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sábado, 12 de abril de 2008

En honor al Lagarto

Vocación de incertidumbre, la vida todavía llamea
más allá de los bosques,
donde nuestro encuentro puede ser fugaz y donde
cada quién vislumbrará su destino patinando bajo otras pestañas.
Clarividencia, sed del ámbar, pupilas de noche y animales que huyen
en rebaños.
Quizá de cada quién, lo más mío es éste
pequeño frasco que manipulo a ciegas
para adentrarme en los valles del poema.
Es la única salida, y la ilusión no viaja en tranvía,
sino en el sonido que delata la espesura del ser,
la penúltima frase de la conciencia
que se dicta a sí misma su propia autoridad,
su propia invención moral
y su determinación, quizá para no dejarse raptar
en este mundo donde todo es perdido y fulminado,
seremos secuestradores del verbo, espías de dios
y vendremos a arrullar a nuevas damas, únicamente,
Efraín, salvados por el ángel negro del poema, y sus alas.

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