Esta suerte pasajera
Y su parábola muda que cruza como ave,
Como aeroplano
O palabra extranjera.
Cuando no quiero hablar de los meollos
Soy cínico.
Escupo cascarones huecos.
Este andar de voces onomatopéyicas,
De frases cacofónicas
Y sustantivos que se golpean los unos contra los otros.
Mirar hacia el sur
Es como asomarse por debajo de una falda
Y encontrar los calzones equivocados
En una tierra que no le pertenece a nadie.
Mirar hacia el norte
Es encontrarse en el pecho de un toro que pasta
Come flores y caracoles
Y lo devuelve todo a la tierra.
Esta suerte pasajera
Descarada vagabunda que le enseña las tetas a cualquiera,
Pretende ser gloriosa
Y no es nada más que un dechado de mentiras que alguien inventó
Para sentirse poderoso,
Para empujar a algunos a llamarse desafortunados.
¿A dónde van las buenas noticias?
Parvadas de noticias,
Manifestaciones de noticias,
Rumores de noticias.
Un bálsamo
O una red para atrapar buenas fortunas
Y flores de azahar,
Un encantamiento
O un papalote al que vaya atado un mono blanco
que encuentre un telegrama,
Una carta
O una nota de florería
Allá en el aire gris
Por donde viajan todas la palabras
Que ni siquiera me voltean a mirar.
Ese andar de voces que anidan en el pelo de las jacarandas,
En el rellano de las torres de la catedral,
Y sus patitas
Como de mariposas
Se resbalan en la superficie de los vidrios de mi casa
Y caen
Resignadas
Porque ya de nada les sirve volar.
Esta suerte melindrosa,
Infantil e interesada,
Me debe muchos nombres
Pues a ninguno de mis hijos lo he podido bautizar.
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