Tiempo tras tiempo
trasterrado
el viento nocturno y carnicero,
una parvada de pájaros grises otea
en una esquina del horizonte.
Mañana nos veremos como de costumbre
con una lluvia de aceros
en tumulto
dispersándonos de nosotros mismos.
Mañana vendrá la orgánica
arquitectura de la muerte
a llevarse algo de tí o de mí
o de nuestro vino
y nos dejará con el corazón sediento de todo
aquello que algún día se nos
presentaba -y qué risa- como una
simple postal personal del
paraíso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario