Una
luz cenital ilumina el Proscenio y este hombre nacido en Zuiza en 1921 cerca de
Berna, con cara de incredulidad, divaga sobre el destino del hombre en la
Tierra en la Europa de la posguerra:
“Suiza tiene algo
grotesco en su carácter -declaró alguna vez-; sus intentos de constante
neutralidad se parecen a los de una virgen ganándose la vida en un burdel que
pretende, además, permanecer casta.”
Friedrich
Dürrenmatt, antes de cualquier decisión, fue un todólogo: hizo estudios
sobre filosofía, fue dramaturgo tremendamente notable, escritor de novelas
policíacas principalmente y artista plástico. Dentro de sus piezas dramáticas
cabe destacar: Los
físicos (1962) obra que presenta a un científico
genial que se oculta, fingiéndose loco, en un manicomio a fin de proteger al
mundo de las consecuencias de sus descubrimientos. Otros dos físicos, agentes
de sistemas políticos opuestos que debían secuestrarlo, deciden renunciar
fingiéndose locos, a las consecuencias de la investigación. Pero la directora
del manicomio se ha apropiado de los resultados de las investigaciones y los ha
vendido al mejor postor.
Dentro
de sus novelas, destaca la comedia en prosa Griego busca griega,
escrita en 1955. En Griego busca griega se cuenta la historia que sucede cuando el
protagonista Arnolph Arquíloco —un tipo gris, santurrón, que ni fuma ni bebe,
vegetariano, que no tiene relaciones sexuales ni las ha tenido a sus 45 años y
pertenece a la secta de los Neo presbiterianos primitivos de los últimos
cristianos— decide buscar pareja. Arnolph Arquíloco es un sub contable
insignificante en medio de miles como él dentro de la Compañía Petit Päyssan de
cañones atómicos. Ha elaborado su propia
ordenación moral del mundo en la cual el primero es el Presidente del gobierno,
luego el obispo, luego Petit Päyssan… el octavo es su hermano Bibi que siempre
le pide dinero y se burla de él con su esposa. El pobre de Arquíloco es una
completa desgracia. Para colmo vive en una buhardilla donde están colgados los
retratos de los primeros en su ordenación moral del mundo y las letrinas son
cada vez más pestilentes. La filosofía de Arquíloco es un estoicismo que
aguanta todo sin saber bien a bien por qué. Pero a madame Bieler (la dueña del
local donde desayuna leche y agua mineral), la ha persuadido de que cuelgue los
retratos de los ocho integrantes en su ordenación moral del mundo y es ella
misma la que a su vez lo persuade de que se busque una esposa con un anuncio en
periódico. Chloé es la chica sensual que responde al parco anuncio “griego
busca griega” y para su sorpresa, resulta ser tremendamente encantadora, un ser
“puro de gracia y de belleza”. En el momento del encuentro, Arquíloco se siente
a merced de la belleza de Chloé y, a partir de ese momento, su vida dará un
giro radical: repentinamente es ascendido directamente por Petit Päyssan a
director de la sección cañones atómicos, es nombrado consejero eclesiástico
mundial, recibe por regalo de bodas con Chloé una magnífica mansión y, poco a
poco, sin darse cuenta, se convertirá él mismo en un pilar ejemplar de la
sociedad suiza…
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