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Todos los textos son propiedad de sus autores, quienes tienen todos los derechos sobre ellos (¿o será al revés?) y han decidido libremente publicarlos aquí para la difusión pública sin fines de lucro. *Este proyecto está basado, en sus orígenes, en la idea de Dulce Chiang y Alicia Quiñones



sábado, 25 de noviembre de 2023

LA BATALLA DE ARGEL

 

NETA?

La Batalla de Argel, película francesa de los sesentas del siglo pasado, es singular porque es una película en la cual no hay protagonista galán o violento, ni mujer femme fatale o esposa nada de eso. En esta película el protagonista es el pueblo en su conjunto luchando contra el opresor.

POR ANILÚ HERNÁNDEZ BASTIDA! (CUENTO INVITADO)

 

LAS MALAS LENGUAS

POR ANILÚ HERNÁNDEZ BASTIDA

Decían que a Marcela y a mí comadre, les daba miedo que llegara la noche. A penas empezaba a oscurecer cuando se miraban una a la otra y hacían una mueca. Al principio no se lo dijeron a nadie, ni siquiera al compadre, que a veces no se quedaba ahí, por el trabajo. Le dijeron que a partir de ese día Marce dormiría en el cuarto con su madre por si en la noche le daba algún dolor y él no estaba para ayudarla. Nada más. Ya solas las mujeres, empezaron a oír los ruidos.

            Mi comadre decidió que a la niña, la hija de Marce, tampoco había que decirle nada, no se fuera a enfermar de espanto; que había que ponerle un listón blanco y una imagen de la Virgen sujetos con un segurito, para protegerla. Pero Marce no quiso:

--Si el segurito se abre de repente, le puede dar un piquetote a la niña y yo no tengo tiempo de llevarla con el doctor. Mejor cuélgale una medalla.

            Dicen que las primeras veces que se le cargó el muerto a mí comadre, gemía de miedo, luego se revolcaba en la cama, como si algo le apretara el pecho. Entonces Marcela, que ya sabía que hacer, la despertaba de inmediato. Sucedía de tres a cuatro noches por semana hasta que, bien o mal, comenzaron a acostumbrarse. Las pláticas en la madrugada eran el pan nuestro de cada día, y decía la entidad -comenzaron a llamarle así después de consultar a una curandera que les dijo que esa era la mejor forma de nombrar a esos seres para no entrar en detalles-. Lo malo es que al otro día la pobre Marce tenía que levantarse bien temprano para ir a trabajar toda desvelada.

            Decía mi comadre que la entidad era varón, y que incluso ya le había visto los rasgos y se parecía a los hombres que habían habitado la casa. Cómo no iba a saberlo ella, si tenía años viviendo ahí.

            Desde que entró en el vestíbulo por primera vez de la mano de su padre, se quedó pasmada y dijo que no le gustaba esa casa. Antes de vivir en ella, había soñado un remolino que la elevaba por los aires y la familia ni en cuenta. Y ni qué decir cuando les mostraron la parte de atrás; dicen que casi se cae cuando vio los muros y las puertas, que porque en el sueño, ese era el lugar a donde el remolino siempre la iba a aventar. Le hizo una rabieta a su padre, pero sólo consiguió unos coscorrones. Don Rufino se los llevó a todos para allá y ahí crecieron, arrumbando de cuarto en cuatro las fotos de los antiguos dueños, mismas que, por respeto, no querían tirar a la basura, pues como fuera, se trataba de su propia sangre.

            Una tarde mi comadre le gritó a Marce que saliera rápido a ver la flama de la vela del altar de la Virgen. Decía que se movía hacia los lados como si bailara. Cuando Marcela se asomó, la vela estaba con la flema recta. Eso sí, después de las diez no faltaron los ruidos.

            Pero la cosa empeoró cuando la comadre decía que tenía la voz del espíritu en su oído varias veces al día, como si éste anduviera pegado a ella por toda la casa, y cuando pasaba por enfrente de la pileta, el perro aullaba como si viera a la mismísima Muerte. Esos fueron los peores días, porque dicen que fue cuando la comadre comenzó a ir hacia el cuarto de enfrente, el que está casi a la entrada principal y lo hacía como bajo un trance, decía que la entidad le ordenaba ir ahí.

            --Mamá, debes tener fuerza de voluntad y no permitir que el espiritillo ese te mangonié-- le decía Marce, que ya lo único que quería era dormir.

            Pero mi comadre creía que se trataba de un aviso, y ya más en su juicio, decía que tal vez la entidad la dejaría en paz si prestaba atención al mensaje que tenía que darle desde el más allá.

            Por esos días las dos ya habían ido a ver a varios padres para que les fueran a bendecir toda la casa y terminar con eso. Todos les dijeron lo mismo: que les hacía falta rezar y que estaban lejos de la mano de Dios. Pero por más que la comadre rezaba, las cosas seguían igual. El acabose fue cuando ya mi comadre decía con toda claridad lo que el espíritu le ordenaba:

            --Vente conmigo.

Y según Marce, cuando ella despertaba a su mamá en la noche durante las pesadillas, mi comadre tenía el rostro transfigurado, como si ya no fuera ella. Ahí fue cuando se empezó a alarmar; dijo que no fuera a ser que la vieja hiciera una barbaridad en cualquiera de ratos en que ella la dejaba sola para irse a trabajar.

--Mi madre dice que aquí hay una puerta que viene del más allá --me dijo Marce una vez que pasé a verlas.

--Y tú ¿qué crees?

--Qué va madrina. Mi mamá dice que esas entidades andan como en su casa. Oigo los ruidos sí, pero pues ¿qué me hacen?, de ahí no pasa. La que me preocupa es mi mamá

Marce es de esas mujeres de carácter que casi no sueñan mientras duermen. Ella mejor piensa en un mejor sueldo o en cómo hacerse de un carro para que ya no la humillen las del trabajo, también en cómo costear la demanda contra el padre de la niña, que las abandonó. Que yo sepa nunca se le oye decir con cara de asombro que soñó por la noche tal o cual cosa. Necesita más bien que su mente no pierda el tiempo en necedades, descansar y amanecer bien repuesta.

Pero, en fin… dicen que el perro se chupó, en cuestión de días. Lo tenían amarrado al tronco del árbol porque no había otro lugar mejor donde tenerlo, pero le daban su comida, su agua. Aquello era inexplicable. Y así, igualito que el perro, se empezó a chupar también mi comadre; de bolondita que estaba, se volvió flacucha y ojerosa. Alguien le dijo a Marce que tuviera cuidado, que algo raro le pasaba a su mamá, que no se la fuera a llevar el muerto. Ella, contrariada, no sabía ni qué contestar. Dicen que esa noche se armó de valor y le gritó a la entidad cuanta cosa.

--¡Órale, si tan cabrón te sientes, entonces ven por mí y deja de estar chingando a la vieja!

Se fue a dormir como si nada. Entonces, por fin soñó: se levantaba despacio de la cama y salía hacia el cuarto junto al altar, ahí la jaló un remolino. Empezó a ver toda la casa diferente, las paredes eran estelas de colores brillantes y las puertas eran como entradas hacia otros lugares. Al amanecer, por primera vez en muchos años, contó un sueño. Mi comadre estaba sorprendida, eso dijo luego ahogada en llanto, porque a ella ya le había pasado lo mismo, pero ella sí habló bien con ellos, los del otro lado.

Una noche después, a la que soñó fue a Marce: que se sentaba junto a ella en el borde de la cama y acariciaba sus canas, pero el colchón no se sumía, como si mi ahijada fuera de humo. Mi comadre despertó ya tarde al otro día y fue hacia la cocina; la niña, sentada solita frente a la mesa, intentaba abrir un paquete de leche. La ayudó y se fue al altar de la Virgen para cambiar el agua y las flores. Se dio cuenta de que Marce no se encontraba ahí ni en el cuarto de la entrada ni en el baño. La fue a buscar al lugar del perro por si había ido a darle de comer. El perro estaba muerto. Ella se asustó y corrió de nuevo a la cocina:

--¿Y tu mamá m’hija?—le preguntó alarmada a la niña.

--No sé –contestó con el cereal en la boca. Se notaba que nadie la había ayudado a vestirse, traía toda la ropita al revés.

Dicen que hicieron las investigaciones. Nadie dio razón. Y como los del ministerio público no creen en apariciones, se llevaron a mi comadre y le entregaron la niña al DIF.

Desde su celda, mi comadre sueña seguido a Marce, le reza para ver si de vez en cuando se acuerda de ella y de la niña y las visita. Diario le pone su veladora y llora, porque dice que la cosa era con ella, pero no tuvo el valor. Que cuando ellos vienen, ya no quieren regresar solos. Y pues ni modo, o se llevaban a Marce o era a la niña.

 

CUENTO INVITADÍSIMO! MELANIE POR ANILÚ HERNÁNDEZ BASTIDA!

 

 

MELANIE

POR ANILÚ HERNÁNDEZ BASTIDA

 

Era la tercera vez que salía así de un hospital. De nuevo tenía la sensación de que le habían quitado algo. Al principio fue extraño pero, qué más daba, en realidad era un peso que ya no estaba dispuesta a cargar.

     “Los del Childprotectioncustody harán su trabajo. Es mejor así. ¿Qué haría yo con un bebé en las calles? Ahora lo importante es encontrar una dosis”. Después de atravesar más de un kilómetro de vegetación, al fin llegó al campamento. El Chilango fumaba sentado junto a la traila. Melanie se aproximó y percibió, junto con el olor del tabaco,  el olor putrefacto,  el zumbido de las moscas. Desde que ella se fue, nadie había sacado la basura. El Chilango volteó apenas con una sonrisa, pero sus ojos no escondían el deseo. Se lanzó sobre ella y comenzó a quitarle la ropa. Se metieron a la traila y cerraron la puerta de un azotón. Después del encuentro, desnudos sobre las sábanas, ella le pidió la dosis:

     No hay morritadijo él con dulzura mientras le besaba el cuello— yo ya no tengo nada de eso, estoy limpio.

    — Entonces voy a tener que ir con quien sí me dé.

    Ya sabes que tú puedes hacer lo que te dé la gana, la dosis es la dosis. Nomás con cuidado.

 

Semanas después, llegaron los dos mexicanos. Traían de todo, desde hierba hasta lo propio para usar la jeringa:

Es raza aventadamurmuraban en el campamentosi los agarran les meten mínimo cinco años de cárcel y luego los deportan. Ya se empezaron a mover de este lado de la línea fronteriza, a uno le dicen el Querétaro y a otro el Sinaloa.

Melanie los ubicó de inmediato. Los hijos que el gobierno le había quitado eran de  mexicanos. Tenía un gusto especial por ellos. Esa misma noche, cuando los del campamento se juntaron alrededor del fuego, ella provocó las miradas con el buen manejo del bodylanguage. Hizo que el Querétaro le extendiera “la chalupa” para que ella también pudiera inhalar. El Sinaloa no podía dejar de mirarla; adivinó la sangre india que tanto lo prendía debajo de las ropas ajustadas.

    Me llamo Mélaniela escuchó decirlos senos redondos lucían apretados bajo el escote, el tatuaje en uno de ellossoy nativa de la región Yákima.

Sin pensarlo, el Sinaloa le alargó la pipa. Su única adicción era la hierba, pero ¿Cómo no sacar el mejor producto para compartir con esos labios y esa cabellera negra?  Cuando ella la recibió, le hizo una caricia furtiva en la mano. Él imaginó que la tomaba por las caderas, por unos segundos se perdió en la oscuridad de esos ojos.

Después de la intoxicación, Mélanie y los dos mexicanos amanecieron en la misma traila. A partir de esa noche se hicieron cómplices: asaltos a mano armada, robos a almacenes y vehículos de carga, venta de drogas. Los dos hombres admiraban el valor de la yákima, pensaban que aunque su atuendo era el de cualquier norteamericana, conservaba su herencia salvaje. La mujer viajaba de la cama del Sinaloa a la del Querétaro sin problema. Los mexicanos acordaron que eran las aventuras que se vivían del otro lado:

    Ni hablar, así es estodecía el Querétaro¿O, te agüitas compa? le preguntaba al Sinaloa imitando su forma de hablar.

    Para nada, Querétaro. Así es acá y lo que aquí pasa, aquí se queda.

    El buen trabajo en equipo se refleja; cada vez hay más dinero y se puede surtir mercancía de mejor calidad. De seguir así, pronto se podrán buscar los conectes para poner el laboratorio.

    Cuando Mélanie desaparecía, ya sabían que estaba en operación, conocían los rumores sobre ella y el Chilango, pero eso había quedado atrás. Ahora, su belleza era la mejor arma para el bizne: envolvía a los dealers, los hacía enfrentarse, conseguía lo que buscaba y al final salía ilesa.  El Chilango la conocía, sabía que la muerte la acompañaba, por eso desapareció por unos meses, poseía el cálculo justo para saber cuándo volver.

    Después de un tiempo, el Sinaloa no hacía más que alucinar la forma cómo ella lo montaba, cómo se movía, cómo empuñaba el arma sin miedo cuando había que jalarle y tirar a matar. Aprendió a compartir el cristal y el shotcon ella. De pronto se dio cuenta de que el pecho le ardía al oler en ella el hedor del Querétaro:

¿Qué onda compa?le dijo un díaEstás entrao con nosotros. No creas que no me doy cuenta que nos hechas por delante a ver si nos chingan primero. Tres partes iguales no se me hace justo. La india y yo le damos la cara a la muerte y tú nomás llegas y, presta.

    Se acordó así desde el principio, dijeron que ustedes manejaban mejor la fusca y que yo llegaba luego para arreglarme con las partes. Para mí la hacemos bien juntos, güey. Ahora que si es por la Mélanie, quedamos en que nada de clavarse, nomás lo que es el rato y ya. Ah, y el bizne, claro.

¿Así de poquitos güevos, compa?

    No es eso. Lo que pasa es que no tiene caso rifarse por una vieja que es de todos.

    Me estás calentando la cabeza compa. Fíjese lo que dice cabrón, que no se habla así de una hembragruñó el Sinaloa, la mano en el arma.

    Yo hasta aquí lleguédijo el Querétaro, haciendo caso omiso de la provocaciónprefiero seguir solo.

    Cómo quierasdijo el Sinaloa, contento en el fondo porque ya no tenía que compartir a la india. Pero Mélanie jugaba con el sexo mientras hacía los conectes y el Sinaloa no tardó en darse cuenta. Un día, bajo el efecto de los estupefacientes, le ganó la rabia y arremetió contra ella.

    Pensé que teníamos un acuerdo susurraba la india yákima con el rostro bañado en sangre. Pero el bizne era el bizne y la dosis igual. No podía quedarse sola hasta que volviera el Chilango.

    Los habitantes del campamento una vez más se reunieron alrededor de la fogata. Sacaron de todo. En la madrugada, el exceso de substancias los llevaba a la locura. Esa noche, el afroamericano pateó al güero que descansaba en la bolsa de dormir. Cuando este al fin logró desenredarse y salir de ella, encontró a Mélanie tirada bajo un árbol, semidesnuda y lidiando con el mal viaje.

¿Quién fue el son of a bitch que me pateó?preguntó el güero con el puñal en la mano.

Mélanie, llena de cicatrices y con una sonrisa demente, respondió:

    El Sinaloa.

 

    Al otro día, los dueños de la gasolinera a varios kilómetros de ahí, declararon ante la policía que sí habían visto a una joven yákima. Se había subido a una traila en cuya cabina viajaba un solo hombre de rasgos latinos y cabello negro. En cuanto a ella, las únicas señas particulares que alcanzaron a identificar fueron dos: su corta estatura y su belleza exuberante.

 

domingo, 19 de noviembre de 2023

Elena Bernal Medina, POEMA INVITADÍSIMO

 

CON AROMA A GARDENIAS

Elena Bernal Medina

Para mi padre.

 

La línea entre la vida y la muerte

es incolora.

 

Tu placentero rostro después del dolor.

La frialdad del cuerpo como caja vacía.

Las lágrimas interrumpidas por los rezos,

tus tangos y canciones preferidas.

 

Los silencios,

los abrazos sinceros

con frases encriptadas;

y las flores blancas

con aroma a gardenias,

me sitúan en una despedida

involuntaria.

 

¡Ahora sé que ya no estarás!

 

Allá afuera,

me espera la tarde

de brillantes colores

y cálidos paisajes.

 

Sin embargo,

yo prefiero las noches donde cruzo el umbral

y toco tu rostro,

ahora más joven, más sonriente.

 

En ese instante olvido que estás muerto.

Tú me miras,

y me haces saber que estás conmigo.

¡Lo disfruto tanto!

Te abrazo

y percibo un aroma a gardenias.

 

Entonces siento,

que siempre estarás con nosotros.

que la comunicación de una y tantas vidas

es pura y cristalina.

 

Un largo suspiro

me retorna al lado terrenal.

Abro los ojos, me veo en mi cama.

Un hilo de luz se filtra por la ventana.

 

Ahora sé que atravesé la línea

y entré en un mundo

con aroma a gardenias

aún desconocido.[1]

 



[1] Poema que se hizo en memoria a mi padre y forma parte de un ejercicio creativo del grupo de teatro Punto y coma, titulado “Yo he desconocido”, que se llevó a cabo como teatro virtual y está en la plataforma de Voy al teatro. https://www.facebook.com/voyalteatrocom/videos/984070739576800 donde lo pueden ver junto con otras propuestas.

sábado, 18 de noviembre de 2023

NO, NO WINONA, VOLTEA PAL OTRO LADO! POR QUÉ TE QUIERO TANTO?

 


¿POR QUÉ SERÁ QUE GUY DE MAUPPASSANT ES EL MEJOR CUENTISTA DE TODOS LOS TIEMPOS? DIGO, HAY MUCHOS, PERO PUESTOS A ELEGIR, ÉL GANA

GRACIAS A MI HERMANO QUE ESTÁ EN ROMA QUE ME ENVIÓ ESTA FOTO, ME GUSTA PORQUE EL AZUL PARECE DECIR BLAISE DE BLAISE CENDRARS


 

GRACIAS SERES DE LUZ, LECTORES

 DESEO EXPRESÁRLES mi agradecimiento porque mi ensayo "sobre la poesía y el infierno" se leyó 415 veces, y también porque "Sobre Thomas Mann" se leyó 365 Veces, eso ya es bastante es un logro, gracias por darle ése valor a mis escritos, porque cuando ya nada sea, y cuando triunfe la música más horrible sobre los cantos de Ezra Pound, sólo eso va a quedar, gracias!!! 

POEMA DE QUINCE MINUTOS DESPUÉS HOY! 18-nov-23

 

No tenemos talento,

No es así Gonzalo Rojas?

Estamos atascados en una molécula

Donde viene Rimbaud y nos debería

Poner a todos en nuestro lugar,

Por eso, dejé de beber, dejé de hablar de poesía

Dejé de frecuentar a las mujeres

Y tantas cosas deliciosas Gonzalo Rojas,

Casi hasta estoy fuera de ésa molécula,

Y lo que deseo, es meterme de nuevo

En la pinche molécula, espero que Rimbaud,

Que goza de seguro social con una

pensión extraordinaria, en la inmortalidad

no sea ojete y me dé chance en mi próxima

lectura del instante, para decirles a ustedes

que gracias al PAN, a veces el aire está

tan fijo que ni siquiera se mueven las moléculas de

el agua poca- que hay en mis ojos, ¡pero qué delicia y

que grandioso se siente uno al correr en el parque de Coyoacán los Viveros!

Gonzalo Rojas, regálame aunque sea una mujer

Para dársela a ella, mi manzana o mi naranja

En forma de corazón.

Es bueno salir con gorra a la ciudad, fuentes mares

Se nos acerca todos los días,

Comemos, disfruto yo un chingo de la caja

 Cuando está apagada más,

No sé por qué pero el radio es lo mío,

La masturbación fue hace siglos

Y quedé agradecido con ellas,

Ya dejé esos malestares de tigrillo,

Ahora me pongo camisa y saco y corbata

Y fumo, pinche y desgraciadamente

Un Camel, la ciudad no opone resistencia

Pero en la carrera por la súper desde el clean

Hasta el my baby, está cabrón

Deseo expresar que entre más piratas nos volvemos

POEMA DE HOY SÁBADO 18 de NOV-23

 

El día de hoy termino fatigado, alma mía, perro de la fortuna,

Me encuentro como un sacerdote que convoca y convoca

Y la verdad es que sólo tengo boca.

Me encuentro sólo y desposeído de neurosis pero

Quiero escribirte corazón mío,

La libertad con la que salí desde el útero,

Ésa historia la sé bien, no me equivoco,

Pienso en Alejandro Rossi, el quería decir que éramos

Buenos, pero sabía que éramos dislocados en la familia,

Mi juventud, ya no quiero hablar de eso,

Lo que deseo expresar es que es fulgurante

Nuestro Presidente, me parece increíble todo lo

Que ha logrado AMLO, porque lo he pensado

A profundidad, ¿yo? Lo ayudo como puedo,

El gran Hombre es él.

 

 

DOS TEXTOS DE IMPECABLE FACTURA DEL POETA Y PROMOTOR CULTURAL SERGIO VICARIO GARCÍA

 

LA INERCIA DEL MONSTRUO: VIOLENCIAS.

 

 SERGIO VICARIO GARCÍA

 

PARA EVELYN CARETA, TLAZOTHTIANI Y MIGUEL PONCE

 

El aliento del monstruo expele hiel, segrega amargura y dolor punzante. Su resuello emponzoña el pensamiento, es un vaho gélido que amedrenta el pensamiento, hiriéndolo. Similar al maltrato del cuerpo para volverlo carne tumefacta y sangre en putrefacción.

Es fétido, sí, pero no es sino el cúmulo de sus violencias. Con un tufo que enardece la calma; las ganas de mandar en un ¡Carajo!, la indigna condición humana.

Más sin embargo un cadáver, una criatura de escasos tres o cuatro años, un niño postrado en la playa. Se dice que es sirio… ¡Cómo si fuera de otro planeta!, ¡Carajo! Un niño yacente -sin pretenderlo- pone en entredicho nuestro modo de actuar en la existencia, por si no lo sabíamos. Que hacemos lo necesario para exterminar la vida. Es la violencia en nuestra cultura.

La violencia por causa de la guerra es el pelaje de la fiera. La guerra resulta de la codicia, de los fundamentalismos, de la sinrazón a cambio de balas. De nuevo esta tierra se convulsa, de nuevo miles se manifiestan a favor de la vida, pero otros patean y meten zancadillas, otros cierran sus puertas, otros refieren que ya hay mucho más violencia en su tierra, y sí, es verdad. A diario la bestia excreta esquirlas y eructa pólvora.

Mas la violencia de la que hablo son los ojos encendidos, los puños encrespados, la rabia en las palabras ofensivas, los recelos y reclamos. Es el engreimiento, la calumnia y difamación, los resabios de la ira y el temor. Andar maldiciendo, despreciar, negar las cosas.

Es por el infame atrevimiento de maltratar niños, arrojándolos, despojándolos, condenándolos a ser esclavos o lo que es peor: negarles el derecho a su risa y su propia existencia.

La violencia de la que hablo es la del Estado, la de la impunidad y el abuso, del maltrato. Es la violencia cotidiana disfrazada de frases felices y buenos deseos. Es la violencia mediática que aporta una andanada de sandeces y escarnio televisivo, la violencia de endilgar razonamientos cobardes en detrimento de otro.

La violencia que cito, sabe a plástico, se cocina en una lata, en una cuchara, se inhala, se fuma, se bebe, se roba o se ofrece el cuerpo para seguir alimentando la sed maldita.

Acaso, la violencia de seguir asesinando animales como trofeos a la estulticia; la increíble violencia de derribar vestigios de la historia, templos y necrópolis, iglesias o de arrasar selvas y forestas.

¿Tiene caso hablar del silencioso actuar de los mercados?, sigilosos, voraces, oligárquicos… de la violencia que se ejerce desde el poder, en la discrecionalidad del gasto, en el derroche justificado en aras del pueblo enajenado.

Luego existe una cultura de la o las violencias: en el modo de enaltecer la guerra y el crimen organizado, la mítica vida del narco, en el orgullo de ser proxeneta o sicario, en el culto a las armas y hasta en la forma de escribir acerca de ello, lo que hago.

Coexistimos con la o las violencias; es el aire enrarecido y el secreto deseo de encontrar otra forma de ser en nuestra diaria existencia. Imposible no experimentarlas, no desear que no ocurrieran. Pero ahí están, inútil espantarse con las noticias. Doquiera amanece un muertito, uno más.

Mas esa es nuestra condición andar así por esta tierra y sin embargo… hay necios que celebran la vida, niños jugando con la belleza, pinturas que hermosean la tarde y el traje de una linda persona. Hay oraciones en medio de la nada, susurros en noches de desconsuelo que tejen la pasión y el amor entre dos egoísmos. Música donde hubo dolor, hay memorias vivas que recuerdan nuestra fragilidad y engreimiento: no somos nada… Hay seres que nos esperan y otros que se alejan y duelen, como no se quisiera, en la misma alma. Hay, noches de plenilunio, y una vastedad que no termino de recorrerla. También, por qué no, hay un silencio pensante en la Poesía.

Mares y valles: tierras que se cultivan, personas que hacen su trabajo y confían. Hay, después de todo, una oportunidad de ser aquí, en este día, en esta tarde, de noche, de mañana, una oportunidad de ser por la vida.

Hay familias que se congregan. Historias que se escriben, intensamente y acaban. Como el vuelo de las aves que cruzan por el cielo y desaparecen.

 

 

 2

 

EL SENTIDO DE LA QUEJA Y LA RESOLUCIÓN POÉTICA

SERGIO VICARIO GARCÍA

 

El apóstol Pablo, en el ejercicio del adoctrinamiento y exhortación de las buenas nuevas escribió en su carta a los Efesios: “Airaos pero no pequéis, no se ponga el sol sobre vuestro enojo…” (Efes. 4.26, 27); ya que consiente estaba de la debilidad de los hombres para ser presos de la ira cuando alguien o algo nos ofende, nos lastima o se antepone a nuestros deseos provocándonos temor y frustración. Entonces nos airamos, nos molestamos y nuestra tendencia natural es de rechazo o de desprecio; incluso llegamos a responder la agresión de igual manera o peor (aunque habrá quien pueda sujetar su temperamento y mascullar su rabia e impotencia sin mayor importancia que el ir acumulando rencor o logrando el perdón);  toda vez que la convivencia con los demás cuando no hay amor ni respeto es un padecimiento. Sartre lo resumía de la siguiente manera: “El infierno son los demás”.

 

La ira, es una de nuestras reacciones ante lo que nos aqueja. Por la ira murmuramos en contra de alguien, calumniamos o simplemente lo criticamos, pero no es la queja en sí, sino uno de sus fundamentos (antes aún es el temor). No sólo llegamos a sufrirla en nuestras relaciones con los otros, sino que también la padecemos ante la existencia misma que, constante y insalvablemente nos presenta problemas de toda índole; son situaciones, accidentes o desgracias que afrontan a nuestro ser. En consecuencia, reaccionamos ante ello y dependiendo del temple y carácter que se tenga, de sus circunstancias y posibilidades, es que manifestaremos nuestro sentir: molestia o disgusto, y así, nuestra queja.

 

La queja es expresión de un sentimiento del yo herido, conocimiento del dolor, cuestionamiento y señalamiento. En la resolución poética, la queja es la ira racionalizada o la búsqueda de la razón a través de la consideración del agravio: relación del daño, juicio y recriminación, y no tan sólo un discurso irascible, puesto que la queja también es lamento y aflicción del espíritu hecho canto:

Habla Segismundo:

 ¡Ay, mísero de mí, y ay, infelice! / Apurar, cielos, pretendo, / ya que me tratáis así, / ¿qué delito cometí/ contra vosotros, naciendo?; / aunque si nací, ya entiendo / qué delito he cometido: bastante causa he tenido / vuestra justicia y rigor, /pues el delito mayor / del hombre es haber nacido… ( “La vida es sueño”, de Don Pedro Calderón de la Barca)

 

También es que nos quejamos ante dios, se tenga o no fe. Dios es el artífice real o imaginado de la condición humana; por tanto a él, a ese dios, otrora veces luminosa oscuridad o silencio resplandeciente; a ese dios van dirigidas la mayoría de nuestras quejas y nuestras súplicas:

El poeta Enrique González Rojo escribió un memorable poema que, -admito mi yerro por tan sólo citar algunos fragmentos:

 

El Junco

I

Oriundo de este Valle de lágrimas, / sumando el quehacer individual de mis ojos / a las marejadas y tempestades / que, en alta angustia, / atacan al velamen del / pañuelo, / teniendo en la Tierra toda / mi terruño, / sintiéndome un terrícola orgulloso / de las leyes de rotación y translación / de mi casa; / criatura sin voz ni voto en el destino de mi especie, / pero hermano de los que gimen en pianísimo, rumiando sus blasfemias, / y compatriota de los iracundos / que arrojan al firmamento los juegos de artificio / de sus imprecaciones, / puedo apalabrarme con mi lengua, / morderme la punta del silencio, / sellar un compromiso de sangre / con la verdad, / levantar la mano, / pedir la voz, / humedecer en las lágrimas mi pluma, / soltar estos versos a grito pelado / hasta dejar afónicas / las vocales del  aullido, / para hablar de mi gente, / de quienes yo conozco, / de los juncos azotados por los cuatro vientos / del apocalipsis. /  Pedir la palabra, pedirla / para ser el cronista del infierno.

II

Observad a los novios: / la desnudez primera fue en los labios. / Dos excitaciones anudadas /  -cada amante extraviado en el laberinto del otro trajeron / consigo un holocausto de resistencias, /  un pudor desmoronándose, / un sentimiento de derrota en los botones, /  un paladear a diez dedos y dos sienes /  la epidermis del éxtasis, / y un arrojarse a las sábanas / en busca de poemas. / Mas ahora divisadlos enfermos, / en estado de sitio, / refugiados en lechos diferentes, / desamorosos, desavenidos, / sabiendo cada quien, / en la cámara de tortura de su sala de espera, / que a su destino en punto, / se halla presta a dar el salto la agonía. / Columbradlos perdidos, / ojerosos, / débiles, / venidos a muerte, / sin un solo anticuerpo en todo el cuerpo /  y con todos sus escudos / sufriendo un caleidoscopio / de dolencias / fatales. /  Pero ¿por qué en el clímax, / en la chispa que producen / dos cuerpos al rozarse, / en la maestría con que un orgasmo / seduce al otro, / tienes que eyacular, oh muerte?...

VI

“Porque, inmune a la mácula, / tan perfecta crueldad no cede a límites” / José Gorostiza / Y ahora /  si Dios es el creador de todo, / lo mismo del átomo y su ámbito de minucias / -del infinito acurrucado en lo invisible o del cosmos y su sistema de superlativos /  -de la totalidad desplegada a cielo abierto-, / si es Hacedor de las lágrimas / de este Valle de lágrimas, / si es así, / también es el origen /  de todos los males, / sufrimientos y sinsabores / de la existencia humana. / Que me duele la cabeza, / se trata de un rasguño de la divinidad / en mis células nerviosas. / Que soy un sordomudo, / alguien me alimentó, de niño, / con pájaros muertos. / Verdad, también fue obra del Buen Dios / esa hora y media de tacto que tuvieron los novios en un rincón del descuido / materno. / O el júbilo indecible del poeta / al dar en una metáfora / con la fórmula algebraica / de lo absoluto. / O la felicidad del Sísifo liberado / del alpinista / al divisar, desde su atalaya de oxígeno, / los litorales azules / del infinito. / Es verdad. / Pero ¿hemos de concluir en que el Rey Eterno / es la primera piedra / del todo? / …

Es así, que la queja del poeta reúne la queja de todos los hombres, al igual que cuando un alpinista, un solo ser humano ha alcanzado la cima de la montaña, con él llega la humanidad en su hazaña; pero la queja del poeta puede no ser compartida o comprendida; la queja del poeta es de una soledad a otra. Es una queja depositada en la hoja, sin un destinatario específico como tal, las más de las veces, porque la queja escrita en un poema se deposita en silencio (Condición de la soledad creativa, de la cual es ajeno el lector. No hay interlocución, no en lo inmediato, porque aún es posible el diálogo entre las obras de los poetas -como en el caso del  fragmento citado-. Es posible que la queja en su resolución poética conmueva a otros y ocurra el encuentro y la coincidencia).

¿Quién soy yo para quejarme de mi suerte? / ¿Acaso esta tierra no ha humillado sueños más grandes que los míos? Y ni sus nombres recordamos… Escribió el poeta José María Álvarez, y con estos versos nos demuestra que la queja construye una respuesta, es lamento y reflexión; síntesis del dolor y de la condición humana.

Inconformes, como es que nos manifestamos constante e irremediablemente por las causas más diversas que hay en la existencia, el poeta cuya queja es relevante, antes bien fue un observador; dotado al fin de un sentido de apreciación de justicia o del bienestar, su canto denuncia lo que aqueja a su espíritu, es rebelión misma de los sentidos y de la condición de quietud e indiferencia; el poeta no sólo siente y resume su voz en una versificación sensible, sino que comparte su pensar y lo que le conmueve a elevar la voz. La escritura como la lectura, se ha dicho, dotan de alas al pensamiento; no es la imaginación en sí, sino la libertad que conlleva el canto, el poema.

Pero la queja puede no ser suficiente, tan sólo es un acto de expiación, catarsis o de rebelión ante la impotencia de ver y ser testigo de lo que hiere al hombre como a uno mismo, aún así la queja poética es luz entre las sombras de la melancolía y la inconformidad.

la resolución de la queja en la poesía, puede llevar tantos elementos como sean apreciados, un tono más inclinado a la búsqueda de consuelo o una entonación cargada de malestar, pausad o terrible, en todo caso constituye una experiencia que se comparte y que mitiga la desazón del hombre, de un pueblo, es, en su punto culmínate la herida escrita que matiza un conocimiento: “pagamos por lo que amamos, decía Ling Yutang, y si hubo queja y dolor, el tiempo de lo vivo nos hace comprender que la fatalidad siempre estuvo a nuestro lado. Aún cuando lo neguemos o cuando la inconsciencia nos hace creer que el dolor se pudiera evitar, la existencia, el tiempo, la enfermedad, la vejez y los otros, nos harán recordar nuestra efímera superioridad.

Porque el mundo no es lo que queremos que sea, sino aquello que podemos distinguir que pudiera ser. La realidad no corresponde al deseo. El poeta y su queja nos enseñan, no de injusticias o sin sabores, sino de realidades profundas que sintetizan alguna aspiración, eso, o el lamento triste, la imposibilidad que nos ahoga sin la esperanza que nos ayuda a construir la espera.

Nada hay más benigno que racionalizar el mal, para desterrarlo, conjurarlo, aún cuando nos asfixia el pesar, la vida de otros también transcurre entre los sueños, el deseo, la lucha y la bondad. Es decir, si el poeta rechaza el cruel destino, nos ha mostrado ya lo que pudiera ser, como la otra cara de una realidad. En tanto se vive, se soporta de todo hasta el límite de nuestra finita condición.

La queja y el perdón, no el olvido basado en la huida o la represión del malestar, sino en aquel que logra liberarnos de los agravios, más nada hay que se pueda olvidar hasta el punto de desaparecer, tal es la función de la memoria que nos advierte, nos recuerda el sabor triste de aquello que endulzara nuestra alegría o la conciencia superior de saber, de comprender, que el ser humano, pese a todo, llega a ser y a decir lo que fue como el mismo pago por vivir.