1
El
suicidio de Luis González de Alba es un golpe a la inteligencia mexicana.
Recuerdo que sólo una vez lo conocí, una vez que fui a México en 1992 y mi
padre me lo presentó en un bar que Luis había inaugurado a mitad de
insurgentes. Estaba toda la generación del 68 esa ocasión (los vivos entonces).
Nunca leí Los días y los años, publicado por ediciones Era,
su libro clásico sobre el 68, pero siempre sentí respeto a su persona (ni
siquiera me burlé nunca de su condición de homosexual), entiendo que éste factor
lo tenía de bajada mentalmente. Mucha gente me decía que había perdido respeto
POR SUS OPINIONES, y otros me dicen que les gustaba, en fin, que descanse en
paz, y que en este país haya respeto a los homosexuales y muy por otro lado,
que haya respeto a los escritores y a los periodistas, que desgraciadamente,
mueren asesinados por todos lados.
2
Cuando
Peña Nieto deje la presidencia de México, de refilón y para orgullo de todos
los mexicanos, seguramente va a dar clases de literatura comparada en Oxford, enseñará
a los jóvenes ingleses como crear novelas de largo aliento, donde la temática
principal sea la política, por supuesto, toda la política y los conflictos
fuertes que sólo fueron avizorados por ese tal Shaskespeare, Peña Nieto los
volverá luz tremenda sobre los alumnos. Les enseñará, por ejemplo, qué se debe
de hacer en un país cuando los maestros protesten, qué hacer cuando uno es
sorprendido por periodistas con una multimillonaria Casa Blanca y se genera un
escándalo terrible contra la figura Presidencial, también, cómo negociar con
los susodichos padres de los 43 jóvenes desaparecidos en Ayotzinapa, que tanto
andan moleste y moleste al gobierno, también, qué hacer en caso de que Donald
Trump visite Inglaterra, ya que en México salimos airosos de esa terrible
experiencia, en fin, si en Oxford saben de Literatura Comparada, entenderán de
qué es lo que les trata este mensaje…
3
Después de leer varios libros de literatura mexicana reciente, me
doy cuenta de algo muy simple: el exceso de creencia en la fatalidad, es decir:
somos miserables, ignorantes, rateros, estúpidos, merecemos todos los infiernos
y bla bla bla… Lo que sucede, creo, es que para los autores mexicanos también
es muy difícil hacer un ejercicio de purificación personal y hacer el difícil desprendimiento,
el desprendimiento de lo otro-obsceno de la realidad y crear obras que
apuntaran hacia otras visiones. No necesito decir que sigue siendo muy
rescatable la gente y nuestro País en su conjunto. No creo en escapismos ni en
best-sellers tradicionales (ni tampoco, en La Invención de Morel parte
II, o parte III), pero los autores jóvenes treintañeros deberían empezar a
pensar, que es probable que ya haya pasado el juicio final.
4
Ahora que hace pocos días fue noticia la muerte del maestro Hugo
Gutiérrez Vega, recuerdo claramente el año 2000, cuando en la Escuela de
Escritores de la SOGEM él era uno de nuestros maestros más respetados, pero, al
mismo tiempo que yo escuchaba su sobrada sabiduría, no sabía de modo real a
quién tenía enfrente. Recuerdo que daba la clase de Poesía II, pero disertaba y
discurría con elegancia de la poesía inglesa de los años 40’s, 50’s y 60’s (él
fue diplomático en Inglaterra) y lo mismo nos contaba de su infancia y nos
decía que de niño había conocido a Rafael Alberti, fue agradable escucharlo
decir: “¿Así que usted es poeta señor Alberti?” y que Alberti que le contestó:
“Sí joven, pero le prometo que no lo vuelvo a hacer.” También discurría y se
extendía sobre la poesía de Chipre de mediados de siglo XX, sus incursiones en
el teatro, así como de su amistad con Julieta Egurrola, ¡Cómo nos divertíamos y
prácticamente nos arrullábamos con su palabra! Después, en el año 2006 volví a
verlo en Aguascalientes, en la ceremonia de entrega del Premio de Poesía
Aguascalientes a Dana Gelinas por su obra Dylan y las ballenas, ya que
él fue uno de los jurados. Recuerdo haberme sentado al lado de José Vicente
Anaya y de Eduardo Langagne, ahí también estaba José Ángel Leyva y Dana leyó un
poema dedicado a los calzones de un futbolista de moda en el céntrico Teatro
Morelos. Carcajada general. Pero el maestro nunca me olvidó: muchas veces,
cuando en silencio me encontraba estudiando filosofía virtual, yo sabía que
Hugo estaba conmigo, y me hacía señas de aprobación de mis esfuerzos
filosóficos. Adiós Hugo, toda la SOGEM, todo un Fernando del Paso, como dijo
hoy La Jornada, toda la vida cultural mexicana, el mismo periódico, te
recordamos ahora como un verdadero grande, un fulgurante, y del mero Jalisco.
5
Cuando
fuimos compañeros de trabajo, Lucía y yo fuimos muy unidos. Desde el tiempo de
la capacitación para el conteo de Población 2005, que se llevó a cabo en
noviembre, Lucía me había despertado cierta simpatía, pero no fue sino hasta
los momentos de las horas extra con los cuestionarios, cuando realmente nos
conocimos. Lo cual fue curioso ya que el trabajo lo llevábamos a cabo en una
escuela primaria dentro de un salón desocupado que utilizamos como oficina;
pero el personal del INEGI es bien recibido en casi cualquier lado, gracias a
la gigantesca difusión que se le tiene qué dar a todo el proceso del
levantamiento. Lucía y yo nos pasábamos las ocho horas del trabajo en ese salón
de clases; a veces llegaban los entrevistadores a dejarnos su tambache de
cuestionarios o se quedaban por un momento a rellenar sus propios formularios,
pero en general se podía decir que el salón de la primaria era nuestra oficina
exclusiva incluso cuando ya se iban los niños de la primaria a sus casas. Lucía
y yo nos encontramos empatía: nos gustaban las mismas canciones, los mismos
cantantes y a ella le interesó mi libro de poemas, así que se lo regalé.
Conforme nos tuvimos más confianza, empezamos a llevar cosas al viejo salón
para no morirnos de frío: algunas rebanadas de pastel, una cafetera eléctrica,
y empecé a ver que ella me dejaba recados, como por ejemplo el siguiente:
“¿Cómo te levantaste hoy Marcos? Espero que no llegues tarde… besos… te quiere:
Lucía”. De que el trabajo era pesado seguro que lo era; había momentos en que
entrábamos en momentos estresantes, dolores de cabeza, frío, etcétera. Supongo
que por eso quieren al personal del INEGI: porque nos obligan a ser
workahólicos. Un día Lucía dejó su escritorio y se sentó en mis piernas cuando
ya nuestro coqueteo era evidente, pero concluyó que yo era uno de esos que,
sólo dijo: “ya conozco a los de tu clase”. Eso me aguijoneó el ego, supongo que
ella creía que yo era un pobre diablo, pero no dejé que la cosa pasara ahí y
ahí muriera. Un día, cuando el stress estaba en su cenit, le dije: “vamos a
desestresarnos a mi casa”. Acto seguido hicimos el acto y de ahí en adelante el
stress se nos fue bajando poco a poco. Lástima que nuestro superior, echó a
perder todos los formularios así que, puestos en, o más bien, montando caballos
de hacienda, tuvimos que empacharnos con varios días extra. Así que a la hora
de la comida, que era cuando nos íbamos a, aparte de comer, a desestresarnos,
el último día le dije: “lástima que no volveremos a estar estresados, el asunto
comienza a estresarme”.
6
A ti te
nombro Ernesto Sábato. Ya que cuando volví a esta tierra desértica no había, en
mi edad de Cristo, a nada a que aferrarse y entonces te busqué a tí, y
releeí La resistencia y una bellísima edición de Sobre
héroes y tumbas. Libros que no dan tregua los tuyos, libros que inician
ciudades y provocan hecatombes personales. Y no sé por qué pero tú me
escuchaste, tú comenzaste a prestarme atención, mientras los y las jóvenes de
mi edad pasaban por mi casa pregonando que sí, que eran presumiblemente
pudientes y ricos, pero que ya los dados estaban cargados y yo no tenía
oportunidad y menos con el jodido vecino que me había tocado. Fue entonces que
comprendí que tenía que serte fiel a como diera lugar. No me resigné, no me
acostumbré a vivir, pedí una beca estatal para redactar una novela corta y tuve
suerte ya que conseguí el favor de los jurados. Era diciembre de 2008 y tendría
todo el año siguiente para trabajar en ese proyecto. Trabajé intensamente en
esa novela, amor, desamor, mitomanía autobiográfica: una novela que funcionaba
porque exageraba la gloria de ser joven y estar en la aventura del amor y los
inicios de la vida intelectual. Y tú estabas ahí conmigo Ernesto Sabato, tú,
cuando yo regresaba de un viaje a la playa al que nunca hubiera podido ir si no
fuera por la beca, me recomendaste leer a Marx, y mi padre discutía contigo en
mi conciencia y la mujer de la playa volvió a hacerme ver mi suerte, como la de
la historia de la novela. Una suerte de bagaje cultural increíble en mi ser,
pero no había oportunidades, no había trabajo, no había más que Ernesto Sábato
y su mundo que estaba por terminar. Fue entonces que me cambié de casa, y en el
imponente librero donde irían tus obras, cuando comencé a instalarme, poco a
poco los libros volvieron a sus estantes, y tú volteaste a verme, y quise
hacerte fuerte, yo sabía que estabas muriendo, quise retenerte, pero ya no
aguantaste ubicarme en otro sitio y al momento de colocar tu obra yo vi primero
como tu rostro se empequeñecía hasta parecer una pincelada de óleo y te fuiste
y así supe que habías muerto, tal como al día siguiente La jornada me lo
constató y supe de que la primavera entera estaba contigo, falleciste rodeado
de pájaros y flores. Pájaros de todo el continente que iban a verte y darte
ánimos. ¿no es obvio que los jóvenes de toda América Latina te querían?
7
LA TELEVISIÓN ES EL MAYOR DE LOS PODERES FÁCTICOS PORQUE CONTROLA
TODO LO QUE HAY, CUANDO NO HAY TELEVISIÓN...
8
CADA VEZ QUE EL DIABLO LOS QUIERA CHINGAR Y QUE SE PONGA A ALEGAR,
USTEDES SOLAMENTE LE DEBEN RESPONDER: "¡PUES PORQUE ASÍ ERES TÚ!"
9
La gente inteligente empieza comprando libros. La gente
inteligente lee los libros que compra, al principio de su trayecto de lectura,
la gente inteligente se siente de hecho ultra inteligente, y de hecho así es.
Pero también pasan los años sobre la gente inteligente, la gente inteligente
empieza a sentirse rara, y lo que pasa es que en realidad demasiada
inteligencia es peligrosa, es inquietante, no cabe en ningún lado. Luego, poco
a poco, la gente inteligente deja de comprar tantos libros, es entonces que la
gente inteligente siente que por culpa de tanta inteligencia, puede ser que
haya perdido amores, que quizá en un arrebato le dijo imbécil al jefe o
superior de la empresa, de la oficina, cualquier cosa, cualquier acto o
conducta que salió y costó carísimo. Es entonces cuando la gente inteligente
siente que le debe al mundo su cuota de estupidez, nada pasa, pero la gente
inteligente empieza a ver más televisión, empieza a olvidarse de los libros…
esos libros, carajo, ¡Esas malditas historias! ¡Esos malditos autores que
pusieron las bases de la civilización! Entonces, la gente inteligente se
empieza a confundirse con la gente común y corriente… hasta que un buen día,
esa gente, que fue tan inteligente comienza a preguntarse de dónde salió esa
panza, de dónde salió toda esa basura mental que antes no creía, y envejece,
toda la jodida gente común y corriente… ¿Qué que pasó? ¡Fernando del Paso se
ganó el premio Cervantes, el máximo galardón a las letras en nuestra lengua! No
tiene importancia, dice la gente común y corriente…
10
El otro día tuve un diálogo con un hijo de un vecino que no veía
hace mucho tiempo y me dijo: “Hola, yo también estoy muy feliz de que Peter
Higgs le hayan dado el premio Nobel de Física 2013 por haber elaborado en los
años sesenta la teoría de lo que actualmente se conoce popularmente como “la
partícula de Dios”, es decir, el Bossón de Higgs, supe además que alrededor de
demostrar esta teoría trabajaron físicos de más de 10 países y me imagino que
con esto, tú que estudias filosofía, le darás eminentemente la razón al
realismo científico y no al idealismo que dice que los leptones o los quarqs
son simplemente ficciones convenientes con las cuales trabajan los científicos
¿verdad? Sí, porque, sino, ¿de qué otra forma se explica el gasto millonario de
haber construido el acelerador de partículas en la frontera entre Suiza y
Francia? Bueno, te dejo, debes sentirte triste de que ya haya muerto Higgs, voy
a comprar una Coca-cola, las tortillas, las donas bimbo y unos chicles clorets
para lograr sonrisas fuertes”. Después de escuchar aquello, yo sólo pedí unos
chicles para demostrar mis sonrisas fuertes: es una pena la muerte de Peter.
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