Me postro ante Tu hijo,
Me levanto.
Lo veo en el templo,
adormilado,
adolorido,
crucificado.
Se oyen rezos entremezclados.
Todos oran,
se persignan en Tu nombre
y se van.
Nadie puede salvarlo,
debe morir.
Es un hombre
clavado
triste
solo,
Yo me acerco.
Le quito la tela
y dejo su sexo al descubierto,
me empino
y comulgo con su vino derramado.
Relamo su sangre
beso sus pies
y me largo.
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