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lunes, 7 de enero de 2013

El Poeta como un Pescador




Lawrence Ferlinghetti

A medida que envejezco me doy cuenta

de que la Vida se muerde la cola,

y que otros poetas y otros pintores

ya no son competencia alguna.

El desafío es el cielo,

el cielo que todavía requiere ser descifrado,

con todo y que los astrónomos se esfuerzan

por escucharlo con sus inmensos oídos eléctricos,

el cielo que nos murmura constantemente

los últimos secretos del universo;

el cielo que ihnala y exhala

como si fuera el interior de una boca

del cosmos,

el cielo que es también la orilla de la tierra

y la orilla del mar también.

El cielo con sus muchas voces y ningún dios.

El cielo que encierra un mar de sonido

y nos transmite un eco

como una ola contra un dique.

Poemas completos, diccionarios completos,

enrollados en un trueno

y cada atardecer una pintura abstracta,

y cada nube un libro de sombras

a través del cual vuelan libres

las vocales de las aves a punto de gritar.

Y el cielo está claro para el pescador

si bien encapotado.

Él lo ve tal cual es:

un espejo del mar

a punto de caerle encima,

en su bote de madera, en el horizonte oscuro.

Tenemos que pensar en él como poeta,

frente a frente con la vieja realidad de siempre,

donde no hay pájaros que vuelen antes de la tormenta.

Y él sabe lo que se le viene

antes del alba,

y él es su mejor vigía,

escuchando el sonido del universo

y cantando sus avistamientos

de la tierra de los vivos.





Versión de Alberto Blanco.

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