Habla Rafael Solana
Taller tuvo una vida de 12 números diciembre de 1938 a febrero de 1941
Octavio Paz
a su regreso a México, de 1938 y hasta 1941, Paz colaboró en la revista Taller, junto a Efraín Huerta, Alberto Quintero, José Revueltas
y José Alvarado.
Rafael Solana encabezó los primeros números
de Taller Poético y luego de Taller, importante proyecto editorial
juvenil que lo inició como gestor y promotor. Efraín Huerta, Octavio Paz y el prematuramente desaparecido Alberto Quintero Álvarez, correligionarios suyos y compañeros de generación, fueron
los otros corresponsales en esta revista que perseguía, entre sus finalidades
primordiales, establecer un diálogo constructivo entre escritores e intelectuales
de diferentes promociones, que por cierto imprimía Miguel N. Lira en su imprenta de Tlaxcala.
Palabras de
don Rafael Solana que muestran la elevada calidad humana en la que Mario
Saavedra hace hincapié a lo largo de todo su libro: Rafael Solana: escribir o
morir, Biblioteca Universidad Veracruzana, Xalapa, 2007, p. 119-120.
A quince
años de su fallecimiento, Rafael Solana sigue siendo una de las figuras
centrales del teatro mexicano. En esta entrevista, Mario Saavedra, autor del
libro Rafael Solana: Escribir o morir, nos revela algunas de las motivaciones
que lo llevaron a escribir sobre el dramaturgo veracruzano.
La vida se
encargaría de revelarme que mi verdadera vocación eran las letras, aunque no
miento al decir que cuando veo una película o un montaje teatral que me
conmueve, me hubiese gustado estar ahí.
¿Coincide
con el maestro Avilés Fabila acerca de que usted es un hombre de letras y un
promotor cultural?
De f i n i t i vamente. Como le digo, la vida me ha
llevado a reconocer en la literatura y todas sus expresiones anexas mi vocación
prioritaria (docencia, investigación, por supuesto el periodismo cultural, y
sobre todo la escritura). También entendí que desgraciadamente llegué tarde a la música, otra de mis “q u e re n c
i a s” —como se
dice en el
mundo de los toros— naturales.
¿Cuándo
conoció a Rafael Solana y qué fue lo primero que
le atrajo de
él?
Lo conocí
desde 1978, un año después de mi llegada
a México, y
nos lo presentó a Fernando y a mí el reco-
nocido
escenógrafo David Antón. Él era entonces titular
de producción
de C O N AC I N E 1 y su oficina se encontraba
en los
Estudios Churu b u s c o. Él había visto con entusias-
mo la
película de Fe r n a n d o. Más tarde me enteré de que
su voto fue
decisivo para mi postulación y consecuente
triunfo en
las ternas para los premios de PE C I M E. De s d e
un principio
me conmov i e ron su humanismo desbor-
dado, su
aguda inteligencia, su generosidad sin límites.
¿ Por qué
decidió escribir este libro, Rafael Solana: escribir
o morir?
En
principio, en agradecimiento a lo mucho que re-
cibí de ese
intelectual sin par de quien sobrevive una
herencia
literaria y periodística que debería ser revalo-
rada y
conocida por las nuevas generaciones. Pero más
allá de eso,
por una actitud de débito, porque me pare c e
terriblemente
injusto que por los habituales lugares co-
munes y
ninguneos de nuestro mundillo cultural caiga
en el olvido
la obra de éste y de otros tantos escritores
de valía.
¿Cómo fue la
vida de don Rafael de niño y de joven?
Envidiable.
Él fue el hijo mayor del importante pe-
riodista y
cronista taurino Rafael Solana “Ve rd u g u i l l o” ,
y creció
dentro de una familia culta donde había libros,
música,
pintura... Desde niño vivió entre intelectuales
y pudo
conocer a grandes personajes de la vida cultural
que eran
amigos y colegas de su padre. Pe ro su propio ta-
lento le
permitió destacar desde muy joven en el perio-
dismo y en
las letras, como uno de los primeros inte-
grantes e
impulsores de esa gran generación que fue la
de Taller.
¿Cómo se
percibía Rafael Solana como escritor?
Al crecer
dentro de un medio privilegiado, Rafael
Solana
descubrió muy pronto su vocación literaria y
desde la
pubertad se supo escritor y periodista de tiempo completo.
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