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Todos los textos son propiedad de sus autores, quienes tienen todos los derechos sobre ellos (¿o será al revés?) y han decidido libremente publicarlos aquí para la difusión pública sin fines de lucro. *Este proyecto está basado, en sus orígenes, en la idea de Dulce Chiang y Alicia Quiñones



jueves, 7 de enero de 2010

El pan del mundo

Aquel esquizofrénico
Aquel esquizofrénico dejó abierta la llave de la regadera
para calentar su cuarto y lo inundó el vapor del agua.
Lo miro por el ojo espía de la puerta;
la densa niebla cubre su cuerpo mientras que él mira hacia el infinito,
su yo se ha disipado en algún recuerdo lleno de gracia,
porque reía, y era de temer su dicha.
Cierro la imagen y me apartó.
Un peso ha caído en mi ser.
Puedo exagerar, pero es así, algunas veces cuando escribo,
también la vida se me cae de las manos.
Podemos creerlo o no, pero me basta un momento
para extender mi mano y sentir las voces,
desnudas voces, diluirse entre mis dedos;
son las palabras cortadas por la ausencia,
como la prisa de los que buscan su rostro verdadero
y nada encuentran,.
sino las verdades de nuestro tiempo, pulverizadas.
En mi mano sopeso el valor de un siglo
¿ Qué nos queda al desconfiar del aire que respiramos?
¿Al desear a la mujer contagiada?
¿Al quedar al cuidado de nuestra mirada solitaria?
Mientras llego a mirar las carnes infantiles del delirio,
yo, a penas si encuentro mi alma.


SERGIO VICARIO

Existe un ser taciturno en el edificio,
un hombre casi monstruo adicto al pensamiento.
Sus ojos en llamas calcinan el mundo,
si éste lo obliga a salir de su guarida.
Es un loco que forja y vigila su palabra
como quien pastorea un rebaño de fieras.
De temperamento atado, casi tiembla,
porque más que un sentimiento o una pasión
es un torbellino de ideas.
Cuando camina, dicen que arrastra cadenas
de un silencio que a todos inquieta:
los niños suspenden por un momento su risa,
las jóvenes contienen la respiración y ocultan los senos.
Los adultos lo evaden y dicen que es una sombra
de la belleza.
Sólo un loco pordiosero lo saluda, no tiene dientes ni casa,
vive con una botella en el parque de la esquina,
y le grita. !Adiós maestro, que viva la guerra!

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