Tus labios hoy, que otrora eran de pan,
no son más distintos de la tierra;
tu frente, cenizas, y tu voz, eco
en el recuerdo que también, despacio,
se convierte un poco en eco.
En tus labios reverberan,
al lado de gusanos,
los besos que te dieron
con sabor a polvo:
besos de tierra con más tierra.
Todas tus heridas ya sanaron,
resecas,
volviendo el alma piedra
que respira el tiempo secular.
Y todo para que al final
(o al principio)
de tu boca brote trigo
y del trigo pan.
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