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jueves, 5 de junio de 2014

EL MEJOR DETONADOR DE LA RENOVACIÓN NACIONAL


 
Hay que asentarlo, estamos frente a una época mediocre en que priva la indiferencia y la mezcla de cinismo y prepotencia. Predomina el servilismo, acomodarse, dejar que la mierda inunde todo y aprovecharse para sacar una tajada más del pastel.

Las presentes generaciones apenas estaban naciendo cuando se instaló el modelo neoliberal, por lo tanto carecen de referentes históricos.

Lo primero que es necesario explicar son los fenómenos más salientes del México contemporáneo: la pérdida creciente de la soberanía; el fracaso de una transición democrática; la corrupción desatada por un pluralismo político que no alcanzó a reorganizar el Estado; los abismos de la desigualdad que vuelven imposible la vigencia del Estado de Derecho y constituyen el principal fermento de la violencia y la causa eficiente de la marginación; y desde luego la debacle de una izquierda corrupta, conservadora, obsesionada por mantener sus pequeños privilegios frente a la sociedad, intereses que la han conducido hacia la derechización en su alianza con el poder.

La fuerza del porvenir, los jóvenes y claramente hay que expresarlo, las condiciones lamentables de la población juvenil son el resultado de casi 30 años de erosión social, decretados por decisiones que han desterrado el concepto mismo de desarrollo. Los jóvenes padecen los daños de políticas esencialmente injustas y discriminatorias. Se ha condenado a las nuevas generaciones a vivir en crisis permanente y se les ha privado de un horizonte claro de realización. 

La mitad de la población tiene 26 años o menos. Los jóvenes entre 15 y 20 años suman 29 millones 700 mil habitantes. El 47% de ellos trabaja, 27% estudia y el restante 26% ni estudia ni trabaja. La cuarta parte de los jóvenes sufre inseguridad alimentaria y el 82% vive en pobreza, mientras que 5 millones de menores de edad viven en pobreza extrema.

El promedio de escolaridad de los jóvenes mexicanos es de 10 años, mientras que el 94.1% de aspirantes a la UNAM son rechazados. Según datos de la OIT, el 53% de los desempleados en México son jóvenes entre 14 y 29 años. El 40% de los que tienen trabajo ganan menos de 2 salarios mínimos y el promedio de ingreso mensual de los egresados de maestría y doctorado es de 9 mil 272 pesos (ANUIES).

Las posibilidades de conducta delictiva en los jóvenes son muy altas. Cada día se encarcela a 85 menores en México.

La población carcelaria juvenil es del 45%; más de la mitad provenientes de familias con niveles muy altos de pobreza.

Dos tercios de las personas detenidas por narcotráfico son jóvenes entre 17 y 25 años. Es en suma el modelo económico quien criminaliza a la juventud.

“La mayoría de las víctimas de la violencia y no pocos de sus actores son jóvenes de clases modestas que encuentran en la delincuencia opciones inmediatas para obtener satisfactores efímeros”.

Los jóvenes entienden que las políticas económica y laboral debieran enfrentar la precarización del trabajo y la ínfima movilidad social, a fin de privilegiar el desarrollo individual y colectivo sobre el interés de la acumulación y la ganancia. Las reformas estructurales que se han adoptado carecen decididamente de enfoques que atiendan los problemas de la juventud.

Los menores de 30 años encarnan formas diversas de indignación frente a un modelo de relaciones que los borra de la modernidad. En amplios segmentos ejercen la protesta, las redes sociales son su medio natural de expresión, pero exigen un cambio en la política de comunicaciones, tanto como en la creación de un clima de convivencia justo, incluyente y solidario para nuestro país.

La obligación de los adultos es obviamente luchar por la reintegración del tejido social, pero también alentar a los jóvenes para que ellos asuman la conducción de sus propias luchas y se conviertan en los mejores aliados de la promoción de un Estado de bienestar. De otro modo, el peligro de una ruptura catastrófica entre generaciones amenaza el futuro inmediato del país.

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