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martes, 27 de junio de 2023

ME HICIERON COMENTARIO DEL ROSETÓN DE PLATA, SE LOS COMPARTO Y ESPERO QUE TAMBIÉN LEAN REVISTA LITERARIA MONOLITO

 

A mediados de los ochenta del siglo pasado, una institución estratégica para el desarrollo y la seguridad nacionales se trasladó desde la capital federal a una capital de provincia: el INEGI se estableció en Aguascalientes. La migración ha tenido todo tipo de consecuencias. Tarde o temprano las tendría en las artes y las letras.

El arribo de un buen número de escritores entre los empleados del Instituto, ocupados en la redacción de publicaciones institucionales, encontró un primer punto de contacto con la comunidad local a través del suplemento dominical El Unicornio primero y de las revistas y series editoriales del ICA después.

Más tarde, la escolaridad y las habilidades de muchos abrieron otras formas que llevaron el contacto inicial a la integración, como académicos universitarios o profesionistas. Desde un principio la oriundez adquirió relevancia en la literatura, para dar cuenta del desplazamiento geográfico en una gama de registros que van del rechazo irracional a una aceptación prudente por parte de los hidrocálidos.

Así, en Aguascalientes apareció un nuevo tipo de habitante: el hidrochilango, hijo de padres capitalinos nacidos o criados en la capital de provincia. Uno de ellos se llama Marcos García Caballero (CDMX, 1973), un escritor que cuenta con varios títulos publicados, como el poemario Infinitos dispersos (Ediciones Alforja, 2001), la novela Edad en el alba (ICA, Premio Nacional de Narrativa Joven Salvador Gallardo Dávalos 2002) y su segunda novela Antes de todos los partidos (edición del autor, 2008). En 2009 obtuvo una beca del ICA para escribir la novela Vestigios de cerro hermoso y publicó su primer libro de cuentos titulado Iconoclastas y otros cuates (Editorial Torre Oscura). 

En 2019 obtuvo un apoyo del PECDA para imprimir En búsqueda del Rosetón de plata y otras narraciones. El libro está compuesto de diez narraciones protagonizadas por el doble de Marcos García Caballero: el estudiante de la Escuela de escritores de la SOGEM, Mateo Gargallo Castellanos. Escritos en forma de crónica, los capítulos narran diferentes momentos en la trayectoria literaria del protagonista, sin un orden cronológico. Esta ruptura de la linealidad temporal se relaciona con la fragmentación espacial, inherente a la migración del ejército de empleados y sus familias. 

Además, aunque abundan las pistas y referencias a lugares y momentos reales, hay indicios de que los referentes también se encuentran en la imaginación y no solo en eso que queda cuando cerramos un libro. Por ejemplo, la novela de Mateo, El jardín del pulpo, se llama igual que una canción de los Beatles y un cuento de Ringo Starr. Evidentemente, se trata de una sustitución enfatizada por Mateo, al señalar el origen del título.

Por tanto, los textos aparecen como simulacros de autobiografía, pues en realidad constituyen ficciones. En este juego, la verosimilitud juega un papel primordial para que estos relatos funcionen como testimonios de una vida verdaderamente vivida y no solo imaginada o deseada; los referentes reales refuerzan el carácter testimonial de los escritos. Queda en el lector dar a las historias un sentido más o menos literario o histórico. Lo importante está en la unidad situacional del conjunto, lograda con la presencia constante de la perspectiva del escritor, manifiesta el peso de la subjetividad concretada en el punto de vista del narrador.

En todo momento, Mateo muestra una aguda conciencia de su trabajo, especialmente cuando busca publicar en las principales editoriales. También cuando participa en concursos y sobre todo al obtener algún reconocimiento. Igualmente, convive con otros escritores en bares y fiestas donde se bebe, se fuma y se tienen relaciones sexuales con entusiasmo ejemplar.

Durante los 22 años que abarcan las narraciones, de 1990 a 2012, el escritor se dedica a escribir y promoverse, sobreviviendo con chambas mal pagadas y plagadas de riesgos ─alcoholismo, tabaquismo, drogadicción─ alegremente asumidos; y a seguir sus impulsos de escritor y de joven que entra en la madurez consciente de su lugar ─o falta de lugar─ como escritor en un mundo al que nada le importa la calidad de su suerte, ni la de nadie más.

Y más que el desenlace de sus anécdotas, como la pérdida de su primera novela de largo aliento en una computadora descompuesta o los premios obtenidos por sus poemas y narraciones, parte del interés de los textos radica en la idea del escritor que transmiten. En los ambientes donde se desenvuelve y sus referencias culturales, especialmente las musicales y literarias. Trabajando como disc-jockey, barman, promotor del voto para candidatos a puestos de elección popular o empleado en un laboratorio fotográfico.

Pero el interés de este libro también radica en la construcción de una realidad de la que el escritor ha seleccionado algunos de sus rasgos más sórdidos. Y lo consigue con un lenguaje que da cuenta de la hostilidad establecida donde terminan las palabras y se hace la literatura.

Ricardo Esquer

Ricardo Esquer (Cd. Obregón, Sonora, 1957). Poeta y ensayista. Ha publicado varios títulos de poesía, como Estación (2012), Desatino (2002), Marchar (1996) y Ostimuri (2021). Autor de la biografía Armonía perdurable: reposo de la luz. Ladislao Juárez Ponce (2013), así como de la antología literaria Aguascalientes, estancias y senderos: poesía, narrativa, ensayo y teatro (1850-1991) (1993). Coautor del libro-objeto Tres miradas a lo posible (AAT, 2014) con fotografías de Francisco Pizaña y diseño de Montserrat Galindo. Becario del FECA en 2011-2012 y en 1998-1999. Autor de los ensayos La cultura arquitectónica de Aguascalientes (1989). Premio Salvador Gallardo Dávalos 1985 en poesía con Ir es nunca llegar. Mención honorífica en el Concurso de Poesía de los Cuadernos del Caballo Verde 1980, de la Universidad Veracruzana, por De los huesos para adentro. Actualmente es presidente y representante de la asociación civil Artistas Asociados Trabajando.

 

 

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