no al revés, pero es innegable el valor de sus trayectorias no sólo dentro sino fuera de México.

Ahora que si la pregunta fuera por quiénes son los cincuenta escritores que mueven a México, es seguro que podríamos barajar muchos nombres con certeza y creo, muchos de ellos con unanimidad.

Yo apuesto que en una lista así tendría que estar el nombre de Saúl Ibargoyen, escritor uruguayo-mexicano con un poco más de 35 años de trabajo activo en nuestro país.

Este año que acaba de concluir (el 2010), Ibargoyen lo terminó con una gira de estudio y presentaciones de sus trabajos en Buenos Aires, Quito y otras ciudades del Cono Sur, además de que bajo ediciones EÓN publicó su última novela: El Torturador.

Antes de hacer un abordaje de análisis de la obra, no podemos olvidar mencionar que Ibargoyen sacó su poesía édita, que comprende desde 1956 hasta el año 2000, en un libro con el título de El Poeta y Yo, que es un amplio volumen cuya selección y presentación estuvo a cargo de Hugo Giovanetti Viola, estudioso de la obra de Ibargoyen. Saúl además durante mucho tiempo fue maestro en La Escuela Mexicana de Escritores de la SOGEM, además de que bajo el mismo sello de EÓN editorial se publicaron sus libros: Toda la tierra (novela) y Cuento a Cuento (relatos completos) y su poemario El escriba de pie, (edición de editorial Tintanueva) el cual mereció el Premio Nacional “Carlos Pellicer” en su edición del año 2002. Agréguense ensayos, entrevistas, artículos, poemas sueltos en la mayoría de las revistas literarias y periódicos importantes del país.

El volumen de El Poeta y yo por su extensión y por sus resoluciones poéticas, que abarcan cuarenta y cuatro  años de madurez, perseverancia y fe en la poesía, merecería un ensayo completo aparte. Por el momento nos basta decir que El Poeta y Yo con el paso del tiempo se verá cada vez más como referencia obligada, tanto para estudiantes de Letras como para escritores en activo y poetas primerizos, es una obra enorme en todos los sentidos. Juan Gelman y Eduardo Milán (otro gran poeta de origen uruguayo entre nosotros) han celebrado sin ambages la poesía de Saúl Ibargoyen, quien, por supuesto, también perteneció al grupo de escritores de Latinoamérica y el Sur de Estados Unidos que en los años sesenta del  XX formaron parte de El Corno Emplumado (hay que recordar que Julio Cortázar, ya con toda la fama y autoridad moral que tenía en ese momento, felicitaba y veía con muy buenos ojos las creaciones de lo que iniciaron Margaret Randall y Sergio Mondragón, que, finalmente, con la represión del tlatelolcazo el 2 de octubre de 1968 y que continuó posteriormente, terminó por hacer desaparecer a la revista).

Principalmente poeta, Saúl Ibargoyen maneja la prosa de largo aliento y el relato sin el famoso “desastre” que ocurre —según decía Augusto Monterroso—, cuando el poeta decide narrar. Saúl Ibargoyen  logra ambas cosas con veracidad total y, además, en su prosa no se puede dejar de advertir y sentir el  peso de la palabra que significa, por supuesto, que nuestro narrador es un gran poeta. Un rasgo característico de  su prosa (algo que también ha mencionado Hugo Giovanetti Viola) es su tendencia hacia visiones escatológicas y  muy lejos del tipo de edificaciones “estetizantes”. Ibargoyen nos confronta en su poesía hacia observar la necia oligofrenia del mundo y la obscenidad del ser humano cuando éste  se comporta como perro. Y, si esto es así, Saúl no lo sabe de oídas: a su obra han de agregarse sus denuncias sobre los abusos de  tortura en su país de origen y de México… Pues… ¿la verdad qué esperaban?

Lo primero que salta a la vista al leer al Ibargoyen narrador es su construcción maestra de un slang violento en la urdimbre del texto y entre el habla de los personajes, que no es un slang propiamente extraído de la calle o de los barrios bajos de las zonas urbanas de un país como México, pero que (y he ahí una de sus genialidades en cuanto a innovación estilística) inmediatamente nos es identificable, es un slang que Ibargoyen ha pulido en su expresión y en su decir y ese slang nos toca, se nos acerca como un filo, es parte de nosotros aunque de él no tengamos la experiencia real en estricto sentido, es un logro de poeta:  esa vivencia del slang puesto al servicio de la literatura es la mejor arma del Saúl narrador en El Torturador que sacó de las quintaesencias del lenguaje violento de “un país que está a medio camino entre Uruguay y México” pero que definitivamente es parte de nuestra historia. Seríamos necios si no nos reconociéramos en ésta nueva novela suya, que apuesto, está todavía por verse su impacto en las letras mexicanas.

El Torturador  narra, y tiene como personaje central a Escipión Carrasco, alias “el Machito”, alias el agente SSS007, quien terminará torturándolo todo, inclusive así mismo. Es “un hijo sin madre” identificable, no hay registro alguno de quién fue su progenitora en ningún lado; existió su padre, quien fue su primer torturador y en un enfrentamiento, pero amoroso,  el padre muere; después y por medio de ese slang recorriendo toda la narración, se irá conformando la historia y saldrán toda una caterva de personajes: “los juanes”, el Coronel Dunviro, el Presidente del Estado Mesoriental, etcétera.

Saúl Ibargoyen es de los maestros que gustan recordar siempre la importancia del primer poema reconocido a nivel mundial de la humanidad: Gilgamesh, (en La Escuela de Escritores de la SOGEM donde me dio clase en el año 2000 ya lo hacía con vehemencia) poema que como se sabe, es un recorrido onírico y un viaje al mundo de los muertos que hacen Gilgamesh y su amigo Enkidú para encontrar el secreto de la inmortalidad. Según una entrevista que dio a Alejandra Silva Lomelí de El Sol de México, en donde la periodista arroja la pregunta desde el título mismo de su trabajo: “El Torturador: ¿novela polifónica?”

Pregunta  Silva Lomelí:

 

El personaje principal de tu novela, Escipión Carrasco, es un incompleto de sí mismo, según tu misma definición. Carece de todo, incluso de una identidad inicial. Él tiene que forjarla solo, y en gran parte lo hace a través de sus sueños, que son catárticos y reveladores. ¿Nos puedes hablar sobre lo onírico en tu novela? ¿Cómo forman la personalidad de Escipión?

           

Saúl Ibargoyen responde:

 

“Los sueños son viejo asunto en todas las culturas. Basta recordar el Poema de Gilgamesh. En cuanto a Escipión, ese ámbito pesadillesco que lo acosa tiene origen, sin duda, en las más que penosas experiencias de vida. En él hay un torturador activo hacia los otros y uno físicamente pasivo hacia sí mismo. Esas pesadillas, producto de lo cotidiano y de la ausencia materna, a más de las carencias de la pobreza, generan más pesadillas que, de algún modo, se trasladan a la brutal vigilia que el personaje habita. Su propia imaginación puede ser interpretada como un mal sueño permanente. Escipión, en parte, es resultado de esos revoltijos oníricos...”

 

Todos sabemos de la maestría polifónica en las novelas de Milan Kundera, pero éste asunto no va por ahí. El discurso narrativo de El Torturador sería novela polifónica al estilo de esas mezclas de habla más bien, de La Habana en  Tres Tristes Tigres de Guillermo Cabrera Infante, que también parten de “revoltijos” oníricos nocturnos, pero es dolorosa la experiencia de leer El Torturador y, a pesar del aparente paralelismo entre estas dos obras, la verdad es que son todo lo contrario,  pues como el mismo narrador nos recuerda: “la ficción también hiere”. La obra que hizo mundialmente célebre a Cabrera Infante, no es sino una celebración de los ámbitos nocturnos de Cuba bajo el régimen de Batista, pero la verdad es que El Torturador es todo lo contrario o, más exactamente, es el otro lado de la moneda de esa celebración, ya que, en el Estado Mesoriental donde se desarrolla la novela, casi podemos ver, en la figura y el contexto de Escipión Carrasco, toda la historia de impotencia, desgarramientos, caos y devastación en nuestros países de América Latina en el siglo dos XX, cuando desde el poder, “la voz, agria de hipocresía, proclama que lo primero es el orden”, según dice uno de los poemas de protesta de Efraín Huerta.

Como lo sabemos todos los escritores mexicanos, los editores de libros, de revistas y suplementos culturales (toda publicación sobre las letras que se precie no puede nunca estar fuera de estos debates, encuestas y cuestiones) y demás gente cercana a los libros, en su número de abril de 2007 la revista NEXOS hizo una encuesta llamada “Las mejores novelas mexicanas de los últimos 30 años”. Yo creo que en pocas décadas adelante se volverá a convocar a ciertos votantes exclusivos para otra encuesta que seguramente causará polémica  y será  llamada quizá: “Las mejores novelas mexicanas en las primeras dos décadas del siglo XXI”. Ojo: en ese entonces ya Carlos Fuentes, como figura y su gran conocimiento de los distintos Méxicos que somos, significará otra cosa para todos nosotros. De hecho, Ibargoyen arriesga mucho más que Fuentes en términos de novela política. La Voluntad y la Fortuna de Fuentes, por ejemplo, con todo y sus 552 páginas densas y espesas,  palidece ante el verdadero horror de El Torturador y la maestría de su inquietante final in crescendo. El Torturador va a estar en esa lista que seguro vendrá  y quizá entre los diez primeros. Por su contundencia, su innovación estilística, su ironía amarga de triunfo pírrico, las carcajadas de borrachera que provoca, (¡no por otra cosa sino porque está escrita siempre desde el punto de vista del narrador que no deja descansar a nadie: ni a los personajes ni al lector, todos sufren y todos tenemos qué hacer catarsis ante El Torturador!) la solidez brillante de la historia en sí y por sí misma, así debería de ser. A éstas alturas todos sabemos ya qué es lo mejor de Jorge Volpi en su novelística (En busca de Klingsor y el ensayo Leer la Mente), de Juan Villoro (sus recopilaciones de ensayos y la novela El Testigo), de Enrique Serna (El Seductor de la Patria y El Dador de Silencios), de Gerardo de la Torre (Su obra de cuentos y Ensayo General), de Guillermo Samperio (La Antología que le publicó Alfaguara) etc...

Abro un libro de ensayos críticos reciente de Geney Beltrán Félix (2009, publicado por la UNAM) cuyo trabajo es notable y ha sido muy comentado en el periodismo escrito: El Sueño no es un Refugio sino un Arma y leo: “¿para quién se escribe? ¿No es aterrador que el diálogo intelectual fuera del círculo literario sea casi nulo? [...] ¿La literatura va a quedar relegada sólo al cubículo universitario del doctor en letras? (pp. 75-76). El ya mencionado Cabrera Infante declaró en el Prefacio a la cuarta edición de Así en la Paz Como en la Guerra (1960) que un amigo suyo le había dicho: “cuando un escritor tiene un público es hora de que comience a escribir para él”. No concuerdo totalmente con las preguntas de Geney Beltrán. No creo que ni él mismo las acepte. Pero reconozco que me obligan a meditar, a volver sobre preguntas mías que ya creía resueltas y replantear la idea o, más bien, ese conjunto de ideas, referidas claro,  a “la inmensa minoría” del público que tienen los libros y la literatura.

Una cosa sí es segura: El Torturador  no es una novela hecha para escritores y periodistas solamente; es para todo lector, toda lectora,  porque ese espacio narrativo “a medio camino entre Uruguay y México” del siglo pasado nos es dolorosamente próximo: Lomas Taurinas, Chiapas, Acteal, Tlatelolco, Oaxaca, el cura pedófilo Marcial Maciel, los filósofos marxistas Bolívar Echeverría y  Adolfo Sánchez Vásquez, los jóvenes emos, el ejército en las calles y la tortura misma (Ibargoyen se adelantó a Presunto Culpable, el documental de moda) ¿No son todas esas cosas, acontecimientos, lugares, nombres, repito (y la lista verdadera es más larga) no nos son definitivamente próximos y nuestros? Son nombres, lugares y cosas que han surgido por la tortura, por nuestra tortura.

 

  

lunes, 8 de agosto de 2022

SOBRE ÓSCAR DE LA BORBOLLA, POR MARCOS GARCÍA CABALLERO

 

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Me refiero  cuando uno toma con verdad el llamado artístico, ese llamado que un artista hace por otro incipiente parafraseando la idea de Marlaux (esa idea del llamado al individuo para que actúe y entre en acción viene desde San Agustín, cuando, gracias a él, el cristianismo pudo ser pensado y así, nos dimos cuenta que el cristianismo es más cosas de las que suponíamos, en su monumental obra, La ciudad de Dios): al llamado de dedicarse inútilmente al trabajo que genera, paradójicamente, a las grandes autoridades de la Humanitas, las grandes autoridades del hombre en sustantivo abstracto como le gustaba a Don Miguel de Unamuno; al trabajo de producir obra literaria, filosófica, de arte plástico, etc. En mi caso, uno de los que me llamó para tan extravagante labor, -zapatero a tus zapapoemas, diría Efraín Huerta-, llamado que obviamente comienza por un reconocimiento de la enorme parcela de ignorancia que nos recubre cuando atravesamos esa “charca”, como decía Julio Cortázar que es la adolescencia, no fue alguien de carácter o fama descomunal como algunos de los citados arriba sino uno más reciente, mexicano para acabarla de amolar y sobre todo, aún vivo. Aunque su edad  será posterior a textos como éste debidamente aclarar, ya que en La vida de un muerto la solapa indica 1971 como fecha de su nacimiento, mientras que El amor es de clase su respectiva solapa indica 1965 y creo que Filosofía para inconformes (1996) habla de 1939, así que éste autor ucrónico, como el mismo se autodefine, está en la víspera de que su próximo libro anuncie que nació ayer, pero con su nuevo libro bajo el brazo y desde el útero, gritando leperadas o ucronías, posiblemente  como el diario de un feto que sabe que estudiará filosofía en la UNAM y hará su respectivo doctorado en la Universidad Complutense de Madrid; yo creo que a Óscar de la Borbolla le gustaría ser recordado así: cínico, humorista y con una tendencia filosófica para observar  la realidad que es propensa a la amargura pero que en su obra narrativa es desmentida por la corrosión que se desprende de su visión; Óscar sabe cabalgar entre géneros pero el estilo nunca lo pierde, Óscar pertenece a la clase de escritores enamorados de su propio estilo, es decir, su verdad como escritor está colocada inseparablemente con su estilo (una especie de fraseo filoso y pensamiento agudo que tiende a desenmascarar las convenciones sociales pero sin dejar de respetarlas) y ese estilo es, por mucho,  su mayor obra y su más decantado logro, pero si el estilo no lo pierde tal vez sí pierda temas o subtemas literarios más allá de los grandes temas: el amor, la soledad, la ambición de poder y la muerte. Digo que tal vez se pierdan subtemas en la obra de Óscar pero definitivamente lo que irá ganando a pulso son lectores, no los lectores culteranos, no los lectores snob, no los lectores-escritores, pero sí muchos más lectores, la masa amorfa que todos somos.

Así que el Óscar de la Borbolla de 1939  nació pesimista, pero el más reciente La vida de un muerto (1998), lo convierte en un irónico y mordaz observador del fenómeno del narcotráfico, el narco-erotismo, la narco-muerte y la narco-furia, que es, principalmente, un velo que recorre Óscar para mostrar las narco-aventuras, que pueden comenzar con alguien (el muerto, por ejemplo), que soñó de niño que de grande quería vengarse de su madre y terminó soñando que su muerte era buena, justo como a su madre le hubiera gustado, lo que nos acerca a una visión de la narco-virgen de Guadalupe de la cual echan mano éstos personajes cuando la cosa se pone dura, (recordemos que la palabra Guadalupe es una conformación del término árabe guada, que significa agua: Guadalajara española, Guadalquivir y Guadarrama el apellido tienen su origen ahí; y lupe, que viene del latín lupus; lobo, Guadalupe es río de lobos, lo cual no entra en contradicción con la forma de vivir de éstos personajes: cabalgan en un río de lobos y como son mexicanos, le rezan a la virgen de Guadalupe para que cuando sea el caso, los saque del apuro. Ésta etimología me la dijo José Vicente Anaya en una borrachera, así que no lo sé de cierto, pero lo supongo).

Recientemente editorial Nueva Imagen ha ido republicando sus libros primeros como Nada es para tanto y Todo está permitido, los ya mencionados y el volumen de Ucronías, Instrucciones para destruir la realidad (2003), que contiene artículos que salieron publicados por vez primera hace cerca de 35 años en el periódico Excélsior, donde se contaban historias acerca de cómo una estampida de lobos atacó en el metro a los viajeros, una estación de televisión que transmitía sus programas por telepatía y cosas por el estilo. Híper realidad, híper convención social llevada al absurdo, pero no el absurdo francés, sino el mexicano: la ucronía. Humor, sátira, ironía y pesimismo. Además del que para mi gusto es su mejor libro de cuentos: Asalto al infierno. Mención aparte merece su obra Las vocales malditas, que su primera publicación (anterior a la de Joaquín Mortiz, cuando Don Joaquín Díaz Canedo apostaba principalmente por los cuentistas-jóvenes-promesas  que hoy son maestros de literatura), salió en edición de autor y es un verdadero tour de force en el que Óscar escribió cinco cuentos cada uno hecho con sólo una vocal, de donde se desprenden fragmentos de una admirable y no casual contundencia como el caso de Los locos somos otro cosmos escrito con la vocal o:

 

“Los locos somos otro cosmos, otro horóscopo nos tocó, otro polvo nos formó los ojos, no somos como los osos, somos lo otro, lo no ortodoxo, no somos como vosotros: ontólogos”

 

¿Qué se puede decir después de leer textos como éste?: “¡Carajo, por qué no se me ocurrió a mí!” Las vocales malditas es un gran ejemplo de cómo la literatura, en su constante tanteo, logra dar en el blanco de las cosas llegando puntual a su cita con la odiosa y tétrica realidad, pero embelleciéndola o jodiendo al respetable, que como es tan respetable soltará unas cuantas carcajadas.

Recuerdo 1998, el año en que Óscar anunció a la generación XXIV de la Escuela de Escritores de la SOGEM, la aparición en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara de La vida de un muerto. Inmediatamente giré instrucciones precisas a mi ángel de la guarda y a mi buena estrella para comprar el libro. Óscar ha venido ganándose a pulso al público joven que oscila entre los 18 y los 29 años y no sólo a ese público sino a todo aquél que se arriesga con los libros, como lo dice su autobiografía Ucrónica Un recuerdo no se le niega a nadie (1999) a llegar a reírse a solas, a contar con ese valor. La síntesis suprema. En filosofía para inconformes aparecen una larga tira de aforismos y todos ellos memorables, cito dos ejemplos:

 

“La realidad no nos enseña nada, pero nos obliga a aprender.”

 

“La imaginación nos hace inconformes, la memoria nos vuelve nostálgicos, la experiencia nos deja frustrados y la razón, cuando usamos a fondo la razón, nos revela ridículos.”

 

En éste día que termino de escribir este modesto homenaje a Óscar de la Borbolla, lo encuentro precisamente a él y le cuento de este texto y del premio Salvador Gallardo que me gané, le doy mi libro y se lo dedico adentro de la librería-cafetería Gandhi de Miguel Ángel de Quevedo aquí en la ciudad de México, como es costumbre de Óscar irse a escribir entre los que juegan ajedrez y en uno de sus libros hasta se hace una mención fantástica  a alguno de los meseros de la cafetería. Me dice: “¡Qué bueno que te sacaste ese premio, es lo menos, así nos tienen estos hijos de la chingada!” ¿Qué se puede decir? Pues darle la razón: magister dixit y es menester llevar sus palabras: “como un tesoro ardiendo”. (O. Paz. Salamandra, 1962).

 

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Pero para terminar éste breve homenaje, imposible olvidar su última entrega, La rebeldía de Pensar (Nueva Imagen, 2006), donde Óscar elabora una obra en la misma línea de Filosofía para inconformes pero más madura; se trata de construcción filosófica desde un punto de vista que sintetiza los logros filosóficos en la vía de un Eduardo Nicol, por ejemplo (que por cierto fue su maestro) pero nos invita a seguir pensando, para hacer exactamente lo contrario de lo que a su parecer, hacemos unos con los otros en la sociedad actual, es decir, tácitamente, nos invitamos a no pensar, a hacernos de la vista gorda… y contra esa mentalidad mandrilesca se ha opuesto siempre el inventor de la Ucronía. Simplemente por ser una obra que en ciertos momentos obliga al lector a Pensar —en el sentido que daba Ortega y Gasset a éste término, es decir, a contar con éste valor y este recurso exclusivamente humano, La Rebeldía de Pensar es una obra vigente, de actualidad y que pretende cuestionarte de forma honesta, con todas las tablas del oficio. Para pensar vitalmente y quitarte y desconfiar de tus creencias.

 

 

lunes, 1 de agosto de 2022

POESÍA DEL DÍA DE HOY

 

AYER MIENTRAS PASABA EL PROGRAMA

OPERACIÓN MAMUT POR LA TV

HUBO UN INSTANTE, GLORIOSO PARA MÍ,

EN QUE UNA MUJER DEL PROGRAMA DESPUÉS DE TODO,

ME ACEPTÓ EN SU CORAZÓN Y ME DIO

A ENTENDER QUE CREÍA EN MÍ,

A PESAR DEL DILUVIO DE COSAS DE

COMO ESTÁ NUESTRO PAÍS,

ELLA ES UNA HERMOSA MUJER

QUE TRABAJA EN LOS MEDIOS TELEVISIVOS;

PRESUNTO MILAGRO QUE ACEPTÓ QUERERME,

PASÉ UNA BUENA NOCHE PENSANDO EN ELLA,

DESPERTÉ HOY Y CON EL PRIMER SORBO DE CAFÉ LA RECORDÉ,

Y ESO VALE QUERER TODO ÉSTE NUEVO MES DE AGOSTO.

 

LA DESAPARICIÓN DEL POETA MALDITO COMO CONDICIÓN VITAL POR MARCOS GARCÍA CABALLERO


 

LA DESAPARICIÓN DEL POETA MALDITO COMO CONDICIÓN VITAL POR MARCOS GARCÍA CABALLERO


 

Desmedida sin par la vocación de flexibilidades,

ahorcado en su propia silla mientras escribía su poema,

al poeta le tiembla la carrocería entre palabra y palabra

para no condenarse, entre sus fauces hay dos grillos en medio de sus colmillos

y astillas de whisky y su pobre conciencia del poeta,

lo que más le atormenta, lo que puede decirse sin mencionar sus

más que desventuras de la vida, es su parte medular,

la simbiosis parada en el eco del doliente regreso pasajero entre ciudades,

sin ser retruécano de tintes verdes o vértebras inútiles,

blandiendo sus caballos negros de la locura y el premiado y heroico sexo

de flor o fruto para deletrear la próxima pesadilla.

Es ahí, en ese pequeño logro, en ese atisbo de sagacidad cautiva,

donde el que decide ser poeta vuelve a nacer y resurge el habla:

por medio de ese ente vivo llamado lenguaje, él nos dice,

parte médium, parte casualidad, su primitiva voz es plenamente moderna.

Asqueado del caos busca a tientas entre su historia y

el hallazgo se vuelve mutua comprensión de soledades, de pares,

de silencios pares

entre dos océanos de aguas perpendiculares, y es que cuando

uno lee buena poesía…

SOBRE LA PLÁSTICA TAMAULIPECA POR MARCOS GARCÍA CABALLERO...TODOS ÉSTOS TEXTOS SON CORRECCIONES DEL AÑO 2021

                                                            A LUIS ENRIQUE QUE JUNTÓ SUFICIENTE DINERO PARA                                                                                                            CONSTRUIR SU SEGUNDO PISO                                                                                                          EN LA COLONIA TACUBA, CDMX.

Casi cualquier ciudad importante del centro del país (Aguascalientes, San Luis Potosí, Zacatecas, Guadalajara, Querétaro o Morelia) están relativamente  a la misma distancia de Ciudad Victoria que del Distrito Federal (consulte usted su Guía Roji o su Altas o la aplicación Google Maps para entender la evidencia de la palabra “relativamente”). Además, el hecho irrecusable es que donde los pintores y todos los demás artistas tienen qué probarse a sí mismos de una u otra forma, es presentando sus trabajos primero en la ciudad de México y luego, si su suerte no los defrauda, vendrán los festivales o las exposiciones en E. U. y Europa y esta suerte de peregrinación o talento peregrino (dicho sea sin detrimento de nadie), se debe inequívocamente al centralismo de este país, que hace que el trabajo artístico también tenga su Meca, o su mini Meca, más bien, en el sentido de las oportunidades de desarrollo personal y profesional, pero la realidad  es que la Ciudad de México es una megalópolis en términos de explosión demográfica, cuestión ésta que no atañe sino a nuestro atraso histórico en aspectos democráticos, económicos y educativos. Por tal motivo, los habitantes de dichas ciudades tienen mayor oportunidad de ver la creación tamaulipeca en la exposición “Plástica tamaulipeca contemporánea” que durará hasta el 10 de septiembre de 2003 en el Centro Médico siglo XXI de la ciudad de México, que, por ejemplo, visitando Ciudad Victoria o Tampico. Tampico tiene fama de ser ciudad fea y hay cierta verdad en eso, “huele a petróleo” como dice Taibo II en su noveleta De paso; el Distrito Federal tiene la fama de ser la peor de las ciudades mexicanas y también hay  verdad en esa afirmación, “el pinche monstruo no se deja narrar” (para seguir parafraseando a Taibo), pero como también hay verdad en decir que es la ciudad que más expresiones artísticas abreva,  éste texto puede leerse como una invitación no para mostrar la histeria o  demencia de esta ciudad, sino para mostrar que la realidad artística del país, debe ser el leitmotiv de visitar, recorrer y aprovechar lo que la ciudad de México puede ofrecer si se le analiza con simpatía. Tarea difícil si las hay, pero como el arte también implica dificultad, también hay que analizarlo con simpatía para demostrar que la simpatía viene siendo la mejor de las ciudades posibles y por supuesto, el mejor derrotero de la creación. Así puede leerse el poema de Sergio Mondragón titulado “Color y forma de lo que dura” dedicado al pintor José Reyes Meza, con el que se inicia la exposición de artistas tamaulipecos en el Centro Médico siglo XXI:

 

            “En los altares de muertos de tus pinturas,

            en tus pinceles embadurnados

            canta todo lo que somos, todo

            lo que quisiéramos ser;

            grita todo lo que estas tierras tienen vivo

            bajo sus mataduras, todo lo que ha encontrado refugio

            en tus colores, en la paleta de diablo que pulsas

            como un Stradivarius.”

 

En este fragmento, comparar al pintor con un creador diabólico con  Stradivarius es lo novedoso del poema, si partimos de que lo auténticamente novedoso, lo más inesperado, es lo mismo que se ha manifestado desde sus orígenes. Mondragón, (el legendario creador de la revista El Corno Emplumado en los años 60’s) compara la pintura bucólica de José Reyes Meza con el carácter campirano de los antiguos juglares y trovadores que recorrían los pueblos despertando la fascinación del público, cosa que siempre ha sido, una de las manifestaciones del diablo para entrometerse en los asuntos humanos.  Roguemos entonces, porque los cuadros de  Reyes Meza no salgan del recinto e inicien actividades satánicas. Parar el tráfico en avenida Cuauhtémoc, por ejemplo, o algo todavía más atroz.

            Del resto de los expositores, cabe destacar la obra de Aníbal Hernández, en especial el cuadro “El azar pasea por el bosque”; título que por sí solo ya es una hermosa declaración estética,  pero los que enseñorean  la exposición, a mi parecer, son los artistas Pedro Banda y Gloria Tijerina, ambos con propuestas novedosas en el sentido de lo original, del origen, de lo novedoso y sorprendente que resulta constatar que el mundo sigue con su parcela de orden y desorden. Sobre la obra de Pedro Banda escribe Berta Taracena:

 

“…el color ha cobrado poder en el lenguaje de Banda. La fuerza de los acordes cromáticos, la gran maestría con que armonizan… han ido haciendo de Banda un pintor auténtico… genuino representante del expresionismo.”

 

Si en su ensayo (muy lúcido, que duda cabe) Los hijos del limo, Octavio Paz declaró que las vanguardias artísticas habían muerto, dicha afirmación propicia la polémica en vez de clausurarla, ya que a pesar de tan anunciada muerte, podemos afirmar que la obra narrativa de, por  ejemplo, Carlos Fuentes, representa la vanguardia sin proponérselo, ya que las vanguardias significan ante todo radicalidad de significados, no el hecho de tener etiqueta de nombradía,  así que es probable que ya se estén generando movimientos de vanguardia muy importantes actualmente: en Fuentes, desde La región más transparente, Las buenas conciencias, Gringo viejo (ésta última,  Diana o la cazadora solitaria y  La silla del águila son sus mejores obras, para mi gusto) contienen esa radicalidad significativa en el sentido de lo original, de la palabra que origina; obras que hablan de una poética inmensa que versa sobre los temas centrales de la literatura: el amor pasional, la soledad, la ambición de poder (donde entra la novela histórica) y la muerte.

            Este sentido de la originalidad acompaña la obra de Pedro Banda y Gloria Tijerina; en el primero, por ejemplo el hermoso cuadro “El alfarero de Tula Tamaulipas”, de forma expresionista, de manera que el expresionismo tuvo como razón de existir a principios del XX — y es lo que Pedro Banda reivindica—, el hecho de brotar de una irracionalidad psicológica y metafísica que podemos denominar simplemente como energía  y exaltación (un vir, en griego, de donde proviene la palabra virtud: la fuerza y la excelencia), y la virtud es para verla más tiempo del que amerita, precisamente porque nunca está de más: colores zumbones, objetos representados más por el color que por el espacio físico del cuadro, esta pintura retoma la “alegría sensible” de la que hablaban los primeros pintores expresionistas. Pedro Banda nos transmite ese “espacio sensible” en sus cuadros, en los que los temas hablan de la sorpresa de la cotidianidad y las costumbres, y si bien  representan actividades sencillas, de cualquier manera sería un error calificar su obra como “provinciana” y no sólo por el númen despectivo  de la palabra, sino porque su veta expresionista captura el interés, (es decir lo que hay entre dos) en este caso, pintor y modelo o tema, de manera que no hay sublimación como dice la psicología  de cajón, sino una dignidad desafiante, precisamente porque nos introduce en el espacio afectivo del cuadro. Si el futurismo pregonaba que “habrá más en el futuro”, el expresionismo sostiene “hay más en el presente”; en el aquí y el ahora “hay esto y hay que asumirlo”, de ahí la estética desafiante de la pintura expresionista.

 En el caso de Gloria Tijerina, de su serie “De noches creativas”, destacan las figuras Tótem No. 005 (cerámica, madera y cuerdas de algodón, 1997) y Tótem No. 003 (del mismo año). La utilización de los tótems  proviene de las antiguas culturas de América  en la región  del norte de México y sur de Estados Unidos (aunque no sólo de América: Freud en su espléndido ensayo Tótem y tabú sostiene su origen australiano, pero me parece que es debido a que los titanes del pensamiento austriaco de la época —1913— gracias a su bendito etnocentrismo, no volteaban mucho los ojos hacia lo que ocurría en sitios fuera de su interés, o fuera de sus dominios, mejor dicho).  Dicho culto,  cuya palabra completa para designarlo es ototeman, proviene de la combinación de dos cultos: el animismo —es el poder del alma de los muertos— y el culto a los animales. El culto totémico de América, al igual que a su modo lo hicieron las viejas culturas africanas, pretendía superar el conflicto de los hijos e  hijas al iniciarse en la participación de la comunidad, para resolver el conflicto de identificarse totalmente con lo que representa el reino del padre (el trabajo y la toma de decisiones sobre los problemas de la comunidad, principalmente) o la identificación con el reino de la madre (la crianza y la educación de los hijos y las actividades domésticas), dicho conflicto es universal y trasciende la historia de las culturas particulares, ya que tarde o temprano, los hijos deben enfrentarlo. De el deseo de salir airoso de este conflicto, el análisis freudiano determina que el hijo o hija, desea (Freud siempre insistirá en esta palabra), comerse al animal muerto o al familiar muerto para tomar fuerza en su lucha por crecer. De éste enfrentamiento podríamos deducir una condición trágica de la existencia de carácter inmanente, concerniente a las pasiones de la razón y las de la irracionalidad (¿Se acuerdan del ensayo Diálogo entre filosofía y poesía?). Luego se retorna a lo cotidiano, pero armado de una fuerza conciente que ha descubierto el sustrato y lo que detenta la cotidianidad; fuerza basada en la memoria del peligro de la ambigüedad contra la cual se luchó y sin duda, ahí es donde se forja y donde reincide el carácter personal, cuando el carácter, como decía Nietzsche, es una experiencia que vuelve. Pero para éste tema, mejor volvamos hasta los griegos, que como ya casi todo lo que hemos dicho después, ya lo sabían: metron ariston (todo en su justo sitio y medida: me refiero, obviamente, a la cotidianidad), ellos lo recorrieron: nada más imaginemos a los padres de la conciencia humana, como por ejemplo Esquilo, Platón o Aristóteles, llegando a esa suprema conclusión. Pero lo que interesa no son las conclusiones rápidas que vedan el desarrollo del propio pensar, sino el trayecto mismo: lejos de un auténtico parricidio, Esquilo, Platón y Aristóteles todavía siguen tocando las campanas de los revolucionarios estilo marxismo con mariguana. Precisamente por significar esta dualidad, el tótem es receptáculo de magia, representante de lo sagrado y trascendente, de la travesía iniciática, de ahí que el comentador de las figuras  indique que: “la interpretación de la obra de Tijerina corre por cuenta del visitante”. El encanto ha comenzado, la obra marca la pauta de nuestras interpretaciones y nuestros esbozos de respuesta.

 

domingo, 31 de julio de 2022

DIVAGACIONES SOBRE CINE POESÍA Y PINTURA

     A MIS COMPAÑEROS DE LA ESCUELA DE ESCRITORES DE LA SOGEM ENTRE 1998-2002

Desde hace tiempo he sospechado que el lugar que ha desempeñado el cine en el siglo XX, desde un punto de vista sociológico, fue el mismo que desempeñó en el XIX la novela, así como el teatro en el siglo XVI y tal vez en este siglo XXI sean las nuevas tecnologías virtuales y el internet. Dejo en un segundo plano a la televisión pero no a  la radio;  me parece que su campo de acción  de la tele  pertenece a tiempos y a duraciones más efímeras (aunque en su flamazo se nos vayan los días y semanas en las grandes ciudades: eso pienso de la televisión: el imperio de lo más efímero, el reino de la desmemoria y con un poder enorme, que dicta órdenes a diestra y a muy siniestra) y no de gran impacto en la sociedad,  a pesar de que en México se ve mucha televisión y la radio ha tenido y tiene, el honroso prestigio y nobleza de comunicar precisamente a las comunidades más alejadas de las grandes urbes o megalópolis del planeta. La radio comunica a ranchos, pequeñas haciendas, pueblos de playas semi vírgenes y da cuenta de los hechos locales política y culturalmente informando el latir de esas comunidades, que hay más de las que es de suponer. En un país como México, en que desde los tiempos en que terminó la Revolución se habla de que las ciudades han superado a la sociedad campesina y que debemos ingresar a la modernidad en términos de legitimidad de gobierno, democracia sin cortapisas y un definitivo alto a la corrupción, nos hemos dado cuenta de que estamos condenados a que esas ideas sigan viniendo sin cesar, siempre prometedoras, siempre inalcanzables, siempre esperanzadas. Así lo vio Vasconcelos cuando tuvo que empezar desde cero la tarea educativa del país. No importaba que la gente no leyera si es que acaso sabía: era preciso penetrar con los clásicos griegos por todos los rincones del país: Aristóteles, Píndaro, Homero. Ya después se cotejarían los resultados: lo importante era darle a México un pasado de dimensión internacional. ¿Se acuerdan del ensayo Diálogo entre Filosofía y Poesía? Por ahí va la idea: que el cine mexicano volviera a estar en diálogo con la literatura nacional; corriendo al paralelo, vamos es posible, en 2018 ya somos potencia cultural.

            Me he referido al latir de las comunidades y lo hago ahora también de las grandes urbes: en los años cincuenta del siglo pasado ese latir estaba perfectamente empatado entre cine y literatura en México, no en balde es llamada la “época de oro” de nuestro cine. Por ejemplo, las películas del guionista Alejandro Galindo estaban basadas en reminiscencias de textos fundamentales de ésa época: El laberinto de la soledad, La región más transparente, El perfil del hombre y la cultura en México, etcétera. Entre las luminarias de nuestras letras (Octavio Paz, Samuel Ramos o Carlos Fuentes) había un debate muy importante sobre la identidad nacional que Galindo, con un enorme colmillo y conocimiento de las tretas cinematográficas, plasmó en películas como Los hermanos de hierro. Y creo que esto tuvo y tiene mayor impacto en las sociedades y que definen mejor el sentir de una época a decir que lo que nos define es la televisión de aquí pal’ real. Por ejemplo, en la actualidad, películas como Sexo, pudor y lágrimas, Amores perros, La perdición de los hombres o  Y tu mamá también... y en un lugar no menor aunque de menos alcance de las grandes masas, novelas como La piel del cielo, de Elena Poniatowska, galardonada con el premio internacional de novela, Alfaguara 2001, El otro amor de su vida de Héctor Manjarrez, la multi mencionada En busca de Klingsor de Jorge Volpi o Diablo Guardián de Xavier Velasco (Premio Alfaguara 2003 como es sabido). Y así lo seguiré creyendo, ya que me niego a definir a nuestra sociedad por el número de partidos de fútbol que se ven en las cantinas de la ciudad de México.

            Vuelvo a mi sospecha: el cine deja atrás a la novela como hecho cultural que se inserta en el cotidiano histórico. Pero a su vez, el cine debe mucho a las grandes novelas del siglo XIX. Así lo vio Tolstoi en una enorme profecía citada por Fernando Savater en un hermoso y ya lejano  artículo titulado “La palabra imaginaria”: (revista         Intermedios,             marzo            de        1992):

“Ya veréis cómo este pequeño y ruidoso artefacto provisto de un manubrio revolucionará nuestra vida: la vida de los escritores. Es un ataque directo a los viejos métodos del arte literario. Tendremos que adaptarnos a lo sombrío de la pantalla y a la frialdad de la máquina. Serán necesarias nuevas formas de escribir”.

* * *

 

Las deudas del cine a la literatura y su relación son brillantemente exploradas por Savater. Pero yo me pregunto: ¿Y la poesía, y la pintura, la música? La música se ha revelado como una hermana casi gemela del cine, al nacer el cine sonoro y más adelante, el soundtrack, así que  entre la combinación de música y escenas sentimentaloides o emotivas en la pantalla, la gente las confunde con poesía o lo poético y cree que de un plumazo se pueden borrar a Baudelaire, Vallejo o Vicente Huidobro. Hablando en plata, es sabido que el cine es una bola de trucos que obligan al espectador a interesarse, a desbordarse y a entusiasmarse con una trama o unos personajes. En ese sentido, todo el cine que vemos es efectista, de acuerdo con lo que he venido manejando en estos textos. No hablo aquí de los grandes creadores de cine, como Orson Welles, Bergman, Kurosawa, Tarkovski, Kubrick o Buñuel. Sino el cine normal, norteamericano, hoolywoodesco, predigerido y de hecho mucho más disponible para el espectador de a pie: usted o yo. En esos terrenos, la poesía y la pintura casi no tienen nada qué hacer junto con el cine. Tal vez esta aparente lejanía se deba a que el pintor es un poeta por otros medios, es decir, que presenta un mundo estético acabado al igual que el poeta con sus palabras, se trata de una estética que no se conforma con re-presentar  al hombre o la naturaleza, como lo hacen la novela y el cine, sino que en realidad presentan ese otro mundo donde vivimos nosotros: el alma, la otredad en el yo o la ensoñación, tema brillantemente explorado por el francés Gaston Bachelard en su ensayo La poetica del espacio. Existen ciertas ideas psicoanalíticas que defienden al cine comparándolo con los sueños. “Soñamos como si viéramos una película”, parece ser la conclusión con la cual el psicoanálisis avala al cine y lo declara moralmente sano y recomendable. (No hay que olvidar que el psicoanálisis es una ética sofisticada) A los que así piensan y —sobre todo—: ahí se detienen, los remitiría  al espléndido cuento de Bertrand Russell Ajuste. Una Fuga para que descubran la pesadilla que tuvo el psicoanalista que intentó someter a diván a los grandes personajes de Shakespeare. ¿Qué pensaba Freud sobre lo que descubrió Lumiére? Por lo menos hasta donde yo tengo noticia no hay un texto freudiano amplio y contundente al respecto. Por tal motivo, creo que en ésta tónica (por lo menos la de ésta nota) Gaston Bachelard fue mejor detective: es la ensoñación el estado en el que verdaderamente el individuo se revela, dialoga y examina su propia vida, ya que la ensoñación tiene muchas más oportunidades que el sueño. Cuando se trata de penetrar en el interior de un personaje, el cine se vale de una nubecita (ahora este efecto está casi ya superado) u otros como planos-secuencia intermitentes que nos muestran un mundo onírico por acumulación, pero pintores y poetas saben que esto no basta para hacer poesía; poetas y pintores reflexionan, se inspiran (es decir, tienen visiones de la materia o sustrato poético sobre el cual trabajarán, lo cual es muy distinto a imaginar propiamente imágenes: el binomio imagen visual-imágen poética no existe) y no sólo sugieren, como lo hace el cine. El arte pictórico y poético expresan la fascinación y el vértigo de sentir o indagar en el alma propia, lo cual es una defensa preciosa de la subjetividad: poesía y pintura insinúan lo otro, el cine insinúa unos trucos. Aunque partimos del hecho de que ambos caminos seducen, (en el sentido de que en cualquier seducción hay algo de trampa y espejismo), en poesía y pintura la seducción nunca acaba: la prueba estriba en que un buen observador de cuadros o un buen lector nunca se cansan o se aburren de las buenas pinturas o los buenos poemas; en cambio, mirar la misma película más de una o dos veces resulta un tanto bruto. En fin, el cine tiene muchos grandes novelistas, en el sentido de la estructura narrativa, pero aún le faltan un Borges (ensayista), un Neruda (poeta) o un Salvador Dalí (pintor). El día en que esto se muestre, será gracias a que los hoy aprendices de cine habrán leído a Bachelard, la ensoñación se desnudará y así comprenderemos una vez más, que el cine puede y debe ser un arte, que al igual que todos los demás, necesita revolucionarse en contenidos y no sólo en aspectos puramente técnicos.