Mirar tu ser cual hojas de preciada
rosa, que incita al tacto a una caricia
y quema al alma ver tanta delicia
cuando en descuido te da una mirada.
Mas no por eso al ama se amedrenta,
volverá, aunque esto costara su vida;
cuidar sabe esta maga tu bebida
y tomar con respeto, sin afrenta.
Menuda muerte espera a quien te toque
y aún así, valientes y soñadores
desean de tu huracán ser petifoque.
Plañideros náufragos en su humor
ruegan los veas altiva con honores
nulos, desde tu inasible rubor.
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