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domingo, 25 de abril de 2010

Árbol, botella o chorro de alcohol...

Con una sola copa de vino entre los dos,
Mi conciencia se empezaría a volver un incendio
Y volvería por siempre a navegar bajo tu sonrisa,
Enloquecido de felicidad, porque sabría que realmente
No existe una razón para merecer tu amor, pero en búsqueda
De aquello, se ha convertido la consigna de mi vida,
Nada sé ya de ti, ni sobre qué lenguaje
O materias se descubra y se haga notar lo mejor de tu presencia,
Pero aseguro por un instante que fluye en el río de todas las vidas
Que he visto más allá de lo permitido por mis ojos,
Un rostro tuyo inmenso, morra, en el perfil acantilado de la noche indescifrable.
Me estoy poniendo en pie de guerra por tus maravillas:
Hermosa, preciosa, no quiero beberme tu apellido hasta las
Últimas consecuencias.

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