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jueves, 14 de enero de 2016

HISTORIAS DEL MUNDO PROSTITUTO, COMO DIRÍA RUBEM FONSECA

En octubre del año pasado, una vecina, en otras palabras mi mera madre, tuvo la oportunidad de realizar un viaje de 14 días a tres ciudades de China. Sé poco de ese viaje porque por el momento la cultura de China no me atrae en especial, pero en las Navidades en la ciudad de México, mi madre presentó en televisión una presentación de power point con todas sus fotos he información sobre China. Me llamó la atención un dato que me dijo antes: "Así como en México presumimos de tener tres armadoras de autos Wolskswagen, en China existen ochenta armadoras para que te des una idea." Al mismo tiempo que ella andaba de viaje, mi padre no perdió oportunidad para mandarme una nota de la cual extraigo una parte a continuación... CHALE!!! Lo que queda evidentemente demostrado con esto, es la total falta de credibilidad del sistema en el cual habitamos en el mundo contemporáneo: LEAN, de verdad da de qué pensar...



EL HOMBRE NUEVO
EN LA CHINA
DEL COMUNISMO Y EL SOCIALISMO

EN UN MUNDO
DE INJUSTICA Y DESIGUALDAD

Los fuerdai, son los hijos de los poderosos en China, una generación de niños multimillonarios, inmensamente ricos, son de los grupos más aborrecidos en China; sus excesos, al estilo Paris Hilton hacen que sean considerados una amenaza económica y hasta política.

Wang Daqi, de 30, es hijo de un famoso consultor de negocios, y recientemente publicó un libro sobre los niños ricos en China.

Conocí a Jason Zhang en Beijing a través de unos amigos. Jason es un peculiar conductor de Uber que no necesita ese trabajo, lo tomó como pretexto para conocer personas, tiene 22 años y su auto es un Maserati, a leguas se distingue de otros jóvenes chinos.

Tiene otro empleo, en una compañía de medios que produce programas para la televisión, pero no parece estar muy ocupado por éste. Estudió en una academia de golf en Estados Unidos sin terminar los cursos, su padre es director de una importante compañía de recursos humanos y su madre es funcionaria del gobierno. Cuando nos reunimos en un café, llevaba puesto un reloj IWC de cinco mil 500 dólares porque el caro se le había perdido. Le pregunté cuánto dinero tenía, “No sé, más del que puedo gastar”, me dijo. Así fue como encontré, en su hábitat, a un ejemplar de esa elusiva estirpe conocida en China como los fuerdai o “ricos de segunda generación”.

Según la imagen que da la prensa local, los fuerdai son en China lo que Paris Hilton era en Estados Unidos hace una década. Cada tantos meses hay un escándalo fuerdai, porque se publica la foto de una de ellos a punto de prender fuego a una pila de billetes de 100 yuanes, porque los miembros del ridiculizado grupo Sports Car Club posan al lado de sus Lamborghinis o porque alguno sacó un arma durante una carrera callejera o porque fueron sacados desnudos y borrachos de una discoteca.

En 2013, los informes de una fiesta sexual que organizaron los fuerdai en la playa de Sanya provocaron la indignación popular y hace poco, dos niños ricos se enzarzaron en una competencia pública sobre quién tenía más dinero: la despreciada socialité Guo Meimei publicó fotos en línea de ella misma con 5 millones de yuanes en fichas de casino, su rival respondió con una foto de su cuenta bancaria, donde figuraban 3.7 millones de yuanes.

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