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Todos los textos son propiedad de sus autores, quienes tienen todos los derechos sobre ellos (¿o será al revés?) y han decidido libremente publicarlos aquí para la difusión pública sin fines de lucro. *Este proyecto está basado, en sus orígenes, en la idea de Dulce Chiang y Alicia Quiñones



sábado, 28 de septiembre de 2019

EL CAMALEÓN Y LA TARÁNTULA CUENTO PUBLICADO ORIGINALMENTE EN REVISTA TRANSGRESIONES EN EL 2016



POR MARCOS GARCÍA CABALLERO
Para Armando Bayona Celis

Es un relato que he contado ya varias veces con algunas variantes a lo largo de muchas sobremesas o cruzando tragos con amigos. Ya mucho tiempo después y en mi edad  adulta; los sucesos que voy a mostrar ahora: La escena inicial debe  verse en 1984, en mi salón de quinto o sexto de primaria, con niños y niñas sin uniforme ni enseñanza religiosa, se trataba de tener apertura mental, excelencia y gusto por la vida combinada con los estudios.

Una primaria privada en el sur de la ciudad de México que contaba con buen prestigio para entonces y, en particular, detrás de los salones normales de clase y el patio con cancha de basquetbol y una pequeña tienda para las horas recreativas, un jardín alambrado -para que los estudiantes no jugáramos a destruir las macetas-,  y un refulgente salón especial que era el laboratorio de biología de todos los grupos. Ese fue mi primer y único laboratorio de biología en mi vida y lo recuerdo como si al entrar en él junto con mi grupo de generación, nos convirtiéramos de ipso facto en naturalistas franceses del siglo XIX de esos que viajaban por todo el mundo y llegaban hasta tierras ignotas del África o Suramérica debido a su ansia exploradora y la verdad es que no exagero tanto: en ése laboratorio había desde avispas atrapadas en ámbar, hasta toda clase de insectos disecados y en planos, un cráneo de un puma y la colección más sorprendente de escarabajos que haya visto nunca, avispas, arañas, lagartijas disecadas también y planos del cuerpo humano; es decir, todo un mundo por descubrir para nosotros solos y cada viernes.

Además Mario, el maestro, era amigo de mi familia y eso ante mis compañeros me daba un plus, un plus algo loco porque había un par de encimosos que de “wookie”, no me bajaban. (Sí, el wookie de la película híper famosa, el tal chewbacca, que le llaman) Pero así las cosas, sucedió ese gran día, habíamos terminado con la lección de inglés y el maestro de biología nos llamó para ir al laboratorio. Debo detenerme en el momento en que ese día, un amigo llamado Diego, había llevado muy presumidamente a la escuela una tarántula viva, casi tan grande como del tamaño de una mano. La llevaba en un frasco y ese día él fue la sensación de toda la escuela, ese muchacho ese día no se movió ni se ajetreó mucho  como los demás a la hora del descanso, jugando al básket o lo que fuera, estaba simplemente sentado afuera de la dirección de la escuela y todo mundo venía a preguntarle de dónde había sacado eso.

Que supuestamente de un pueblo cercano a Cuernavaca donde sus padres estaban fincando un terreno, y que los albañiles la habían encontrado. Que su padre le había dicho que tal vez sería bueno llevarla a la clase de biología. La cosa esa causaba miedo, pero seguramente la pobre estaba más espantada, por esa nuestra pequeña potencia infantil o casi adolescente: digamos, ¿Qué hubiera pasado si  algún loco se lo hubiera arrebatado y hubiera destapado el frasco encima de una muchacha? O peor: ¿de un maestro? Qué bueno que hasta eso, Diego aguantaba todos los jaloneos y se pasó el recreo con una paleta helada chupándosela y el frasco con esa cosa a un lado. Pero como dije, había acabado la clase de inglés y llegaba hora del laboratorio de biología… Entonces sí, Diego, muy presumido, bajó inmediatamente las escaleras de los salones, muy orgulloso de ser la sensación de la escuela, todos bajábamos igual que él como si fuéramos sus escoltas, ya que el frasco era el precioso tesoro para el laboratorio. Llegamos al laboratorio y vimos a Mario platicando con los dos muchachos de la limpieza de la escuela y cargando un serpentario. ¿Un serpentario? Sí, una especie de caja rectangular con poca arena en su interior y para sorpresa, lo que veía Mario adentro ya que le pidió a todo el grupo que tomara sus bancos: un camaleón pequeño un poco más chico que la tarántula.

No fui yo el primero en comunicarle a Mario lo que traía el frasco de Diego, todo el grupo se lo dijo. Por eso hablaba Mario con los de la limpieza: ellos habían encontrado al camaleón en el jardín alambrado.

Mario pidió al grupo que le bajaran al escándalo, miró la tarántula en el frasco y luego al serpentario, luego, sonriendo con malicia dijo que podíamos hacer un experimento esta vez.

Le preguntó a Diego: –¿No te importaría regalarnos tu tarántula?

Diego respondió que se podía usar para la clase de biología.

Perfecto, respondió Mario, tomó el frasco, inspeccionó la tarántula y luego al camaleón.

Como que el salón no entendía pero todos estaban en ascuas.

Mario nos pidió que nos acercáramos para ver el experimento. Así lo hicimos.

Mario abrió el frasco y aventó a la tarántula al serpentario donde estaba el camaleón tan tranquilo como si nada, con los ojos entrecerrados. La tarántula sintió de inmediato que pisaba arena…

–¿Qué va a pasar? –gritó todo el grupo.

–Ahorita lo van a ver –dijo Mario sonriendo.

La tarántula empezó a mover sus patas y a caminar, tal vez, con ganas de causarnos miedo, ya que de eso viven cuando no comen, según decía Mario, pero en cuanto la tarántula vió al camaleón acurrucado en una esquina, entró en pánico, corría de un lado para otro del serpentario como queriendo salirse, lo cual, debido a la altura de las paredes de cristal era imposible; corría y corría de un lado para otro, mientras, el camaleón tan campante echaba la flojera; de repente la tarántula pasó un poco más cerca del camaleón y nada más abrió la boca y sacó la lengua y ¡órale! Una pata menos para la tarántula, que seguía queriendo escaparse y no podía hacerlo. De repente pasó cerca otra vez y ¡órale! Otra pata menos para la tarántula. Nos quedamos impresionados. Así pasó todo el rato hasta que la tarántula sólo tenía tres patas. Y el camaleón tan campante ni siquiera se había movido de su sitio… Cuando la tarántula ya no se podía mover, ahora sí se movió el camaleón, volvió a abrir la boca y se la tragó entera.

¡Hoóooorales!–dijimos todos a coro.

El inolvidable Mario se echó a reír y dijo: “¿Quién trae un jaguar y un venado para la próxima clase?”



miércoles, 25 de septiembre de 2019

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domingo, 1 de septiembre de 2019

NIETZSCHE Y LA VERDAD MENTIROSA. -POR CALEB OLVERA ROMERO-



Todo esto significa de raíz, desde siempre, que estamos habituados a mentir, o para decirlo de manera más virtuosa e hipócrita, en suma más agradable, somos mucho más artistas de lo que sabemos. Es en el arte en donde precisamente la mentira se santifica, y la voluntad de engaño tiene a su favor la buena conciencia.
Lou Andreas Salomé

La verdad es como el alcohol
el hígado pone el límite.
Nietzsche


Resumen

Partiendo de las aportaciones de Klossowski y Colli, así como de los propios textos de Nietzsche, en especial Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, se hace un análisis del concepto de verdad en el pensamiento de este autor desde la perspectiva de la hermenéutica contemporánea, mostrando que la desmitificación llevada a cabo por este filósofo es ella misma una mistificación.




Lo adecuado es decir que no se ha hecho justicia a Nietzsche, ya que sus lectores han sido demasiado atentos. Para igualar circunstancias sería necesario aplicar a su lectura el mismo método que él aplica. No nos referimos con esto a realizar una lectura genealógica del origen de sus conceptos,[1] sino a realizar la misma lectura superficial e irónica que él realiza de los que son los blancos de sus críticas. Una lectura, trivial que basa sus críticas en comentarios de otros u opiniones infundadas, presentándolas como conclusiones estruendosas que aciertan en las llagas[2]. Hacer aseveraciones y escandalizar en torno a Nietzsche sería hacerle justicia.[3] Muy probablemente haya sido un asiduo lector, pero no de los filósofos que ataca.[4] Sabemos por Giuliana Lanata que nuestro autor lee a Platón y a Schopenhauer, a Rohde, Chamfort, Vauvenargues, Hume, Voltaire, los Upani schads y naturalmente a Burckhardt. Seguramente leerá a muchos otros, pero de eso no queda rastro ni siquiera por sus críticas. Sobre todo a Hegel y Kant, contra quienes despotrica algunas veces de manera directa y muchas otras indirecta, gustando en ocasiones de llamar a este último, juguetonamente,  can,  sinónimo de perro.[5]

El escritor del Anticristo, entiende la verdad en varios sentidos, sin embargo hay un sentido de la verdad que no puede negar, este es el sentido de la verdad primigenia y ontológica, de la verdad expresada por Buda y después por Schopenhauer.[6] La verdad del dolor como realidad intrínseca a la vida. Ante esta verdad calla,[7] prefiere jugar con una verdad compuesta de metáforas, que él gusta en llamar puros cuentos de filósofos, donde filósofo es utilizado como sinónimo de Hada. Peor para las hadas. Esta verdad juguetona tiene por corazón el más recalcitrante de los principios metafísicos, la voluntad de potencia[8] o de poder, según sea la traducción. No obstante, en este corazón late la verdad inocultable que extiende sus raíces hasta lo más profundo del ser y esta verdad es  - el dolor -. [9]

En su texto Sobre verdad y mentira en sentido extramoral nos dice: El hombre nada más desea la verdad en un sentido analógicamente limitado, ansía las consecuencias agradables de la verdad, aquellas que mantienen la vida; es indiferente al conocimiento puro y sin consecuencias e incluso hostil frente a las verdades susceptibles de efectos perjudiciales o destructivos.[10] 
De dónde habrá sacado esta afirmación si no es de lo recóndito de su actuar, él teme la verdad de Schopenhauer,[11] y ante esta verdad que se traduce por dolor, prefiere declarar que la verdad es mentirosa. Esta verdad ante la que se evade, es la verdad del deseo, como consistencia última del ser, pues desear es desear lo que no se posee, y esta condición es la condición del que necesita el objeto deseado para satisfacer el deseo. Ergo somos ontológicamente deseantes o sufrientes, seres incompletos condenados a peregrinar por los objetos que deseamos sin fin alguno, ya que el secreto del deseo consiste en nunca estar satisfecho.

La pregunta que nos salta en este momento del análisis, es referente a la verdad y concretamente a su definición ¿qué entiende Nietzsche por verdad?.
La respuesta la encontramos en Sobre verdad y mentira pues ahí nos responde: La “cosa en sí” esto seria la verdad pura, sin consecuencias.[12]
Lo primero a decir respecto a su definición, es que tiene cuando menos en este texto y hasta este momento, una concepción muy pobre y reducida de lo que es la verdad, más tarde agregará otra, pero esta verdad por adecuación esgrimida por Aristóteles tuvo vigencia hasta Santo Tomás, sin embargo nadie sostiene ya una verdad tan ramplona. La verdad es un fenómeno mucho más complejo, compuesto por diferentes criterios como lo son el acuerdo, la imposición, la factibilidad, la probabilidad, el acierto, la certeza, la verosimilitud, entre muchas otras, que claro está, incluyen al criterio de correspondencia.
De hecho la verdad por adecuación, que tanto niega nuestro autor que se pueda dar, se cumple con las sensaciones y las entidades abstractas, como lo son los números o las funciones, donde el concepto de cero y el cero son lo mismo.[13] Podríamos multiplicar los ejemplos.[14]

Nietzsche nos dice: Y además ¿qué sucede con esas convenciones del lenguaje?...  solamente mediante el olvido de esas convenciones puede el hombre alguna vez llegar a imaginarse que está en posesión de la verdad.[15] Aquí la pregunta a nuestro autor sería que si ¿“de verdad” piensa que el lenguaje es una convención? y si es así, cómo llego a la idea de esta verdad, que nos arroja como conclusión que existen verdades. Si finalmente cree que eso que afirma es una mentira, entonces podemos abortar la discusión, pues nos está diciendo mentiras, que él sabe son mentiras y quiere que las aceptemos como verdades.
No logra ver que hacer concordar, como si se tratasen de sinónimos convenio y mentira; esto se ve a lo largo de todo su texto. Para él todo lo que es artificio es mentira. Es más, todo lo que no es adecuación con la cosa en sí, es mentira.[16] Aunque se ufane en decir que no hay adecuación con la cosa en sí.

Diremos en contra que el convenio antes que ser una forma de las mentiras, es un criterio de verdad. Podemos acordar sin mucho problema que estamos en México, independientemente del lenguaje, esto se toma por cierto. Además este acuerdo en llamar a las cosas como se nos antoje, no es precisamente una mentira.

Citemos a Nietzsche: dividimos las cosas en géneros, caracterizamos el árbol como masculino, y la planta como femenino: ¡que extrapolación tan arbitraria! ¡A qué altura volamos por encima del canon de la certeza! Hablamos de una “serpiente” la designación cubre solamente el hecho de retorcerse; podríamos por tanto atribuírsela también al gusano. ¡Que arbitrariedad en las delimitaciones! ¡Qué parcialidad en las preferencias![17]
Podríamos concordar que el lenguaje no es exacto, que de hecho guarda un grado de confusión, pero de ahí no se sigue por ningún medio que lo confuso sea falso, además olvida el criterio pragmático[18]. El usuario del lenguaje finalmente comprende, quizá no un cien por ciento, pero si la mayor parte del mensaje. No tiene caso discutir esto pues nadie congruente sería tan tonto para tratar de sostener que el lenguaje no nos comunica, ya que para ser congruente debería, sino quiere perder el tiempo, guardar silencio, de lo contrario intentaría comunicarnos la idea, a través del lenguaje, de que el lenguaje no nos comunica.[19]

Otra vez Nietzsche: los diferentes lenguajes, comparados unos con otros, ponen en evidencia que con las palabras jamás se llega a la verdad ni a una expresión adecuada, pues en caso contrario no habría tantos lenguajes.[20] Este ejemplo es bueno, pues del hecho de que existen varios lenguajes, nuestro autor deduce que todos son falsos. Parece ser que ha olvidado, que la verdad se encuentra en el sema no en el fronos, en el significado no en el sonido. Del hecho de que no existe una sola manera de nombrar las cosas, deduce que todo es mentira. El sonido puede significar algo, este algo puede ser distinto pero mantiene algo de similar. Apple, Pomme y Manzana, pueden decirse y escribirse de maneras distintas, pero significan algo particular. Algo que puede o no estar frente a nosotros. Del hecho de que sean diferentes no se sigue que sean falsas ni mucho menos que sean mentiras.

La mentira es en nuestro autor, totalmente contradictoria, pues la usa para negar la existencia de una verdad, y esto no es posible pues el término mentira trae implícito su contrario, como el término bueno sólo se comprende con relación a lo malo. El término mentira implica el saber la verdad ante la cual se puede declarar la no adecuación con ésta, es decir, su falsación y de ahí la mentira. Solamente si aceptamos la verdad podemos hablar de mentiras como falseamiento de esta verdad. Decir que solamente poseemos mentiras, es decir que de alguna manera se tiene el criterio para saber la verdad, ante la cual lo que poseemos son simples mentiras. Si realmente no pudiéremos acceder a la verdad, no podríamos saber que lo que poseemos son mentiras.[21]
Aún cuando hablo de mentiras, declaro cuando menos implícitamente que poseo la verdad, la verdad ante la cual las otras narraciones son mentiras.

Citemos a G. Colli: Nietzsche no se cansa de repetir que el único mundo es el que vemos en torno a nosotros, y que los cimientos ocultos, las sustancias absolutas son cuentos de filósofo. Si no hay sustrato, entonces el mundo coincide con el conocimiento que tenemos de él, o en cualquier caso es reflejado por él.[22]  Si no hay más mundo que el que vemos, si no hay sustancias ocultas u otro mundo, entonces nuestra imagen del mundo corresponde con él. Aquí parece ser que Nietzsche se equivoca pues quiere esbozar el argumento kantiano, bebido de segunda mano a través de Schopenhauer, donde se expresa que el mundo es una apariencia. Hay una diferencia abismal entre un mundo que se resuelve como mentira y uno que se presenta desde el principio como apariencia. Quizá debió de haber dedicado un poco más de tiempo a leer a sus contemporáneos que a criticarlos.

Más adelante, el precursor del superhombre añade una definición positiva al problema espitemológico de la verdad. Nos dice que la verdad es: una hueste en movimiento de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en resumidas cuentas, una suma de relaciones humanas que han sido realzadas, extrapoladas y adornadas poética y retóricamente y que, después de un prolongado uso, un pueblo considera firmes, canónicas y vinculantes; las verdades son ilusiones de las que se ha olvidado que lo son; metáforas que se han vuelto gastadas y sin fuerza sensible, monedas que han perdido su troquelado y no son ahora ya consideradas como monedas, sino como metal.[23]

Ahora la posición es notablemente distinta, si antes no podíamos acceder al mundo de las cosas en sí, esto es, no podíamos poseer una verdad, ahora el planteamiento es el contrario, sí tenemos una verdad, solamente que es una verdad mentirosa, una sarta de metáforas que por el uso han olvidado que lo son y han sido tomadas como verdades. Ciertamente hay muchas metáforas que por su uso, se ha terminado por creer que son verdad, entre ellas las religiosas. Sin embargo, hay otras metáforas que son verdad no por el olvido de su infundio, sino precisamente porque están fundadas en la convención. Que se pueda ascender a los cielos por propia voluntad con todo y cuerpo, es quizá una metáfora que fue tomada por verdad para una grupo de personas y que quizá se ha construido sobre una mentira[24]. Pero el hecho de que aquí en México la luz roja del semáforo indica que debes frenar, eso se puede tener por verdadero, aunque provenga de un acuerdo por demás arbitrario. Todo acuerdo es arbitrario.

Si nunca podemos acceder a lo que se encuentra más allá del lenguaje, entonces la verdad queda de este lado, la verdad es una cuestión lingüística que se cumple pues estamos del lado del lenguaje, si de alguna manera podemos referirnos a lo que está más allá del lenguaje, entonces es cuestión de ver cómo se logra esto y en qué medida funciona, para establecer la relación entre la palabra y lo que se nombra.

Finalmente y con ánimo alegre, esgrimamos un argumento que se considera  un golpe bajo en contra de la idea de que el lenguaje no expresa el mundo. Es muy sencillo y ya clásico, dice de la siguiente manera: subirse a la azotea de un edificio de más de 50 metros, y lanzarse sin ninguna clase de amortiguación y comprobar la verdad de la sentencia heideggeriana, has de morir. Por cierto alguien podría contra argumentar que quizá no muera. Pero en ese caso, pediríamos que compruebe su afirmación en el mundo. Que esto es un argumento vil. Si ya lo sé.




CONCLUSIONES

Klossowski en su libro Nietzsche y el círculo vicioso, nos dice que la mejor manera de desmistificar es mistificando. Tanto Freud como nuestro autor son quizá los dos más grandes mistificadores de nuestro tiempo. Sin embargo, la mistificación que caracteriza al autor del Zaratustra radica en gritar, feroz y fervientemente en contra de las mistificaciones. Para hacer de este ataque una nueva mistificación.

No obstante las críticas de reclamo a sus contemporáneos por no ser lo bastante deductivos y anti religiosos, lo engloban a él mismo, pues es él muy poco deductivo y sobretodo es religioso[25], recordemos que la religión no solamente se entiende como cristianismo sino como re-ligar, volver a establecer las ligas con el absoluto, y esto se refleja en su eterno retorno metafísico y su predicar el valor de la Tierra. Además no se encuentra a la altura del modelo aristocrático que propone, inspirándose en los griegos. No es nada deductivo, ya que su estilo salta continuamente de intuiciones a sentencias, presentando estas intuiciones como conclusiones, como si les precediese un largo proceso de reflexión. En este mismo rubro, se pueden insertar sus críticas a la condición moderna, y su afán desmedido por impresionar, al grado de mantener en su estilo esta consigna de la primera imagen, a través del impacto. Sin embargo, esto no es sino lo más característico del estilo moderno, así se convierte en el escritor más moderno de su generación, ya que su criterio para impresionar consiste en exagerar las ideas. A todo esto se le suma su interés por ser completamente original, que no es más que otro valor totalmente moderno. Las criticas siguen en diversas direcciones como son su constante exaltación de la vida y de la fiesta, siendo radical su desprecio hacia las mujeres.  Para terminar citemos a G. Colli, quien nos dice que nuestro autor era un gran escritor, que de hecho gran parte de su vida la pasó sentado frente a un escritorio y añade: si se extiende el discurso del pensamiento a la vida, si se asume globalmente todo lo que nos ha llegado de Nietzsche, y si ahora, después de Nietzsche, juzgamos a Nietzsche, bajo el perfil de la expresión escrita, acude a nosotros una pregunta crucial, frente a su enseñanza sobre la vida, su alabanza de la vida: ¿qué sentido tiene predicar la afirmación dionisiaca, la locura, el juego, contra cualquier abstracción y momificación, cualquier finalismo languideciente, agotado y mientras tanto consumir la propia vida en escribir, es decir, en el disfraz, en la máscara, en la no vida?[26]





BIBLIOGRAFIA


Andrés Sánchez Pascual, Ensayo introductorio a El nacimiento de la tragedia,. Ed. Alianza, 2000     

Crescenciano Grave, El pensar trágico, un ensayo sobre Nietzsche, Ed. UNAM, México 1998 

Edith Stein. Ver su libro Ser finito y ser eterno, FCE, México 1994

G. Colli Después de Nietzsche, Ed. Anagrama Barcelona 2000

G. Colli Introducción a Nietzsche:

G. Colli, La sabiduría griega, Ed Trota, España 1998

Nietzsche La Gaya ciencia, Ed. Alianza, Madrid 2000

Nietzsche, El anticristo, Ed. Alianza, Madrid 2000
Nietzsche, El nacimiento de la tragedia, Ed. Alianza, Madrid 2000
Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Ed. Tecnos, Madrid 1996

Schopenhauer El mundo como voluntad y representación, Ed Porrúa, México 1983

Ulrich von Wilamowitz-Mollendorff,  Filología del futuro, Ed. Karlfried Gründer, Berlín 1969



[1] Beuchot menciona que lo mejor para interpretar a un autor es aplicarle el método que él utiliza, como el arqueológico para el caso de Foucault o el genealógico en caso de Nietzsche.
[2] G, Colli,  en su libro Después de Nietzsche, nos dice: Nietzsche no se da cuenta de que sus objetivos polémicos  son simples fantoches mutables; pág. 149 Podríamos agregar parafraseando a Colli,  que son simples simulacros creados por  su ridículo pathos revolucionario.
[3] Aunque es bien cierto que Nietzsche tiene, por lo general, muy atentos lectores y en esa medida no se ha empleado su  método, también es cierto que ha habido desde el comienzo de su obra quien levanta la voz para hacer críticas estruendosas y escandalosas, quizá podrían llamarse intempestivas. A su libro El nacimiento de la tragedia, Ulrich von Wilamowitz-Mollendorff, contesta con un violento panfleto que invita al autor del mismo, a abandonar la cátedra por carecer de seriedad. A la letra dice: Creo que queda dada la demostración  -dice- de los grabes reproches de ignorancia y falta de amor a la verdad. Y sin embargo temo haber sido injusto con el señor Nietzsche. Si me replica que él nada quiere saber de historia y crítica, y de la denominada historia universal, que lo que él desea es crear una obra de arte... un medio de consuelo metafísico que sus aseveraciones  no tienen la realidad vulgar del día, sino la realidad superior del mundo onírico, entonces revoco y retiro lo anteriormente dicho.... Una cosa exijo sin embargo, que Nietzsche se atenga a lo que dice, que empuñe el tirso, que vaya de la India a Grecia, pero que baje de la cátedra, desde la que se debe enseñar la ciencia.
Además G. Colli estará en desacuerdo con la interpretación que hace nuestro autor en El nacimiento de la tragedia, sobre todo con la polarización que presenta de Dionisios, siendo éste un personaje de otro carácter. Ver la introducción a La sabiduría Griega.
La larga cadena de reproches en contra de El nacimiento de la tragedia comienza así:
Defiende a Wagner. Convierte a Apolo en una figura política. Saca de contexto a Dionisio. Inventa un sin número de cosas sobre la música griega. Dice que Sócrates es anterior a Eurípides. Critica sin razón a Eurípides, y continúa así en las 32 páginas del folleto.
[4] G. Colli entre 1958-1965 intentó realizar para Italia, la publicación de todos los libros leídos por Nietzsche.
[5] G. Colli nos dice en su texto Después de Nietzsche:  De entre los filósofos sólo Platón y Schopenhauer fueron leídos obstinadamente por Nietzsche. Pág. 59
[6] La influencia de Schopenhauer sobre Nietzsche es notable en el nacimiento de la tragedia, sin embargo no debemos confundir la influencia con la aceptación total. Desde su primera época Nietzsche se separa del autor de El mundo como voluntad y representación, cuando menos en dos puntos importantes; la afirmación radical de la vida y la consideración de la relación entre mundo individualizado y divinidad. Ver Crescenciano Grave, El pensar trágico, un ensayo sobre Nietzsche, Ed. UNAM, México 1998 pág. 25 y 26
[7] G. Colli en su libro Después de Nietzsche  nos dice: Curiosamente, la verdad referida al contenido es algo indiscutible para Nietzsche, aunque no le guste mucho hablar de ella, y puede afirmarse que concibe dicha verdad desde el principio, sin ulteriores desarrollos ni oscilaciones. Se trata de la verdad en cuanto conocimiento del dolor. Pág. 132
[8] Esta idea de que la potencia es el problema de la metafísica es compartida por Edith Stein. Ver su libro Ser finito y ser eterno, FCE, México 1994. Además es el título que propone para su última gran obra, sin embargo nunca llega a concretarse. Aunque su hermana, hará un compendio de algunos textos y los publicará bajo este título.
[9] Nuestro autor en su primera obra El nacimiento de la tragedia, que entre otras cosas le causó el ser destituido de la cátedra de filología clásica, nos dice: Todo es uno, la vida es como una fuente eterna que constantemente produce individuaciones y que, produciéndolas, se desgarra a sí misma. Por ello es la vida dolor y sufrimiento, de quedar despedazado lo uno primordial. El nacimiento de la tragedia, Ed. Alianza, España 2000 pág. 19
[10] Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Ed. Tecnos, Madrid pág. 21
[11] Nos dirá Andrés Sánchez Pascual, en su Ensayo introductorio a El nacimiento de la tragedia, que Nietzsche culpa directamente a Schopenhauer y a Wagner, de haberle echado a perder esta obra. Ed. Alianza, pág. 19. Y teme esta verdad de dolor por considerarla verdaderamente trágica, ante la cual su tragedia tiene que arreglárselas para reivindicar la vida a toda costa. La tragedia es este aceptar la muerte y con ello la vida es aceptar este círculo eterno de dolor y sufrimiento, ante el cual se está indefenso. De ahí la angustia pues Nietzsche quiere imponer su subjetividad rebelde. Pretende exaltar la vida a pesar de su nulidad intrínseca.
[12] Nietzsche, Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, pág. 22
[13] Los números son entidades abstractas que solamente existen como conceptos, de ahí que concuerde su existencia con su concepción.
[14] Los ejemplos de la verdad por correspondencia, tanto como los desatinos del escritor de El nacimiento de la tragedia, se pueden reunir como antaño lo hizo Wilamowitz, en su folleto titulado Filología del futuro. Este tiene una extensión de 32 páginas frente al escrito de Nietzsche, que posee 143. En él Wilamowitz va enumerando, uno por uno todos los errores del joven autor, en el aspecto histórico y termina con el rechazo total de la interpretación que se da de Grecia.
[15] Nietzsche Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Ed. Tecnos, Madrid pág 21
[16] Los análisis de este texto hechos por Alejandro Monzerrad entre otros, indican que la intención de Nietzsche es solamente volcar el lenguaje contra sí mismo, para ensanchar los límites gramaticales y hacer de estas verdades epocales simples verdades por acuerdo. El mérito radica en desmentir muchas cosas que en su momento se tienen por verdad, como el auge y la fe ciega en la ciencia, esta es una verdad que es importante hacer ver que descansa sobre acuerdos; aunado a ello, están las verdades religiosas y filosóficas, que también es un logro denunciar, y que el autor de Sobre verdad y mentira, une en un solo corpus que da fundamento a sus obras. En esto está muy atinado. Sin embargo también es cierto, que en este texto en particular rechaza la verdad por convención y solamente acepta la verdad por correspondencia como ya lo ha dicho. Todos los demás tipos de verdades son rechazadas. En la Gaya ciencia, se muestra mucho más moderado e intenta hacer una crítica precisamente a esta concepción de verdad científica y al auge que está generando la modernidad. También es ahí, en el párrafo 125 que enuncia por primera vez la idea de la muerte de dios. Descrita mucho antes por su amigo P. Rée y mucho antes por S. Kierkeggard.
[17] Nietzsche Op Cit pág. 22
[18] Nuestro autor afirma que llamamos verdad a lo que nos es útil, sin embargo, matiza que no es a todo lo que nos es útil sino aquello, que aparte de sernos útil nos resulta agradable, lo útil desagradable según nuestro autor, no lo aceptamos como verdad. Finalmente ni siquiera es una verdad lo que nos es útil, sino un tipo peculiar de mentira.
[19] Nuestra afirmación primera, de que quizá no se haya hecho justicia a Nietzsche, descansa en la idea de que o se le juzga demasiado duramente como lo hizo en su momento su exprofesor y amigo Ritschl quien de su obra dice que es simplemente: una ingeniosa borrachera, o  bien caso contrario se lee haciéndole tal favor al autor que se pasa por alto sus desatinos, y se exclama que todo es bueno. Él mismo afirmaba que quien lo siguiera e idolatrara no habría comprendido su obra. Para una buena comprensión se necesita entenderlo y traspasarlo, dejarlo atrás y juzgarlo como en su momento sugiere  G. Colli en su texto Después de Nietzsche. No estamos haciéndole ningún favor al autor ni mucho menos exponiendo alguna nueva interpretación, nos limitamos a aplicar ese método que él aplica con los que lee y a quienes critica, resaltando la cantidad de fallas que encontramos, pues ya muchos se han encargado de resaltar sus virtudes. En esa medida nuestro trabajo en ese sentido, no hará falta.
[20] Nietzsche Sobre verdad y mentira en sentido extramoral, Ed. Tecnos, Madrid pág 22
[21] Para nuestro autor la verdad es una, adecuación con la cosa, y como no se logra entonces no hay verdad, maneja sin embargo un tipo de verdad pragmática, o verdad útil, sin embargo no la llama verdad sino mentira. Un tipo de mentira útil y funcional, que lo hombres usan y creen que es verdad por que han olvidado que en principio solo eran metáforas.
[22] G. Colli, Op. Cit. Pág. 133
[23] Nietzsche, Op. Cit. Pág. 25
[24] Hemos querido tomar el ejemplo de la religión que está altamente ligada a la vida y al pensamiento de nuestro autor, ya que proviene de una familia que en cinco generaciones produce 20 clérigos, entre ellos su padre, su abuelo y el padre de éste. Además su inclinación era totalmente religiosa; en octubre de 1858 gana una beca para asistir a la escuela de Schulpforta, a estudiar teología y prepararse para el sacerdocio. En 1864 se inscribió en la Universidad de Bonn, para cursar estudios de teología y de filología. Finalmente abandona Bonn y se traslada a Leipzig, abandonando su nexo con la teología. De hecho su transformación es tal, que hacia el final de su vida  se declara escéptico y en El anticristo escribe: No nos dejemos inducir al error, los grandes espíritus son escépticos. Zaratustra es un escéptico. Ed alianza, Madrid 2000 pág. 103
Para él, metáfora se entiende como la abstracción de los términos para construir la palabra árbol o serpiente, etc., que deja fuera las distinciones y que por ello no es muy clara, aunque asimila esta falta de claridad con mentiras.
[25] Nietzsche nos dice de su Zaratustra, que es el quinto evangelio. Ver P. Sloterdijk, El hombre más independiente de Europa, pág. 3
[26] G. Colli, Después de Nietzsche, pág. 106