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viernes, 26 de octubre de 2007

A ti, amor.

Mirar tu ser cual hojas de preciada
rosa, que incita al tacto a una caricia
y quema al alma ver tanta delicia
cuando en descuido te da una mirada.

Mas no por eso al ama se amedrenta,
volverá, aunque esto costara su vida;
cuidar sabe esta maga tu bebida
y tomar con respeto, sin afrenta.

Menuda muerte espera a quien te toque
y aún así, valientes y soñadores
desean de tu huracán ser petifoque.

Plañideros náufragos en su humor
ruegan los veas altiva con honores
nulos, desde tu inasible rubor.

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