Ya no sueñan los poetas cubanos, ya no sueñan."
Carta de Heberto Padilla a su jurado frustrado
Me arranco de cuajo
la capa romántica y todo el psicoanálisis y rujo
¡Arggg!
Me duele hasta el acero taimado
del aire que pregunta bajo el cielo
sin respuesta a lo que no se plantea,
surco la ciudad de México, trabajo,
voy a librerías y hundo mi mirada en los pezones
de una ciudad y una rubia esbelta que me mira
aletargada desde el fondo del bar,
quizá preguntándome: ¿qué sentido?
Regreso y lo encuentro entre estas cuatro paredes
que no tienen sentido pero rugen y segregan
mi propia conciencia atormentada:
ya no soy Rimbaud en una carretera de Puerto Vallarta en 1995,
pero sí quizá tal vez maestro que analiza los ensueños de Bachelard
a quien nunca ha comprendido la gloria que significa crear y ser poeta,
además de metiche donde geofísicamente nadie me ha llamado.
He dicho que me arrancaba el romanticismo y el psicoanálisis,
pero no puedo hacerlo, son estructuras de mi pensamiento,
y dictum más o dictum menos, nadie puede remar contra sí mismo,
a menos que se trate de un re menso, y entonces (en éste instante mirando al pobre ser humano ante la Historia: la ilusiones del gusano como dijo Hegel)
Y entonces…
¡Celia Cruz y la limusina naranja!
con tres millones de obreros y desempleados para mirar
y perder un poco de sentido donde quizá ya todo sentido esté perdido
menos el sustantivo abstracto, el mejor hermano,
la más temible prueba, la cara, la agresividad y un sonido de oboe que dice:
es el hombre, el hombre, con su pesada estulticia,
con su estúpido sufrimiento miserable y sus sueños diáfanos color bandera,
el hombre, el que recobra, el que mira cómo cae la mega tendencia y la pepita, la geopolítica y la carabina de ambrosio,
la ananké y la afros, Tales de Mileto, Sócrates, Napoleón y el lenguaje decodificado de todos los brutos misterios
que nos sorprenden día con día en el atajo hacia cualquier parte,
en el ir hacia la amada o hacia la metáfora,
hacia el destino o hacia un semáforo,
hacia el sexo como perfecto motivo de estallar en un binomio de imágenes paralelas o en la soledad de la inteligencia que debe redescubrir y sintetizar su propia experiencia.
¿Metadiscurso o micro chip? ¿Microsoft o Mac? ¿Salsa verde o roja?
¿Salir de vacaciones o quedarse a redactar la ultra novela?
¿Pero es que tú no ves televisión? ¿No has…?
Un color jade transparente palpitante,
madera de triángulo llamada esto es por ti:
Un azar ambarino pululante en un tacto y mirada de microbio llamado pesero,
una paleta, la alberca olímpica, mi propio pasado glorioso,
y todo ha pasado ya y todo está escrito,
y todo está bien y todo está mal, sin duda alguna,
pero es la ironía que hace chocar como rocas vivas a dos oleajes de pensamientos diferentes y brota la pregunta:
ruido, mucho ruido y basta, antes de enloquecer,
pero ya llegó la noche y uno se pone a escribir para atrapar los colmillos torcidos de dios entre palabras,
sin ser espejo, sin ser sudor, sino, para ser mejor,
por pura puta palabra, oscura, diminuta, brillante, acaso diamante,
sortija o camastro para el beso indicado,
que mi mitad es diferencia para lo mejor que tuvo éste poema y lo demás, como dijo Hamlet, es arreglar el mundo, y lástima,
uno nació para eso, no para el silencio.
18 de abril, 2004, ciudad de México.
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