Ante la pregunta ¿Se encuentra en crisis la
religión?, cabe una respuesta doble, es decir, tanto afirmativa como negativa.
Efectivamente, desde que Nietzsche hizo la famosa afirmación “Dios ha muerto”,
la Religión ha pasado por diversas crisis y son los propios jerarcas de la
iglesia y sus teóricos los que no dejan de estar preocupados por lo que se
detecta como vientos agitados que han afectado los cimientos de la Iglesia y la
Religión. Como lo afirma Torres Queiruga en su libro “Creo en Dios
Padre” “el ateísmo moderno es la consecuencia de un choque entre dos
mundos culturales: el antiguo y el moderno”, siendo el moderno el resultado de
la “Ilustración”, que arrancó con el Renacimiento y sigue hasta
nuestros días, operándose un cambio de paradigma que no pudo ser asimilado por
la vieja cristiandad, constituyéndose en una de las principales fuentes del
ateísmo. En síntesis, es un proceso que ya lleva siglos operando, con el
concurso de la ciencia, la tecnología y los modernos descubrimientos, alejando
a las personas de la religión y llevándolas al ateísmo, dice Torres Queiruga.
Por otra parte puede también afirmarse que la
religión no se encuentra en crisis, y que a pesar de la enorme sacudida que ha
significado ese cambio de paradigma que señala Torres Queiruga, se constata que
una amplia parte de la población no ha abandonado las filas de la religión y
sigue siendo creyente. Ante el asombro de pensadores como Fernando Savater, que
en su libro “La vida eterna”, confiesa que le parece un tanto
inaudito que en pleno siglo XXI tantos hombres continúen creyendo “en lo
imposibe e improbable”, sin embargo así es y el atractivo que representa la
religión para numerosas personas, no ha decaído y continúa.
Reconocemos que la religión contiene preguntas
esenciales de la vida, mismas que la filosofía ha retomado, como dice Savater (“La
vida eterna”), al afirmar, junto con el filósofo Luc Ferry, que “A la
pregunta ritual qué es la filosofía, desearía resumir que es un intento de
plantear y asumir las cuestiones religiosas de un modo no religioso o
incluso antirreligioso”. Desde luego que toda persona con un mínimo de
inquietud ante la vida se ha preguntado y cuestionado seriamente sobre la
existencia o no de Dios, su relación con el Universo, etc. Todas las personas
independientemente de si son creyentes o no mantienen un cierto nivel de
espiritualidad debido a que estas preguntas se las lleva cada quien en su
reflexión de por vida. Debido a lo anterior, podemos afirmar que la religión,
nos guste o no, es un tema de permanente actualidad y
que hay que resolver en forma personal y respetar a las conclusiones a que cada
persona llegue, ya que es la elección libre que cada persona toma ante
preguntas profundamente existenciales.
Efectivamente en el centro de la vigencia de la
religión se encuentran estas preguntas existenciales que acertadamente Juan
Alfaro (jesuita) señala en su libro “De la cuestión del hombre a la de
Dios”, y que son entre otras: de dónde vengo?, a dónde voy? y
cuál es el sentido de la vida? La religión ofrece respuestas que
calman y proporcionan la tranquilidad de tener una trascendencia o permanencia
después de la muerte, y dar un sentido a la existencia.
En forma personal, considero que entre los dos
posibles respuestas de considerar a la religión en crisis o no, me inclino por
pensar en que sí se encuentra en crisis o al menos en un gran cambio, ya que es
evidente que la religiosidad de las personas, de acuerdo a estándares,
referidos para el cristianismo, hasta antes del siglo XIX en Europa, se ha
diluido y se discute libremente temas antes prohibidos, aunque es verdad que
para los fundamentalismos religiosos como el islam, eso todavía
desafortunadamente no sucede.
Para esto se necesita de un ambiente de libertad,
de abandono al viejo autoritarismo que imperó en el campo de la religión. A
pesar de lo anterior, y de toda la renovación que la religión pueda admitir que
ha traído la Ilustración (Torres Queiruga), es necesario hacer
notar que sigue conservándose a la Fe como un elemento
fundamental y necesario en el sistema de creencias que constituye la religión.
Para quienes defendemos la necesidad de no abdicar al uso de la razón y
pensamos, junto a Savater, que la Fe es un “suicidio
intelectual” queda claro que la llamada “Ilustración”, nos ha
dejado valiosas herramientas intelectuales que nos permiten alejarnos del campo
de la creencia y sin embargo estar dispuestos a abordar los mismos problemas
filosóficos centrales que toca la religión, pero sin la religión misma.
El debate entre religión y ateísmo es uno
singularmente desigual. La primera viene investida de respetabilidad, pompa y
circunstancia, y, al igual que Dios, suele ser escrita con mayúscula y en tono
reverencial. En cambio la palabra ateo o ateísmo, según una encuesta citada en
el documental “The Unbelievers”, es considerada por la mayor parte
de la población, tan oprobiosa o más que pedófilo o violador. Desde luego para
muchos políticos, declararse “ateo” sería el fin de su carrera y haría que la
gente desconfiara profundamente de él. Sin embargo, afirma el documental, en
realidad muchas personas en la actualidad en sus actitudes cotidianas, distan
mucho de lo que se consideraba un devoto creyente anteriormente, aunque sigan
considerándose dentro de las filas de la religión.
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