MORALIZAR LA TELEVISIÓN
Yo propongo que una
organización semejante sea creada por el estado para quienes intervienen en la
producción de televisión. Cualquiera que esté ligado a la producción televisiva
debe tener una patente, una licencia, una cédula profesional, que le pueda ser
retirada de por vida cuando actúe en contravención de ciertos principios. Este
es el medio por el cual yo quisiera que se introdujese finalmente una
disciplina en este campo. Quien quiera que haga televisión, deberá
necesariamente estar organizado, deberá tener una patente. Y quienquiera que
haga algo que no debería haber hecho según las reglas de la organización, y con
base en el juicio de la organización, podrá perder esa patente. El organismo
que tenga la facultad de retirar la patente será una especie de tribunal. Por
esto, en un sistema televisivo que operase según mi propuesta, todos se
sentirían bajo la constante supervisión de este organismo y deberían sentirse
constantemente en la situación de quien, si comete un error (siempre con base
en las reglas fijadas por la organización), puede perder la licencia. Esta
supervisión constante es algo mucho más eficaz que la censura, porque la
patente, en mi propuesta, debe ser concedida solo después de un curso de
adiestramiento, al termino del cual habrá un examen.
Uno de los fines principales
del curso será enseñar a aquel que aspira a producir televisión, que de hecho,
le guste o no, participará en la educación de masas, en un tipo de educación
que es terriblemente poderoso e importante. De esto se deberán dar cuenta,
quieran o no, todos los que participan en hacer televisión: actúan como
educadores, dado que la televisión presenta sus imágenes tanto ante los niños y
jóvenes como ante los adultos (…).
Hace ocho años, en una
lección sostuve la tesis de que estamos educando a nuestros niños para la
violencia, y que si no hacemos algo, la situación necesariamente se
deteriorará, porque las cosas se dirigen siempre por la dirección que presenta
menor resistencia. En otras palabras, se va siempre por la parte que resulta
más fácil, aquella en que uno se ayuda a superar un problema, reduciendo las
obligaciones del trabajo. Los condimentos de que hemos hablado (la violencia,
el sexo, el sensacionalismo) son el medio que los productores de televisión
tienen más a la mano, son el medio ya probado que siempre es capaz de captar a
la audiencia.
De Una patente para producir televisión, en La
televisión es mala maestra, traducción de Isidro Rosas Alvarado,
FCE, México, 1998.
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