(…) Porque
ayer y mañana no existen: todo es hoy, todo está aquí, presente. Lo que pasó,
está pasando todavía.
Octavio Paz
Era aproximadamente las 2:00 de la madrugada de un día de
invierno, en el que un vientecillo frío se filtraba por la ventana, como un
testigo grato de ese encuentro.
El tiempo en el minuto se saciaba.
Sobre la mesa de centro de la sala, estaban unos
cigarrillos marlboro, unos cerillos clásicos, una botella de tequila herradura,
ya empezada, unos caballitos y un libro de poemas de Octavio Paz.
Él, como todo un poeta, le gustaba parafrasear algunos
versos mientras sentía el cuerpo cálido de ella, quien lo escuchaba embelesada
y se dejaba llevar por las caricias, por esa voz que entonces le parecía
seductora.
Llegas, silenciosa, secreta,
y despiertas los furores,
los goces, …
subes desde lo más hondo de
mí,
desde el centro innombrable
de mi ser, …
Ya sólo tú me habitas,
tú, sin nombre, furiosa
substancia,
avidez subterránea,
delirante.
En lugar de tequila prefirieron tomar un aromático té de
canela. El aroma dulzón de la bebida se entremezclaba con la saliva de ellos al
contacto con sus labios, con sus lenguas; ella no recuerda cuál fue el primer
poema, ni siquiera el que le sucedió a otro y otro como una larga culebra de
palabras sin principio ni fin, que inconscientemente entraban por todos los
sentidos y se instauraban ahí para siempre.
Despiertas a mi tacto, …
percibo el mundo y te toco,
substancia intocable,
unidad de mi alma y de mi
cuerpo, …
_ Lo único que sé, es que los minutos transcurrían y esa
velada que en un principio era literaria, se había convertido en un carnaval de
besos y caricias a la luz de la luna.
porque tan sólo existo
porque existes,
y mi boca y mi lengua se
formaron
para decir tan sólo tu
existencia
y tus secretas sílabas,
palabra
impalpable…
substancia de mi alma.
Siempre, como lugar común, se ha dicho que los poemas
inspiran al amor, al contacto íntimo, pero ella, como estudiante de filosofía y
letras, le era difícil encasillar tal
suposición, pues hay poemas de todas las temáticas y de todos los tiempos; lo
que sí debe existir es la metáfora, la esencia, las palabras justas, en el
único espacio del poema, que abren la puerta a la imagen visual, sonora, a la
imagen con textura, color y forma, sí, a la imagen con sentido propio.
Rozo
al tocar tu pecho
la
eléctrica frontera de la vida,…
Pero decir que el poema te lleva justamente al amor, a
ella le parecía inverosímil, hasta esa noche que pudo experimentar con los poemas
de Paz, algo parecido a ese sentimiento.
Llévame,
solitaria,
llévame
entre tus sueños, …
despiértame
del todo,
hazme
soñar tu sueño, …
_ Decía mi abuela, que la canela es afrodisiaca. Ahora yo
diría que la canela, con una pizca de Paz, en una noche invernal, a la luz de
la luna, puede invitarte al deseo carnal, a la pasión y al amor.
Mis manos
abren
las cortinas de tu ser
te
visten con otra desnudez
descubren
los cuerpos de tu cuerpo
mis
manos
inventan
otro cuerpo a tu cuerpo
_ El roce de sus labios con los míos, respirarte, beber la luz que bebe tu boca.
El contacto de su piel húmeda. Me miras y
tus ojos tejen para mí una fresca armadura de reflejos. El deseo de
penetrarme hasta las entrañas. Recorrer
interminablemente tu cuerpo, dormir en tus pechos, amanecer en tu garganta,
ascender el canal de tu espalda. Las palabras de Paz, con las que hicimos
un poema en movimiento. Perderme en tu nuca, descender hasta tu
vientre. Con versos entrecortados con suspiros y miradas. Perderme en ti, para encontrarme en mi
mismo, en mi misma, en la otra orilla
esperándome. Entre sorbos de canela. Nacer
en ti, morir en ti. Me instauraron en el mundo onírico del poema.
Nos
volvemos inmensos
sólo
por conocernos
con
los ojos cerrados
_ Recuerdo que las
caricias empezaron a ser desenfrenadas, con un ritmo vertiginoso, donde íbamos
y veníamos y en vez de decirnos “te amo”, suspirábamos, para luego gemir,
conscientes de una realidad, que se iba desvaneciendo como la noche, al decirle
adiós a la luna y desaparecer, sin dejar rastros de su presencia.
El
día abre los ojos y penetra
en
una primavera anticipada.
Todo
lo que mis manos tocan, vuela.
Está
lleno de pájaros el mundo.
_ Esa fue la última vez que lo vi, que lo tuve tan cerca
como mi propia vida, después pasaron nueve meses de espera, de silencio; ahora
el té de canela me daba aliento, me arropaba con su aroma, pero curiosamente
las palabras parafraseadas de Paz, no hacían presencia en esta historia, era
como si hubieran pertenecido a otra realidad, a otro plano donde ni yo misma
las pudiera tocar para traerlas aquí, conmigo.
El 25 de agosto, naciste
tú, lleno de vida, con los ojos brillantes y el deseo de balbucear palabras,
palabritas, como si supieras que fuiste gestado con poemas. Era justo que te llamaras
Octavio, en honor a él, a esa noche donde el poema se nos dio en toda su
expresión.
Claro que Paz nunca lo supo, un poeta nunca sabe cuál va
a ser el fin de su poemario, simplemente escribe en una hoja en blanco y lo
publica como quién lanza una botella al mar. Esa botella al mar la tomamos
nosotros, la dijimos una y otra vez, con sus muchos matices, como el color del agua
que cambia con la luz del anochecer.
Hijo, esa es la historia de tu nombre y de tu origen. El
poeta que parafraseó a Paz, tu padre, se quedó ahí, en esa noche, entre esos
versos y esa botella de tequila que tanto le gustaba.
Elena
Bernal Medina
Marzo
de 2014.
Elena Bernal Medina:
Nací en México, D.F., y vivo
desde los siete años en Aguascalientes. Me considero una mujer libre. Me
pusieron Elena en honor a mi abuela paterna, siempre me he identificado con mi
padre y por ello con la literatura y muchos gustos más. He hecho teatro,
narrativa, investigación lingüística y me ha gustado dar clases de literatura a
niños. Me he dedicado a promover el arte y la cultura tanto de manera
institucional como independiente. Me gusta cocinar para disfrutar de los
sabores y texturas.
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