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martes, 13 de octubre de 2015

LA REVISTA TALLER




Habla Rafael Solana

Taller tuvo una vida de 12 números diciembre de 1938 a febrero de 1941

Octavio Paz a su regreso a México, de 1938 y hasta 1941, Paz colaboró en la revista Taller, junto a Efraín Huerta, Alberto Quintero, José Revueltas y José Alvarado.

Rafael Solana encabezó los primeros números de Taller Poético y luego de Taller, importante proyecto editorial juvenil que lo inició como gestor y promotor. Efraín Huerta, Octavio Paz y el prematuramente desaparecido Alberto Quintero Álvarez, correligionarios suyos y compañeros de generación, fueron los otros corresponsales en esta revista que perseguía, entre sus finalidades primordiales, establecer un diálogo constructivo entre escritores e intelectuales de diferentes promociones, que por cierto imprimía Miguel N. Lira en su imprenta de Tlaxcala.

Palabras de don Rafael Solana que muestran la elevada calidad humana en la que Mario Saavedra hace hincapié a lo largo de todo su libro: Rafael Solana: escribir o morir, Biblioteca Universidad Veracruzana, Xalapa, 2007, p. 119-120.

A quince años de su fallecimiento, Rafael Solana sigue siendo una de las figuras centrales del teatro mexicano. En esta entrevista, Mario Saavedra, autor del libro Rafael Solana: Escribir o morir, nos revela algunas de las motivaciones que lo llevaron a escribir sobre el dramaturgo veracruzano.

La vida se encargaría de revelarme que mi verdadera vocación eran las letras, aunque no miento al decir que cuando veo una película o un montaje teatral que me conmueve, me hubiese gustado estar ahí.

¿Coincide con el maestro Avilés Fabila acerca de que usted es un hombre de letras y un promotor cultural?

De f i n i t i vamente. Como le digo, la vida me ha llevado a reconocer en la literatura y todas sus expresiones anexas mi vocación prioritaria (docencia, investigación, por supuesto el periodismo cultural, y sobre todo la escritura). También entendí que desgraciadamente llegué  tarde a la música, otra de mis “q u e re n c i a s” —como se
dice en el mundo de los toros— naturales.
¿Cuándo conoció a Rafael Solana y qué fue lo primero que
le atrajo de él?
Lo conocí desde 1978, un año después de mi llegada
a México, y nos lo presentó a Fernando y a mí el reco-
nocido escenógrafo David Antón. Él era entonces titular
de producción de C O N AC I N E 1 y su oficina se encontraba
en los Estudios Churu b u s c o. Él había visto con entusias-
mo la película de Fe r n a n d o. Más tarde me enteré de que
su voto fue decisivo para mi postulación y consecuente
triunfo en las ternas para los premios de PE C I M E. De s d e
un principio me conmov i e ron su humanismo desbor-
dado, su aguda inteligencia, su generosidad sin límites.
¿ Por qué decidió escribir este libro, Rafael Solana: escribir
o morir?
En principio, en agradecimiento a lo mucho que re-
cibí de ese intelectual sin par de quien sobrevive una
herencia literaria y periodística que debería ser revalo-
rada y conocida por las nuevas generaciones. Pero más
allá de eso, por una actitud de débito, porque me pare c e
terriblemente injusto que por los habituales lugares co-
munes y ninguneos de nuestro mundillo cultural caiga
en el olvido la obra de éste y de otros tantos escritores
de valía.
¿Cómo fue la vida de don Rafael de niño y de joven?
Envidiable. Él fue el hijo mayor del importante pe-
riodista y cronista taurino Rafael Solana “Ve rd u g u i l l o” ,
y creció dentro de una familia culta donde había libros,
música, pintura... Desde niño vivió entre intelectuales
y pudo conocer a grandes personajes de la vida cultural
que eran amigos y colegas de su padre. Pe ro su propio ta-
lento le permitió destacar desde muy joven en el perio-
dismo y en las letras, como uno de los primeros inte-
grantes e impulsores de esa gran generación que fue la
de Taller.
¿Cómo se percibía Rafael Solana como escritor?
Al crecer dentro de un medio privilegiado, Rafael
Solana descubrió muy pronto su vocación literaria y
desde la pubertad se supo escritor y periodista de tiempo completo.

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