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miércoles, 8 de junio de 2011

De Poemas Para Mandar a la Guerra

El diablo que está fumando


El vago silencio del desierto y el aire son cortados

por un objeto pesado que cae, luego otro, y otro más.

Caen y son acompañados de silbidos y chiflones

cual lluvia de serpientes y pájaros agónicos que caen.

Con tremenda y sórdida fuerza se escuchan cuando golpean al llegar,

con un fuego tórrido, un gong maldecido y múltiples piedras

que desgarran el cielo al estallar;

luego es la aparición de una flor,

una anémona de polvo que despierta, asciende y se ondula,

otra, y una más como bocanadas de humo

que brotan expelidas por debajo de una tierra humillada;

acaso es un ángel maldito que arrogante expele humo,

fuma mientras las bombas caen junto de él.



para Esteban R. González, the vamp



La BLU- 82

Muéstrales a esos hijos de perra lo que sabes hacer,

acarícialos querida mía, la reina de este lugar.

Anda, déjate llevar así, con cuidado mi dulce

cortadora de margaritas, my sweet daisy-cutter;

mi nena gris.

Esta noche con tus besos van a soñar.

Esta noche tu luz será la verdad,

diles que contigo sabrán lo que es hacer el amor,

y devóralos hasta el límite de tu ser.



Al fin, nadie te dirá que tu destino era cruel.



a Rosario Castellanos

Mientras el corazón de los hombres tiembla

y la mirada se proyecta

desorbitándose los ojos de sus cuencas,

aparecen los infinitos ay que negarán al mundo.



Tanta es la pena que hace ríos por la memoria,

nunca como ahora se perfeccionó la guerra;

la horda puede sentirse satisfecha,

detrás de un escritorio y una copa.


SERGIO VICARIO

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