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lunes, 17 de mayo de 2021

COMENTARIO DE KARL POPPER (AUSTRIACO, 1902- 1994)

MORALIZAR LA TELEVISIÓN

 

Yo propongo que una organización semejante sea creada por el estado para quienes intervienen en la producción de televisión. Cualquiera que esté ligado a la producción televisiva debe tener una patente, una licencia, una cédula profesional, que le pueda ser retirada de por vida cuando actúe en contravención de ciertos principios. Este es el medio por el cual yo quisiera que se introdujese finalmente una disciplina en este campo. Quien quiera que haga televisión, deberá necesariamente estar organizado, deberá tener una patente. Y quienquiera que haga algo que no debería haber hecho según las reglas de la organización, y con base en el juicio de la organización, podrá perder esa patente. El organismo que tenga la facultad de retirar la patente será una especie de tribunal. Por esto, en un sistema televisivo que operase según mi propuesta, todos se sentirían bajo la constante supervisión de este organismo y deberían sentirse constantemente en la situación de quien, si comete un error (siempre con base en las reglas fijadas por la organización), puede perder la licencia. Esta supervisión constante es algo mucho más eficaz que la censura, porque la patente, en mi propuesta, debe ser concedida solo después de un curso de adiestramiento, al termino del cual habrá un examen.

Uno de los fines principales del curso será enseñar a aquel que aspira a producir televisión, que de hecho, le guste o no, participará en la educación de masas, en un tipo de educación que es terriblemente poderoso e importante. De esto se deberán dar cuenta, quieran o no, todos los que participan en hacer televisión: actúan como educadores, dado que la televisión presenta sus imágenes tanto ante los niños y jóvenes como ante los adultos (…).

Hace ocho años, en una lección sostuve la tesis de que estamos educando a nuestros niños para la violencia, y que si no hacemos algo, la situación necesariamente se deteriorará, porque las cosas se dirigen siempre por la dirección que presenta menor resistencia. En otras palabras, se va siempre por la parte que resulta más fácil, aquella en que uno se ayuda a superar un problema, reduciendo las obligaciones del trabajo. Los condimentos de que hemos hablado (la violencia, el sexo, el sensacionalismo) son el medio que los productores de televisión tienen más a la mano, son el medio ya probado que siempre es capaz de captar a la audiencia.

De Una patente para producir televisión, en La televisión es mala maestra, traducción de Isidro Rosas Alvarado, FCE, México, 1998.

 

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